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Diferencia entre revisiones de «Biblioteca:Historia de Cuba. Nivel Medio Superior/Capítulo 3: Las luchas sociales y nacional liberadoras entre 1899 y 1935 frente a la dependencia neocolonial»

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Base 4<sup>a</sup>. En caso de lucha, los organismos todos tendrán derecho al apoyo de la Confederación, previa petición del mismo al Comité Ejecutivo Confederal por escrito o por medio de sus Delegados.<ref>Hortensia Pichardo: ''Documentos para la Historia de Cuba'', t. III, pp. 288-289.</ref></blockquote>Se había dado un paso importantísimo en la organizac ión del movimiento obrero, quedaba por profundizar en el aspecto ideológico para que ese movimiento pudiera ocupar el lugar necesario en las batallas nacionales y sociales, pero se iniciaba el camino de la unidad organizativa. El Congreso se había pronunciado a favor de crear una Federación de la Industria Azucarera y Agrícola, lo cual era indispensable ya que se trataba de los trabajadores de los ramos principales de la economía cubana y de gran peso numérico, por tanto quedaba mucho por hacer aún.  
Base 4<sup>a</sup>. En caso de lucha, los organismos todos tendrán derecho al apoyo de la Confederación, previa petición del mismo al Comité Ejecutivo Confederal por escrito o por medio de sus Delegados.<ref>Hortensia Pichardo: ''Documentos para la Historia de Cuba'', t. III, pp. 288-289.</ref></blockquote>Se había dado un paso importantísimo en la organizac ión del movimiento obrero, quedaba por profundizar en el aspecto ideológico para que ese movimiento pudiera ocupar el lugar necesario en las batallas nacionales y sociales, pero se iniciaba el camino de la unidad organizativa. El Congreso se había pronunciado a favor de crear una Federación de la Industria Azucarera y Agrícola, lo cual era indispensable ya que se trataba de los trabajadores de los ramos principales de la economía cubana y de gran peso numérico, por tanto quedaba mucho por hacer aún.  
 
[[Archivo:Alfredo López.png|izquierda|miniaturadeimagen|206x206px|Fig. 3.8 Alfredo López]]
Hay que destacar en todo ese proceso organizativo a Alfredo López (fig. 3.8), obrero tipógrafo, quien fue electo vicesecretario general de la FOH, pero rápidamente asumió la secretaría general por enfermedad del titular. Alfredo fue el alma dentro de la FOH para la convocatoria al II Congreso y la fundación de la central obrera.  
Hay que destacar en todo ese proceso organizativo a Alfredo López (fig. 3.8), obrero tipógrafo, quien fue electo vicesecretario general de la FOH, pero rápidamente asumió la secretaría general por enfermedad del titular. Alfredo fue el alma dentro de la FOH para la convocatoria al II Congreso y la fundación de la central obrera.  


Junto al movimiento obrero es necesario analizar el desarrollo del movimiento comunista en esos años. Las organizaciones que asumían el marxismo eran pocas y pequeñas y, además, tenían grandes confusiones ideológicas pues no había un conocimiento amplio y profundo del marxismo. Como se ha expresado, Carlos Baliño se cuenta entre los primeros marxistas que luchó por la expansión de esas ideas y de la estructuración de grupos con esa ideología en Cuba.
Junto al movimiento obrero es necesario analizar el desarrollo del movimiento comunista en esos años. Las organizaciones que asumían el marxismo eran pocas y pequeñas y, además, tenían grandes confusiones ideológicas pues no había un conocimiento amplio y profundo del marxismo. Como se ha expresado, Carlos Baliño se cuenta entre los primeros marxistas que luchó por la expansión de esas ideas y de la estructuración de grupos con esa ideología en Cuba.
 
[[Archivo:Carlos Baliño.jpg|miniaturadeimagen|298x298px|Fig. 3.9 Carlos Baliño]]
Fig. 3.8 Alfredo López
 
El año 1923 sería muy importante en el desarrollo del movimiento comunista: el 18 de marzo se creaba la Agrupación Comunista de La Habana, donde estaba Carlos Baliño, además de José Peña Vilaboa, José Miguel Pérez, Alejandro Barreiro y otros. Fue el punto inicial a partir del cual surgieron Agrupaciones Comunistas en distintos lugares como Manzanillo, Media Luna, San Antonio de los Baños, Guanabacoa y el grupo de origen hebreo.  
El año 1923 sería muy importante en el desarrollo del movimiento comunista: el 18 de marzo se creaba la Agrupación Comunista de La Habana, donde estaba Carlos Baliño, además de José Peña Vilaboa, José Miguel Pérez, Alejandro Barreiro y otros. Fue el punto inicial a partir del cual surgieron Agrupaciones Comunistas en distintos lugares como Manzanillo, Media Luna, San Antonio de los Baños, Guanabacoa y el grupo de origen hebreo.  


Por convocatoria de la Agrupación habanera, se celebró el Primer Congreso de Agrupaciones Comunistas entre el 16 y el 17 de agosto de 1925, en la capital, donde se fundó el Partido Comunista de Cuba. El Congreso funcionó clandestinamente por lo que el partido marxista cubano nació y funcionó durante años en la ilegalidad. Era un pequeño grupo de 17 delegados, más Enrique Flores Magón del Partido Comunista de México; pero era el germen de un movimiento que crecería en los años siguientes y que tendría gran importancia para el desarrollo del movimiento obrero y revolucionario. Allí estaba el veterano luchador Carlos Baliño (fig. 3.9) y, junto a él, un joven estudiante de gran valía: Julio Antonio Mella.  
Por convocatoria de la Agrupación habanera, se celebró el Primer Congreso de Agrupaciones Comunistas entre el 16 y el 17 de agosto de 1925, en la capital, donde se fundó el Partido Comunista de Cuba. El Congreso funcionó clandestinamente por lo que el partido marxista cubano nació y funcionó durante años en la ilegalidad. Era un pequeño grupo de 17 delegados, más Enrique Flores Magón del Partido Comunista de México; pero era el germen de un movimiento que crecería en los años siguientes y que tendría gran importancia para el desarrollo del movimiento obrero y revolucionario. Allí estaba el veterano luchador Carlos Baliño (fig. 3.9) y, junto a él, un joven estudiante de gran valía: Julio Antonio Mella.  
Fig. 3.9 Carlos Baliño


Las discusiones desarrolladas en el Congreso fundacional del PC evidencian los temas de mayor interés, además de lo referido a la organización: la educación de los militantes, el trabajo con distintos sectores y grupos sociales como los obreros en primer lugar, los campesinos, las mujeres —en lo que plantearon su apoyo al movimiento feminista— y los jóvenes, así como la importancia de la prensa para la difusión de las ideas, lo que dio lugar al nacimiento del periódico ''Justicia''. José Miguel Pérez fue elegido como secretario general, mientras Mella era el secretario de propaganda y Baliño el de estadísticas y biblioteca.<ref>Angelina Rojas Blaquier: ''Primer Partido Comunista de Cuba'', Ed. Oriente, Santiago de Cuba, 2005, t. I, pp. 30-38.</ref> Se habían dado pasos fundamentales en la organización de la clase obrera y de su vanguardia partidista, aunque fuera un pequeño grupo que debía crecer y desarrollar su propia formación ideológica y de acción política.  
Las discusiones desarrolladas en el Congreso fundacional del PC evidencian los temas de mayor interés, además de lo referido a la organización: la educación de los militantes, el trabajo con distintos sectores y grupos sociales como los obreros en primer lugar, los campesinos, las mujeres —en lo que plantearon su apoyo al movimiento feminista— y los jóvenes, así como la importancia de la prensa para la difusión de las ideas, lo que dio lugar al nacimiento del periódico ''Justicia''. José Miguel Pérez fue elegido como secretario general, mientras Mella era el secretario de propaganda y Baliño el de estadísticas y biblioteca.<ref>Angelina Rojas Blaquier: ''Primer Partido Comunista de Cuba'', Ed. Oriente, Santiago de Cuba, 2005, t. I, pp. 30-38.</ref> Se habían dado pasos fundamentales en la organización de la clase obrera y de su vanguardia partidista, aunque fuera un pequeño grupo que debía crecer y desarrollar su propia formación ideológica y de acción política.  
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¿Podía la reforma universitaria resolver todos los problemas de la Universidad? ¿Era suficiente plantearse esta reforma?  
¿Podía la reforma universitaria resolver todos los problemas de la Universidad? ¿Era suficiente plantearse esta reforma?  
 
[[Archivo:Julio Antonio Mella.jpg|miniaturadeimagen|Fig. 3.10 Julio Antonio Mella ]]
Mella entendía que lo alcanzado no era suficiente, era necesario avanzar más allá de la simple reforma universitaria, por tanto de lo que se trataba era de hacer una revolución (fig. 3.10).  
Mella entendía que lo alcanzado no era suficiente, era necesario avanzar más allá de la simple reforma universitaria, por tanto de lo que se trataba era de hacer una revolución (fig. 3.10).  


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* Contra el capitalismo universal.  
* Contra el capitalismo universal.  
* Incluir en el nombre del Congreso el calificativo de revolucionario.  
* Incluir en el nombre del Congreso el calificativo de revolucionario.  
Fig. 3.10 Julio Antonio Mella


Como resultado de los acuerdos del Congreso, se fundó la Universidad Popular José Martí para impartir clases a los trabajadores. En esta Universidad fueron profesores el propio Mella, Rubén Martínez Villena, Sarah Pascual, Juan Marinello, Gustavo Aldereguía y otros estudiantes, maestros y jóvenes intelectuales de militancia revolucionaria.  
Como resultado de los acuerdos del Congreso, se fundó la Universidad Popular José Martí para impartir clases a los trabajadores. En esta Universidad fueron profesores el propio Mella, Rubén Martínez Villena, Sarah Pascual, Juan Marinello, Gustavo Aldereguía y otros estudiantes, maestros y jóvenes intelectuales de militancia revolucionaria.  


La reforma universitaria había traspasado las paredes de la Universidad en lo que el joven Mella tuvo un lugar importantísimo. Su veloz maduración ideológica lo llevó al antiimperialismo, a ingresar en la Agrupación Comunista de La Habana en 1924 y ser fundador del Partido Comunista de Cuba y de la Liga Antiimperialista en 1925.  
La reforma universitaria había traspasado las paredes de la Universidad en lo que el joven Mella tuvo un lugar importantísimo. Su veloz maduración ideológica lo llevó al antiimperialismo, a ingresar en la Agrupación Comunista de La Habana en 1924 y ser fundador del Partido Comunista de Cuba y de la Liga Antiimperialista en 1925.  
[[Archivo:Rubén Martínez Villena 2.jpg|miniaturadeimagen|Fig. 3.11 Rubén Martínez Villena]]
La joven intelectualidad también se pronunció en aquella coyuntura en función de buscar un cambio. El grupo de jóvenes que se reunía, de manera informal, para intercambiar ideas sobre la renovación en la literatura y el arte hizo su primer pronunciamiento público de protesta contra la corrupción imperante el 18 de marzo de 1923. Se producía la Protesta de los Trece que, encabezada por Rubén Martínez Villena, destacaba a un grupo de jóvenes en un acto de protesta cívica (fig. 3.11).


La joven intelectualidad también se pronunció en aquella coyuntura en función de buscar un cambio. El grupo de jóvenes que se reunía, de manera informal, para intercambiar ideas sobre la renovación en la literatura y el arte hizo su primer pronunciamiento público de protesta contra la corrupción imperante el 18 de marzo de 1923. Se producía la Protesta de los Trece que, encabezada por Rubén Martínez Villena, destacaba a un grupo de jóvenes en un acto de protesta cívica (fig. 3.11).


Fig. 3.11 Rubén Martínez Villena


El hecho que dio origen a esa protesta fue la compra del Convento de Santa Clara por el Estado a un precio muy superior a su valor, lo que hacía evidente que se trataba de otro negocio sucio gubernamental. Este fue el hecho condenado por los protestantes, pero era expresión de la repulsa a la corrupción político-administrativa en general. El Manifiesto que publicaron, y firmaron, explica sus objetivos: <blockquote>Nosotros, los firmantes, nos sentimos honrados y satisfechos por habernos tocado en suerte iniciar un movimiento que patentiza una reacción contra aquellos gobernantes conculcadores, expoliadores, inmorales, que tienden con sus actos a realizar el envilecimiento de la Patria.  
El hecho que dio origen a esa protesta fue la compra del Convento de Santa Clara por el Estado a un precio muy superior a su valor, lo que hacía evidente que se trataba de otro negocio sucio gubernamental. Este fue el hecho condenado por los protestantes, pero era expresión de la repulsa a la corrupción político-administrativa en general. El Manifiesto que publicaron, y firmaron, explica sus objetivos: <blockquote>Nosotros, los firmantes, nos sentimos honrados y satisfechos por habernos tocado en suerte iniciar un movimiento que patentiza una reacción contra aquellos gobernantes conculcadores, expoliadores, inmorales, que tienden con sus actos a realizar el envilecimiento de la Patria.  

Revisión del 09:11 23 sep 2024


El año 1899 representó el inicio de una nueva forma de dominación en la época del imperialismo: Estados Unidos se convertía en el nuevo poder externo dominante. En este contexto, se desarrollarían los modos de lucha de las distintas clases, sectores y grupos sociales que tenían que enfrentar nuevas formas y métodos de dominio; en ello estaba presente no solo la dominación extranjera sino también su alianza con grupos y sectores de la burguesía doméstica que asumían el control interno y, por tanto, se integraban como parte del sistema neocolonial que se estructuró y consolidó en esos años. En este capítulo se estudiarán la estructuración de los métodos de dominio neocolonial en Cuba, su consolidación, y los combates en defensa de la nación y por demandas sociales que fueron tomando fuerza hasta dar lugar a un nuevo proceso revolucionario.

3.1 Cuba entre 1899 y 1902. La política de Estados Unidos y las actitudes cubanas

3.1.1 Creación de las bases de la dominación neocolonial

El 20 de diciembre de 1898, Máximo Gómez dijo que era difícil escribir la historia de Estados Unidos sin lastimar sus intereses, dada la conducta dudosa y poco humana de sus hombres, y agregó: "De aquí que aunque la soberanía de España, es verdad, que ha desaparecido de Cuba, no es aún libre el cubano ni independiente la Tierra después de tanta sangre derramada ".[1]

De acuerdo con lo establecido en el Tratado de París, el 1ro. de enero de 1899 se inició oficialmente la ocupación militar de Cuba por Estados Unidos; por lo que el país dejaba de ser una colonia española, pero no tenía definido el futuro independiente por el que había combatido durante décadas. Estados Unidos asumía el control de Cuba con un gobernador militar, quien desarrollaría su labor por medio de Órdenes Militares. Su función fundamental fue la de crear las condiciones para el dominio sobre Cuba, aunque la forma que tendría ese dominio se definiría de acuerdo con las circunstancias.

El gobierno de ocupación encontraba un país devastado por la guerra y por la política que había desarrollado España para enfrentar la insurrección, en especial se sufrían los efectos de la reconcentración decretada por Weyler. Se había producido una pérdida de población de unos 200 000 habitantes, los campos estaban mayormente abandonados y los campesinos pululaban por las zonas urbanas adonde habían sido trasladados, las condiciones de miseria e insalubridad imperantes provocaban epidemias y otras enfermedades que habían elevado extraordinariamente los índices de mortalidad, el analfabetismo alcanzaba en su generalidad a los mayores de 10 años, la industria azucarera apenas podía producir en aquellas circunstancias y los demás cultivos estaban igualmente deprimidos.

Estados Unidos necesitaba cambiar la situación cubana para desarrollar sus propósitos de dominación. Para crear condiciones a la inversión de capital norteño, requería de personas aptas para el trabajo, para lo cual precisaba mejorar la preparación educacional y las condiciones de salud y también para proteger a sus tropas de ocupación, a sus ciudadanos que eran atraídos para la explotación de esta nueva adquisición y a los habitantes de sus territorios sureños, tan cercanos a Cuba. También buscaba ganar la simpatía de los cubanos a través de la imagen de su gestión.

Lo señalado en el párrafo anterior explica la política de reconstrucción desarrollada por el gobierno de ocupación militar en los campos de la salud y la educación. Lo más significativo fue el saneamiento, que incluyó la campaña para combatir la fiebre amarilla además de otras medidas sanitarias, las reformas a los sistemas de enseñanza y la habilitación de maestros para abrir escuelas públicas. Las nuevas directrices pedagógicas debían incorporar los códigos y valores estadounidenses en la enseñanza como parte del esquema de dominación en la esfera cultural. Inicialmente, se prestó auxilio a las personas en alimentos y salud, lo que creaba buen efecto en una población depauperada. Por otra parte, la campaña sanitaria contra la fiebre amarilla se basó en el descubrimiento del científico cubano Carlos J. Finlay, a quien se pretendió despojar de la autoría del descubrimiento del agente transmisor a favor de quien presidía la Comisión de la Fiebre Amarilla, Walter Reed, por lo que hubo que librar la batalla para el reconocimiento del mérito del cubano.

En el orden económico, la administración de Estados Unidos tomó decisiones importantes para facilitar su dominio. Lo primero fue la rebaja de aranceles a la entrada de sus productos en Cuba desde diciembre de 1898, la que fue ampliada en 1900. Dado que el mercado norteamericano resultaba fundamental para las principales producciones cubanas, la burguesía de la Isla aspiraba a consolidar su posición en ese aspecto; pero los productos cubanos no recibieron igual ventaja en las aduanas norteñas puesto que el propósito era garantizar a Cuba como mercado para los productos estadounidenses. Esto fue un elemento de presión para la actitud política de subordinación de la burguesía doméstica[2] ante las pretensiones de dominación de Estados Unidos. También se facilitaron las inversiones al capital de aquel país.

Las Órdenes Militares más significativas para el dominio económico fueron la número 34 o de ferrocarriles y la 62 sobre deslinde y división de haciendas, hatos y corrales, de febrero y marzo de 1902, respectivamente. La primera, daba plenas facilidades a la construcción de vías férreas, cuestión fundamental para el transporte de mercancías, especialmente para el desarrollo de la industria azucarera, lo que se complementaba con la segunda destinada al deslinde de las haciendas comuneras,[3] que agilizaba la adquisición de tierras por las empresas estadounidenses. Esto permitió iniciar la construcción del ferrocarril central por la Cuban Co. con capital norteño, con plenas garantías, y adquirir grandes extensiones de tierras para el cultivo de la caña y el fomento de centrales por empresas norteamericanas, entre ellas, la Cuban American Sugar Co. con el central Chaparra, y la United Fruit Co., que en una década, mediante el procedimiento establecido por esa Orden, se hizo por diversas vías de cerca de 3 000 caballerías de tierra y llegó a controlar más de 8 642 caballerías alrededor de la bahía de Nipe donde fomentó los centrales Boston y Preston. La promoción de procesos de deslinde por presentación de título o la justificación de la posesión por medio de información acreditativa, así como la convocatoria a juicio para que los condueños se presentaran a defender su derecho de propiedad, abrió procesos de los cuales muchos campesinos ni se enteraban, por no tener acceso a los sitios de publicación, por desconocimiento o por estar ausentes como ocurrió con muchos desplazados durante la guerra y la reconcentración, circunstancia aprovechada por las grandes compañías para adquirir a precios irrisorios grandes extensiones de tierra. Se iniciaba el camino para el establecimiento del gran latifundio, de consecuencias trágicas en los campos de Cuba. La inversión también se dirigió a las fábricas de tabaco y su comercialización, con la American Tobacco Company que controló el 90 % del tabaco de exportación. Hubo inversiones en otros sectores como el minero, donde el gobernador Leonard Wood otorgó 270 concesiones mineras a empresas estadounidenses en Camagüey y Oriente.

El gobierno militar fue creando estructuras para el funcionamiento y control interno, como los cuerpos represivos de la guardia rural y la policía.

Pero, ¿cuál era la situación política de Cuba? ¿Cómo se iba a instrumentar el dominio imperialista?

3.1.2 Las distintas actitudes ante la ocupación norteamericana

Dentro de la sociedad cubana habían grupos con distintos intereses que se reflejaban en sus posiciones ante la independencia, la realización de la revolución y los intentos de Estados Unidos de ejercer dominio sobre Cuba. Los grupos burgueses vinculados al mercado y el capital norteamericano —en especial la burguesía azucarera y los grandes comerciantes importadores— pretendían, en primer lugar, asegurar el mercado de Estados Unidos fundamentalmente para el azúcar, por tanto, estaban dispuestos a hacer concesiones en pos de la garantía de sus intereses sectoriales. Sin embargo, en la población había un sentimiento patriótico muy amplio que impulsaba a buscar la plena independencia.

La clase obrera era muy pequeña en número y sus organizaciones estaban influidas por el anarquismo y el reformismo que limitaban la lucha a demandas económicas. Dada la situación reinante en la economía y la masiva presencia de obreros españoles, que tenían preferencia sobre los cubanos en los mejores empleos, sus acciones se encaminaban a mejorar las posibilidades de acceso del cubano al trabajo, mejoras salariales y otras similares. Diego Vicente Tejera, poeta y patriota que había estado en la emigración, intentó sin éxito crear un partido que agrupara a los obreros, pues tanto el Partido Socialista Cubano de 1899 como el Popular Cubano de 1900 desaparecieron rápidamente, mientras en 1899 surgía la Liga General de los Trabajadores Cubanos que encabezaba esas luchas por objetivos económicos. La clase obrera, por las condiciones señaladas, no pudo involucrarse en la lucha por la independencia a través de sus organizaciones clasistas, aunque los obreros, como cubanos, fueron parte del pueblo que aspiraba a la total soberanía. El campesinado, por su parte, carecía de formas organizativas propias que expresaran sus intereses particulares, aunque primaba el sentimiento independentista. Entre los propietarios rurales, solo los grandes hacendados y colonos tenían organismos corporativos, pero en función de sus intereses específicos.

Al comenzar la ocupación militar, el independentismo tenía dos instancias de representación estructuradas: el Ejército Libertador y la Asamblea de Representantes que se trasladó al Cerro, en La Habana. La situación de estos órganos resultaba muy precaria pues la Asamblea, que tenía funciones de gobierno dentro del campo insurrecto, no fue reconocida en ningún momento por las autoridades norteamericanas, mientras que los heroicos y legendarios mambises del Ejército Libertador estaban inactivos en sus campamentos, en condiciones de miseria, sin posibilidades de suministros para subsistir. Entonces surgió la perspectiva de su licenciamiento.

La permanencia o no de los mambises sobre las armas prácticamente no se discutió, la gran mayoría consideraba que correspondía licenciarlos ya que había terminado la guerra y no era posible su sostenimiento. El problema radicó en el modo en que se haría, pues se requería de compensación económica para que aquellos combatientes pudieran reincorporarse a la vida civil. En esa circunstancia, llegó la acción norteamericana para fomentar la división dentro de los órganos del independentismo.

La Asamblea del Cerro negoció un préstamo con una casa bancaria estadounidense, con la esperanza de contar no solo con los recursos para el licenciamiento sino también de obtener reconocimiento oficial en aquel país; pero el presidente de Estados Unidos ofreció un donativo. El general en jefe, Máximo Gómez, consideró más prudente aceptar el donativo para que la República no naciera endeudada, mientras la Asamblea insistía en el empréstito. Enconando las pasiones, Estados Unidos logró el enfrentamiento entre esas dos direcciones y su aniquilamiento: la Asamblea destituyó a Gómez de su cargo lo que provocó tal rechazo popular que ese órgano se autodisolvió en abril de 1899, entonces llegó el donativo y se licenció el Ejército Libertador. En las condiciones tan adversas que sufría Cuba, como país ocupado, la división dentro del mando independentista allanó el camino para los ocupantes y dejó al independentismo sin organización desde los inicios de 1899.

Otro factor de división fue la creación de decenas de partidos políticos que se organizaron para presentar candidaturas en las elecciones municipales de 1900.

Desde octubre de 1898 había surgido en La Habana la Junta Patriótica que se proponía el auxilio al Ejército Libertador y trabajar por la constitución de la República de Cuba, aunque su actuación se diluyó rápidamente; pero a partir de 1899 surgieron multiplicidad de partidos que tomaban como base de su proyección la Resolución Conjunta del Congreso de Estados Unidos por su reconocimiento al derecho de Cuba a la independencia. Estos partidos se formaban teniendo como centro a figuras procedentes del independentismo, dada su gran autoridad ante el pueblo; sin embargo, entre ellos surgió alguno que tomó como plataforma el Tratado de París; tal es el caso del Unión Democrática en el cual se mezclaron figuras independentistas con antiguos autonomistas, lo que levantó numerosas críticas en aquel momento por el conservadurismo de los ex autonomistas, su posición de acercamiento a los propósitos estadounidenses de ejercer dominio sobre Cuba y porque el Tratado de París no definía claramente la independencia. Aunque estos múltiples partidos se habían creado alrededor de figuras de arraigo patriótico fundamentalmente, dividían esta fuerza en organizaciones locales. Sin embargo, la voluntad de alcanzar la independencia se mantuvo por la mayoría de los cubanos, lo que se expresó en la vida cotidiana y en sus grandes figuras.

Fig. 3.1 Máximo Gómez

A pesar de las divergencias, hombres como Máximo Gómez, Salvador Cisneros Betancourt, Juan Gualberto Gómez, Manuel Sanguily y otros muchos, fueron voceros de ese sentimiento y trabajaron porque terminara la ocupación militar y se estableciera la República de Cuba. Como había escrito Gómez al iniciarse el año 1899: "Los americanos están cobrando demasiado caro con la ocupación militar del país, su expontánea (sic) intervención [...] // Nadie se explica la ocupación [...] " Entonces decía que se proponía acentuar la política de fusión de todos los elementos del país, para salvarlo "lo más pronto, de la tutela que se nos ha impuesto ".[4] El pueblo reconocía el valor del mambisado y veía en Máximo Gómez su mayor símbolo vivo (fig. 3.1). Era muy evidente que el propósito de los anexionistas solo podía lograrse por la fuerza, ya que el clamor general era la creación de la República.

Entonces, ¿cómo se decidió el futuro de Cuba?

3.1.3 La Asamblea Constituyente y el nacimiento de la República

En Estados Unidos se había buscado la forma de estructurar el dominio sobre Cuba, pero la vía de la anexión pacífica se hacía imposible debido a la resistencia popular. El pueblo expresaba de manera cotidiana, con actos espontáneos, su voluntad de plena soberanía. Expresiones de la poesía popular demuestran el sentimiento prevaleciente en aquellos años:

El Bolero de Marianao (fragmento)

Canción patriótica (anónimo)


Yo soy cubana, yo soy patriota,

Yo no transijo con la opresión;

Yo quiero libre ver a mi patria

De toda extraña dominación.

Y viva Cuba, viva el machete,

Viva el valiente que lo empuñó:

¡Hurra! A los campos hijos de Cuba,

Si nos engaña la Intervención.[5]

La resistencia del pueblo cubano, en tan difíciles condiciones, obligó a los Estados Unidos a buscar un mecanismo diferente, más indirecto, para lograr el dominio.

Se convocó a elecciones para delegados a una Asamblea Constituyente que redactara y aprobara la Constitución y, como parte de ella, las relaciones que debían existir entre los dos países.

Para las elecciones a la Constituyente se hicieron alianzas electorales que elaboraron las candidaturas. El sufragio para los comicios se mantuvo como se había establecido en las primeras elecciones municipales: era restringido pues solo tenían derecho a votar los cubanos mayores de 21 años, varones, que supieran leer y escribir, tuvieran bienes por un valor mínimo de 250 pesos o hubieran sido miembros del Ejército Libertador. Así, se eligieron los 31 delegados que empezaron a sesionar el 5 de noviembre de 1900. El 21 de febrero de 1901 quedó aprobada la Constitución cuyo texto recogía algunas definiciones fundamentales.

Artículo 1: El pueblo de Cuba se constituye en Estado independiente y soberano, y adopta, como forma de gobierno, la republicana.

Artículo 2: Componen el territorio de la República, la Isla de Cuba, así como las islas y cayos adyacentes que con ella estaban bajo la soberanía de España [...]

Artículo 3: El territorio de la República se divide en las seis Provincias que existen actualmente [...]

Artículo 11: Todos los cubanos son iguales ante la Ley. La República no reconoce fueros, ni privilegios personales.

Artículo 26: [...] La Iglesia estará separada del Estado, el cual no podrá subvencionar, en caso alguno, ningún culto.

Artículo 32: Nadie podrá ser privado de su propiedad, sino por Autoridad competente y por causa justificada de utilidad pública, [...]

Artículo 38: Todos los cubanos, varones, mayores de 21 años, tienen derecho al sufragio [...][6]

La Constitución estableció la división de poderes en Ejecutivo —desempeñado por el presidente—, Legislativo —ejercido por dos Cámaras: el Senado y la Cámara de Representantes que integraban el Congreso— y el Judicial. Se establecía el voto de segundo grado para elegir a los senadores, presidente y vicepresidente, es decir, que los electores votaban por compromisarios cuya función era la de elegir, junto a los consejeros provinciales, a quienes ocuparían esos cargos. Se trataba de una Constitución liberal que copiaba en gran medida la de Estados Unidos y daba paso a la República de Cuba. Al aprobar el texto constitucional, quedaba pendiente la segunda parte: pronunciarse sobre las relaciones entre Estados Unidos y Cuba. El secretario de guerra de Estados Unidos, Elihu Root, formuló los puntos esenciales que debían aprobarse en una carta que hizo llegar al gobernador y este, a su vez, a la comisión de la Asamblea encargada de elaborar una ponencia sobre este asunto. Por otra parte, en el Congreso norteamericano el senador Orville Platt propuso una Enmienda al proyecto de ley que se estaba discutiendo, relativo a créditos para el ejército para el siguiente año fiscal, que contenía los puntos planteados por Root. Cuando esto se conoció en Cuba hubo grandes protestas, la población se lanzó a las calles en manifestaciones de rechazo en todo el país, mientras en La Habana se concentraba en gran manifestación frente al teatro Martí, donde sesionaba la Asamblea, para apoyar a los delegados que se oponían a la aprobación de la Enmienda. La situación se planteó entonces en términos de: o República con Enmienda o no había República. Después de tres meses de resistencia, la Asamblea aprobó la Enmienda, como apéndice al texto constitucional, por 16 votos contra 11. Era el 12 de junio de 1901.

Fig. 3.2 Caricatura del pueblo (representado en Liborio atribulado)

Artículos seleccionados de la Enmienda Platt

III. Que el Gobierno de Cuba consiente que los Estados Unidos pueden ejercitar el derecho de intervenir para la conservación de la independencia cubana, el mantenimiento de un Gobierno adecuado para la protección de vidas, propiedad y libertad individual y para cumplir las obligaciones que, con respecto a Cuba, han sido impuestas a los Estados Unidos por el Tratado de París y que deben ahora ser asumidas y cumplidas por el Gobierno de Cuba.

IV. Que todos los actos realizados por los Estados Unidos en Cuba durante su ocupación militar, sean tenidos por válidos, ratificados y que todos los derechos legalmente adquiridos a virtud de ellos, sean mantenidos y protegidos.

VI. Que la Isla de Pinos será omitida de los límites de Cuba propuestos por la Constitución, dejándose para un futuro arreglo por Tratado la propiedad de la misma.

VII. Que para poner en condiciones a los Estados Unidos de mantener la independencia de Cuba y proteger al pueblo de la misma, así como para su propia defensa, el Gobierno de Cuba venderá o arrendará a los Estados Unidos las tierras necesarias para carboneras o estaciones navales en ciertos puntos determinados que se convendrán con el Presidente de los Estados Unidos.

VIII. Que para mayor seguridad en lo futuro, el Gobierno de Cuba insertará las anteriores disposiciones en un Tratado Permanente con los Estados Unidos.[7]

Fig. 3.3 Juan Gualberto Gómez

La Enmienda Platt fue el instrumento para otorgar legalidad al dominio sobre Cuba. El pueblo cubano se percató de ello y, en aquellos días de tenaz resistencia, acompañó con su movilización a los delegados que se destacaron por sus intervenciones patrióticas. Entre los más relevantes se cuentan Juan Gualberto Gómez (fig. 3.3) y Salvador Cisneros Betancourt.

Juan Gualberto Gómez fue uno de los más fieles defensores de la independencia cubana. En su ponencia del 26 de marzo decía: "Hoy parece Cuba un país vencido, al que el vencedor, para evacuarlo impone condiciones, que tiene que cumplir precisamente, pues de lo contrario seguirá sometido a la ley del vencedor [...] " Al inicio, argumentaba que la Enmienda alteraba los documentos que normaban, en lo legal y en lo moral, las acciones de Estados Unidos en Cuba, es decir, la Resolución Conjunta y el Tratado de París, mientras en el análisis del texto señalaba lo que después sería una característica de los gobiernos republicanos:

Si a los Estados Unidos corresponde apreciar cuál es el Gobierno cubano que merece el calificativo de adecuado, [...] A éste, en efecto, correspondería de hecho y de derecho la dirección de nuestra vida interior. Sólo vivirían los Gobiernos cubanos que cuenten con su apoyo y benevolencia; [...] únicamente tendríamos Gobiernos raquíticos y míseros [...] condenados a vivir más atentos a obtener el beneplácito de los Poderes de la Unión, que a servir y defender los intereses de Cuba [...][8]

Fig. 3.4 Salvador Cisneros Betancourt

Esta actitud fue inclaudicable en Juan Gualberto Gómez, al igual que en otros patriotas como Salvador Cisneros Betancourt (fig. 3.4). El viejo Marqués de Santa Lucía emitió un Voto particular contra la Enmienda Platt en el que decía:

[...] que los americanos no vinieron a Cuba puramente por humanidad como pregonaban; sino con "miras particulares y muy interesadas ": Las futuras Relaciones entre Cuba y los Estados Unidos, es un asunto que los E.U. quieren imponer a la naciente Nación de Cuba, sin más derecho ni razón que el de la fuerza del fuerte contra el débil; pero por mucho que lo seamos, estamos en el ineludible deber de rechazarlas con toda la dignidad que nuestro decoro demanda para poder seguir con nuestra frente levantada y como hasta aquí, defendiendo la Independencia y soberanía absoluta que tanto sacrificio nos ha costado [...][9]

Se había combatido por la independencia y se había evitado la anexión, pero se impuso la situación creada por el poder de la ocupación militar. Dentro de los delegados que votaron a favor de la Enmienda hubo diferentes motivaciones, algunos lo hicieron por considerar que Estados Unidos debía ejercer una suerte de protectorado sobre Cuba, o por garantizar negociaciones favorables al azúcar cubano en el mercado norteño, mientras otros actuaron con la convicción de que ese era el único modo de poner fin a la ocupación ante la situación de fuerza que se había planteado. En definitiva, quedó aprobada la Enmienda, que se adicionaría como Apéndice a la Constitución. Cumplido ese objetivo, quedaba la convocatoria a elecciones generales para los cargos electivos de los gobiernos provinciales, de Representantes a la Cámara, de senadores y para presidente y vicepresidente. Entonces se empezaron a formar las candidaturas.

Aunque algunos, como Máximo Gómez, quisieron presentar una candidatura única de los independentistas, esto no pudo realizarse. Al final, se estructuraron dos candidaturas presidenciales en las que se enfrentaron Tomás Estrada Palma y Bartolomé Masó. Ambos tenían una larga historia en el independentismo y habían ocupado cargos de dirección, por lo que las fuerzas se dividieron en torno a los candidatos; pero "don Tomás ", además de ser cercano a algunas de las grandes figuras del independentismo, era bien conocido por los círculos de poder en Estados Unidos por sus posiciones conservadoras y de cercanía con el país del Norte. Estrada Palma contó con apoyos muy importantes, como el del propio Máximo Gómez, pero también tuvo la del gobernador militar estadounidense quien presionó en su favor. Esta situación hizo que Masó se retirara de la contienda antes de las elecciones, por lo que Estrada Palma fue elegido como candidato único. Se entraba en la etapa final para establecer la República en tan anormales condiciones.

El 20 de mayo de 1902 se arriaba la bandera extranjera de las dependencias oficiales y se izaba la cubana al constituirse el gobierno presidido por Tomás Estrada Palma. Fue un momento de júbilo popular pues se lograba poner fin a la ocupación militar, pero se habían sentado las bases para el nuevo tipo de dominación neocolonial, en lo que la Enmienda Platt constituía un instrumento esencial.

Actividades para el estudio independiente

1. Revisa la política desarrollada por Estados Unidos durante la ocupación militar y selecciona las medidas fundamentales para el establecimiento del dominio neocolonial en Cuba.

2. Agrupa las distintas formas de expresión frente a la política de los Estados Unidos y elabora un esquema que refleje las distintas actitudes cubanas y sus exponentes. A partir del esquema que elaboraste, establece si había unidad o no frente a los propósitos de dominación de Estados Unidos y cómo esto influyó en las decisiones norteamericanas.

3. Caracteriza con tres elementos la Constitución aprobada en 1901.

4. Lee el texto de la Enmienda Platt y señala los artículos que consideres más lesivos a la soberanía cubana.

5. Tomando en cuenta el texto de la Enmienda Platt y lo expresado por Juan Gualberto Gómez y por Salvador Cisneros Betancourt, elabora un párrafo donde expreses tu juicio crítico sobre dicha Enmienda.

6. Identifica cuáles eran los problemas fundamentales que tenía la República al nacer en 1902.

3.2 Cuba entre 1902 y 1925. Los movimientos sociales y políticos frente al dominio neocolonial

Las distintas fuerzas sociales cubanas tuvieron que actuar en medio del proceso de consolidación del dominio neocolonial en Cuba. En estos años se completaron los instrumentos de dominación, pero también se fueron organizando las fuerzas que habrían de oponerse a ese sistema. No era una tarea fácil, pues se enfrentaban a un fenómeno cuyos mecanismos eran nuevos y muy diferentes al sistema de relaciones colonia-metrópoli que se habían conocido con España. En este contexto se expresarían las luchas sociales y las que se libraron por la plena soberanía.

Debe recordarse que el período a estudiar corresponde a los gobiernos de Tomás Estrada Palma (1902-1906), Segunda intervención (1906-1909), José Miguel Gómez (1909-1913), Mario García Menocal (1913-1921) y Alfredo Zayas (1921-1925).

3.2.1 Los mecanismos de dominación neocolonial

Como se ha estudiado, en las últimas décadas del siglo XIX ya se había iniciado la penetración económica de Estados Unidos en Cuba, pero aun la Isla no estaba dentro del sistema colonial de ese joven imperialismo. Por el Tratado de París, la potencia emergente había adquirido posiciones estratégicas en el Océano Pacífico (Islas Filipinas) y en el Caribe (Puerto Rico), mientras en Cuba se crearon las bases para el nuevo tipo de dominación que se iba articulando durante la ocupación militar; pero esto debía completarse como sistema.

Un primer paso tenía que ser el cumplimiento de lo estipulado en la Enmienda Platt, de ahí que el primer gobierno republicano tenía que negociar los tratados previstos en ese documento. El primero fue el "Tratado permanente determinando las relaciones entre la República de Cuba y los Estados Unidos", firmado el 22 de mayo de 1903, que recogía el texto de la Enmienda Platt por lo que estos contenidos, además de ser un apéndice constitucional, adquirían carácter de permanencia. El segundo acuerdo fue el "Convenio de arrendamiento para estaciones navales", firmado el 2 de julio del mismo año. Si bien la Enmienda Platt establecía que Cuba "venderá o arrendará" las tierras para las bases, la negociación logró que la tierra no se vendiera, de manera que Cuba arrendó territorio para que Estados Unidos estableciera estaciones navales en su suelo. Se acordaron dos bases: Guantánamo y Bahía Honda, aunque al final esta última no se abrió y quedó la Base Naval ubicada en Caimanera, Guantánamo, que aún perdura en contra de la voluntad del pueblo cubano. El menos importante de los tratados para Estados Unidos fue el último: en 1904 se firmó el Tratado Hay-Quesada que reconocía la pertenencia de Isla de Pinos a la República de Cuba; sin embargo, el Senado estadounidense no lo ratificó por lo que hubo que batallar hasta 1925 cuando llegó esa ratificación.

Los convenios firmados garantizaban determinados instrumentos de dominación, pero estos tenían que complementarse con otros mecanismos, especialmente en la esfera económica. Uno de los más importantes fue también un convenio: el Tratado de Reciprocidad Comercial que se firmó en diciembre de 1902 y fue ratificado en 1903. Desde la perspectiva económica, este Tratado tuvo gran importancia pues regulaba de manera estable el tipo de intercambio comercial que existiría entre los dos países. Su primer rasgo fue la desigualdad pues se concertaba entre dos países con desarrollo asimétrico, a lo que se añadía un tratamiento también desigual. El Tratado de Reciprocidad, tan ansiado por la burguesía azucarera y la comercial importadora, establecía rebajas de un 20 % en los aranceles a los productos de ambos países, pero añadía rebajas de un 25, 30 y 40 % a grupos de artículos estadounidenses. Debe recordarse que durante la ocupación militar habían sido rebajados los aranceles para la entrada de aquellos productos en Cuba, por lo que estas rebajas se hacían sobre aranceles ya de por sí bajos.

Entre las rebajas exclusivas a Estados Unidos estaban:

Clase A. Rebaja del 25 % a máquinas y aparatos de cobre y sus aleaciones, o máquinas en que el cobre o sus aleaciones entren como componentes de mayor valor, hierro fundido y forjado, acero y artículos con estos componentes, artículos de cristal y vidrio, pescado salado, en salmuera, ahumado o escabechado, pescados y mariscos en conserva, manufacturas de alfarería y barro y otros.

Clase B. Rebaja del 30 % a mantequilla, harina de trigo, maíz, harina de maíz o maíz molido, cerveza en botellas, sidras, aguas minerales, artículos confeccionados con cáñamo, lino, pita, yute, henequén u otras fibras vegetales, algodón y sus manufacturas, cuchillería, botas, zapatos, jabones, vegetales y legumbres encurtidos o en conserva, etcétera.

Clase C. Rebaja del 40 % a tejidos de punto de media hechos de algodón y todas las manufacturas de algodón no comprendidas en la Clase B, queso, fruta en conserva, perfumería y esencias, porcelana, jabones finos, arroz, ganado, relojes de bolsillo y otros.

¿Podía hablarse entonces de reciprocidad?

Para la industria desarrollada estadounidense esto significaba asegurar el mercado cubano para sus producciones frente a otros competidores, pero también actuaba como impedimento para el desarrollo de industrias nacionales en Cuba, pues el mercado era invadido por productos que pagaban bajos aranceles a su entrada en la Isla y que se producían a menores costos. Por la parte cubana, el principal beneficio radicaba en el azúcar, algún tabaco y otros productos, clasificados como materias primas o productos semielaborados, como la propia azúcar que iba como crudo para las refinerías norteñas. Este modelo de comercio exterior consolidó a Cuba como monoproductora y monoexportadora y ratificó su dependencia del mercado de Estados Unidos.

Al tratar los mecanismos de dominación neocolonial, debemos tener en cuenta también las inversiones de capitales. En Cuba existían inversionistas de otros países, en lo que los británicos tenían el más alto volumen; sin embargo, el capital de Estados Unidos fue penetrando de manera progresiva, especialmente en las ramas fundamentales de la economía cubana, como fueron el azúcar, la minería y los servicios públicos (transporte, electricidad y comunicaciones) que ofrecían altas ganancias. Las inversiones en la industria azucarera incluían la apropiación de enormes extensiones de tierras para el cultivo de la caña. A esto se añadieron los empréstitos concertados por todos los gobiernos del período con casas bancarias norteamericanas. Todo esto construye un panorama de dominación que fue acentuándose y tomó mayor crecimiento entre 1914 y 1920, es decir, durante los años de la Primera Guerra Mundial, cuando Cuba vendió sus zafras completas a los Estados Unidos como contribución de guerra y se convirtió en la azucarera del mundo.

En el proceso inversionista se puede observar el crecimiento del capital estadounidense de manera sostenida y su preferencia por el sector azucarero. En 1911, el monto del capital norteamericano en Cuba llegaba a 205 millones de dólares, de los cuales 50 estaban en la industria del dulce y 25 en tierras y agricultura; pero en 1924-1925 ya había llegado a 1 360 millones, correspondiendo a azúcar 750 millones. En cuanto a la deuda pública, es decir, los empréstitos al Estado, para 1925 tenían invertidos 110 millones de dólares. Quiere decir que los bancos norteños eran los grandes acreedores del Estado cubano. Como se ha apuntado, todos los gobiernos del período solicitaron empréstitos de casas bancarias estadounidenses: Estrada Palma concertó un empréstito por 35 millones de dólares, José Miguel Gómez por 16 millones, Menocal por 10 millones y Zayas por 50.

Las cifras señaladas deben ser analizadas cuidadosamente para entender la incidencia de las inversiones estadounidenses en Cuba en la consolidación de la monoproducción y la monoexportación como características fundamentales de la economía cubana, así como el dominio de ese capital en la principal industria del país, además de otras actividades económicas. Más del 60 % del azúcar producido en Cuba salía de centrales norteamericanos, cuyo destino, además, era el mercado de aquel país, entonces, ¿podía diseñarse una política azucarera cubana desde Cuba?, ¿podía el país establecer reales estrategias propias en lo económico con tales relaciones de dependencia?

En este aspecto hay que recordar que, sectores fundamentales de la oligarquía doméstica, como la gran burguesía azucarera y los grandes comerciantes importadores, constituían grupos que defendían esa relación con el mercado estadounidense, como parte de sus propios intereses sectoriales, y trataban de preservarla, con lo que preservaban el sistema.

El ejercicio de la dominación se expresó también en lo político en lo que la Enmienda Platt, llevada a Tratado Permanente, fue fundamental. Su artículo tercero legalizaba el derecho de Estados Unidos a intervenir en Cuba lo que sería un peligro siempre presente. Este derecho se ejerció en 1906, cuando la fraudulenta reelección de Estrada Palma fue respondida por los liberales con un alzamiento que provocó la llamada "Guerrita de Agosto" y el presidente cubano solicitó la aplicación de la Enmienda Platt.

El gobierno estadounidense quiso dejar públicamente esclarecido que no quería intervenir y que eran los cubanos los responsables de aquella intervención, puesto que no era conveniente para su política continental la imagen de interventores en aquel momento: se estaba preparando la Conferencia Panamericana en la que se pretendía atraer a los países del sur de América Latina, para lo cual debía presentarse una buena imagen, sobre todo después de los acontecimientos de la separación del territorio panameño de Colombia y la obtención de la zona del canal en aquel istmo. La importancia de ese momento se puede observar por el envío de dos figuras de primer nivel en la administración norteamericana: el secretario de guerra, William Taft, —quien después fue presidente— y el subsecretario de Estado Robert Bacon quienes llegaron a bordo de buques de guerra. Estos emisarios debían apaciguar la situación, pero Estrada Palma y su gabinete renunciaron, para obligar a la aplicación del artículo tercero del Tratado Permanente. La coyuntura de la segunda intervención permitió realizar una obra legislativa que pudiera dar mayor estabilidad al funcionamiento político de la República.

Para el gobierno de la segunda intervención, encabezado por Charles Magoon, el objetivo esencial era garantizar la estabilidad política, para lo cual se creó una Comisión Consultiva encargada de estudiar la nueva legislación. La Comisión se concentró en redactar las leyes orgánicas que regulaban el funcionamiento de las instituciones republicanas desde los municipios hasta el Poder Ejecutivo. A la vez, se determinó la creación del Ejército Permanente, —que sería organizado por el gobierno de José Miguel Gómez— lo que completaba los cuerpos armados cuya organización había iniciado la ocupación militar con la Guardia Rural y la Policía municipal.

Otra de las formas que utilizó Magoon para la estabilidad política del país fue la de complacer a los distintos grupos políticos y a todos los que hicieran reclamaciones, de ahí que se dilapidaran los recursos acumulados por el gobierno de Estrada Palma en todo tipo de pagos a costa del dinero del Estado cubano, además de repartir botellas de tal magnitud, que el pueblo les llamó garrafones.[10]

Después del restablecimiento de la República en 1909, Estados Unidos aplicó fundamentalmente lo que denominó "política preventiva", que fue definida por el presidente Taft en términos de hacer todo lo que estuviera en sus facultades para evitar los motivos de una intervención. Era la época en que coexistían la política del gran garrote y la diplomacia del dólar, pero en Cuba combinaban estas políticas y utilizaban la Enmienda Platt como base para desarrollarla de manera "preventiva". La acción de los ministros norteños[11] en los asuntos internos de Cuba fue permanente, de manera que su rasgo más notable fue el injerencismo.

La "política preventiva" se aplicó cada vez que había inquietudes sociales o políticas en Cuba, como fue en 1912, con el alzamiento de los Independientes de Color, y en 1917, con el nuevo alzamiento liberal contra la reelección de Menocal. En esos casos hubo desembarcos limitados de "marines", para proteger propiedades estadounidenses y presionar a los cubanos, y advertencias para que se controlara la situación interna pues se podía aplicar el artículo tercero de la Enmienda Platt. Cuando los liberales se alzaron contra la reelección de Menocal, además, el Departamento de Estado indicó a su ministro en La Habana la publicación de una nota de respaldo a Menocal y de rechazo a los alzados.[12] Después vendrían nuevas expresiones cuando, con la crisis económica de 1920 a 1921, se envió a un representante personal del presidente norteamericano, Enoch Crowder, quien dictaminaba sobre todo lo que debía hacer el gobierno de Zayas en una política preventiva de más largo alcance (fig. 3.5).

Fig. 3.5 Caricatura de Zayas y Crowder

3.2.2 La crisis de 1920 a 1921 y sus efectos

La Primera Guerra Mundial propició un gran crecimiento de la industria azucarera cubana. La desarticulación del comercio mundial y el aumento de la demanda del dulce estimularon grandes inversiones en la industria de la Isla pues abastecía a Estados Unidos, quienes compraron las zafras de 1917/18 y 1918/19 de manera total. Fue el momento en que el monto de las inversiones rebasó los mil millones.

Al terminar la Primera Guerra Mundial, se produjo una crisis económica que afectó notablemente a Cuba. Después de una gran especulación con los precios del azúcar a principios de 1920, estos descendieron de manera vertiginosa y en el mes de octubre estalló la crisis que llevó a la quiebra a empresas azucareras y a bancos, fundamentalmente cubanos y españoles. Su importancia no puede ser obviada por los efectos que tuvo en lo inmediato y por los problemas que mostró en la estructura económica cubana.

Como se ha expuesto anteriormente, la industria azucarera era la fundamental del país, había determinado el crecimiento de la economía cubana y su producción se vendía esencialmente en el mercado estadounidense, pero ese mercado había disminuido su capacidad de compra para el producto cubano en estos años. Por tanto, no todo el azúcar cubano se pudo vender y empezaron a quedar sobrantes en almacén. La Primera Guerra Mundial había resuelto esa situación pues hizo crecer extraordinariamente la demanda de azúcar en el mundo, de manera que Cuba pudo vivir su "Danza de los Millones" con las ventas globales a Estados Unidos de todo el azúcar que fuera capaz de producir.

Durante la guerra, se produjo el mayor crecimiento de las inversiones de capital norteamericano en Cuba, especialmente en el azúcar, pero la crisis de 1920 a 1921 mostró la fragilidad de la economía cubana: la baja de los precios del dulce significó una crisis terrible en todos los sectores, con trágicos efectos sociales. Esto repercutió en la quiebra de los bancos de capital doméstico —cubano y español— lo que significó que este sector pasara a ser dominado por los bancos de Estados Unidos, con lo que completaban su control sobre Cuba.

Esta crisis tuvo su período de recuperación a partir de 1923, por tanto, fue una crisis coyuntural, cíclica, propia del capitalismo; pero los problemas generados por la estructura económica cubana ya no se pudieron resolver. El país entraba en una crisis permanente de su estructura económica. La situación que se había producido antes del estallido de la guerra mundial se volvió a presentar más agravada: la producción de Cuba se había duplicado, pero el mercado de Estados Unidos no, de manera que la industria azucarera empezó a estancarse al no tener mercado donde colocar su producción aumentada. Esto era particularmente trágico cuando el azúcar representaba el 85 % de las exportaciones de Cuba. Las inversiones en la industria se paralizarían al no ofrecer las altas cuotas de ganancia de antes. El modelo monoproductor y monoexportador se había agotado, no permitía mantener el crecimiento de la economía.

Lo explicado en el párrafo anterior no fue resultado de la crisis de posguerra de 1920 a 1921, esa crisis se recuperó pero lo que no pudo recuperarse fue el crecimiento de la economía del país.

Actividades para el estudio independiente

1. Lee el texto del Tratado de Reciprocidad Comercial y elabora un esquema de las rebajas arancelarias otorgadas a cada parte. A partir de ese esquema, analiza el término "reciprocidad".

2. Compara los distintos instrumentos de dominación que emplearon los círculos de poder de Estados Unidos en Cuba en cuanto a su importancia y sus efectos.

3. Caracteriza con dos elementos la gestión de la segunda intervención de Estados Unidos en Cuba.

4. Explica la diferencia entre la crisis de 1920 a 1921 y el referido estancamiento de la economía cubana.

3.2.3 Los movimientos sociales y políticos en las primeras dos décadas del siglo XX

Fig. 3.6 Manuel Sanguily

La República surgida en 1902 no fue lo que se aspiraba; pero era muy difícil para los que vivían aquella experiencia entender los nuevos mecanismos de dominación, entender la esencia del fenómeno imperialista. Sin embargo, hubo voces que intentaron frenar la absorción de Cuba por los Estados Unidos, entre quienes se destacó Manuel Sanguily desde su escaño en el Senado de la República (fig. 3.6).

Sanguily, quien durante la ocupación militar, había fustigado desde la prensa a quienes aspiraban a la anexión de Cuba a Estados Unidos o a establecer un protectorado, fue electo como senador y, desde ese puesto, se enfrentó a la aprobación del Tratado de Reciprocidad Comercial en dos extraordinarios discursos. Después de analizar las circunstancias en que se preparó el texto del Tratado por la parte norteamericana, Sanguily afirmaba que este Tratado era "leonino", que beneficiaba al trust azucarero estadounidense y decía que los Estados Unidos "han convertido, por tanto, nuestra nación en una colonia mercantil y a los Estados Unidos en su metrópoli".[13]

Su gran oponente en el senado, Antonio Sánchez de Bustamante, arguyó en la polémica que se entabló: "[...] ¡Y pobre Cuba si, en un momento de verdadera ansiedad e incertidumbre, por escrúpulos de orgullo, por no ser grande o por ser pequeña, dejamos morir esta noche en nuestras manos una gran esperanza de progreso y de salvación: ¡El Tratado de Comercio!"[14]

A pesar de comprender que estaba en franca minoría en aquella batalla, Sanguily volvió a defender sus puntos de vista: "Por eso repugno el Tratado; porque contribuye a nuestra debilidad y facilita nuestro desastre, desalojando el comercio europeo [...] Excluida Europa, se rompería el equilibrio, [...] que darían los cubanos, más o menos debilitados y empobrecidos, enfrente del dinero y el poderío de los americanos, [...]"[15]

Sanguily también presentó un proyecto de ley al Senado "Contra la venta de tierras a los extranjeros" en marzo de 1903. Aunque no fue aprobado el proyecto, queda el gesto de tratar de impedir que siguieran pasando a manos extranjeras, "en su mayor parte americanos del Norte", los terrenos fértiles, dada la alarmante cantidad de tierras que se estaban enajenando a manos de esos "extraños".

Durante la ocupación militar y en los primeros años de vida republicana, se debatió en distintos espacios el futuro de Cuba, las relaciones con Estados Unidos y la función que estos tuvieron en la independencia de Cuba y sus propósitos. La Historiografía fue un espacio de expresión de estos criterios, muchas veces contrapuestos, en lo que se destaca la corriente patriótica con el general Enrique Collazo, con sus obras Cuba independiente (1900), Los americanos en Cuba (1905), Cuba intervenida (1910) y Cuba Heroica (1912), en las que denunció la intervención de Estados Unidos y resaltó el valor de los cubanos describiendo su grandiosa epopeya. También criticaba la gestión de Estrada Palma, tanto por su actitud de entregar la República a la segunda intervención, como por los rasgos de corrupción político-administrativa en su gobierno. Frente a los que, desde la obra historiográfica, defendían la anexión o el protectorado, Collazo decía en su dedicatoria: "Aprendamos en la historia de nuestro pasado a desconfiar de nuestros humanitarios protectores, buscando en la paz desarrollar nuestra riqueza, para poder hacernos fuertes, si es que queremos conservar la independencia absoluta y la libertad, por las cuales hemos luchado medio siglo".[16]

Al igual que Collazo, otros se dedicaron a escribir la historia de aquellos años heroicos y a defender el derecho cubano a la nación con plena soberanía, denunciando los intereses que habían movido a Estados Unidos a la intervención.

Otro luchador incansable por la abolición de la Enmienda Platt y por una República absolutamente independiente fue Salvador Cisneros Betancourt. Además de su voto contra la Enmienda, ya comentado, siguió en esa lucha el resto de su vida desde su condición de senador y como patriota. Al igual que Sanguily, se opuso a la aprobación del Tratado de Reciprocidad Comercial. Cisneros trató de crear organizaciones patrióticas y de lucha contra la Enmienda Platt. En 1913, cuando organizaba un Comité contra la Enmienda Platt, a través de la Junta Patriótica, planteaba su propósito de concluir "la obra de los que se levantaron con el arrojado Carlos Manuel de Céspedes, de conseguir para Cuba la Independencia absoluta." Para ello planteaba que todo cubano debía servir en función de hacer desaparecer la Enmienda y nacionalizar las empresas y propiedades estadounidenses.[17]

El periodista Julio César Gandarilla publicó en 1913 una obra que tituló Contra el yanqui, donde recogió un conjunto de artículos de combate contra la absorción norteamericana, contra la Enmienda Platt, contra los anexionistas y "protectoristas", en defensa de la plena independencia. La explicación que acompaña al título es muy clara: "Obra de protesta contra la Enmienda Platt y contra la absorción y el maquiavelismo norteamericanos". Los títulos de los artículos son muy elocuentes, tales como "Resucita Martí" y "Contra el yanqui", entre otros. Gandarilla denunció la interesada intención de los yanquis cuando desarrollaron la obra sanitaria y educativa de la ocupación militar que, dice, algunos exaltan como benefactora. Cuando se refiere a la educación, señala: "Les interesaba sembrar en el alma cubana el gusto al yanqui", y a Martí le dice:

¡Oh! Resurge sobre Cuba irredenta para que se asusten los malos cubanos y se les caiga la lengua mercenaria que entona himnos al tirano ¡Si vieras qué vividores han sentado plaza de mentores cubanos!: uno que te insultó ayer, es hoy popular y prominente y pone de ejemplo las costumbres yanquis para que la absorción sea más rápida. Otro, implora del yanqui, "gestos" contra Cuba, le pide castigos, y goza como un canónigo cuando el yanqui descarga un "Palmetazo" sobre la Patria. Otro protectorista afirma que todo lo bueno en Cuba es yanqui, poniendo por tanto, mezquina tu obra. Y sin embargo, esas tres ramas podridas del viejo árbol colonial figuran con prestigio en la sociedad; y los buenos cubanos no le han torcido el cuello a esos traidores.

Por la situación que denunciaba, Gandarilla pedía: "Oh, Martí, resucita, levanta a tu pueblo y hazlo morir de cara al Sol."[18]

Como puede apreciarse por estos ejemplos, hubo patriotas que mantuvieron el combate contra la presencia interventora de Estados Unidos y algunos de sus mecanismos de dominación. Aunque no se entendiera aun en toda su hondura el fenómeno imperialista, el patriotismo conducía a estos cubanos a enfrentarlo.

Por otra parte, la República no era "con todos, y para el bien de todos", como se había soñado por muchos de acuerdo con lo proyectado por Martí, ni como establecía la Constitución en cuanto a la igualdad de todos los cubanos. Los problemas sociales de clase, raza, género y hasta nacionalidad se mantenían, mientras los gobernantes se enriquecían a costa del tesoro público, practicando la malversación de los fondos del Estado y desarrollando todo tipo de negocio fraudulento desde sus posiciones de poder. La corrupción político-administrativa fue, por tanto, otro problema que concitó el rechazo de muchos (fig. 3.7).

Fig. 3.7 Caricatura sobre la corrupción

La mirada crítica a lo que se denominó "los males de la República" en aquellos tiempos, puede apreciarse de muy diversas maneras, en la literatura, en alguna prensa y otras formas de expresión. Enrique José Varona, el notable filósofo y ensayista cubano, prestigioso profesor de la Universidad de La Habana, que había realizado una reforma de la enseñanza secundaria y universitaria durante la ocupación militar con nuevos planes de estudio que se conocieron como "Plan Varona", publicó en 1919 un grupo de artículos dados a la luz en años anteriores, en los cuales expresaba sus críticas al funcionamiento de los partidos políticos, porque tenían "espíritu de facción", por su mal desempeño en el poder, en especial criticable cuando se dio lugar a la segunda intervención de la cual consideraba culpables a los dos partidos, Liberal y Moderado pues, decía Varona: "No atienden sino a sacar el mejor provecho del momento, a costa del país destinado de antemano al papel de víctima propiciatoria".[19] Varona denunció también la corrupción del gobierno liberal de José Miguel Gómez y, cuando fue vicepresidente de la República durante el primer mandato de Menocal, se negó a aceptar la reelección y denunció que habían retornado el nepotismo y la corrupción al poder.

Las contradicciones nacionales y sociales se iban agudizando y, por tanto, la resistencia de diferentes grupos y sectores sociales también se incrementaba. El movimiento obrero mantenía sus formas de lucha a través de huelgas y otras expresiones por mejoras económicas, aunque su intento de organización centralizada con la Liga no pudo sostenerse. A pesar de ello, estallaron huelgas de gran alcance como la de los Aprendices en 1902, por la inclusión de aprendices cubanos en las fábricas de tabaco, la de la Moneda en 1907 y la del Alcantarillado en 1911. El movimiento huelguístico se mantuvo en los años siguientes aunque la represión se hizo sentir, sobre todo en el período de mandato de Menocal, cuando era fundamental la producción y exportación de azúcar como contribución a la guerra.

Menocal trató de manipular al movimiento obrero coauspiciando un Congreso llamado Nacional en 1914, al que asistieron gremios y asociaciones obreras de todo el país, aunque los anarquistas rechazaron la participación por su carácter oficialista. Los obreros plantearon allí sus demandas de tipo económico como jornada de trabajo de ocho horas, protección al trabajador nativo, mejoras salariales, igualdad de derechos para la mujer y su equiparación salarial con los hombres, seguridad social y otras. En aquella reunión, a pesar de la presencia gubernamental, hubo reclamos en defensa de las riquezas de la nación frente a la absorción norteamericana, contra el latifundio y medidas de protección al campesino.

Dentro de la sociedad había grupos que sufrían una mayor marginación como el caso de los negros y mulatos y las mujeres. En 1919, cuando habían transcurrido más de tres lustros de constituida la República, estos grupos tenían menores oportunidades de acceso a los mejores puestos laborales y a la instrucción. De 3 788 personas con títulos profesionales, solo 285 estaban entre los clasificados "de color", que incluían negros, amarillos y mestizos. Con títulos académicos había 7 135 y solo 144 eran de color. Por profesiones específicas, había 1 578 abogados, de los cuales 6 eran hembras blancas, y 38 varones de color; los ingenieros eran 1 336 en total, con 10 hembras blancas, 41 varones de color y ninguna mujer en esa clasificación; entre los 1 771 médicos y cirujanos, había 35 hembras blancas, 82 varones de color y 3 hembras de esa condición; sin embargo, había 83 157 criados, de los cuales 39 679 eran mujeres blancas, 14 268 varones de color y 22 136 mujeres de color, siendo este el rubro en el que tenían una mayor ubicación las mujeres y las personas de color de ambos sexos, a excepción de los agricultores donde había 130 483 hombres de color.[20] El ideal de República inclusiva, justa, "con todos, y para el bien de todos" por la que habían luchado juntos negros y blancos se había frustrado.

La discriminación racial provocó la creación de la Agrupación Independientes de Color en 1908, dirigida por Pedro Ivonet y Evaristo Estenoz, veteranos de la independencia y presidente el último de la Agrupación, convertida después en partido político. Aunque desde antes se había intentado crear una organización que representara los intereses de este grupo, discriminado a pesar de la igualdad jurídica establecida por la Constitución de 1901, en 1908 fue que se materializó legalmente la existencia de un partido con esas características. El programa del nuevo partido planteaba aspiraciones específicas de los negros y mulatos, pero incluía otras más generales relativas a la jornada laboral de ocho horas, la educación gratuita y otras.

En 1910 el Congreso de la República aprobó una Enmienda que prohibía la creación de partidos que agruparan a individuos de una sola raza o color o de clase. La persistencia de la discriminación racial, reforzada con las formas discriminatorias norteamericanas, la prohibición del partido que era vocero de las demandas particulares de este grupo social y de otras más amplias de los grupos marginados, condujeron a una situación desesperada que llevó al alzamiento de los Independientes de Color en algunas regiones del país en 1912, en especial en la parte oriental. La represión fue particularmente cruenta. Aquella sublevación era resultado y evidencia de las agudas contradicciones que subsistían dentro de la sociedad, en especial, en este caso, de la persistencia de la discriminación racial.

Los problemas sociales eran múltiples, entre ellos la discriminación del obrero cubano en su propia tierra. Como escribió Carlos Baliño en 1909, "aquí hay gremios, que pudiera citar, donde el trabajo está monopolizado por los obreros españoles, que solo trabajan en él muy corto número de cubanos blancos, y ni uno solo negro".[21]

Dentro del movimiento obrero organizado, fundamentalmente en gremios, se mantenía la influencia del anarquismo y el reformismo, pero se formaban algunos grupos socialistas. Carlos Baliño, quien había retornado de la emigración, fue el principal impulsor de la formación de organizaciones que difundieran el marxismo en Cuba, de ahí que en 1903 creara el Club de Propaganda Socialista y en 1904 el Partido Obrero Socialista, unido después dentro del Partido Socialista de la Isla de Cuba. En Manzanillo, Agustín Martín Veloz (Martinillo), fue promotor en 1906 del Comité Central del Partido Socialista de Manzanillo. Otros grupos se fueron creando posteriormente. Eran organizaciones pequeñas, iniciadoras de la expansión de las primeras ideas marxistas en el país.

Las mujeres también empezaron a organizarse en asociaciones que reclamaban el derecho al sufragio, a convertirse en reales ciudadanas de la nación. Junto a este reclamo fundamental, estaban las demandas respecto a la protección a la niñez, la educación y, en general, los derechos de la mujer. Se organizaba el movimiento feminista cubano con un importante componente sufragista.

Muchos intelectuales reflejaron de manera crítica la situación cubana de las primeras dos décadas republicanas, pero el tono era de tristeza, de frustración. Así se puede ver en Fernando Ortiz, el gran sabio cubano, cuando dijo en 1906: "No sabemos á dónde (sic) vamos; hambrientos de ideales, infelices, abúlicos, languidecemos al borde de un sendero de la vida [...]". O cuando en 1919 escribió "La crisis política cubana; sus causas y remedios" donde calificaba a esa crisis de grave enfermedad, pero planteaba sus consideraciones acerca de los remedios que, a su juicio, podían sacar al país adelante pues "ningún hombre consciente puede negar a su patria, su acción, por modesta que sea, [...]"[22]

Independientemente de la precisión mayor o menor acerca de las causas de los problemas de Cuba, de la pobre identificación de los mecanismos de dominio imperialista, en el conjunto de la sociedad se mostraban señales claras de inconformidad y, en algunos casos, de llamados a combatir con sentido patriótico por la Cuba independiente, justa y soberana a que se aspiraba.

En las décimas, de gran arraigo en las zonas rurales, el cubano encontró medio de expresión de sus frustraciones y esperanzas. En las transmitidas por tradición oral se encuentran abundantes muestras de la visión popular sobre la situación del campesinado frente al latifundio, especialmente el extranjero.

Hoy se ve al pobre cubano

rodando por el camino

como errante peregrino

con el bultico en la mano.

Se encuentra al americano

haciendo su instalación;

le pide colocación

y hasta la espalda le vira:

¡Cuba, parece mentira

tan terrible situación![23]

De múltiples maneras, por tanto, se expresaba el rechazo a la presencia estadounidense en Cuba, a la Enmienda Platt, a la injerencia de los representantes diplomáticos norteños, a la corrupción político-administrativa, a los múltiples problemas sociales por conflictos de clase, raza, género y por la postergación del trabajador cubano y el trágico problema del latifundio. Junto al rechazo, que fue en la mayoría lamento, se fue creando la necesidad de buscar soluciones.

Actividades para el estudio independiente

1. Localiza y lee con detenimiento los documentos fundamentales de Sanguily, Cisneros y Gandarilla y la décima citados en el texto y determina cuál era la visión que había en esos años sobre el dominio imperialista en Cuba.

2. Haz un esquema con las principales contradicciones que existían en la sociedad cubana en aquellos años.

3. Determina cuáles fueron los problemas de la sociedad cubana más criticados en las dos primeras décadas del siglo XX .

3.2.4 Ascenso de los movimientos populares entre 1920 y 1925

Para entender por qué en este lustro se produjo un notable incremento de los movimientos populares y, en general, una mayor acción en busca de cambios dentro de la situación cubana, hay que recordar las condiciones del desarrollo histórico de Cuba en los años inmediatamente anteriores.

Debe tenerse presente el impacto de la crisis económica de 1920 a 1921 en el conjunto de la sociedad y el estancamiento que ya se apreciaba en la economía cubana. Por otra parte, hay que tener en cuenta el desgaste de los partidos políticos —Liberal y Conservador— en el ejercicio del poder, la corrupción político-administrativa que caracterizó a todos los gobiernos y, no menos importante, la continua injerencia estadounidense con su "política preventiva", aumentada con la presencia de Enoch Crowder a partir de 1921, además del sentimiento de pérdida de lo propio que sentía el cubano por la invasión de los capitales norteamericanos apoderándose de las principales riquezas del país.

Junto a estos problemas que iban generando un ambiente de inconformidad, estaban los problemas sociales apuntados, tanto en las ciudades como en los campos, donde el fenómeno del latifundio alcanzaba niveles nunca vistos anteriormente.

En sentido general, había un sentimiento de frustración, un sentido de que a la República la corroían males cuyos responsables quedaban difusos en las distintas percepciones, de que no se había alcanzado la Revolución de Martí, pero se sentía que había que cambiar. Estos sentimientos se conjugaron con acontecimientos internacionales que tuvieron incidencia en Cuba.

En este orden hay que recordar la Revolución Mexicana iniciada en 1910, que tuvo contenidos agrarios y antiimperialistas y se enfrentó a la oligarquía en un convulso proceso; la Primera Guerra Mundial con su gran impacto en la vida de todos los seres humanos y, en especial, la Revolución de Octubre que instauró por primera vez un Estado socialista. A esto se añade el movimiento por la reforma universitaria iniciado en Córdoba, Argentina, en 1918, que se extendió a otros países de América Latina.

Todos estos factores se combinaron para dar paso a una situación cualitativamente diferente en los inicios de la década del veinte en Cuba. Todas las clases, grupos y sectores sociales estuvieron involucrados con mayor o menor fuerza dentro de diferentes proyectos de cambio o reformas, pero los movimientos más dinámicos se pueden apreciar en los obreros, los estudiantes y la joven intelectualidad.

El movimiento obrero fue de los primeros en mostrar avances, sobre todo en el aspecto organizativo. La clase obrera, en sus organizaciones fundamentalmente gremiales, había desarrollado acciones a lo largo de estos años republicanos por mejores condiciones de vida y trabajo, entre ellas huelgas importantes. Sus demostraciones en la conmemoración del Primero de Mayo mostraban combatividad, así como algunas expresiones de solidaridad con la Revolución Soviética en Rusia, tal como el acto celebrado en 1918 en el teatro Payret de la capital, desde donde se envió un saludo a la nueva revolución, pero no hubo acción unida a través de una organización que agrupara a todo el movimiento obrero luego de la desaparición de la Liga General de los Trabajadores Cubanos. Después de años sin que pudiera intentarse la creación de una organización nacional, este período marca un momento de singular importancia en la organización del movimiento obrero. Entre el 14 y el 20 de abril de 1920 se realizó en La Habana el Primer Congreso Nacional Obrero, salido realmente de la iniciativa de organizaciones proletarias, que tendría gran repercusión para el futuro de ese movimiento organizado.

Al Congreso asistieron representantes de 102 organizaciones obreras de distintas tendencias, que tenían como punto fundamental de discusión la carestía de la vida, pero sus resultados fueron mucho más lejos. El Congreso no solo acordó medidas concretas para mejorar las condiciones de vida de los trabajadores, sino que envió un saludo fraternal a "los hermanos que en Rusia han establecido la República Socialista del Soviet", que habían fundado el "primer Gobierno por los trabajadores y para los trabajadores".[24] Además, tomó un acuerdo de singular importancia: organizar una Confederación Nacional del Trabajo, para lo cual se creaba un comité que informaría el resultado de su gestión en el Congreso siguiente. Se había echado a andar un proceso organizativo que tendría como primer fruto la creación de la Federación Obrera de La Habana (FOH) en 1921. La nueva organización inició el proceso de agrupar a distintos organismos obreros en su seno.

La continuación de los avances organizativos del movimiento obrero llevó a la celebración del II Congreso Nacional Obrero en Cienfuegos en febrero de 1925, cuyo primer acuerdo fue constituir la Confederación Nacional Obrera de Cuba (CNOC). El paso siguiente fue la celebración del III Congreso, entre el 2 y el 7 de agosto del mismo año, en Camagüey, donde quedó constituida la CNOC y se aprobó su Reglamento. En el congreso constitutivo estuvieron representadas 82 organizaciones obreras y se adhirieron 46, lo que hizo un total de 128 organizaciones que representaban a unos 200 000 obreros.

Aunque en el evento de Camagüey hubo delegados de todas las corrientes ideológicas dentro del movimiento obrero de Cuba, sus documentos rectores muestran la prevalencia del anarcosindicalismo. Entre los aspectos más importantes de sus Reglamentos o Estatutos, tenemos:

Base 1a. Esta Confederación se denominará CONFEDERACIÓN NACIONAL OBRERA DE CUBA, y pertenecerán a ella todos los Organismos Obreros de resistencia que sustentan como principios: La Lucha de Clases, Acción Directa, no interviniendo colectivamente en Asuntos Electorales.

Base 2a. Al pertenecer a esta Confederación las Federaciones, Sindicatos, Uniones, Asociaciones o Gremios, no pierden ni perderán su autonomía o libertad como Entidad Social, rigiéndose libres e independientes para todo lo que a sus asuntos internos se refiere, como: reglamentos, cuotas, formas de organización, etcétera.

Base 4a. En caso de lucha, los organismos todos tendrán derecho al apoyo de la Confederación, previa petición del mismo al Comité Ejecutivo Confederal por escrito o por medio de sus Delegados.[25]

Se había dado un paso importantísimo en la organizac ión del movimiento obrero, quedaba por profundizar en el aspecto ideológico para que ese movimiento pudiera ocupar el lugar necesario en las batallas nacionales y sociales, pero se iniciaba el camino de la unidad organizativa. El Congreso se había pronunciado a favor de crear una Federación de la Industria Azucarera y Agrícola, lo cual era indispensable ya que se trataba de los trabajadores de los ramos principales de la economía cubana y de gran peso numérico, por tanto quedaba mucho por hacer aún.

Fig. 3.8 Alfredo López

Hay que destacar en todo ese proceso organizativo a Alfredo López (fig. 3.8), obrero tipógrafo, quien fue electo vicesecretario general de la FOH, pero rápidamente asumió la secretaría general por enfermedad del titular. Alfredo fue el alma dentro de la FOH para la convocatoria al II Congreso y la fundación de la central obrera.

Junto al movimiento obrero es necesario analizar el desarrollo del movimiento comunista en esos años. Las organizaciones que asumían el marxismo eran pocas y pequeñas y, además, tenían grandes confusiones ideológicas pues no había un conocimiento amplio y profundo del marxismo. Como se ha expresado, Carlos Baliño se cuenta entre los primeros marxistas que luchó por la expansión de esas ideas y de la estructuración de grupos con esa ideología en Cuba.

Fig. 3.9 Carlos Baliño

El año 1923 sería muy importante en el desarrollo del movimiento comunista: el 18 de marzo se creaba la Agrupación Comunista de La Habana, donde estaba Carlos Baliño, además de José Peña Vilaboa, José Miguel Pérez, Alejandro Barreiro y otros. Fue el punto inicial a partir del cual surgieron Agrupaciones Comunistas en distintos lugares como Manzanillo, Media Luna, San Antonio de los Baños, Guanabacoa y el grupo de origen hebreo.

Por convocatoria de la Agrupación habanera, se celebró el Primer Congreso de Agrupaciones Comunistas entre el 16 y el 17 de agosto de 1925, en la capital, donde se fundó el Partido Comunista de Cuba. El Congreso funcionó clandestinamente por lo que el partido marxista cubano nació y funcionó durante años en la ilegalidad. Era un pequeño grupo de 17 delegados, más Enrique Flores Magón del Partido Comunista de México; pero era el germen de un movimiento que crecería en los años siguientes y que tendría gran importancia para el desarrollo del movimiento obrero y revolucionario. Allí estaba el veterano luchador Carlos Baliño (fig. 3.9) y, junto a él, un joven estudiante de gran valía: Julio Antonio Mella.

Las discusiones desarrolladas en el Congreso fundacional del PC evidencian los temas de mayor interés, además de lo referido a la organización: la educación de los militantes, el trabajo con distintos sectores y grupos sociales como los obreros en primer lugar, los campesinos, las mujeres —en lo que plantearon su apoyo al movimiento feminista— y los jóvenes, así como la importancia de la prensa para la difusión de las ideas, lo que dio lugar al nacimiento del periódico Justicia. José Miguel Pérez fue elegido como secretario general, mientras Mella era el secretario de propaganda y Baliño el de estadísticas y biblioteca.[26] Se habían dado pasos fundamentales en la organización de la clase obrera y de su vanguardia partidista, aunque fuera un pequeño grupo que debía crecer y desarrollar su propia formación ideológica y de acción política.

Los estudiantes también tuvieron avances organizativos e ideológicos de significación. Los ecos de la reforma universitaria de Córdoba habían llegado a los estudiantes cubanos quienes empezaron a plantear la necesidad de reformar la Universidad de La Habana, única del país, para ponerla al nivel científico de su tiempo, para eliminar la corrupción y a los profesores incapaces y corruptos de su Claustro para reclamar la participación en el gobierno universitario. El 4 de diciembre de 1922, el Rector de la Universidad de Buenos Aires, José Arce, pronunció una conferencia en la Universidad Nacional que provocó el estallido, el 20 de diciembre de 1922 se creó la Federación de Estudiantes Universitarios (FEU) que habría de liderear el movimiento por la reforma universitaria en Cuba. Allí estaba quien sería su gran figura: Julio Antonio Mella.

Desde 1921 se sentían aires de rebeldía en la Universidad, cuando los estudiantes habían rechazado el otorgamiento del doctorado Honoris Causa a Enoch Crowder y Leonard Wood, el ex gobernador militar. Entre los protestantes estaba el estudiante de primer año Julio Antonio Mella.

El Directorio de la FEU tuvo como primer presidente a Felio Marinello Vidaurreta, en un cargo que era rotativo entre los presidentes de las cinco Asociaciones existentes, mientras Mella fue el secretario general, cargo que no era rotativo. Los objetivos fundamentales de la reforma universitaria pueden sintetizarse como sigue:

  • Renovación de la Universidad cubana para cumplir su deber cultural y científico.
  • Autonomía universitaria.
  • Fondos estatales para dotar a la Universidad de los recursos necesarios.
  • Depuración de profesores ineptos y corruptos.
  • Participación estudiantil en el gobierno de la Universidad.

La lucha por la reforma universitaria fue ganando fuerza a partir de acciones cada vez más enérgicas, que incluyeron huelgas y hasta la toma de la Universidad por los estudiantes. Este movimiento logró la solidaridad de los alumnos de los Institutos de Segunda Enseñanza provinciales, las Escuelas Normales para Maestros y la de Artes y Oficios.

Ante la pujanza del movimiento estudiantil y su impacto en toda la sociedad, el gobierno de Zayas tuvo que hacer algunas concesiones, como la reforma de los Estatutos para crear la Asamblea Universitaria con representación estudiantil, además de las depuraciones de los profesores corruptos. Para Mella, quien se destacó como el gran líder de aquellas jornadas, la Universidad tenía que cumplir su verdadera función en la sociedad para señalar las rutas del progreso.

¿Podía la reforma universitaria resolver todos los problemas de la Universidad? ¿Era suficiente plantearse esta reforma?

Fig. 3.10 Julio Antonio Mella

Mella entendía que lo alcanzado no era suficiente, era necesario avanzar más allá de la simple reforma universitaria, por tanto de lo que se trataba era de hacer una revolución (fig. 3.10).

En el proceso de radicalización de Mella y sus compañeros, se convocó a un Congreso Nacional de Estudiantes que se celebró entre el 15 y el 25 de octubre de 1923 en el Aula Magna universitaria. Las delegaciones estaban compuestas por universitarios, representantes de centros de segunda enseñanza como los Institutos de La Habana, Matanzas, Santa Clara, Camagüey y Oriente, colegios privados y otras organizaciones estudiantiles. Los resultados tuvieron un alcance mucho mayor que las solas demandas estudiantiles. Los principales acuerdos fueron:

  • Declaración de Derechos y Deberes del Estudiante.
  • Fundar una Confederación de Estudiantes de Cuba.
  • Creación de una Cátedra de Historia Patria en las enseñanzas secundaria y universitaria.
  • Iniciar una intensa campaña contra el analfabetismo.
  • Reconocimiento a la Rusia Soviética.
  • Por la unidad latinoamericana.
  • Contra la Enmienda Platt, la Doctrina Monroe y el panamericanismo.
  • Contra todos los imperialismos y especialmente en contra de la intromisión yanqui en nuestros asuntos internos.
  • Contra el capitalismo universal.
  • Incluir en el nombre del Congreso el calificativo de revolucionario.

Como resultado de los acuerdos del Congreso, se fundó la Universidad Popular José Martí para impartir clases a los trabajadores. En esta Universidad fueron profesores el propio Mella, Rubén Martínez Villena, Sarah Pascual, Juan Marinello, Gustavo Aldereguía y otros estudiantes, maestros y jóvenes intelectuales de militancia revolucionaria.

La reforma universitaria había traspasado las paredes de la Universidad en lo que el joven Mella tuvo un lugar importantísimo. Su veloz maduración ideológica lo llevó al antiimperialismo, a ingresar en la Agrupación Comunista de La Habana en 1924 y ser fundador del Partido Comunista de Cuba y de la Liga Antiimperialista en 1925.

Fig. 3.11 Rubén Martínez Villena

La joven intelectualidad también se pronunció en aquella coyuntura en función de buscar un cambio. El grupo de jóvenes que se reunía, de manera informal, para intercambiar ideas sobre la renovación en la literatura y el arte hizo su primer pronunciamiento público de protesta contra la corrupción imperante el 18 de marzo de 1923. Se producía la Protesta de los Trece que, encabezada por Rubén Martínez Villena, destacaba a un grupo de jóvenes en un acto de protesta cívica (fig. 3.11).


El hecho que dio origen a esa protesta fue la compra del Convento de Santa Clara por el Estado a un precio muy superior a su valor, lo que hacía evidente que se trataba de otro negocio sucio gubernamental. Este fue el hecho condenado por los protestantes, pero era expresión de la repulsa a la corrupción político-administrativa en general. El Manifiesto que publicaron, y firmaron, explica sus objetivos:

Nosotros, los firmantes, nos sentimos honrados y satisfechos por habernos tocado en suerte iniciar un movimiento que patentiza una reacción contra aquellos gobernantes conculcadores, expoliadores, inmorales, que tienden con sus actos a realizar el envilecimiento de la Patria. Que por este medio solicitamos el apoyo y la adhesión de todo el que, sintiéndose indignado contra los que maltratan la República, piense con nosotros y estime que es llegada la hora de reaccionar vigorosamente y de castigar de alguna manera a los gobernantes delincuentes.[27]

El grupo de protestantes fundó la Falange de Acción Cubana el 1ro. de abril de ese año. Se trataba de buscar vías para el adecentamiento del país, denunciando a los políticos corruptos. Se proponía ser una Asociación de Instrucción Pública que asumió como lema el pensamiento de Martí: "Juntarse, es la palabra del mundo", cuya lucha era contra la ignorancia dada por el analfabetismo y la "ignorancia cívica" y por una Cuba libre de "tutelas extranjeras". Pero ¿eso era suficiente para resolver los problemas de Cuba?

Aquellos jóvenes intelectuales se nuclearon también en lo que se llamó Grupo Minorista, en el cual Rubén Martínez Villena era igualmente la figura central, si bien no tenían estructura establecida. Los minoristas, que se reunían para discutir sus inquietudes artísticas, también se pronunciaron frente a la situación política cubana aunque por su heterogeneidad no lograron mantener una posición común. La denuncia de la corrupción político-administrativa y de la Enmienda Platt eran puntos básicos de sus posiciones, que se fueron radicalizando con la consecuente decantación que sufrió el grupo. Figuras como Alejo Carpentier, Juan Marinello, José Zacarías Tallet, María Villar Buceta, Regino Pedroso y otros integraban el grupo más significativo y consecuente con los propósitos de renovación intelectual y política. Muchos de ellos se incorporaron como profesores en la Universidad Popular José Martí fundada por Mella.

Uno de los movimientos de esta época que tuvo mayor impacto e influencia en la población fue el Movimiento de Veteranos y Patriotas. Nucleado inicialmente alrededor de veteranos de la independencia que reclamaban el pago de sus pensiones atrasadas, se fue transformando en un movimiento a favor de reformas de carácter cívico que ganó muchos adeptos.

En agosto de 1923, comenzaron a sesionar sus asambleas en las que se fueron incorporando otras fuerzas, como la Falange de Acción Cubana, temporalmente la FEU y otros grupos y organizaciones. Además del reclamo del pago puntual de las pensiones, se incluyeron otras peticiones contra la corrupción como la supresión de la Renta de Lotería y de la Ley del Turismo y que no se pudiera disponer del Tesoro de la Nación caprichosamente; también la prohibición de la reelección presidencial, garantía para el escrupuloso escrutinio en las elecciones, sistema de arbitraje en los conflictos laborales y que se diera preferencia a los trabajadores cubanos y a los extranjeros que residieran en Cuba y tuvieran familia.

Los Veteranos y Patriotas reclamaban reformas dentro del sistema. Pronto se mostraron sus divergencias internas. Un grupo trató de llevar al movimiento a posiciones insurreccionalistas, en lo que Villena jugó un papel fundamental. Cuando este, junto a otros dos compañeros, se entrenaba como piloto para este proyecto, se produjo un alzamiento en el territorio villareño encabezado por el coronel Federico Laredo Brú quien rápidamente pactó con Zayas, cerrando así este movimiento con una gran frustración para quienes, como Villena, habían puesto su esfuerzo honesto por buscar cambios, aunque fueran limitados. Fue una gran experiencia para quienes buscaron una vía de lucha revolucionaria dentro de ese movimiento heterogéneo, que tenía en su seno a figuras que lo tomaban como escalón para sus aspiraciones de poder.

Otros grupos y sectores se pronunciaron en aquella coyuntura. Es el caso del movimiento feminista. En abril de 1923 se celebró el Primer Congreso Nacional de Mujeres, convocado por la Federación Nacional de Asociaciones Femeninas. Si bien se produjeron algunas críticas e inconformidades por la ausencia de obreras y de mujeres negras dentro del Congreso, no puede dejarse de destacar la importancia de este cónclave y sus resultados.

Entre los principales acuerdos del Congreso están: emprender una campaña por el derecho al voto de la mujer, equiparar en derechos y responsabilidades a la mujer y al hombre, lo que incluía el salario; reforma de la enseñanza, protección a la infancia, intensificación del nacionalismo, lucha contra las drogas, la prostitución y la trata de blancas y revisión de la legislación contra el adulterio. El tema del reconocimiento de los hijos ilegítimos fue muy polémico y no alcanzó consenso. En abril de 1925 se celebraría el Segundo Congreso Nacional de Mujeres que centró los debates en torno al derecho de la mujer al voto, en alcanzar la condición de ciudadanas, aunque el tema de la legalización de los hijos naturales, es decir, concebidos fuera de matrimonio, dividió de manera violenta las opiniones. Por primera vez, una mujer negra y obrera, la dirigente dentro del Gremio de Despalilladoras Inocencia Valdés, estuvo presente en este Congreso.

Otros grupos manifestaron su proyecto de cambio por la vía reformista, es el caso de la Junta Cubana de Renovación Nacional que agrupaba a corporaciones burguesas, asociaciones profesionales, fraternales y otras. La Junta, presidida por Fernando Ortiz, emitió un Manifiesto el 2 de abril de 1923 en el que planteaba como deber primordial la propaganda cívica. Después de describir el cuadro desolador de la realidad cubana, planteaba que: "[...] queremos una vida republicana, nuevas ideas públicas, nuevas prácticas gubernamentales, nuevas orientaciones legislativas, nuevas escuelas, nuevas riquezas, nuevos códigos, en fin, un nuevo espíritu cívico [...][28]

Como puede observarse, prácticamente todos los sectores sociales estaban demandando cambios, pero había grandes diferencias acerca del tipo de cambio que se necesitaba. Se iba desde la mirada revolucionaria, antiimperialista, que buscaba la plena soberanía y justicia social a través de la transformación del sistema, hasta variadas expresiones de reformismo, que solo aspiraban a modificar algunos aspectos dentro del sistema para mejorarlo y no para transformarlo. No había un proyecto, sino muchos proyectos o ideas de caminos a seguir, pero se planteaba la necesidad del cambio.

Actividades para el estudio independiente

1. Elabora una cronología de los principales movimientos y acontecimientos de este período en el orden político y social.

2. Clasifica cada movimiento o pronunciamiento en las principales tendencias: revolucionaria o reformista. Explica las razones de la clasificación realizada.

3. De las personalidades que se destacaron en este período, selecciona las tres que consideres de mayor relevancia y fundamenta con tres elementos tu selección.

4. De acuerdo con los problemas del país y con los acontecimientos internacionales de la época, elabora una propuesta de proyecto de solución a la situación cubana en el primer lustro de la década del 20. Puedes auxiliarte de los documentos fundamentales de los movimientos y hechos estudiados.

  1. Carta fechada en Yaguajay, en Archivo de Gonzalo de Quesada: Documentos Históricos, Ed. de la Universidad de La Habana, 1965, pp. 496-497.
  2. Se utiliza el término de burguesía doméstica para agrupar a la cubana y la de origen español, puesto que estaban asentadas en Cuba, sus intereses fundamentales estaban en sus negocios en Cuba y, por tanto, actuaban de conjunto como burguesía doméstica.
  3. Las haciendas comuneras eran una forma colectiva de propiedad surgida a partir de las tierras entregadas como merced cuando se poblaba la Isla con los colonos españoles. Sus descendientes explotaban estas tierras en común, a partir del convencimiento de su propiedad desde generaciones de ascendientes, pero sin títulos y límites precisos. La participación de cada uno se medía por "pesos de posesión " derivados de la parte que correspondía a los antepasados de cada uno.
  4. Máximo Gómez: Diario de Campaña, Instituto del Libro, La Habana, 1968, p. 370 (los textos citados textualmente conservan en todos los casos la escritura original).
  5. La nueva lira criolla. Guarachas, canciones, décimas y canciones de la guerra por un Vueltabajero, La Moderna Poesía, La Habana, 1903, 5ta. edición aumentada, p. 195.
  6. Hortensia Pichardo: Documentos para la Historia de Cuba, Ed. de Ciencias Sociales, La Habana, 1969, t. II, pp. 75-101.
  7. Ibídem, pp. 119-120.
  8. Hortensia Pichardo: Documentos para la Historia de Cuba, pp. 139-150.
  9. Ibídem, pp. 122-136.
  10. Se denominaba botella a los puestos de trabajo en dependencias estatales por lo cuales no se desempeñaba ninguna labor y solo se cobraba el salario.
  11. La representación diplomática de Estados Unidos en Cuba no tuvo rango de Embajada hasta 1923, por lo que su representante tenía la categoría de ministro.
  12. León Primelles: Crónica cubana 1915-1918, Ed. Lex, La Habana, 1957, t. I, p. 286.
  13. León Primelles: Crónica cubana 1915-1918, p. 225.
  14. E. Domínguez Torres: Bustamante. Internacionalista y primer orador de América, La Verónica, La Habana, 1943, p. 91.
  15. Hortensia Pichardo: Documentos para la Historia de Cuba, p. 247.
  16. Enrique Collazo: Los americanos en Cuba, Ed. de Ciencias Sociales, La Habana, 1972, p. 1.
  17. Ricardo Muñoz Gutiérrez y Elda Cento Gómez: Salvador Cisneros Betancourt. Palabras contra la Enmienda Platt, Ed. Ácana, Camagüey, 2002, p. 200.
  18. Julio César Gandarilla: Contra el yanqui, Ed. de Ciencias Sociales, La Habana, 1973, pp. 155 y 157.
  19. Enrique José Varona: De la colonia a la República, Sociedad Cultural Cuba Contemporánea, La Habana, 1919, p. 221.
  20. Censo de la República de Cuba, 1919, Maza, Arroyo y Caso, S. en C., Impresores, La Habana, [s.a.], p. 662.
  21. Instituto de Historia del Movimiento Comunista y la Revolución Socialista de Cuba: Carlos Baliño. Documentos y artículos, DOR del PCC, La Habana, 1976, p. 138.
  22. Órbita de Fernando Ortiz, Colección Órbita, UNEAC, La Habana, 1973, pp. 55 y 99-100.
  23. Samuel Feijóo: Cuarteta y décima, Ed. Letras Cubanas, La Habana, 1980, p. 133.
  24. Instituto de Historia del Movimiento Comunista y la Revolución Socialista de Cuba: Historia del Movimiento Obrero Cubano. 1865-1958, Ed. Política, La Habana, 1987, t. I, p. 192.
  25. Hortensia Pichardo: Documentos para la Historia de Cuba, t. III, pp. 288-289.
  26. Angelina Rojas Blaquier: Primer Partido Comunista de Cuba, Ed. Oriente, Santiago de Cuba, 2005, t. I, pp. 30-38.
  27. Hortensia Pichardo: Documentos para la Historia de Cuba, t. III, pp. 119-120.
  28. Hortensia Pichardo: Documentos para la Historia de Cuba, pp. 140-150.