Fidel Castro

De ProleWiki, la enciclopedia proletaria
Comandante en Jefe

Fidel Castro
Nació
Fidel Alejandro Castro Ruz

13 de agosto de 1926
Birán, Cuba
Murió25 de noviembre de 2016
La Habana, Cuba
Nacionalidadcubana

Fidel Alejando Castro Ruz, más conocido como Fidel Castro (Birán, antigua provincia de Oriente / actual provincia de Holguín; 13 de agosto de 1926 - La Habana, Cuba; 25 de noviembre de 2016) es el líder histórico de la Revolución Cubana.

Conformó su ideología basándose tanto en el pensamiento de José Martí, Héroe Nacional de Cuba por la independencia de esta respecto a España, como en el marxismo-leninismo:

Siempre esa combinación de las dos influencias: la influencia del movimiento progresista cubano, del movimiento revolucionario cubano, del pensamiento martiano y del  pensamiento marxista-leninista, estuvo muy presente en todos nosotros. No se puede separar una cosa de la otra en la historia de nuestro país. (...) Y que no podía ser de otra forma, porque en países como Cuba la liberación nacional y la liberación social están estrechamente unidas.
Martí significó el pensamiento de nuestra sociedad, de nuestro pueblo en la lucha por la liberación nacional. Marx, Engels y Lenin, significaban el pensamiento revolucionario en la lucha por la revolución social. En nuestra patria, liberación nacional y revolución social se unieron como las banderas de la lucha de nuestra generación.[1]

Luego del golpe de Estado de Fulgencio Batista el 10 de marzo de 1952, fue de los primeros en denunciar el carácter reaccionario e ilegítimo de la dictadura militar pro-yanki instaurada por este y en llamar a su derrocamiento.[2][3][4][5] Para este último fin, organizó y entrenó a un numeroso contingente de aproximadamente 1 200 hombres provenientes fundamentalmente de los sectores más humildes de la amplia base social del partido ortodoxo;[6] de forma que representasen el ala izquierda revolucionaria de este popular partido, la cual sería conducida ahora por una dirección marxista-leninista,[7] aunque no públicamente socialista aún.[8]

De los 1200 hombres originalmente entrenados se terminaría seleccionando 160 por falta de armas[9] para asaltar los cuarteles Moncada en Santiago de Cuba y Carlos Manuel de Céspedes en Bayamo el 26 de julio de 1953. Esta acción, concebida como detonante de la lucha armada contra el régimen de Batista, terminaría en un fracaso militar.

Familia, infancia y juventud

Familia

Infancia. Educación primaria

Juventud. Educación secundaria y preuniversitaria

Universidad e inicios en la política

En septiembre de 1945 ingresa en la Universidad de La Habana, en 1948 ingresa al partido ortodoxo y por esas fechas se hace también marxista-leninista.[10] En 1950 se gradúa de la universidad. Desde su bufete, se dedicó fundamentalmente a la defensa de personas y sectores humildes...

Comienzos en la Universidad de La Habana

Ingreso al partido ortodoxo y conversión al marxismo

El Partido Socialista era pequeño, relativamente pequeño; para la América Latina era un partido grande, pero estaba muy aislado. En aquellas circunstancias, toda la época del macartismo, del anticomunismo había logrado, digamos, bloquear al Partido Comunista. Yo no era un militante del Partido Comunista, porque por mi educación, mi origen de clase... Yo llego, a la Universidad y es en la Universidad que yo adquiero ya una conciencia revolucionaria. Adquiero una conciencia revolucionaria, pero por ese período estaba ubicado ya dentro de un partido que no era un partido marxista, sino un partido populista, podemos decir.[1]

Chibás era un líder carismático, de mucho apoyo popular, pero no se caracterizaba por un programa de reformas sociales profundas. Digamos que su programa en aquella época se circunscribía a algunas medidas de tipo nacionalista frente a los monopolios yanquis, y principalmente medidas contra la corrupción administrativa, contra el robo. Era un programa constitucionalista, y luchaba a favor del adecentamiento público. El programa de Chibás estaba lejos de ser un programa socialista. Podíamos señalar que en aquella época ese programa respondía a las ansias de la pequeña burguesía, que ya tenía contradicciones con el imperialismo, que se resentía del exceso de explotación de los monopolios existentes en el país, y su bandera principal era la lucha contra la corrupción pública, contra el robo, contra la malversación.[1]

Estrategia marxista dentro del partido ortodoxo:

Pero yo veo que aquel partido tiene una gran fuerza política de masas, y entonces empiezo a elaborar una estrategia para llevar a esas masas hacia una posición revolucionaria, desde antes del golpe de Estado del 10 de marzo. Ya yo tengo la idea clara de que la Revolución hay que hacerla tomando el poder y hay que tomar el poder revolucionariamente. Ya en aquella época, antes del golpe de Estado, yo adquiero esa convicción.

Desde luego que antes del golpe de Estado la estrategia que personalmente yo elaboraba era una estrategia de acuerdo con aquellas circunstancias. Era una época política, parlamentaria. Entonces yo estoy ya dentro de ese movimiento. Las primeras ideas de una Revolución yo las concibo incluso desde el Parlamento, pero no para hacerla a través del Parlamento. Yo pensaba utilizar el Parlamento para proponer un programa revolucionario.

Pensaba precisamente utilizar el Parlamento para proponer un programa revolucionario, y alrededor de ese  programa movilizar las masas y marchar hacia la toma revolucionaria del poder. Desde de entonces, desde entonces, ya yo ni estoy pensando en los caminos convencionales, en los caminos constitucionales desde antes del 10 de marzo.

Cuando se produce el 10 de marzo, fue necesario cambiar toda aquella estrategia. Ya no había necesidad de utilizar los caminos constitucionales.[1]

En conclusión:

(...) ya dentro de la masa de ese partido había una izquierda. Podríamos decir que nosotros éramos la izquierda de ese partido. No era muy numeroso tampoco, pero estaba integrada por compañeros procedentes de la Universidad, que en la Universidad habían podido tener contacto con las ideas socialistas, con el marxismo-leninismo, y habíamos adquirido ya una conciencia política mucho más avanzada.[1]

Abogado profesional y político

(...) cuando se produce la muerte de Chibás existía un gran partido de masas sin dirección. Y la dirección era una dirección reformista. Y dentro de esa masa había ya un grupo que teníamos ideas mucho más avanzadas. En dos palabras: yo en aquella época, al final de mis estudios universitarios, ya tenía una concepción marxista de la política. En el tiempo de la Universidad, mis contactos con las ideas marxistas fueron los que me hicieron adquirir a mí una conciencia revolucionaria. Ya a partir de ese momento toda la estrategia que yo elaboré políticamente estaba dentro de una concepción marxista.[1]

Del golpe de estado de Batista al asalto al cuartel Moncada

Golpe de estado de Batista

PERIODISTA: ¿Pero el 10 de marzo se produce no tanto para impedir una revolución, sino para impedir que tomara el poder el reformismo en Cuba, o un partido más o menos progresista, o ... ?

FIDEL: Me parece a mí que en realidad el 10 de marzo se produce para impedir el triunfo de un partido progresista en Cuba, no para impedir el triunfo de un partido revolucionario. Esa es la realidad. Ellos tratan de impedir un movimiento progresista, pero podemos decir que históricamente crearon las condiciones para producir un movimiento revolucionario. Pero en las condiciones de Cuba, yo creo que era posible incluso promover una Revolución aun antes del 10 de marzo.

Antes del 10 de marzo ya yo era comunista, pero el pueblo todavía no en comunista, la gran masa todavía no respondía a un pensamiento político radical, la gran masa en esa época respondía a un pensamiento político progresista, reformista, pero no era todavía un pensamiento comunista.

PERIODISTA: Además, en eso influía también todo el problema del anticomunismo, del macarthismo.

FIDEL: Mucho, mucho, porque nosotros éramos una colonia económica y además ideológica de Estados Unidos. Pero yo adquirí esa conciencia como estudiante universitario.[1]

Escenario político luego del golpe

Cuando se produce el golpe de Estado del 10 de marzo, ya yo tenía una formación marxista. Pero nos encontramos con la situación de un país donde se produce un golpe de Estado, donde el partido que tenía más base popular era un partido que estaba mal dirigido, sin orientación. Yo tenía ya idea revolucionaria práctica, concreta, desde antes del golpe del 10 de marzo.[1]

Estrategia del asalto al cuartel Moncada

PERIODISTA: Comandante, ¿pero la estrategia del Moncada era tomar ese campamento para armar luego al pueblo y seguir una guerra?

FIDEL: Nosotros pensábamos ocupar las armas del campamento, pensábamos hacer un llamamiento a la huelga general de todo el pueblo, partiendo de la situación de descontento y de odio hacia Batista, y pensábamos utilizar las estaciones nacionales de radio para un llamamiento a la huelga general. Si no se lograba la paralización del país, el objetivo nuestro era después ir hacia las montañas para librar una guerra irregular en las montañas.

PERIODISTA: Así que el plan de la guerrilla ya lo tenía elaborado. FIDEL: Tenía dos variantes. Una, tratar de provocar un levantamiento nacional para el derrocamiento de Batista. Caso de no lograrse el levantamiento nacional, o  en  el caso de que Batista pudiera reaccionar con fuerzas superiores y atacarnos aquí en Santiago de Cuba, la idea nuestra era, con las armas del cuartel Moncada, marchar a las montañas y librar la guerra irregular en las montañas. Fue exactamente lo que hicimos tres años después. La estrategia que elaboramos para el Moncada fue la misma que nos condujo después a la victoria, sólo que en la segunda ocasión no comenzamos por el Moncada, sino comenzamos por la Sierra. Hicimos la guerra en la Sierra, y al final liquidamos a Batista con esa misma estrategia en esencia.

De modo que la estrategia del Moncada fue la estrategia que seguimos -en rasgos generales- después, y con la cual derrocamos a Batista. Pero no fue en ese momento.[1]

Preparativos del asalto al cuartel Moncada

Cantidad de miembros

(...) nosotros llegamos a entrenar más de mil hombres. En esa época nosotros teníamos alrededor de mil 200 hombres. [La organización] no era muy amplia, aunque su base sí era la base de oposición y de odio al régimen de Batista. Pero los militantes, los hombres organizados  y entrenados llegaron a ser alrededor de mil 200 hombres, porque había una oposición bastante generalizada al gobierno de Batista. Muchos de ellos eran de origen ortodoxo, muchos de los combatientes del Moncada, pero eran ya gente de extracción muy humilde; es decir, era una organización al margen de aquellos partidos políticos. Yo seleccioné la gente principalmente entre los sectores humildes del pueblo. (...)[1]

Modus operandi de la organización

La gente nuestra estaba bien organizada. Un elemento fundamental: los jefes no los conocía nadie. Tuvimos problemas con algunos conocidos. Delataron, se debilitaron, tuvimos que aprender a conspirar. Tuvimos un mimeógrafo, lo perdimos, porque tenía un periodiquito. Tratamos de hacer una estación de Radio y la perdimos, nos traicionaron. Entonces hubo que adoptar medidas anti traición. Compartimentación total. Y el plan del Moncada lo conocíamos solo 3 personas. Teníamos un grupo de 10, pero tenían un ejecutivo, tenían un ejecutivo de 3 y realmente ellos me otorgaron toda la confianza de modo que yo podía actuar. Yo conversé con cada grupo, con los mil doscientos y los conocía más o menos cuando hicimos la selección. (...) Yo era el único profesional, porque Abel y Montané me sostenían. Yo tenía un sueldo... que se yo... de $300.00 no sé cuánto, relativamente alto. Me pagaban los gastos. Yo fui el primer profesional revolucionario; uno, ellos pagaban la gasolina, sacaban el carro, me daban el dinero para pagar el alquiler y la comida y por eso yo me dediqué a tiempo completo al trabajo, esa es la historia.[11]

Extracción social de los miembros y relación con el partido ortodoxo:

Eran provenientes de la ortodoxia porque era un partido popular con bastante ascendencia en el pueblo, pero un poco heterogéneo. El Partido Ortodoxo se componía principalmente de gentes humildes, obreros, campesinos  y gente de pequeña burguesía. En aquella época la alta dirección de ese partido estaba en manos de gente ya de la clase dominante, realmente. (...) Había una juventud combativa, pero los líderes oficiales del partido ya estaban más o menos comprometidos, no voy a decir con una posición de clase sino que estaban ya adaptándose al sistema, podemos decir. Yo organizo a la juventud de ese partido, pero aparte de la... oficial. Yo hice un trabajo en la base con los jóvenes principalmente de extracción humilde del pueblo. No había dirigentes oficiales de ese partido en la organización nuestra.[1]

Ideología de los asaltantes

Todavía no se hablaba de [ideas] socialista[s] en esa época. En esa época pudiéramos decir que el objetivo principal del  pueblo era el derrocamiento de Batista. Pero ya la extracción social de todas aquellas gentes que nosotros reclutamos propiciaba el adoctrinamiento político. Por lo menos el grupo, el pequeño grupo que trabajó en la organización del Movimiento era gente de ideas muy avanzadas. Nosotros teníamos cursos de marxismo. Y el grupo de Dirección, durante todo aquel período, estudiamos marxismo. Y pudiéramos decir que los principales dirigentes de la organización eran marxistas ya.[1]

(...) ya yo era marxista-leninista hacía por lo menos cuatro años. Voy a decir algo más, Abel [Santamaría] era también marxista-leninista, Montané, Ñico..., yo fui realmente el comisario, el instructor de ellos. Después del golpe de estado y en medio de toda esta actividad nosotros teníamos un curso de marxismo, en una casa que nos prestaron allá en Guanabo, y allí daban unos cursos a partir de una biografía de Marx. Yo no... ya yo me había leído todos los libros...

Que por cierto cuando llegamos al Moncada, ella debe acordarse [(Marta Rojas)], cuando me interrogan a mí me dicen: "¿el autor intelectual?"; se me ocurrió y le dije: "Martí es el autor intelectual"; y me preguntan: "bueno por ahí había un libro de marxismo de Lenin"; digo: "Sí, había un libro de Lenin, nosotros leemos a Lenin y el que no lo lea es un ignorante". Son las dos respuestas que yo le di.

Pero ya ese núcleo era... Había uno que no lo era, era el de Bayamo que era el tercero, Martín Arara: un muchacho trabajador, activo, era inteligente, pero lo que le gustaba era la acción, no se preocupaba por las cosas de ideología, él lo que quería era acción. Y él después no se unió más. Tenía la misión de tomar Bayamo, el cuartel de Bayamo, para tener un punto de avanzada frente al contraataque.[11]

Haydée claramente no sabía

No vamos a decir que fuimos al Moncada a hacer una revolución socialista. No es verdad. Por lo menos en este momento (...). Fuimos allí con la idea de hacer un cambio, de que hombres mejores gobernaran, y de que los hombres no robaran; pero no de hacer ese cambio. (...) Allí no fuimos con esa idea. No sabíamos mucho de cambios tan profundos, pero sí sabíamos que queríamos esto, que era esto; lo que no podíamos precisar cómo era, y sabíamos que con Fidel precisaríamos cómo era y lo haríamos como debía ser, como nuestro pueblo quería que fuera (...) [Al Moncada] fuimos siendo martianos. Hoy somos marxistas y no hemos dejado de ser martianos, porque no hay contradicción en esto, por lo menos para nosotros. (...) si allí no nos llevó la idea de hacer una revolución socialista, la experiencia y la necesidad nos enseñaron que era la única vía para darle a nuestro pueblo la verdadera libertad. (...) ¡Con profundas raíces martianas, hoy consideramos y creemos que somos marxistas…!

Hechos del asalto al cuartel Moncada

Causas del fracaso y valoración del mismo

FIDEL: (...) Ahora, estoy convencido de que si hubiéramos podido tomar el cuartel y ocupar las armas, y hubiéramos iniciado en ese entonces la guerra contra Batista, habríamos liquidado a Batista antes. Ahora, habría que ver si la correlación de fuerzas en 1953... Yo pienso que si hubiéramos liquidado a Batista en 1953, el imperialismo nos habría aplastado; porque entre 1953 y 1959 se produjo en el mundo un cambio en la correlación de fuerzas muy importante.

PERIODISTA: La guerra fría estaba todavía en pleno auge.

FIDEL: Y el estado soviético era todavía relativamente débil en esa época. Y hay que ver que a nosotros nos ayudó decisivamente el Estado soviético, que en 1953 no lo habría podido hacer. Esa es mi opinión. Es decir, un triunfo en 1953 posiblemente habría sido frustrado después por el imperialismo. Pero seis años más tarde, era el momento preciso, muy ajustado, en que un cambio en la correlación de fuerzas del mundo nos permitía a nosotros sobrevivir. Tal vez en 1953 no habríamos sobrevivido, si hubiésemos triunfado.

PERIODISTA: Se hubiesen radicalizado y...

FIDEL: Pero habiendo triunfado en 1959, hubo una oportunidad de sobrevivir. Esa es mi apreciación.    

PERIODISTA: Una oportunidad.

FIDEL: Sí, sí, una oportunidad.    

PERIODISTA: Eso es significativo, que usted diga una oportunidad; porque realmente fue bastante estrecha para...

FIDEL: ¿Qué habríamos podido hacer en 1953? Habríamos triunfado, habríamos llevado a cabo el programa revolucionario que entonces habíamos concebido, ese programa habría desatado la agresión imperialista, y nos habrían aplastado. De modo que si la Revolución triunfa en 1953 no habría podido sobrevivir. Esos son los azares de la historia.[1]

Juicio y autodefensa. El programa del Moncada

Carácter del programa del Moncada

Revolución democrática... y social

El problema de la tierra, el problema de la industrialización, el problema de la vivienda, el problema del desempleo, el problema de la educación y el problema de la salud del pueblo; he ahí concretados los seis puntos a cuya solución se hubieran encaminado resueltamente nuestros esfuerzos, junto con la conquista de las libertades públicas y la democracia política. Quizás luzca fría y teórica esta exposición, si no se conoce la espantosa tragedia que está viviendo el país en estos seis órdenes, sumada a la más humillante opresión política.

  • [La tierra] El ochenta y cinco por ciento de los pequeños agricultores cubanos está pagando renta y vive bajo la perenne amenaza del desalojo de sus parcelas. Más de la mitad de las mejores tierras de producción cultivadas está en manos extranjeras. En Oriente, que es la provincia más ancha, las tierras de la United Fruit Company y la West Indies unen la costa norte con la costa sur. Hay doscientas mil familias campesinas que no tienen una vara de tierra donde sembrar unas viandas para sus hambrientos hijos y, en cambio, permanecen sin cultivar, en manos de poderosos intereses, cerca de trescientas mil caballerías de tierras productivas. Si Cuba es un país eminentemente agrícola, si su población es en gran parte campesina, si la ciudad depende del campo, si el campo hizo la independencia, si la grandeza y prosperidad de nuestra nación depende de un campesinado saludable y vigoroso que ame y sepa cultivar la tierra, de un Estado que lo proteja y lo oriente, ¿cómo es posible que continúe este estado de cosas?
  • [La industria] Salvo unas cuantas industrias alimenticias, madereras y textiles, Cuba sigue siendo una factoría productora de materia prima. Se exporta azúcar para importar caramelos, se exportan cueros para importar zapatos, se exporta hierro para importar arados... Todo el mundo está de acuerdo en que la necesidad de industrializar el país es urgente, que hacen falta industrias químicas, que hay que mejorar las crías, los cultivos, la técnica y elaboración de nuestras industrias alimenticias para que puedan resistir la competencia ruinosa que hacen las industrias europeas de queso, leche condensada, licores y aceites y las de conservas norteamericanas, que necesitamos barcos mercantes, que el turismo podría ser una enorme fuente de riquezas; pero los poseedores del capital exigen que los obreros pasen bajo las horcas caudinas, el Estado se cruza de brazos y la industrialización espera por las calendas griegas.
  • [La vivienda] Tan grave o peor es la tragedia de la vivienda. Hay en Cuba doscientos mil bohíos y chozas; cuatrocientas mil familias del campo y de la ciudad viven hacinadas en barracones, cuarterías y solares sin las más elementales condiciones de higiene y salud; dos millones doscientas mil personas de nuestra población urbana pagan alquileres que absorben entre un quinto y un tercio de sus ingresos; y dos millones ochocientas mil de nuestra población rural y suburbana carecen de luz eléctrica. Aquí ocurre lo mismo: si el Estado se propone rebajar los alquileres, los propietarios amenazan con paralizar todas las construcciones; si el Estado se abstiene, construyen mientras pueden percibir un tipo elevado de renta, después no colocan una piedra más aunque el resto de la población viva a la intemperie. Otro tanto hace el monopolio eléctrico: extiende las líneas hasta el punto donde pueda percibir una utilidad satisfactoria, a partir de allí no le importa que las personas vivan en las tinieblas por el resto de sus días. El Estado se cruza de brazos y el pueblo sigue sin casas y sin luz.
  • [La educación] Nuestro sistema de enseñanza se complementa perfectamente con todo lo anterior: ¿En un campo donde el guajiro no es dueño de la tierra para qué se quieren escuelas agrícolas? ¿En una ciudad donde no hay industrias para qué se quieren escuelas técnicas o industriales? Todo está dentro de la misma lógica absurda: no hay ni una cosa ni otra. En cualquier pequeño país de Europa existen más de doscientas escuelas técnicas y de artes industriales; en Cuba, no pasan de seis y los muchachos salen con sus títulos sin tener dónde emplearse. A las escuelitas públicas del campo asisten descalzos, semidesnudos y desnutridos, menos de la mitad de los niños en edad escolar y muchas veces es el maestro quien tiene que adquirir con su propio sueldo el material necesario. ¿Es así como puede hacerse una patria grande?
  • [La salud] De tanta miseria sólo es posible liberarse con la muerte; y a eso sí los ayuda el Estado: a morir. El noventa por ciento de los niños del campo está devorado por parásitos que se les filtran desde la tierra por las uñas de los pies descalzos. La sociedad se conmueve ante la noticia del secuestro o el asesinato de una criatura, pero permanece criminalmente indiferente ante el asesinato en masa que se comete con tantos miles y miles de niños que mueren todos los años por falta de recursos, agonizando entre los estertores del dolor, y cuyos ojos inocentes, ya en ellos el brillo de la muerte, parecen mirar hacia lo infinito como pidiendo perdón para el egoísmo humano y que no caiga sobre los hombres la maldición de Dios. Y cuando un padre de familia trabaja cuatro meses al año, ¿con qué puede comprar ropas y medicinas a sus hijos? Crecerán raquíticos, a los treinta años no tendrán una pieza sana en la boca, habrán oído diez millones de discursos, y morirán al fin de miseria y decepción. El acceso a los hospitales del Estado, siempre repletos, sólo es posible mediante la recomendación de un magnate político que le exigirá al desdichado su voto y el de toda su familia para que Cuba siga siempre igual o peor.
  • [El desempleo] Con tales antecedentes, ¿cómo no explicarse que desde el mes de mayo al de diciembre un millón de personas se encuentren sin trabajo y que Cuba, con una población de cinco millones y medio de habitantes, tenga actualmente más desocupados que Francia e Italia con una población de más de cuarenta millones cada una?[12]

El programa mínimo

En el sumario de esta causa han de constar las cinco leyes revolucionarias que serían proclamadas inmediatamente después de tomar el cuartel Moncada y divulgadas por radio a la nación (...).

  1. La primera ley revolucionaria devolvía al pueblo la soberanía y proclamaba la Constitución de 1940 como la verdadera ley suprema del Estado, en tanto el pueblo decidiese modificarla o cambiarla, y a los efectos de su implantación y castigo ejemplar a todos los que la habían traicionado, no existiendo órganos de elección popular para llevarlo a cabo, el movimiento revolucionario, como encarnación momentánea de esa soberanía, única fuente de poder legislativo, asumía todas las facultades que le son inherentes a ella, excepto de legislar, facultad de ejecutar y facultad de juzgar. (...)
  2. La segunda ley revolucionaria concedía la propiedad inembargable e intransferible de la tierra a todos los colonos, subcolonos, arrendatarios, aparceros y precaristas que ocupasen parcelas de cinco o menos caballerías de tierra, indemnizando el Estado a sus anteriores propietarios a base de la renta que devengarían por dichas parcelas en un promedio de diez años.
  3. La tercera ley revolucionaria otorgaba a los obreros y empleados el derecho a participar del treinta por ciento de las utilidades en todas las grandes empresas industriales, mercantiles y mineras, incluyendo centrales azucareros. Se exceptuaban las empresas meramente agrícolas en consideración a otras leyes de orden agrario que debían implantarse.
  4. La cuarta ley revolucionaria concedía a todos los colonos el derecho a participar del cincuenta y cinco por ciento del rendimiento de la caña y cuota mínima de cuarenta mil arrobas a todos los pequeños colonos que llevasen tres o más años de establecidos.
  5. La quinta ley revolucionaria ordenaba la confiscación de todos los bienes a todos los malversadores de todos los gobiernos y a sus causahabientes y herederos en cuanto a bienes percibidos por testamento o abintestato de procedencia mal habida, mediante tribunales especiales con facultades plenas de acceso a todas las fuentes de investigación, de intervenir a tales efectos las compañías anónimas inscriptas en el país o que operen en él donde puedan ocultarse bienes malversados y de solicitar de los gobiernos extranjeros extradición de personas y embargo de bienes. La mitad de los bienes recobrados pasarían a engrosar las cajas de los retiros obreros y la otra mitad a los hospitales, asilos y casas de beneficencia.

Se declaraba, además, que la política cubana en América sería de estrecha solidaridad con los pueblos democráticos del continente y que los perseguidos políticos de las sangrientas tiranías que oprimen a las naciones hermanas, encontrarían en la patria de Martí, no como hoy, persecución, hambre y traición, sino asilo generoso, hermandad y pan. Cuba debía ser baluarte de libertad y no eslabón vergonzoso de despotismo.

Estas leyes serían proclamadas en el acto y a ellas seguirían, una vez terminada la contienda y previo estudio minucioso de su contenido y alcance, otra serie de leyes y medidas también fundamentales como la reforma agraria, la reforma integral de la enseñanza y la nacionalización del trust eléctrico y el trust telefónico, devolución al pueblo del exceso ilegal que han estado cobrando en sus tarifas y pago al fisco de todas las cantidades que han burlado a la hacienda pública.

Todas estas pragmáticas y otras estarían inspiradas en el cumplimiento estricto de dos artículos esenciales de nuestra Constitución, uno de los cuales manda que se proscriba el latifundio y, a los efectos de su desaparición, la ley señale el máximo de extensión de tierra que cada persona o entidad pueda poseer para cada tipo de explotación agrícola, adoptando medidas que tiendan a revertir la tierra al cubano; y el otro ordena categóricamente al Estado emplear todos los medios que estén a su alcance para proporcionar ocupación a todo el que carezca de ella y asegurar a cada trabajador manual o intelectual una existencia decorosa. Ninguna de ellas podrá ser tachada por tanto de inconstitucional. El primer gobierno de elección popular que surgiere inmediatamente después, tendría que respetarlas, no sólo porque tuviese un compromiso moral con la nación, sino porque los pueblos cuando alcanzan las conquistas que han estado anhelando durante varias generaciones, no hay fuerza en el mundo capaz de arrebatárselas.[12]

Las semillas del socialismo

Contra la ideología burguesa del libre mercado

El porvenir de la nación y la solución de sus problemas no pueden seguir dependiendo del interés egoísta de una docena de financieros, de los fríos cálculos sobre ganancias que tracen en sus despachos de aire acondicionado diez o doce magnates. El país no puede seguir de rodillas implorando los milagros de unos cuantos becerros de oro que, como aquél del Antiguo Testamento que derribó la ira del profeta, no hacen milagros de ninguna clase. Los problemas de la República sólo tienen solución si nos dedicamos a luchar por ella con la misma energía, honradez y patriotismo que invirtieron nuestros libertadores en crearla. Y no es con estadistas al estilo de Carlos Saladrigas, cuyo estadismo consiste en dejar lo todo tal cual está y pasarse la vida farfullando sandeces sobre la "libertad absoluta de empresa", "garantías al capital de inversión" y la "ley de la oferta y la demanda", como habrán de resolverse tales problemas. En un palacete de la Quinta Avenida, estos ministros pueden charlar alegremente hasta que no quede ya ni el polvo de los huesos de los que hoy reclaman soluciones urgentes. Y en el mundo actual ningún problema social se resuelve por generación espontánea.[12]

Por la intervención revolucionaria del Estado

Un gobierno revolucionario con el respaldo del pueblo y el respeto de la nación después de limpiar las instituciones de funcionarios venales y corrompidos, procedería inmediatamente a industrializar el país, movilizando todo el capital inactivo que pasa actualmente de mil quinientos millones a través del Banco Nacional y el Banco de Fomento Agrícola e Industrial y sometiendo la magna tarea al estudio, dirección, planificación y realización por técnicos y hombres de absoluta competencia, ajenos por completo a los manejos de la política.

Un gobierno revolucionario, después de asentar sobre sus parcelas con carácter de dueños a los cien mil agricultores pequeños que hoy pagan rentas, procedería a concluir definitivamente el problema de la tierra, primero: estableciendo como ordena la Constitución un máximo de extensión para cada tipo de empresa agrícola y adquiriendo el exceso por vía de expropiación, reivindicando las tierras usurpadas al Estado, desecando marismas y terrenos pantanosos, plantando enormes viveros y reservando zonas para la repoblación forestal; segundo: repartiendo el resto disponible entre familias campesinas con preferencia a las más numerosas, fomentando cooperativas de agricultores para la utilización común de equipos de mucho costo, frigoríficos y una misma dirección profesional técnica en el cultivo y la crianza y facilitando, por último, recursos, equipos, protección y conocimientos útiles al campesinado.

Un gobierno revolucionario resolvería el problema de la vivienda rebajando resueltamente el cincuenta por ciento de los alquileres, eximiendo de toda contribución a las casas habitadas por sus propios dueños, triplicando los impuestos sobre las casas alquiladas, demoliendo las infernales cuarterías para levantar en su lugar edificios modernos de muchas plantas y financiando la construcción de viviendas en toda la Isla en escala nunca vista, bajo el criterio de que si lo ideal en el campo es que cada familia posea su propia parcela, lo ideal en la ciudades que cada familia viva en su propia casa o apartamento. Hay piedra suficiente y brazos de sobra para hacerle a cada familia cubana una vivienda decorosa. Pero si seguimos esperando por los milagros del becerro de oro, pasarán mil años y el problema estará igual. Por otra parte, las posibilidades de llevar corriente eléctrica hasta el último rincón de la Isla son hoy mayores que nunca, por cuanto es ya una realidad la aplicación de la energía nuclear a esa rama de la industria, lo cual abaratará enormemente su costo de producción.

Con estas tres iniciativas y reformas el problema del desempleo desaparecería automáticamente y la profilaxis y la lucha contra las enfermedades sería tarea mucho más fácil.

Finalmente, un gobierno revolucionario procedería a la reforma integral de nuestra enseñanza, poniéndola a tono con las iniciativas anteriores, para preparar debidamente a las generaciones que están llamadas a vivir en una patria más feliz. No se olviden las palabras del Apóstol: "Se está cometiendo en [...] América Latina un error gravísimo: en pueblos que viven casi por completo de los productos del campo, se educa exclusivamente para la vida urbana y no se les prepara para la vida campesina." "El pueblo más feliz es el que tenga mejor educados a sus hijos, en la instrucción del pensamiento y en la dirección de los sentimientos." "Un pueblo instruido será siempre fuerte y libre."

Pero el alma de la enseñanza es el maestro, y a los educadores en Cuba se les paga miserablemente; no hay, sin embargo, ser más enamorado de su vocación que el maestro cubano. ¿Quién no aprendió sus primeras letras en una escuelita pública? Basta ya de estar pagando con limosnas a los hombres y mujeres que tienen en sus manos la misión más sagrada del mundo de hoy y del mañana, que es enseñar. Ningún maestro debe ganar menos de doscientos pesos, como ningún profesor de segunda enseñanza debe ganar menos de trescientos cincuenta, si queremos que se dediquen enteramente a su elevada misión, si tener que vivir asediados por toda clase de mezquinas privaciones. Debe concedérseles además a los maestros que desempeñan su función en el campo, el uso gratuito de los medios de transporte; y a todos, cada cinco años por lo menos, un receso en sus tareas de seis meses con sueldo, para que puedan asistir a cursos especiales en el país o en el extranjero, poniéndose al día en los últimos conocimientos pedagógicos y mejorando constantemente sus programas y sistemas. ¿De dónde sacar el dinero necesario? Cuando no se lo roben, cuando no haya funcionarios venales que se dejen sobornar por las grandes empresas con detrimento del fisco, cuando los inmensos recursos de la nación estén movilizados y se dejen de comprar tanques, bombarderos y cañones en este país sin fronteras, sólo para guerrear contra el pueblo, y se le quiera educar en vez de matar, entonces habrá dinero de sobra.

Cuba podría albergar espléndidamente una población tres veces mayor; no hay razón, pues, para que exista miseria entre sus actuales habitantes. Los mercados debieran estar abarrotados de productos; las despensas de las casas debieran estar llenas; todos los brazos podrían estar produciendo laboriosamente. No, eso no es inconcebible. Lo inconcebible es que haya hombres que se acuesten con hambre mientras quede una pulgada de tierra sin sembrar; lo inconcebible es que haya niños que mueran sin asistencia médica, lo inconcebible es que el treinta por ciento de nuestros campesinos no sepan firmar, y el noventa y nueve por ciento no sepa de historia de Cuba; lo inconcebible es que la mayoría de las familias de nuestros campos estén viviendo en peores condiciones que los indios que encontró Colón al descubrir la tierra más hermosa que ojos humanos vieron.[12]

El socialismo...

Sabido es que en Inglaterra, en el siglo XVII , fueron destronados dos reyes, Carlos I y Jacobo II, por actos de despotismo. Estos hechos coincidieron con el nacimiento de la filosofía política liberal, esencia ideológica de una nueva clase social que pugnaba entonces por romper las cadenas del feudalismo. Frente a las tiranías de derecho divino esa filosofía opuso el principio del contrato social y el consentimiento de los gobernados, y sirvió de fundamento a la revolución inglesa de 1688, y a las revoluciones americana y francesa de 1775 y 1789. Estos grandes acontecimientos revolucionarios abrieron el proceso de liberación de las colonias españolas en América, cuyo último eslabón fue Cuba. En esta filosofía se alimentó nuestro pensamiento político y constitucional que fue desarrollándose desde la primera Constitución de Guáimaro hasta la del 1940, influida esta última ya por las corrientes socialistas del mundo actual que consagraron en ella el principio de la función social de la propiedad y el derecho inalienable del hombre a una existencia decorosa, cuya plena vigencia han impedido los grandes intereses creados.[12]

Prisión, amnistía y exilio

Lucha armada en la Sierra Maestra

Al frente del gobierno revolucionario

Retiro y años finales

  1. 1,00 1,01 1,02 1,03 1,04 1,05 1,06 1,07 1,08 1,09 1,10 1,11 1,12 Biblioteca:La estrategia del Moncada: entrevista con la televisión Sueca
  2. Fidel Castro (14 de marzo de 1952). ¡Revolución no, zarpazo!.
  3. Fidel Castro (24 de marzo de 1952). Al Tribunal de Urgencia.
  4. Fidel Castro (16 de abril de 1952). ¿Qué diferencia hay?.
  5. Fidel Castro (16 de agosto de 1952). Yo acuso.
  6. "los hombres organizados  y entrenados llegaron a ser alrededor de mil 200 hombres, porque había una oposición bastante generalizada al gobierno de Batista. Muchos de ellos eran de origen ortodoxo, muchos de los combatientes del Moncada, pero eran ya gente de extracción muy humilde; es decir, era una organización al margen de aquellos partidos políticos. Yo seleccioné la gente principalmente entre los sectores humildes del pueblo." Fidel Castro (2 de diciembre de 1977), La estrategia del Moncada: entrevista con la televisión sueca
  7. "ya dentro de la masa de ese partido había una izquierda. Podríamos decir que nosotros éramos la izquierda de ese partido. No era muy numeroso tampoco, pero estaba integrada por compañeros procedentes de la Universidad, que en la Universidad habían podido tener contacto con las ideas socialistas, con el marxismo-leninismo, y habíamos adquirido ya una conciencia política mucho más avanzada." Fidel Castro (2 de diciembre de 1977), La estrategia del Moncada: entrevista con la televisión sueca
  8. "Todavía no se hablaba de [ideas] socialista[s] en esa época. En esa época pudiéramos decir que el objetivo principal del  pueblo era el derrocamiento de Batista. Pero ya la extracción social de todas aquellas gentes que nosotros reclutamos propiciaba el adoctrinamiento político. Por lo menos el grupo, el pequeño grupo que trabajó en la organización del Movimiento era gente de ideas muy avanzadas. Nosotros teníamos cursos de marxismo. Y el grupo de Dirección, durante todo aquel período, estudiamos marxismo. Y pudiéramos decir que los principales dirigentes de la organización eran marxistas ya." Fidel Castro (2 de diciembre de 1977), La estrategia del Moncada: entrevista con la televisión sueca
  9. "Sépase que por cada uno que vino a combatir, se quedaron veinte perfectamente entrenados que no vinieron porque no había armas." Fidel Castro (16 de octubre de 1953), La historia me absolverá
  10. "[Cuando los preparativos al asalto al cuartel Moncada] ya yo era marxista-leninista hacía por lo menos cuatro años" Biblioteca:En la Mesa Redonda sobre el asalto al cuartel Moncada 1952 - 4 = 1948
  11. 11,0 11,1 Biblioteca:En la Mesa Redonda sobre el asalto al cuartel Moncada
  12. 12,0 12,1 12,2 12,3 12,4 Biblioteca:La historia me absolverá