Biblioteca:Simón Bolívar y nuestra independencia. Una mirada latinoamericana/Prólogo
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"¡Lo imposible es lo que nosotros tenemos que hacer, porque de lo posible se encargan los demás todos los días!" Simón Bolívar (Respuesta al general Páez, 1819)
"¿Por qué nos pintan a la libertad ciega y armada de un puñal? Porque ningún estado envejecido o provincias, pueden regenerarse ni cortar sus corrompidos abusos, sin verter arroyos de sangre" Mariano Moreno «Plan revolucionario de operaciones» (Buenos Aires, 30 de agosto de 1810)
"Compañeros del ejército de los Andes: La guerra se la tenemos de hacer del modo que podamos: sino tenemos dinero, carne y un pedazo de tabaco no nos tiene de faltar: cuando se acaben los vestuarios, nos vestiremos con la bayetilla que nos trabajen nuestras mujeres, y sino andaremos en pelota como nuestros paisanos los indios: Seamos libres, y lo demás no importa nada..." José de San Martín «Orden General» (27 de julio de 1819)
"La mano dio luz al sol y a los astros, y hace girar los cielos, humilla a veces los tronos, borra los imperios, así como desde el polvo encumbra a lo sumo de la grandeza a un mortal desconocido, demostrando al Universo que los mortales, los imperios, los tronos, los cielos y los astros, son nada en comparación de su poder". Mariano Moreno «Plan revolucionario de operaciones» (Buenos Aires, 30 de agosto de 1810)
"El pueblo que combate, al fin triunfa" Simón Bolívar «Proclama a los ilustres hijos del Cauca» (7 de noviembre de 1819)
Prólogo
...Una sola debe ser la patria de todos los americanos, ya que en todo hemos tenido una perfecta unidad. Cuando el triunfo de las armas de Venezuela complete la obra de su independencia o que circunstancias más favorables nos permitan comunicaciones más frecuentes, y relaciones más estrechas, nosotros nos apresuraremos con el más vivo interés a entablar por nuestra parte el pacto americano, que formando en todas nuestras Repúblicas un cuerpo político, presente la América al mundo con un aspecto de majestad y grandeza sin ejemplo en las naciones antiguas. La América así unida, si el cielo nos concede este deseado voto, podrá llamarse la reina de las naciones y la madre de las repúblicas. Yo espero que el Río de la Plata con su poderoso influjo, cooperará eficazmente a la perfección del edificio político a que hemos dado principio desde el primer día de nuestra regeneración. De Simón Bolívar a Juan Martín de Pueyrredón. Angostura 12 de junio de 1818. Correo del Orinoco.
Desde la selva y los ríos de su corazón rebelde, guevarista, inició Néstor Kohan su marcha por trochas ignotas del pasado, en busca de un hombre llamado Bolívar, en cuyo corazón huracaneaba -lo sabía- una pasión irrefrenable de libertad. Y lo encontró como lo visionó Martí: sentado aún en la roca de crear, vigilante y ceñudo, con el Inca al lado y el haz de banderas a los pies, calzadas aún las botas de campaña, porque lo que él no dejó hecho, sin hacer está hoy...
En su equipo de campaña -pesando como piedras de cátedra pulida- la biblioteca selvática de Bolívar, húmeda como los riscos y montañas donde la resguardaba Ánchiga, el indígena insurgente; y Ernesto Giudici revoloteando en su cabeza con su evangelio de unidad latinoamericana con Marx y con Bolívar; así como un brumoso recuerdo de la niñez sobre el héroe San Martín que se fue esculpiendo más completo y nítidamente en la roca de su conciencia; y un Rodolfo Walsh inspirado en el radical programa jacobino de Mariano Moreno, hermanando en su corazón a Bolívar y a San Martín... Y en el fondo del morral, el poema de Neruda a Simón Bolívar, y el proyecto libertario que tenía el Che en la Higuera en su marcha hacia la eternidad.
La prédica antibolivariana de la escuela historiográfica de Bartolomé Mitre, en la nueva obra de Kohan, acaba de encontrar su sitio en el basural de la historia, donde ahora reposa sollozante y derrotada. Como propiciador de espacios unitarios, el pensador argentino rescata la memoria histórica de los héroes de la gesta de nuestra independencia de hace 200 años y eleva al mito, en el sentido de Mariátegui, a Tupac Amaru y Micaela Bastidas, a Tupac Katari y Bartolina Sisa, Toussaint L ́Ouverture, Simón Bolívar y Manuela Sáenz, José de San Martín, José Gervasio Artigas, José Martí, Juana Azurduy, los curas Morelos e Hidalgo, Mariano Moreno con su Plan revolucionario de operaciones... para que en ellos nos encontremos todos, los latinoamericanos y los antillanos, en esta hora de la Unidad, de la Gran Nación de Repúblicas, del nuevo Congreso Anfictiónico y en la certeza de Bolívar de que "unidos seremos fuertes y mereceremos respeto; divididos y aislados pereceremos".
Definitivamente Bolívar es espacio de encuentro y de unidad. Bolívar y su visión continental de libertad e independencia, con San Martín y nuestros héroes nacionales, nuestros mitos, aunque ladre el posmodernismo, son el campo de convergencia de nuestros pueblos, el Potosí destellante de su fuerza, para construir un mundo mejor, una alternativa al capitalismo que dé a los pobladores de este hemisferio vida digna, soberanía e independencia.
Bendiciones a Néstor Kohan, revolucionario de miras continentales, por escuchar a sus amigos bolivarianos que le pidieron emprender esta construcción que servirá de guía sencilla, fluida como viento y agua, en la pedagógica aproximación de los pueblos a Simón Bolívar, y a los héroes independentistas del Cono Sur y Nuestra América.
El Bolívar que nos presenta Kohan es un Bolívar vivo, actual, contemporáneo, sacudiendo con su rebeldía del siglo XXI la herrumbrosa pátina del tiempo de sus estatuas muertas, resquebrajando molesto los ademanes lejanos de un héroe del pasado que hoy pretenden difundir desconectado del presente, cuando su pensamiento de hace 200 años estaba dirigido a esta hora de ahora.
El internacionalista que se batió contra los imperios opresores en esta geografía de moles montañosas, ríos, mares y llanuras, continúa hoy repartiéndose en la rebeldía de nuestros pueblos, ubicuamente, como quiso hacerlo en 1823: "Mi corazón fluctúa entre la esperanza y el cuidado: remontado sobre las faldas del Pichincha, dilato mi vista desde las bocas del Orinoco hasta la cima del Potosí. Este enorme campo de guerra y de política ocupa fuertemente mi atención y me llama imperiosamente cada uno de sus extremos y quisiera, como Dios, estar en todos ellos". Y Bolívar y nuestros verdaderos héroes nacionales, mancomunados, están hoy, en todas partes, dispuestos a comandar, a combatir y a marchar con nosotros y nosotras hacia la culminación de su obra, hacia la independencia definitiva.
Bolívar llenó de contenido la visión continental del precursor Miranda, e intentó insuflarle vida en el Congreso de Panamá. Este sueño fue compartido al mundo en su Carta de Jamaica en 1815, y en el Congreso de Angostura en 1819 reafirmando en éste su agudo sentido visionario que le hablaba al futuro con las siguientes palabras:
"Al contemplar la reunión de esta inmensa comarca, mi alma se remonta a la eminencia que exige la perspectiva colosal que ofrece un cuadro tan asombroso. Volando por entre las próximas edades, mi imaginación se fija en los siglos futuros, y observando desde allá, con admiración y pasmo, la prosperidad, el esplendor, la vida que ha recibido esta vasta región, me siento arrebatado y parece que ya la veo en el corazón del universo, extendiendo sobre sus dilatadas costas, entre esos océanos, que la naturaleza había separado, y que nuestra patria reúne con prolongados y anchurosos canales. Ya la veo servir de lazo, de centro, de emporio a la familia humana; ya la veo enviando a todos los recintos de la tierra los tesoros que abrigan sus montañas de plata y oro; ya la veo distribuyendo por sus divinas plantas la salud y la vida a los hombres dolientes del antiguo universo; ya la veo comunicando sus preciosos secretos a los sabios que ignoran cuán superior es la suma de las luces a la suma de las riquezas que le ha prodigado la naturaleza. Ya la veo sentada sobre el trono de la libertad, empuñando el cetro de la justicia coronada por la gloria, mostrar al mundo antiguo la majestad del mundo moderno".
Y también testimonia su visión continental el rastro histórico de su carta a Pueyrredón en 1818 que preside este prólogo. Bolívar, sigue respirando con su espada en la mano, convocando a conformar en nuestro extenso territorio una Gran Nación de Repúblicas hermanas, que garantice nuestra independencia y el establecimiento de un nuevo orden social justo.
La unidad latinoamericana y caribeña, la Gran Nación de Repúblicas que dominaba el sueño del Libertador, su persistente empeño en la unidad de los pueblos como escudo de nuestro destino, es el elemento principal de la estrategia geopolítica de Simón Bolívar,que sigue vigente y viva. Fue concebida dos siglos atrás para el futuro que es ahora. Es una guía urgente para los tiempos que corren y especialmente en esta época de agonía del mundo unipolar y del florecimiento de la multipolaridad, de un nuevo orden mundial, respetuoso de la normativa internacional, del principio de la libre autodeterminación de los pueblos, de la no injerencia en los asuntos internos de otros países y del fin de los anacrónicos bloqueos económicos, financieros y comerciales. No más arbitrariedades de los que se creen los dueños del mundo. Nada podrá detener la victoria de la unidad de los pueblos.
"La naturaleza nos dio un mismo ser para que fuésemos hermanos" -nos dice Bolívar-. ¿Quién resistirá a la América unida de corazón, sumisa a la ley y guiada por la antorcha de la libertad? Ella debe ser la salvación del nuevo mundo..." y lo será porque esa visión sigue viva esperando concreción. Hay que mover a Nuestra América con ideas. Unidos, empuñando ese estandarte de Bolívar, enarbolado también por San Martín, podremos y debemos ser los nuevos libertadores de un continente llamado a irradiar humanidad, solidaridad y hermandad hacia todos los puntos cardinales de la tierra.
Bonito homenaje de Kohan a la guerrillera Juana Azurduy, coronela de coronelas. Ninguna mujer, y mucho menos una guerrera indígena como ella, había logrado el rango al mismo tiempo de coronela del ejército Libertador del Sur y del Ejército Libertador del Norte. José de San Martín y Simón Bolívar, comandantes de las dos fuerzas, tocados por el arrojo de Juana en los campos de combate, y por su inmenso amor a la libertad, la elevaron a ese rango militar, inédito como histórico. Las mujeres y los hombres de Nuestra América debemos galvanizar para siempre en la conciencia colectiva, el ejemplo de Juana Azurduy. Hay que ser como ella. Debemos sentirnos orgullosos de la lucha de esta mujer, que pletórica de dignidad, contribuyó con su espada a la derrota de la opresión colonial en el continente. Que ese fuego por la libertad que llevaba por dentro, inspire nuestra lucha por la definitiva independencia obstruida hoy por potencias neocoloniales y por las oligarquías del continente que encarnan la antigua tiranía derrotada por el pueblo en armas comandado por Bolívar y San Martín.
Néstor Kohan vio lo que la historiografía oficial no quiere ver: que Bolívar y San Martín, los dos libertadores, no fueron adversarios sino hermanos que se admiraban entre sí y compartían una visión continental basada en la unidad de nuestros pueblos. Para el autor de BOLÍVAR Y NUESTRA INDEPENDENCIA, "lo que los dos héroes tienen en común y lo que dejan como legado histórico, es la confrontación a muerte contra el colonialismo europeo y el proyecto de unidad latinoamericana, el proyecto del pueblo en armas y la guerra revolucionaria a nivel continental, la liberación de los esclavos negros, la abolición de la servidumbre indígena, el fin de la humillación de los pueblos originarios y las masas plebeyas. Es por ello que tanto Simón Bolívar como San Martín siguen presentes en la lucha de nuestros días alimentando el fuego de la rebelión por la segunda y definitiva independencia de Nuestra América".
En el fondo, las oligarquías del continente y los escribas del imperio, borran esta historia o la tergiversan, porque le temen a la fuerza de la unidad de los pueblos, elemento esencial de la estrategia geopolítica del Libertador del Norte y del Libertador del Sur. Suprimen la cátedra de historia en los colegios para desconectarnos, para que no veamos en el firmamento el destino de Nuestra América, trazado por nuestros padres fundadores. Ven en la unidad de los de abajo una fuerza poderosa e invencible contra la tiranía del capital.
Sobre el Libertador del Sur, Bolívar escribió a Antonio José de Sucre, unos días antes de la victoria de Ayacucho: "El genio de San Martín nos hace falta y solo ahora comprendo el por qué cedió el paso para no entorpecer la libertad que con tanto sacrificio había conseguido para tres pueblos". Y lo hizo porque la obtusa autoridad política ejercida por Pueyrredón, le negó el respaldo a sus campañas de expansión de la libertad, de la misma manera como lo hizo Santander con Simón Bolívar.
No queremos más la tóxica historiografía de las clases dominantes que no se han cansado de difundir que Bolívar era un dictador, bonapartista, ambicioso, egoísta y autoritario, y que José Francisco de San Martín era un monárquico, militarista y aristocrático. No. Esos falsificadores de la historia siempre han alentado la división de nuestros pueblos para imponernos sin resistencia, esta larga e insoportable hegemonía de las oligarquías en el poder, arrodilladas siempre a la estrategia neocolonial de los Estados Unidos. Como asegura Kohan, "San Martín no era blanquito, ni europeísta. No fue un fanático antibolivariano". Todo lo contrario. El propio héroe del sur opinaba de Bolívar: "Puede afirmarse que sus hechos militares le han merecido con razón, ser considerado como el hombre más extraordinario que ha producido la América del Sur. Lo que lo caracteriza sobre todo y le imprime en cierto modo su sello especial, es una constancia a toda prueba, a la que las dificultades dan mayor tensión, sin dejarse jamás abatir por ellas, por grandes que sean los peligros a que su alma ardiente lo arrastra".
No más engaño de historiadores santificadores y demonizadores de los dos héroes. Las oligarquías fueron implacables y terriblemente injustas contra el pensamiento humanista de Bolívar y San Martín mientras se arrastraban sumisamente ante los dictados de su nuevo amo, los Estados Unidos. Bolívar y San Martín pensaban que la verdadera libertad de nuestros pueblos solo era posible con la emancipación continental, complementada con la conformación de una Patria Grande que, con un gobierno, también grande en humanidad, impartiera justicia y vida digna a los de abajo. Bolívar y San Martín no hicieron la guerra para oprimir sino para liberar. Su amor a la libertad y su sentimiento de humanidad los impulsó a combatir la opresión fuera de las fronteras de sus propias patrias. Eso solo palpita en el corazón de los verdaderos revolucionarios. La historiografía oficial los califica de ambiciosos, pero los dos murieron pobres, sin un centavo en los bolsillos. Ambos fueron traicionados por las oligarquías. Recuerda Kohan que, San Martín nació en Yapeyú, cerca al Paraguay. Su madre, Rosa Guarú era una indígena Guaraní y que Bolívar fue amamantado por la Negra Hipólita. Tan cercano a Bolívar era San Martín que tuvo durante más de 25 años, en su dormitorio, una de las tres pinturas del Libertador del Norte que tenía en su casa. La sintonía de esas dos almas debió ascender "hasta el mismo invisible pecho del cielo", cuando Bolívar le escribió que, "la espada de los Libertadores no debe emplearse sino en hacer resaltar los derechos del pueblo". No más desconexión con el pensamiento de unidad continental de los dos héroes. Luchemos para que Nuestra América desde el sur del Río Bravo hasta la Patagonia, sea una sola patria como mar y ola, grande y libre, una potencia de humanidad.
Gracias Néstor Kohan por hacernos pensar en tareas estratégicas, y por unir a Bolívar y San Martín con todos los libertadores de Nuestra América, con Marx y el pensamiento autóctono, con la gente del común que levanta la antorcha de la esperanza; por recordarnos que la estrategia de los dos héroes encontró la senda de la victoria cuando enarbolaron las banderas y los sueños de libertad y vida digna de los negros esclavos, de los mestizos, los campesinos, los llaneros, los gauchos y el pueblo llano, que esparcieron su sangre y su bravura en los campos de batalla por un mundo nuevo sin cadenas. Gracias también a Matíz el gran dibujante colombiano en el exilio que en SIMÓN BOLÍVAR Y NUESTRA INDEPENDENCIA, Una mirada latinoamericana, nos habla con sus pinceles, complementando genialmente a Kohan, para presentarnos un libro hermoso, didáctico y al alcance de todo el mundo. Sus dibujos no solo dicen lo que está escrito en las nubes o globos de los diálogos. Esas nubes también son para llenarlas con nuestros sueños de vida digna, de ganas de luchar por la emancipación definitiva, y para firmar allí, con nuestro puño y letra, nuestra determinación de buscar por todos los medios la unidad latinoamericana y caribeña soñada por Bolívar, visualizada también como equilibrio del universo al convertirse en fuerza disuasiva frente a cualquier intento neocolonial de opresión de pueblos.
Definitivamente, como decía Pablo Neruda: no se puede conocer a América del sur sin conocer a Bolívar. De todos los protagonistas de las luchas de la independencia americana no hay ninguno más discutido, más apasionadamente analizado, pero ninguno es tan brillante, tan eficaz y victorioso como él. Simón Bolívar es el Gran Libertador del continente.
Iván Márquez