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El ciclo de la lana (1850-1880) representa la segunda etapa de integración de la economía argentina a la economía mundial y estuvo impulsado por una creciente demanda internacional de lana. Este ciclo que viene a sustituir al del cuero y antecede al modelo agroexportador (1880-1930) coincide con el período de la historia argentina de Organización Nacional (1852-1880).
El ciclo de la lana transformó la estructura productiva del país, consolidando a Buenos Aires como centro económico y sentando las bases para la modernización del campo argentino y el avance de la gran propiedad privada de la tierra sobre este. También profundizó la dependencia económica neocolonial que se venía gestando desde el ciclo anterior.
Causas y efectos
Causa externa: Aumento de demanda internacional de lana
Las causas internacionales del aumento de la demanda de lana yacen en la expansión de la industria textil en Europa y Estados Unidos a mediados del siglo XIX. La mecanización de la producción de textiles, el crecimiento de la población urbana y la disminución de los aranceles a la importación de lana crearon un mercado global para esta materia prima. Gran Bretaña, pionera en la revolución industrial, lideró este proceso, abriendo su mercado a la lana extranjera y estimulando la búsqueda de nuevas fuentes de suministro.
Causas internas
- Ventaja comparativa: Argentina, con su vasta extensión de tierra fértil y un clima favorable para la cría de ovinos, se posicionó como un proveedor clave de lana para el mercado internacional.
- Consolidación de Estado nacional: La apertura al comercio exterior tras la caída de Rosas en 1852 y la consolidación del Estado nacional crearon un marco institucional propicio para la inversión en la producción lanar.
Causa externa: Inversiones extranjeras
Las primeras inversiones en la producción lanar en Argentina fueron impulsadas por capitales extranjeros, principalmente británicos y alemanes, quienes veían en el país una oportunidad para diversificar sus negocios. Entre las primeras inversiones destacan la introducción de razas ovinas refinadas, como la Merino y la Lincoln, para mejorar el rodeo criollo y aumentar la calidad de la lana. La experiencia de los empresarios extranjeros, sus conexiones con el mercado internacional y su conocimiento de técnicas de producción más avanzadas fueron cruciales para el despegue del ciclo lanar.
A medida que la producción lanar se expandía y se consolidaba, las elites locales, en particular los grandes estancieros de la provincia de Buenos Aires, comenzaron a invertir también en la mejora de sus rodeos ovinos. La Sociedad Rural Argentina, fundada en 1866, desempeñó un papel clave en la difusión de nuevas tecnologías y la promoción de la ganadería ovina entre los productores locales.
Dentro de las inversiones surgidas al calor del ciclo lanar destaca la construcción de ferrocarriles para conectar las zonas de producción con los puertos de exportación. El ferrocarril facilitó el transporte de la lana, redujo los costos y aceleró la integración del mercado nacional. Durante esta época también se creó un sistema bancario nacional.
Efecto: Fortalecimiento del intercambio desigual neocolonial
El ciclo lanar modificó el patrón del comercio exterior argentino: Gran Bretaña y Francia se consolidaron como los principales destinos de la lana argentina. Las casas comerciales extranjeras especializadas en la comercialización de lana adquirieron mayor importancia, desplazando a los comerciantes locales. A su vez, el aumento del ingreso generado por la producción lanar estimuló el crecimiento del mercado interno aumentando la demanda de bienes de consumo. Esto benefició a otros sectores de la economía, como la agricultura, la industria y el comercio.......
Efecto: Hacia la propiedad privada rural y la concentración de la tierra
Tras la caída de Rosas en 1852, se inicia un proceso de liquidación del régimen de enfiteusis, que permitía el uso de la tierra pública a largo plazo a cambio del pago de un canon y que había sido impulsado por Rivadavia en la década de 1820. La enfiteusis se consideraba un obstáculo para la consolidación de la propiedad privada y el desarrollo de un mercado de tierras capitalista. De esta forma, el nuevo orden legal promovió la propiedad privada como el principal mecanismo de acceso a la tierra. Se implementaron leyes de venta de tierras públicas, se otorgaron premios en tierras a militares y se impulsaron políticas de colonización con inmigrantes europeos. En todo este proceso el Estado desempeñó un papel activo: a través de leyes, decretos y políticas públicas, el Estado buscó promover la colonización, regularizar la propiedad, recaudar recursos fiscales y controlar las fronteras.
La creciente demanda internacional de lana que impulsó la expansión de la ganadería ovina en la región pampeana, favoreció la concentración de la tierra en manos de grandes estancieros, quienes invirtieron en la mejora de pasturas y la introducción de razas ovinas refinadas. Esta transición hacia la propiedad privada y la expansión de la economía lanar generaron numerosos conflictos por la tierra. Pequeños y medianos productores, comunidades indígenas y ocupantes sin títulos se vieron afectados por la especulación con la tierra, los desalojos y la dificultad para acceder a la propiedad.
Hay que señalar además, que el ciclo lanar no solo benefició a las grandes estancias. La creciente demanda de mano de obra creó oportunidades para medianos productores y aparceros. La aparcería, un sistema de contrato en el que el trabajador recibía una parte de la producción a cambio de su labor, se convirtió en un mecanismo de ascenso social para muchos trabajadores rurales. El auge lanar permitió a algunos aparceros acceder a la propiedad de la tierra o del ganado, contribuyendo a la formación de una clase media rural.
Impacto regional desigual en el país
El ciclo económico de la lana (1850-1880) tuvo un impacto dispar en las diferentes regiones de Argentina. Mientras algunas áreas, especialmente Buenos Aires, experimentaron un auge económico significativo, otras, como Entre Ríos, quedaron rezagadas. El acceso a mercados, la disponibilidad de recursos y la capacidad de adaptarse al nuevo modelo productivo fueron factores clave en esta disparidad.
Buenos Aires
- Buenos Aires: El Centro Dinámico:
- Se consolidó como el epicentro de la economía lanar. La provincia contaba con las mejores tierras para la cría de ovinos refinados y su proximidad al puerto le otorgaba una ventaja comercial considerable.
- La inversión en la mejora de pasturas y la introducción de razas ovinas refinadas, como la Lincoln, aumentaron la productividad y rentabilidad.
- La expansión económica se tradujo en un aumento significativo del ingreso y el consumo en Buenos Aires, impulsando el crecimiento de la ciudad y la expansión del mercado interno.
Litoral
- Litoral: Beneficios y Desafíos:
- Si bien Buenos Aires lideró el ciclo lanar, otras provincias del litoral también se beneficiaron. Destaca Santa Fe, que experimentó un rápido crecimiento gracias a la expansión del cultivo de granos impulsada por la demanda del mercado interno y la llegada del ferrocarril.
- Sin embargo, el impacto en las provincias mesopotámicas fue más desigual: Entre Ríos, en particular, enfrentó dificultades para adaptarse al nuevo modelo productivo y quedó rezagada en comparación con Buenos Aires y Santa Fe. La persistencia de una ganadería extensiva y poco dinámica, la falta de inversión en infraestructura y la creciente concentración de la tierra en manos de grandes estancieros limitaron las oportunidades de desarrollo.
Interior
- Interior: Integración Limitada:
- La lejanía de los puertos, la falta de infraestructura y la persistencia de economías regionales basadas en la producción de subsistencia dificultaron su participación en el auge exportador. Las provincias del Noroeste argentino, particularmente Salta y Jujuy, y la región de Cuyo, especialmente Mendoza, mantuvieron una fuerte orientación hacia los mercados chilenos y bolivianos.
- La expansión del ferrocarril a partir de la década de 1870, sin embargo, abrió nuevas oportunidades para la integración a la economía atlántica a algunas provincias del interior. Tucumán, por ejemplo, comenzó a especializarse en la producción de azúcar para el mercado litoral, mientras que Mendoza experimentó un crecimiento en la producción de vino. A pesar de estos avances, la brecha económica entre el interior y el litoral se acentuó durante el ciclo lanar.
La concentración de la producción lanar en Buenos Aires, la expansión de la economía capitalista en el campo y la limitada integración del interior generaron una dinámica de desarrollo desigual que se prolongaría a lo largo del siglo XIX.