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Desde los primeros momentos Aguilera trató de darle a la conspiración un carácter nacional estableciendo contactos con los camagüeyanos y habaneros. Perucho Figueredo fue comisionado para entrevistarse con los reformistas habaneros, quienes después de algunas vacilaciones, decidieron no secundar el movimiento y seguir actuando por cuenta propia. | Desde los primeros momentos Aguilera trató de darle a la conspiración un carácter nacional estableciendo contactos con los camagüeyanos y habaneros. Perucho Figueredo fue comisionado para entrevistarse con los reformistas habaneros, quienes después de algunas vacilaciones, decidieron no secundar el movimiento y seguir actuando por cuenta propia. | ||
A principios del mes de agosto de 1868 celebraron los conspiradores de Oriente y Camagüey una reunión en la hacienda San Miguel, situada en el Rompe, jurisdicción de Tunas. | A principios del mes de agosto de 1868 celebraron los conspiradores de Oriente y Camagüey una reunión en la hacienda San Miguel, situada en el Rompe, jurisdicción de Tunas. Asistieron representando a Camagüey: Salvador Cisneros Betancourt (Marqués de Sta. Lucía) y Carlos Mola; a Holguín, Belisario Peralta; a Tunas Félix Figueredo, Francisco M. Rubalcaba y Vicente García; a Jiguaní, Donato Mármol; a Bayamo, Francisco Vicente Aguilera, Pedro Figueredo y Francisco Maceo Osorio; a Manzanillo, Carlos Manuel de Céspedes, Jaime Santiesteban e Isaías Massó y otros representantes por Santiago y demás lugares. Esta reunión fue presidida por Carlos Manuel de Céspedes, por ser el de mayor edad entre los reunidos. | ||
En dicha reunión se eligió un comité revolucionario que quedó integrado por Francisco Vicente Aquilera, Francisco Maceo Osorio y Pedro Figueredo, quienes fueron elegidos presidente, secretario y vice-presidente respectivamente, acordándose efectuar el levantamiento el 3 de septiembre de 1868, después de una amplia discusión en la que se manifestaron dos tendencias, una representada por Aguilera y los camagüeyanos, apoyados por el delegado de Holguín, que eran partidarios de aplazar el movimiento hasta organizarlo suficientemente y contar con los recursos indispensables, y otra que representaba Céspedes y varios delegados de Oriente, quienes llevados de su incontenible ardor patriótico, se mostraron partidarios de que se procediera con la mayor rapidez y obtuvieron la mayoría en la Asamblea. | |||
Aguilera, Osorio, Figueredo y otros, apelaron a todas las razones y argumentos para aplazar la fecha, convencidos de que el plazo era demasiado corto; un mes justo. | |||
Con el fin de asegurar el próximo alzamiento, Céspedes propuso "que en caso de que cualquiera de los agentes se viera en peligro inmediato de ser detenido por el gobierno, quedaba autorizado para rebelarse en armas, y todos los centros obligados a secundar el hecho". Esta proposición fue desechada. Finalmente, para perfilar mejor los problemas planteados, no discrepando en nada, se acirdó celebrar una entrevista definitiva, concluyente el día primero de septiembre, en el sitio que Aguilera estimara más seguro. | |||
El día 1ro. de septiembre tuvo lugar la reunión en la hacienda Muñoz donde camagüeyanos y orientales acordaron el aplazamiento de la fecha de alzamiento para después de terminada la zafra, con el fin de recaudar fondos y el armamento necesario, nombrándose a Salvador Cisneros Betancourt para que hiciera nuevas gestiones entre los terratenientes habaneros en busca de cooperación y que Augusto Arango, en Las Villas, realizara idéntica propaganda. | |||
El aplazamiento era impreciso: "para después de la zafra". Céspedes -que no participó en la reunión- Vicente García, Luis Figueredo y otros, se mostraron impacientes. | |||
Aguilera, en una de las posteriores reuniones de la Junta, dijo serena y terminantemente, que puesto que imperativamente hacían falta muchos fondos, sin reservas ponía en la balanza de la causa todos sus bienes, todas sus propiedades, representadas por tres ingenios, numerosos cafetales y potreros con más de 35 000 cabezas de ganado, varios corrales, vegas y estancias y más de treinta haciendas con diez mil caballerías de tierra, el teatro de Bayamo, varias fincas urbanas de Bayamo y Manzanillo y más de 500 esclavos; todo lo cual tenía un valor no menos de un millón de pesos. Pidió Aguilera que igual sacrificio hicieran sus compatriotas. El producto de la renta de esas propiedades se pondría a la disposición de un comisionado, que en los Estados Unidos compraría lo necesario para fines de diciembre. | |||
Inmediatamente Aguilera fijó un anuncio en el periódico "La Regeneración" ofreciendo en venta todos sus bienes y poco después ordenó a su apoderado general, para que activara la venta de sus propiedades. | |||
Para transmitir las últimas noticias al impaciente Carlos Manuel de Céspedes fue comisionado Aguilera, quien sostuvo la necesidad de aplazar el alzamiento hasta diciembre, manifestando Céspedes que adolecía de influencia para contener los ímpetus de su gente, por lo cual Aguilera aceptó entrevistarse con los subordinados de Céspedes para demostrarles la conveniencia de esperar. | |||
Esta entrevista se celebró el 3 de octubre en la hacienda "El Ranchón", de Manuel Calvar, y en la cual las razones de Aguilera no pudieron convencer al grupo partidario del inmediato comienzo de la guerra, logrando sólo que se plazara por veinte días la discusión del asunto de la fecha. | |||
Dos acontecimientos internacionales ocurridos en setiembre de 1868 vinieron a demostrar a los revolucionarios cubanos la conveniencia de iniciar la lucha armada lo más rápidamente. | |||
En Puerto Rico había prendido la revolución en violentas protestas que provocaron refriegas, muertes, ejecuciones oficiales y demandas a España, todas por la emancipación. El caduco régimen español estaba allí seriamente amenazado. | |||
En España se inició un poderoso movimiento revolucionario que expulsó del trono a Isabel II, lo cual hacía imaginar que las convulsiones internas de la península impedirían sofocar rápidamente cualquier movimiento armado que se iniciase en Cuba. | |||
No satisfechos los ardorosos partidarios de Céspedes con la fecha fijada para iniciar el movimiento armado se reunieron el 5 de octubre en el ingenio "Rosario" y acordaron lanzarse a la lucha el día 14 de octubre nombrando Jefe Superior de la Revolución a Carlos Manuel de Céspedes, quien entendía que "la hora era no solamente del patriotismo digno y desinteresado, sino de la acción, que ni la vacilación, ni la serenidad de juicio, ni la precisa lógica histórica o filosófica, jamás produjeron guerras, sino que forzosamente en éstas ha de imperar el apasionamiento que no advierte los obstáculos que va a derribar como alucinado". | |||
A la junta del Rosario concurrieron: Carlos Manuel de Céspedes, Bartolomé Masó, Pedro y Francisco Javier de Céspedes, Juan Ruz, Emilio Tamayo, Juan Hall, Manuel de Jesús Calvar y otros. | |||
Conocedor Francisco Vicente Aguilera de los acuerdos tomados en el ingenio Rosario y de la nueva Jefatura de Césedes, no opuso obstáculos a esto sino que inmediatamente comunicó a la Junta de Bayamo lo ocurrido y ordenó avisar a todos los Jefes a fin de que estuvieran listos para secundar el movimeinto en caso que se iniciara. | |||
Esta actitud asumida por Aguilera, quien evidentemente había sino despojado de la Jefatura máxima que hasta entonces ostentaba, demuestra el grado de desinterés y patriotismo que lo poseía y coloca su figura como una de las más representativas de la verdadera nacionalidad cubana. | |||
También quedó demostrado el carácter, y la indiscutible personalidad dirigente de Carlos Manuel de Céspedes como figura rectora del movimiento independentista, su fe inquebrantable en el triunfo; su decisión e intransigencia revolucionaria lo llevarían a convertirse en el líder indiscutible de la Revolución. | |||
=== El levantamiento del 10 de Octubre === | === El levantamiento del 10 de Octubre === |
Revisión del 19:38 25 jul 2024
Desde su inicio hasta la toma de Bayamo
En la segunda mitad del Siglo 17 y primera mitad del 19 ocurrieron en el mundo, concatenadamente, una serie de acontecimientos que ejercieron profunda influencia en la nación cubana y que dieron lugar al surgimiento de nuevas ideas y tendencias políticas. Estos acontecimientos fueron:
- En 1783 la independencia de las 13 colonias inglesas de Norteamérica que pocos años más tarde dieron origen a los Estados Unidos.
- En 1789, la revolución democrático-burguesa de Francia que derrumbó el feudalismo y cuya consigna ""Libertad, Igualdad, Fraternidad, -aunque después la burguesía la traicionara- desprendió con fuerza un poderoso aliento revolucionario sobre los pueblos del mundo.
- En 1791, la revolución de los esclavos de la colonia francesa de Haití, quienes aprovechando las convulsiones que se producían en su metrópoli, acabaron con el dominio de los esclavista e implantaron la primera República de América Latina.
- De 1810 a 1824 la independencia de las colonias españolas de América del Sur, conseguida ésta tras la heroica lucha de los pueblos sudamericanos y a la que se lanzaron aprovechando las condiciones objetivas internas y la situación que se creó en España al ser invadida por las tropas de la Francia de Napoleón.
- A partir de 1760 se desata la Revolución Industrial en Europa, iniciándose en Inglaterra. Esta consiste en la aplicación de la máquina a la producción sustituyendo así la confección a mano de los productos. Inglaterra, que desde el Siglo 17 había realizado su revolución burguesa y tomado el camino del desarrollo capitalista, fue sede de este acontecimiento que influyó notablemente en América y, por supuesto, en Cuba.
Estos acontecimientos aceleraron el proceso de formación de la "conciencia nacional" y dieron lugar al surgimiento de nuevas ideas y tendencias políticas de cuya realización las diferentes clases explotadas o marginadas de la nación buscaban un ulterior desarrollo y mejoramiento sobre la situación de sojuzgamiento y limitación en que las tenía sumidas el régimen colonial español.
Las ideas que se movieron en la Cuba colonial de fines del Siglo 18 y primera mitad del 199 fueron: el Reformismo, el Anexionismo, el Abolicionismo y el Independentismo.
El Reformismo, como su nombre lo indica, encarnaba la lucha por la consecución de reformas económicas y políticas para la clase terrateniente, integrada mayoritariamente por los criollos adinerados. La lucha por el Reformismo, que nunca fue violenta, consistía fundamentalmente en la solicitud de:
- Rebaja de impuestos.
- Libre comercio con el resto del mundo.
- Autonomía política.
Las ideas reformistas tomaron auge en tres diferentes etapas desde fines del Siglo 18 hasta comienzo de la guerra de los Diez Años. Fueron estas de 1790 a 1820, de 1830 a 1837 y de 1855 a 1868.
El Anexionismo preconizaba la unión de Cuba con la poderosa nación norteña que se desarrollaba vertiginosamente. Sin embargo, el objetivo de la anexión difería en uno u otro grupo de anexionistas criollos. Antes de 1861 en los estados del Norte de los E.U. prevalecía el régimen capitalista y en el su dominaba el sistema esclavista.
Algunos criollos querían la anexión porque veían los beneficios del desarrollo industrial capitalista sobre las viejas y estancadas formas de producción esclavista prevaleciente en la Cuba colonial.
Los más retrógrados buscaban que Cuba pasase a formar parte de la Unión pero como un Estado Esclavista más.
El Anexionismo descolló entre los años de 1843 a 1855. En ese período surgieron conspiraciones y hasta invasiones armadas alentadas por los estados del Sur de Estados Unidos.
El Abolicionismo como corriente política se destacó de 1837 a 1844. Anteriormente, al influjo de la victoriosa insurrección de los esclavos de Haití, ocurrieron en Cuba, en 112, sublevaciones similares, pero fueron ahogadas en sangre.
Mientras, en Inglaterra se desarrollaba notablemente el capitalismo para el cual constituía un valladar la esclavitud, por las limitaciones que ésta imponía ala creación de nuevos mercados. Por esa fundamental razón económica, los capitalistas ingleses se convirtieron en los "abanderados" de la abolición de la esclavitud, presionando fuertemente sobre España para que ésta suspendiera el comercio de esclavos.
El Independentismo surge como tendencia en los años de 1820 a 1830, al influjo de la lucha victoriosa de los países de América Latina por su independencia. Posteriormente, en 18677, resurge nuevamente como una de las alternativas que quedaban a los terratenientes cubanos ante los abusivos impuestos de la metrópoli. A esta alternativa se acoge el grupo más progresista de éstos que, además de otras razones económicas y políticas para lanzarse a la lucha, tenían una motivación moral que era para ellos la más importante: el amor a la Patria y el alto sentido de la dignidad y el honor.
El fracaso de los Reformistas en la Junta de Información ocurrido en 1867 ocasionó un gran malestar en la población cubana.
El descontento general ante la intransigencia de España fue mayor entre los terratenientes criollos al ponerse en vigor ese mismo año el abusivo impuesto del 10% sobre la renta.
Las nuevas circunstancias surgidas en el país llevaron a un agravamiento tal de las relaciones metrópoli-colonia, que puede afirmarse que ésta pasó a ser la contradicción fundamental de la sociedad cubana de la época.
La situación imperante en el país revestía un carácter de gravedad para la clase terrateniente criolla, amenazada desde años atrás por la ruina inminente y para ella se abrían dos perspectivas: continuar al lado de España, lo que significaba la ruina lenta pero segura, o lanzarse a un movimiento separatista que si de inmediato significaba la pérdida de sus bienes por medio de la confiscación, también abría las perspectivas de una victoria salvadora.
Las condiciones objetivas para el inicio de un movimiento independentista estaban dadas sin lugar a dudas, en todo caso faltaba la unidad de la clase terrateniente encargada de promover y dirigir la lucha que se avecinaba.
La clase terrateniente no era homogénea; en su seno existían muchas diferencias que abarcaban desde el punto de vista ideológico hasta el puramente geográfico.
El sector más influyente de la clase terrateniente residía en la región occidental del país, era el más rico, el más ligado al trabajo esclavo, el más relacionado con las autoridades coloniales y el que tradicionalmente había representado a toda su clase en los períodos anteriores. Este sector, aún cuando manifestaba una gran irritación contra la metrópoli colonial era el más vacilante e indeciso en adoptar una determinación independentista.
El sector menos influyente dentro de la clase terrateniente residía en los provincias orientales. Históricamente su desarrollo había sido distinto, y, sobre todo en la provincia de Oriente -excepto en las zonas de Santiago de Cuba y Guantánamo- la esclavitud no tenía esa influencia determinante como en las provincias occidentales.
Las relaciones con las autoridades españolas no eran tan estrechas y el sentimiento nacional había calado más profundamente que en otras regiones. La sociedad oriental era más liberal y en ella el mestizaje racial se había extendido notablemente a diferencia del exclusivismo blanco y la discriminación racial que imperaba en el resto del país.
Todas estas condiciones determinaron que este sector de la clase terrateniente, adoptara una posición más radical con respecto a la independencia y que, finalmente, organizara y dirigiera la guerra contra la dominación colonial española.
La conspiración inicial en Oriente
A mediados del año 1867 comenzó a conspirarse en Oriente; formaban el grupo inicial de conspiradores Francisco Vicente Aguilera, Francisco Maceo Osorio, Pedro Figueredo, Carlos Manuel de Céspedes y otros. La conspiración inicial surgida en Bayamo bajo la dirección de Francisco Vicente Aguilera se extendió rápidamente a Manzanillo, Tunas, Holguín y otros lugares de Oriente. Los conjurados pertenecían en su mayoría a logias masónicas y por medio de éstas proliferó la propaganda revolucionaria en la provincia.
También en Camagüey y La Habana se respiraba un ambiente francamente conspirativo. Las figuras más destacadas en Camagüey eran: Salvador Cisneros Betancourt, Napoleón y Augusto Arango e Ignacio Agramonte.
En La Habana participaban en actividades conspirativas los antiguos reformistas José Morales Lemus, Miguel Aldama y otros.
Desde los primeros momentos Aguilera trató de darle a la conspiración un carácter nacional estableciendo contactos con los camagüeyanos y habaneros. Perucho Figueredo fue comisionado para entrevistarse con los reformistas habaneros, quienes después de algunas vacilaciones, decidieron no secundar el movimiento y seguir actuando por cuenta propia.
A principios del mes de agosto de 1868 celebraron los conspiradores de Oriente y Camagüey una reunión en la hacienda San Miguel, situada en el Rompe, jurisdicción de Tunas. Asistieron representando a Camagüey: Salvador Cisneros Betancourt (Marqués de Sta. Lucía) y Carlos Mola; a Holguín, Belisario Peralta; a Tunas Félix Figueredo, Francisco M. Rubalcaba y Vicente García; a Jiguaní, Donato Mármol; a Bayamo, Francisco Vicente Aguilera, Pedro Figueredo y Francisco Maceo Osorio; a Manzanillo, Carlos Manuel de Céspedes, Jaime Santiesteban e Isaías Massó y otros representantes por Santiago y demás lugares. Esta reunión fue presidida por Carlos Manuel de Céspedes, por ser el de mayor edad entre los reunidos.
En dicha reunión se eligió un comité revolucionario que quedó integrado por Francisco Vicente Aquilera, Francisco Maceo Osorio y Pedro Figueredo, quienes fueron elegidos presidente, secretario y vice-presidente respectivamente, acordándose efectuar el levantamiento el 3 de septiembre de 1868, después de una amplia discusión en la que se manifestaron dos tendencias, una representada por Aguilera y los camagüeyanos, apoyados por el delegado de Holguín, que eran partidarios de aplazar el movimiento hasta organizarlo suficientemente y contar con los recursos indispensables, y otra que representaba Céspedes y varios delegados de Oriente, quienes llevados de su incontenible ardor patriótico, se mostraron partidarios de que se procediera con la mayor rapidez y obtuvieron la mayoría en la Asamblea.
Aguilera, Osorio, Figueredo y otros, apelaron a todas las razones y argumentos para aplazar la fecha, convencidos de que el plazo era demasiado corto; un mes justo.
Con el fin de asegurar el próximo alzamiento, Céspedes propuso "que en caso de que cualquiera de los agentes se viera en peligro inmediato de ser detenido por el gobierno, quedaba autorizado para rebelarse en armas, y todos los centros obligados a secundar el hecho". Esta proposición fue desechada. Finalmente, para perfilar mejor los problemas planteados, no discrepando en nada, se acirdó celebrar una entrevista definitiva, concluyente el día primero de septiembre, en el sitio que Aguilera estimara más seguro.
El día 1ro. de septiembre tuvo lugar la reunión en la hacienda Muñoz donde camagüeyanos y orientales acordaron el aplazamiento de la fecha de alzamiento para después de terminada la zafra, con el fin de recaudar fondos y el armamento necesario, nombrándose a Salvador Cisneros Betancourt para que hiciera nuevas gestiones entre los terratenientes habaneros en busca de cooperación y que Augusto Arango, en Las Villas, realizara idéntica propaganda.
El aplazamiento era impreciso: "para después de la zafra". Céspedes -que no participó en la reunión- Vicente García, Luis Figueredo y otros, se mostraron impacientes.
Aguilera, en una de las posteriores reuniones de la Junta, dijo serena y terminantemente, que puesto que imperativamente hacían falta muchos fondos, sin reservas ponía en la balanza de la causa todos sus bienes, todas sus propiedades, representadas por tres ingenios, numerosos cafetales y potreros con más de 35 000 cabezas de ganado, varios corrales, vegas y estancias y más de treinta haciendas con diez mil caballerías de tierra, el teatro de Bayamo, varias fincas urbanas de Bayamo y Manzanillo y más de 500 esclavos; todo lo cual tenía un valor no menos de un millón de pesos. Pidió Aguilera que igual sacrificio hicieran sus compatriotas. El producto de la renta de esas propiedades se pondría a la disposición de un comisionado, que en los Estados Unidos compraría lo necesario para fines de diciembre.
Inmediatamente Aguilera fijó un anuncio en el periódico "La Regeneración" ofreciendo en venta todos sus bienes y poco después ordenó a su apoderado general, para que activara la venta de sus propiedades.
Para transmitir las últimas noticias al impaciente Carlos Manuel de Céspedes fue comisionado Aguilera, quien sostuvo la necesidad de aplazar el alzamiento hasta diciembre, manifestando Céspedes que adolecía de influencia para contener los ímpetus de su gente, por lo cual Aguilera aceptó entrevistarse con los subordinados de Céspedes para demostrarles la conveniencia de esperar.
Esta entrevista se celebró el 3 de octubre en la hacienda "El Ranchón", de Manuel Calvar, y en la cual las razones de Aguilera no pudieron convencer al grupo partidario del inmediato comienzo de la guerra, logrando sólo que se plazara por veinte días la discusión del asunto de la fecha.
Dos acontecimientos internacionales ocurridos en setiembre de 1868 vinieron a demostrar a los revolucionarios cubanos la conveniencia de iniciar la lucha armada lo más rápidamente.
En Puerto Rico había prendido la revolución en violentas protestas que provocaron refriegas, muertes, ejecuciones oficiales y demandas a España, todas por la emancipación. El caduco régimen español estaba allí seriamente amenazado.
En España se inició un poderoso movimiento revolucionario que expulsó del trono a Isabel II, lo cual hacía imaginar que las convulsiones internas de la península impedirían sofocar rápidamente cualquier movimiento armado que se iniciase en Cuba.
No satisfechos los ardorosos partidarios de Céspedes con la fecha fijada para iniciar el movimiento armado se reunieron el 5 de octubre en el ingenio "Rosario" y acordaron lanzarse a la lucha el día 14 de octubre nombrando Jefe Superior de la Revolución a Carlos Manuel de Céspedes, quien entendía que "la hora era no solamente del patriotismo digno y desinteresado, sino de la acción, que ni la vacilación, ni la serenidad de juicio, ni la precisa lógica histórica o filosófica, jamás produjeron guerras, sino que forzosamente en éstas ha de imperar el apasionamiento que no advierte los obstáculos que va a derribar como alucinado".
A la junta del Rosario concurrieron: Carlos Manuel de Céspedes, Bartolomé Masó, Pedro y Francisco Javier de Céspedes, Juan Ruz, Emilio Tamayo, Juan Hall, Manuel de Jesús Calvar y otros.
Conocedor Francisco Vicente Aguilera de los acuerdos tomados en el ingenio Rosario y de la nueva Jefatura de Césedes, no opuso obstáculos a esto sino que inmediatamente comunicó a la Junta de Bayamo lo ocurrido y ordenó avisar a todos los Jefes a fin de que estuvieran listos para secundar el movimeinto en caso que se iniciara.
Esta actitud asumida por Aguilera, quien evidentemente había sino despojado de la Jefatura máxima que hasta entonces ostentaba, demuestra el grado de desinterés y patriotismo que lo poseía y coloca su figura como una de las más representativas de la verdadera nacionalidad cubana.
También quedó demostrado el carácter, y la indiscutible personalidad dirigente de Carlos Manuel de Céspedes como figura rectora del movimiento independentista, su fe inquebrantable en el triunfo; su decisión e intransigencia revolucionaria lo llevarían a convertirse en el líder indiscutible de la Revolución.