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Biblioteca:Lógica dialéctica. Ensayos de historia y teoría - Introducción

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Introducción

La creación de la Lógica con mayúscula, la exposición detallada y sistemática de la dialéctica, entendida como lógica y teoría del conocimiento del materialismo contemporáneo, tarea que nos legara V.I. Lenin, adquiere en nuestros días agudeza especial. El carácter dialéctico manifiesto de los problemas que surgen en todas las esferas de la realidad social y del conocimiento científico obliga a comprender cada vez más claramente que sólo la dialéctica marxista-leninista puede ser método de conocimiento científico y actividad práctica, que ayuda en forma activa al científico en la interpretación teórica de los datos experimentales, en la solución de los problemas que brotan en el proceso de la investigación científica.

En los últimos dos o tres lustros se han publicado no pocas obras destinadas a sectores que forman parte de aquel todo en el cual soñamos; ellas podrían considerarse plenamente como párrafos e incluso como capítulos de la futura Lógica, como bloques más o menos terminados del edificio en construcción. Claro está que tales "bloques" no se pueden unir en uno solo en forma puramente mecánica. Y por cuanto la tarea de la exposición sistemática de la lógica dialéctica puede ser llevada a término sólo con un esfuerzo colectivo, se impone la necesidad de definir aunque sea los principios más generales del trabajo conjunto. En los ensayos que ofrecemos a los lectores tratamos de concretar algunos de los principios de partida de esta faena común.

En filosofía, observó con ligera tristeza Hegel en su Fenomenología del Espíritu, más a menudo que en cualquier otra ciencia «caen en la ilusión de que en los fines y últimos resultados se expresa el quid mismo de la cuestión, incluso en su esencia perfecta, al lado de lo cual la práctica, propiamente hablando, no es esencial»[1].

Lo dicho es muy exacto. Mientras se considere la dialéctica (la lógica dialéctica) como simple instrumento de prueba de una tesis adoptada de antemano, indiferentemente de si es propuesta al principio (como lo exigían las reglas de las disputas de la Edad Media), o se revela sólo al final del razonamiento, para crear la ilusión de imparcialidad (lo que, al parecer, nadie esperaba), ella continúa siendo algo "no esencial". Transformada en simple medio de prueba de una tesis adoptada (o determinada) de antemano, ella deviene en sofística, parecida sólo exteriormente a la dialéctica, pero vacía en realidad. Y si es cierto que la verdadera lógica dialéctica toma vida no en los «resultados desnudos» ni en la «tendencia» del movimiento del pensamiento, sino sólo en la forma del efecto «conjuntamente con su proceso de formación»[2] , es necesario también tener en cuenta esta verdad en el curso de la exposición de la dialéctica como Lógica. Además, no hay que caer en el otro extremo, aparentando que no nos proponemos ningún fin, que determina, desde el principio, el modo y carácter de nuestras acciones en el curso del análisis del problema, que nos permitimos nadar irreflexivamente. Y por eso estamos ya obligados, de todos modos, a decir claramente qué representa el "objeto" en el cual queremos descubrir su necesaria desmembración interior.

A grandes rasgos, nuestro "objeto" es el pensamiento, y la Lógica dialéctica tiene como fin desarrollar su reflejo científico en aquellos momentos necesarios y en aquella sucesión necesaria que en nada dependen de nuestra voluntad ni de la conciencia. En otras palabras, la Lógica está obligada a mostrar cómo se desarrolla el pensamiento, si es científico, si refleja, es decir, reproduce en los conceptos el objeto existente, fuera e independientemente de la conciencia y la voluntad, si crea su reproducción espiritual, crea su autodesarrollo, reconstruyéndolo en la lógica del movimiento de los conceptos, para luego reconstruirlo en la realidad: en el experimento, en la práctica. La Lógica también es el reflejo teórico de tal pensamiento.

De lo dicho se desprende que comprendemos el pensamiento como un componente ideal de la actividad real del ser humano social, que transforma con su trabajo la naturaleza exterior y a sí mismo.

La Lógica dialéctica es por eso no sólo un esquema general de la actividad subjetiva, que transforma creadoramente a la naturaleza, sino también, simultáneamente, un esquema general del cambio de cualquier material natural e histórico-social, en el cual esta actividad se ejecuta y por necesidades objetivas siempre está ligada. He ahí en qué, a nuestro modo de ver, consiste el sentido verdadero de la tesis leninista de la identidad (no de la "unidad" solamente, sino de la identidad, de la plena coincidencia) de la dialéctica, de la lógica y de la teoría del conocimiento de la ideología científica, materialista, contemporánea. Tal enfoque conserva, como una de las definiciones de la dialéctica, la definición que dio Engels de la dialéctica como ciencia de las formas y leyes generales de todo desarrollo, comunes al pensamiento y al "ser", o sea con un desarrollo histórico-social y natural, y no de las formas y leyes del pensamiento "específicamente subjetivas".

Pensamos que precisamente así puede unirse la dialéctica con el materialismo y mostrar que la Lógica, devenida en dialéctica, es no sólo la ciencia sobre el "pensamiento", sino también sobre el desarrollo de todas las cosas, tanto materiales como "espirituales". La Lógica comprendida de esa manera también puede ser verdadera ciencia sobre el pensamiento, ciencia materialista sobre el reflejo del movimiento del universo en el movimiento de los conceptos. De otro modo, ella se transforma, inevitablemente, de ciencia sobre el pensamiento, en una disciplina puramente técnica, en una descripción de sistemas de acciones con términos lingüísticos, cómo ocurrió con la lógica en manos de los neopositivistas.

La concretización de la definición general de la Lógica, arriba expuesta, debe, evidentemente, consistir en el descubrimiento de los conceptos que entran en ella, ante todo del concepto "pensamiento". Aquí surge otra vez una dificultad puramente dialéctica: definir enteramente este concepto, concretarlo, y también significa mostrar la esencia de la Lógica, pues la verdadera definición puede darse no en la "definición", sino en el "descubrimiento de la esencia de la cuestión".

Con el concepto de pensamiento linda, de modo muy cercano, el concepto del mismo concepto. Dar una "definición" aquí es fácil, pero ¿será de mucha utilidad? Si adhiriéndonos a una conocida tradición en Lógica, por "concepto" nos inclinamos a entender no un "signo", no un "término determinado por otros términos", ni simplemente el "reflejo de los rasgos esenciales de la cosa" (pues en este caso surge inmediatamente a primer plano el sentido de la pérfida palabra "esenciales"), sino la comprensión de la esencia de la cuestión, nos parece que sería más correcto limitarse a lo dicho con respecto a las definiciones y empezar a examinar la "esencia de la cuestión", partiendo de las definiciones abstractas, sencillas y pasar luego a lo "concreto". En este caso a la comprensión marxista-leninista de la esencia de la Lógica, concretamente, a su "concepto" desarrollado.

Con todo lo dicho se determina la intención y el plan de trabajo. A primera vista puede parecer que éste, si no enteramente, en medida considerable, es una investigación histórico-filosófica. Sin embargo, las colisiones "históricas" de la realización de los "asuntos de la Lógica" no son para nosotros el objetivo, sino apenas el material fáctico, a través del cual surgen poco a poco los contornos precisos de la "lógica del Asunto", aquellos mismos contornos generales de la dialéctica como Lógica que, críticamente corregidos, evaluados de nuevo, de modo materialista, por Marx, Engels y Lenin, caracterizan también nuestra comprensión de esta ciencia.

  1. G. Hegel. Phänomenologie des Geistes, Leipzig, 1921, S. 3.
  2. Véase ibid., S. 5