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Discurso en la clausura del Festival Juvenil Internacional Cuba Vive  (Fidel Castro)

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Discurso en la clausura del Festival Juvenil Internacional Cuba Vive, efectuado en el teatro "Carlos Marx"
AutorFidel Castro
Escrito en6 de agosto de 1995
Fuentehttp://www.cuba.cu/gobierno/discursos/1995/esp/f060895e.html


Queridos compañeros y amigos de fuera y de dentro:

Aquí, realmente —lo digo con toda sinceridad—, me parece que no falta nada por decir, todo se ha dicho, y se ha dicho mucho mejor de lo que podría decirlo yo; pero las presiones de los organizadores y de Viky, principalmente, me han hecho venir aquí a pronunciar unas palabras (APLAUSOS PROLONGADOS), y, para más inconveniente, con una voz que se ha declarado prácticamente en huelga. ¿Qué vamos a hacer?  No le podemos lanzar ni gases lacrimógenos ni empezar a reprimir la huelga con tanques de agua y todas esas cosas que vemos todos los días en otras partes.  Así que voy a seguir con ella, tratando de cumplir la tarea lo mejor posible.

Ahora tenemos dos grupos: uno, el que participó durante todo el día de hoy y conoce los temas abordados, lo que se ha dicho y, en fin, los argumentos, las ideas; y otro, el de los que no estuvieron presentes durante el día de hoy.

Tenemos, además, el honor de la presencia del cuerpo diplomático. ¡Qué dolor de cabeza ser miembro del cuerpo diplomático en un acto como este!  Lo sé por experiencia, porque si aplauden, dicen que aplaudieron; si no aplauden, dicen que no aplaudieron; si unos se ponen de pie y ellos se quedan sentados, dicen: Los diplomáticos se quedaron sentados. Así pasó cuando por ahí empezaron ustedes a exclamar "¡Cuba Vive!", y, claro, los diplomáticos por disciplina se quedaron sentados; pero no creo que ninguno de ellos no desee que Cuba viva (APLAUSOS).

Robertico en su intervención en la tarde de hoy hizo, realmente, una brillante exposición de los conceptos e ideas fundamentales que hoy tienen que ver con nuestra Revolución.  Pienso que Viky hizo también un magnífico discurso, quedaron muy pocos resquicios de qué hablar en esta noche.

Yo prefiero pensar, en primer lugar, en el mundo que les ha tocado vivir a ustedes, los jóvenes que están aquí representados, a los cuales me dirijo principalmente.  A nuestro juicio —es decir, a juicio de revolucionarios y de personas que no somos pesimistas, ni podemos serlo—, es un mundo muy difícil.

Se habla con alborozo de que estamos a unos años del año 2000 y se habla del próximo siglo.  Es muy lógico, lo menos que pierde el hombre nunca es la esperanza; pero tal como nosotros vemos las cosas, nos parece que a estas nuevas generaciones que ustedes representan, a los niños de hoy día, de Cuba y de todo el mundo, les va a tocar afrontar problemas muy serios en todos los sentidos, y no hablo ya solo de los problemas del medio ambiente.  Por primera vez, realmente, se ha cuestionado la posibilidad de que el mundo pueda sobrevivir al destrozo que está teniendo lugar en la naturaleza y en los medios de vida del hombre, de lo cual se viene hablando hace rato, pero que se hace cada vez más evidente, más visible, más preocupante.

Por ejemplo, del efecto invernadero famoso se habla ya hace algunos años, lo mismo que de la capa de ozono y otros problemas similares; sin embargo, estamos viendo los efectos invernaderos, ya Cuba los ve, los percibe, el mundo es testigo de lo que está ocurriendo:  unas olas de calor terribles en todas partes, casi 1 000 personas murieron en Estados Unidos de calor, y han muerto en Inglaterra, en casi toda Europa, en todas partes.

Los últimos años, según los récords, han sido los años más calurosos en 100 años, ya estamos viendo las consecuencias en estos efectos; pero no serían, ni mucho menos, los peores efectos.  Hay fenómenos atmosféricos de todas clases de comportamiento extraño.  Acabamos de ver un ciclón o huracán, que mientras cruzaba por la Florida dejaba unas lluvias copiosas en nuestro país, a cientos y cientos de kilómetros de distancia.

De cómo el hombre va destruyendo los medios naturales y los va sobreexplotando, hemos tenido pruebas recientes en el conflicto surgido entre Canadá y la Comunidad Económica Europea, por una especie llamada fletán negro —la conocemos porque hemos oído hablar mucho de ella en los últimos meses—, casi una guerra por los bancos de pesca del fletán.

Los lugares de pesca no solo allí sino en el Atlántico Sur y en otras muchas partes se están agotando; sin embargo, la población se acerca ya a los 6 000 millones de habitantes.  En el año 2000 famoso estará más o menos la población mundial a nivel de 6 000 millones de habitantes, si es que no ando equivocado, porque tengo tres aparatos de esos que me han regalado, y uno se puede sentar delante para ver cómo crece la población por segundo y por minuto.

Los fenómenos de la sequía se suceden en todas partes, o grandes sequías, o grandes lluvias —tremenda inundación en China— que causan tanto daño, que matan a miles de personas en otras partes del mundo, o largos meses sin llover. Comprobadamente los niveles del mar van subiendo cada año.

Quiero decir que ya el hombre está empezando a experimentar los efectos, de una manera clara, de la destrucción del medio ambiente.  Es aterrorizante escuchar el número de especies que se destruyen, especies vegetales y animales, todos los días en el mundo, y se ve, es visible el fenómeno.  Es claro que la humanidad creciente se enfrentará a problemas ecológicos tremendos, y ustedes serán testigos de eso.

Pero quiero referirme fundamentalmente a otro aspecto de la cuestión, el aspecto político, el aspecto social. ¿Ese siglo venidero de que tanto se habla, será acaso el siglo del hegemonismo unipolar, del dominio realmente de la política del mundo por un solo país o por un grupo de países? ¿Ese siglo será el llamado siglo de la globalización de la economía, del triunfo pleno y total de las empresas transnacionales, la imposición de un nuevo orden económico mundial mucho peor que el que tenemos hoy?

¿Qué quedará en ese mundo para los países que constituyen la inmensa mayoría de la humanidad, que constituyen las tres cuartas partes de la humanidad? ¿Qué garantía tienen, qué seguridad tienen? ¿Es que acaso van a competir con las tecnologías más modernas, más desarrolladas? ¿Cuáles van a ser sus mercados? ¿Qué será de los precios de sus productos? ¿Qué lugar tendrán en el mundo?  Y no se trata ya de los antiguamente llamados países del Tercer Mundo, se trata, incluso, de países que no estaban conceptuados como del Tercer Mundo   —Unión Soviética y antiguos países socialistas—, que han pasado, de hecho, a formar parte del Tercer Mundo en los índices económicos, en el Producto Interno Bruto, en sus posibilidades de competir, de encontrar mercados y que vienen a engrosar el número —pudiéramos decir— de pobres de este mundo.

Se acaban de acordar las normas que deben regir el comercio internacional contenidas en la llamada Ronda de Uruguay, el GATT —la Organización mundial de Comercio en la actualidad—, y ya, prácticamente, las grandes potencias en su comportamiento comienzan a ignorar esas normas.  Hemos visto cuáles son los métodos que ha utilizado Estados Unidos para resolver diferencias con Europa y diferencias con Japón, amenazas de guerras comerciales, de tarifas arancelarias elevadísimas, mediante lo cual va imponiendo sus condiciones al resto del mundo, incluso, al mundo desarrollado.

Han surgido teorías nuevas, ya no se trata del imperialismo, que es casi tan viejo como Matusalén, pudiéramos decir, en su forma moderna; aunque ya conocimos un imperio en la historia que duró muchos años, el Imperio Romano, cuyo Capitolio creo que sirvió de modelo, prácticamente, al Capitolio del imperio que hoy constituye Estados Unidos.

Antes se hablaba de imperialismo, se hablaba de colonialismo, de neocolonialismo, durante el proceso de la Revolución Cubana que comenzó en 1959. En el escenario internacional se insistía mucho en estas ideas, en estos conceptos, se estudiaban, se analizaban; ahora se habla de neoliberalismo y algunos pretenden que el siglo venidero sea el siglo del neoliberalismo.

Efectivamente, cuando se desploman el campo socialista y la Unión Soviética, todas estas teorías imperialistas surgieron con enorme fuerza: había llegado realmente la hora de ajustar cuentas, de apoderarse de la economía mundial, y todas las instituciones crediticias internacionales y las políticas de los países desarrollados impusieron ese neoliberalismo.  Ya empezamos a ver las consecuencias.

A mí no me resulta muy agradable mencionar países, ni siquiera quiero lastimar a ninguno de los aquí presentes o representantes de algunos países. Ustedes los mencionaron esta mañana y ya están apareciendo las consecuencias monstruosas del neoliberalismo en muchas partes.

Hace apenas dos años se hablaba de otros problemas: los problemas sociales que traía el neoliberalismo.  La queja universal de maestros, médicos, profesionales que venían aquí a Cuba a congresos, era la supresión de los créditos y de los presupuestos para educación, para salud, para seguridad social, para desarrollo social, para todas esas actividades; y todavía no se veía claramente la crisis económica del neoliberalismo, esa crisis que empieza a percibiese ahora en forma de índices de desempleo que en algunas partes se han triplicado en apenas dos años, o de grandes problemas financieros que arruinan a cualquier país de un día para otro, o de países con enormes recursos naturales y enormes ingresos, que están al borde de la explosión social por la batalla diaria entre los trabajadores, la policía y los cuerpos represivos, en Centroamérica, en Suramérica y otros sitios. Ya estamos viendo las consecuencias, y hay países que han planteado claramente que no van al neoliberalismo, que lo van a evitar a toda costa.

Hay amigos nuestros, personalidades importantes, que nos han enviado mensajes diciéndonos: "Nosotros no sabemos hacia dónde van ustedes" —una buena pregunta, y asociada a algunas de las inquietudes planteadas aquí—, "pero sí les aconsejamos que no vayan a donde nosotros estamos yendo", y se trata, en ese caso, de amigos que están envueltos en esta ola de neoliberalismo, y comprometidos con esa política.

Los efectos son tales ya, que hasta organismos internacionales, como el Fondo Monetario y el Banco Mundial, hablan de desarrollo social y hablan de dar créditos para el desarrollo social.  Han empezado a preocuparse seriamente por el polvorín que están creando en todas partes, y, muy especialmente, en América Latina; a pesar de los índices macroeconómicos de que hablan, la realidad de todos los días, es un enfrentamiento, una situación terrible y desesperada.

¡Hay que privatizarlo todo!  Bueno, ya lo han privatizado casi todo.  Resolvieron déficit presupuestarios con los ingresos de las privatizaciones, pero ya se acabaron las propiedades privadas del Estado; propiedades que se fueron creando durante decenas de años, están desapareciendo en virtud de esa práctica y de esa filosofía, ya no va quedando nada que privatizar.

Uno de los resultados de tales privatizaciones —lo estuve leyendo en un cable reciente— en un país suramericano que privatizó una fábrica de aviones, llegó una transnacional y lo primero que hizo fue reducir el número de trabajadores de esa industria de 1 200 a 400.  No se puede decir que por esa vía se van a resolver los problemas del desempleo.

Ahora los teóricos del neoliberalismo están inventando qué hacer para combatir el desempleo, lo mismo que las grandes instituciones bancarias hablan de qué hacer por el desarrollo social, y el problema esencial es uno: capitalismo y desarrollo social han sido, son y serán eternamente irreconciliables (APLAUSOS). Capitalismo y saqueo, saqueo dentro y fuera del país, son inseparables.  Capitalismo y desempleo son inseparables, si no que lo diga Europa.

Hay países en Europa que tienen más del 20% de desempleo y la famosa reconversión industrial para competir ha traído más desempleados, y hay países en Europa que han tenido que arrancar millones de matas de olivo, con las que se produce un excelente aceite sin colesterol, algo que tanto les quita el sueño a los ricos hoy día; los pobres no tienen prácticamente esos problemas de colesterol.

Decenas de millones de parras de uvas, decenas de millones de hectáreas de tierra sin cultivar, subsidio a los campesinos para no producir alimentos, millones de cabezas de ganado que se sacrifican para que suba el precio de la leche, declaraciones de la FAO de que la producción de cereales baja, con lo cual aumentará el precio de todos esos cereales que compran los países del Tercer Mundo, porque uno sabe que en los países tropicales el trigo no se produce; el maíz, incluso se produce en condiciones muy diferentes, que nos lo digan a nosotros, los cubanos, que tenemos ciclones, sequías, plagas, etcétera. Es en el clima de las zonas templadas donde se producen los cereales fundamentales.  Solo el arroz, que es de bajo contenido proteico, crece fácilmente en el trópico.

Matar a animales es asesinar hombres por hambre; destruir plantaciones, limitar y subsidiar la no producción de granos, ¿qué racionalidad tiene todo eso en un mundo que crece, que sufre problemas alimentarios cada vez más graves?  Tales noticias no son buenas para los países pobres del mundo.

Que si habrá TLC para toda América Latina enyugándola a la economía de Estados Unidos, ¡nadie sabe las consecuencias que tendrá todo eso!, pero hay países que si producían históricamente maíz, dejarán de producir maíz, porque hoy el maíz se produce más barato en Estados Unidos, no pueden competir con el maíz norteamericano. De tal manera que se están entretejiendo toda una serie de mecanismos y de planes que pueden hacer felices a aquellos que tienen un desarrollo hasta cien veces mayor que el que tienen otros países del mundo, posibilidades para competir, experiencias para competir, tecnologías modernísimas, recursos financieros para ofrecer créditos, para competir con el resto del mundo que carece de todo eso y que tendrá que enfrentarse a estos problemas en años muy próximos, porque ya se está enfrentando a los mismos.

En materia de información, ustedes lo mencionaron en una de las comisiones, el fenómeno de la producción audiovisual para la recreación es hoy día un monopolio casi exclusivo de Estados Unidos, que ha desplazado a Europa y a todo el mundo prácticamente de ese mercado, cuyos productos conocemos, algunos buenos, y una enorme masa de veneno de toda clase.

Hay muchos norteamericanos que empiezan a preocuparse de la cantidad de violencia que se genera y que se inspira en esos programas televisivos con abuso, como se ha dicho, de la violencia y del sexo.  Están discutiendo leyes y están hasta inventando mecanismos técnicos para ver cómo seleccionan las películas y cómo crean un sistema en cada casa en que no se puedan ver determinadas películas —debe ser bastante complicada la cosa—, y creo que eso lo puedan hacer las cadenas de televisión únicamente ayudadas por la electrónica y la computación, que es una ventaja extraordinaria con la que cuentan técnicamente.

Pero ellos están preocupados, ¿y quién se preocupa por nosotros, lo que nos envían a nosotros, lo que nos venden a nosotros?

Ahora se habla ya de las autopistas de la información, cuestiones nuevas que servirán para calzar, a través de la propaganda y a través de la influencia sobre la mentalidad humana, este orden económico que quieren imponerle al mundo. Son cambios importantes que han tenido lugar en estos 36 años de Revolución que hemos tenido el privilegio, realmente, de observar.

Pero es el hecho real que existen fundamentos sólidos para albergar la convicción de que este mundo que nos están diseñando para el próximo siglo no tiene porvenir alguno.  Entrará en crisis, tendrá que entrar en crisis, y en ese mundo es donde ustedes tendrán que tratar de llevar adelante las ideas contenidas en los análisis de las comisiones sobre educación, salud, medio ambiente, la mujer, el niño, la cultura, el empleo, la democracia y la participación.  Y yo no les digo estas cosas para desanimarlos ni mucho menos, sino para darles toda la razón en las cuestiones que ustedes plantearon aquí; porque se puede decir que en este Festival Juvenil Internacional lo que ustedes han hecho es elaborar un programa de trabajo, de lucha y un inventario de los problemas que tiene el mundo hoy.

A todo esto se dan fenómenos en determinados países importantes de una derechización de la política, un viraje hacia posiciones reaccionarias, no en todas partes, pero en unos cuantos países muy importantes, entre ellos Estados Unidos, que juega un papel decisivo en el mundo de hoy y lo jugará inevitablemente en el mundo de mañana; un viraje tremendo que asombra a quienes alguna vez tuvieron noticias e informaciones de la gran crisis de los años 30, de los esfuerzos que se realizaron en aquellos tiempos de Roosevelt por salvar el capitalismo, de las medidas con fines sociales adoptadas para disminuir el desempleo, para mejorar las condiciones de la gente, la educación, la salud.

Ha habido luchas dentro del propio Estados Unidos, durante muchos años, que dieron lugar a una serie de conquistas sociales, hay que decirlo: la lucha de la población negra de Estados Unidos por sus derechos, una lucha histórica; la lucha de las minorías nacionales, la lucha de los desempleados, la lucha de los pobres, la lucha de las mujeres para obtener una serie de avances.  Todo eso se ve claramente hoy en peligro como consecuencia de la derechización de la política de Estados Unidos, al extremo que se llega a posiciones realmente de extrema derecha.

Todos los días salen en los cables noticias de un acuerdo en el Congreso de Estados Unidos echando abajo tal medida, tal ley, tales presupuestos, tales recursos, todo.  No se sabe hasta dónde la población norteamericana resistirá eso, pero hay una guerra contra los avances sociales; incluso, las llamadas Acciones Afirmativas, que fueron medidas que se adoptaron para proteger a los sectores más débiles de la sociedad, los más vulnerables para que pudieran obtener trabajo y determinados beneficios, también esas Acciones Afirmativas las quieren echar abajo.

Sería largo explicar, pero hay fuerzas bien reaccionarias que se gestaron a lo largo de la guerra fría, y pensamientos políticos muy reaccionarios que tienen tremenda fuerza y tremendos recursos, y son los que explican estos fenómenos que están teniendo lugar en Estados Unidos, que no es hoy, ni mucho menos, un modelo de comportamiento, pero que puede ser mucho peor de lo que es.  Se trata del país que nos ha bloqueado durante todos estos años.

Pueden llegar a controlar el poder casi total en Estados Unidos la gente de extrema derecha.  Ese es un factor muy digno de tenerse en cuenta, porque puede ser que la situación para el mundo empeore y el imperialismo norteamericano se haga mucho más agresivo y mucho más dañino para el mundo.

Baste decir que con relación a las Naciones Unidas hay hoy dos concepciones: la de los que quieren utilizar a las Naciones Unidas como instrumento del imperio para "santificar" sus intervenciones en cualquier parte y su política internacional, pero utilizando esa hojita de parra, que se llama Naciones Unidas —se llama hoy las Naciones Unidas porque no fue así siempre—, y los que quieren desaparecer las Naciones Unidas para ejercer el poder imperial directamente en el mundo, los que quieren quitarse el estorbo de las Naciones Unidas (APLAUSOS).  Esas son las dos concepciones, repito: una, los que la quieren utilizar como instrumento; otra, los que la quieren desaparecer porque creen que les estorba. Son esos conceptos los que se están discutiendo.

Con relación a Cuba se discuten igualmente dos concepciones: la de los que quieren destruirnos desde fuera —es decir con más bloqueo, con más hostilidad, con más amenaza de agresión—, y la de los "nobles y bondadosos caballeros" que nos quieren destruir desde dentro, pero todos con bloqueo; las dos concepciones son apoyadas en el bloqueo.

Pero unos piensan: este bloqueo es suficiente, pero hay que añadir esto, esto y lo otro para desestabilizar y destruir la Revolución; incluso, tal como si nosotros fuéramos tontos o nos chupáramos el dedo, porque el famoso Carril dos de la Torricelli puede tener alguna virtualidad y algún efecto entre gente boba.  No hay que ser un genio, ni mucho menos, para saber que nosotros no nos podemos dejar atrapar por esa política, y de la misma forma hay que tener la serenidad suficiente para resistir la otra variante.

Si nos dicen que mañana la extrema derecha conquistó no solo el Congreso, sino también el gobierno de Estados Unidos, esos no nos van a asustar, ya hemos pasado por períodos parecidos, aunque estos pueden ser peores en cuanto a hostilidad y amenazas desde el exterior.  Y, como aquí decía Viky, ninguno de esos factores nos desalienta; pero son concepciones: hay concepciones para el mundo y hay concepciones para Cuba.

Cuba se ha vuelto, al parecer, importante, puesto que ya somos el único país bloqueado por Estados Unidos.  Se mantienen con relación a nuestro país las más duras restricciones; ellos pueden tener cualquier otra idea para cualquier otro país, pero para Cuba no quieren ceder hasta ahora.  Por eso hemos resistido 35 años, y yo decía que sí, que tenemos que estar dispuestos a resistir un tiempo semejante y más que ese tiempo; en definitiva, nuestro país por defender su independencia ha luchado casi 130 años, y pienso que los valores que nos legaron nuestros antepasados están muy presentes en nuestro pueblo.

Es conveniente que los amigos nuestros en el mundo sepan eso, también que nuestro pueblo lo sepa, y nuestro pueblo lo sabe.  Y a fuer de gente optimista, tengo la seguridad de que hay reservas en el pueblo, hay reservas en nuestro país, hay posibilidades en nuestro país de soportar todo eso, e incluso seguir avanzando.

Cuando digo que hay que resistir, siempre me vienen a la mente algunos ejemplos de lo que ha pasado en algunos países, y voy a recordar uno, haciendo una excepción: lo que ocurrió en Guatemala en el año 1954, hace ya 41 años.

Hubo un movimiento político revolucionario, una esperanza en América Latina y en Centroamérica; hubo una esperanza en el pueblo guatemalteco con una ley de reforma agraria, con ciertas medidas sociales, e inmediatamente se organizó en Estados Unidos una expedición mercenaria como la de Girón.

Invadieron el país, los revolucionarios guatemaltecos no tuvieron posibilidades de defenderse y derrotar aquella invasión, y se estableció un gobierno represivo, organizado y creado por la CIA y por el gobierno de Estados Unidos.  En estos 41 años, en ese país que no tiene 10 millones de habitantes —puede ser que los tenga ahora, en 41 años debe haber duplicado la población—, han desaparecido —¡algo increíble!— más de    100 000 personas.  Ese fue el resultado del triunfo mercenario.

¿Qué habría sido de Cuba si hubiesen triunfado en Girón en el año 1961? ¿Qué sería de este país si tuviera que soportar una contrarrevolución triunfante? La historia de la Comuna de París sería pálida al lado de eso.  Todos los cubanos sabemos lo que significaría dejar de luchar, dejar de resistir, y lo sabemos bien.  Creo que el día de ayer fue una prueba objetiva de eso, el espíritu demostrado ayer por nuestro pueblo aquí en la capital, donde tenemos más dificultades.

Ahora calculen.  Y eso no lo ocultan, porque la famosa Ley Helms-Burton —una más—, agresiva, repugnante, es tan brutal que prácticamente amenaza a nuestro país —como ha explicado Alarcón varias veces— con privar al pueblo de todo lo que tiene.  Prácticamente no le quedaría una escuela, no le quedaría un círculo infantil, no le quedaría un centro de educación de minusválidos, no le quedaría hospital, ni del médico de la familia quedaría nada; cuando vinieran a aplicar las medidas que les han exigido a otros países, es posible que al ciento por ciento de los médicos de la familia los dejaran cesantes, porque, ¿con qué y para qué les pagan?

Prácticamente todos los agricultores de este país perderían sus tierras, excepto algunos de los que ya fueran antiguos propietarios, y la inmensa mayoría son propietarios porque la Revolución les entregó la tierra.  Todas las UBPC, todas las cooperativas, perderían lo que tienen, todas sus propiedades.

En un país como Cuba, donde el 85% de las familias es propietario de su vivienda, en virtud de las leyes de la Revolución y de la obra de la Revolución, todas esas familias perderían la propiedad de las viviendas.  Es algo tan estúpido que nosotros casi estuvimos a punto de enviar un telegrama de agradecimiento a Helms y a Burton, y decirles: "Oigan, muchas gracias, miren que ustedes nos están ayudando."

Como ha dicho el mismo Clinton, de acuerdo con esa Ley Helms-Burton las indemnizaciones que tendría que pagar Cuba no serían 5 000   ó 6 000 millones por las que fueron propiedades norteamericanas.  Habría que discutir, además, es una cifra que no es nuestra cifra; y, bueno, si quieren hasta la aceptamos, pero faltaría pasar la cuenta de las decenas de miles de millones que nos deben de indemnización por el bloqueo (APLAUSOS). Hasta estaríamos dispuestos a pagar propiedades norteamericanas si nos indemnizan. Les iba a decir que según cálculos de Clinton, la ley mencionada exige pagar 100 000 millones al incluir las propiedades de cubanos que después se hicieron norteamericanos, y de acuerdo con la ley, el bloqueo seguiría hasta que no se pagaran los 100 000 millones. Parece que se dieron cuenta y algunos empezaron a hablar de que había que introducir algunas modificaciones, entre las muchas barbaridades; pero a nosotros nos da exactamente lo mismo. Sabemos lo que significaría que este país cayera de nuevo en manos de Estados Unidos, con ley y sin Ley Helms-Burton. Lo que dicen que ocurrió en Indonesia sería pálido, lo de Guatemala una bobería.

Pero lo último, lo inconcebible es creer que los cubanos harían como los esclavos que llevaban al circo romano y que decían: "¡Viva el César, los que van a morir te saludan!" Es como si hubiera un solo cubano aquí en disposición de decir: ¡Viva el emperador! o ¡Viva el imperio, los que van a morir vamos a doblar la cabeza para que nos liquiden!

Ellos tienen que saber que aquí no queda nadie que no empuñe un arma y combata hasta el final, hasta una muerte verdaderamente gloriosa; lo inglorioso es poner el cuello para que el imperio lo corte (APLAUSOS).  Ellos saben que eso no puede ocurrir y no ocurrirá jamás, a pesar de las idioteces que dicen —¡qué desprecio, qué desprecio!—; debieran enseñarles algo los años que lleva Cuba resistiendo y luchando, porque aquel destino no lo aceptará jamás.

Ustedes, nuestros amigos, comprenderán que tenemos razones sólidas, profundas, para pensar como pensamos; pero si no se tratara de defender la vida de cada ciudadano de este país, si se tratara solo de defender las ideas que defiende esta Revolución, vale la pena una y mil veces luchar hasta la muerte (APLAUSOS).

Los cristianos que en cierto momento de la historia fueron los primeros comunistas —porque, ¿qué eran los cristianos aquellos de que nos habla la Biblia, los cristianos de los primeros tiempos, que, como leímos o nos contaron tantas veces, enviaban al circo para ser devorados por los leones?—, se dejaban devorar por los leones pero no renunciaban a su fe cristiana.  Nosotros no seremos menos que ellos, porque creemos que los valores que significan las ideas que defendemos son comparables a las mejores ideas por las cuales los hombres hayan estado dispuestos a morir, y preferiremos siempre morir a renunciar a nuestra fe revolucionaria (APLAUSOS).

La Revolución es nuestra religión, lo cual no excluye que cualquier hombre, e incluso un revolucionario, pueda tener alguna otra. No esperamos un premio, porque creo que ser revolucionario —como dijo el Che— es el más elevado escalón de la especie humana (APLAUSOS).

Los revolucionarios no esperamos nada, lo que significa que el revolucionario debe entregarse y se entrega de manera total a una causa, a sus ideas, a sus objetivos nobles, sin esperar nada.  Yo diría, sin disminuir en lo más mínimo cualquier otra convicción, que eso es realmente lo que hace la verdadera convicción revolucionaria, la convicción más noble y más profunda que haya existido jamás, y me refiero a la convicción revolucionaria socialista y comunista, no estoy hablando de otras convicciones (EXCLAMACIONES Y APLAUSOS PROLONGADOS).  Les hablo, realmente, con el corazón.

Esto nos lleva a algunas de las cosas que se mencionaron aquí y que inquietaron, de las cuales en parte hablé el 26 de julio, sobre lo que estamos haciendo y cómo lo estamos haciendo.

Aquí le tocó al compañero José Luis, el agrio y duro papel de explicar lo que estamos haciendo, y cómo lo estamos haciendo, en el terreno de la economía para salir adelante.

Viky me contaba que era inquietud de muchos de los visitantes, la cuestión de los riesgos que extrañaban las medidas que estamos tomando.  En una de las resoluciones aparece esa inquietud expresada de manera clara en un párrafo.

Yo pienso que los que se inquieten tienen razón, en primer lugar, porque es tema y cuestión que preocupan.  Cuál será el efecto que tenga en el destino de la Revolución esta apertura que estamos haciendo, estas medidas que estamos tomando, y si como consecuencia de todo ello vamos a ser diferentes en el futuro a lo que somos hoy, si estas medidas nos van a corromper.

Hemos dicho que estamos introduciendo elementos de capitalismo en nuestro sistema, en nuestra economía, eso es real; hemos hablado, incluso, de consecuencias que observamos del empleo de esos mecanismos.  Sí, lo estamos haciendo.

Ya les hablé del mundo en que estamos viviendo, no se olviden de que nosotros somos una isla rodeada de capitalismo por todas partes, hasta por arriba; digamos, desde el espacio cósmico, porque eso está lleno de satélites y de no sé cuántas cosas más, sobre los cuales no tenemos absolutamente ninguna propiedad. Ustedes pueden tener la seguridad de que si un perro sale al parque a hacer sus necesidades, los satélites norteamericanos lo descubren, lo observan y lo retratan (RISAS Y APLAUSOS).

Tienen el mundo lleno de satélites espiándolo todo; claro, eso los hace dueños de las comunicaciones.  Si nosotros habláramos por teléfono con cualquier país y dijéramos cosas que no se deban decir por teléfono, seríamos grandes idiotas.  No hay conversación telefónica oficial de este país que no la capten; no hay conversaciones con personalidades políticas o con empresas de cierta importancia que no las capten.  Las captan todas, porque el bloqueo es mucho más que prohibir vender y comprar; no se imaginan ustedes lo que es el bloqueo.  El bloqueo es una persecución incesante contra toda actividad comercial que el país trate de realizar.

Aquí con los capitalistas que nos visitan —y ya, como dije recientemente, algunos vienen con sus hábitos de corrupción, pero hay muchos que son capitalistas serios. Quiero decir que no andan queriendo sobornar a la gente o haciendo trampas; discuten, hay que discutir con ellos mucho, porque, lógicamente, es la ley del capitalista, discute mucho toda negociación, cualquier cosa— hay que hablar bajito, al oído y decir: Oiga, no hable por teléfono a otro país sobre esto.

Cuántos no conozco yo que les hemos dado ese consejo y no le hicieron ningún caso, llamaron por teléfono, mandaron un fax o alguna cosa sobre un negocio, y a los pocos días tenían al embajador norteamericano en la casa, o al cónsul, o a un funcionario; pero muchas veces al embajador.

Cuando saben que hay cualquier operación, no crean ustedes que es fácil.  No, no, despreocúpense.  No sería tan fácil para nosotros ir al capitalismo porque los yankis se encargarían de evitarlo, no quieren (RISAS Y APLAUSOS).  Cuando digo yanki estoy empleando el sentido peyorativo a los que nos quieren mal, no como concepto aplicable jamás al pueblo norteamericano (APLAUSOS).

Ellos no quieren que nosotros hagamos ningún negocio, ni invirtamos en nada, ni consigamos un crédito, ni privaticemos algo, ellos no quieren nada de eso —nosotros sabemos bien que ellos lo único que quieren es la cabeza de todos nosotros, y ni siquiera se han molestado en discutir el precio (RISAS Y APLAUSOS)—, pero el bloqueo es algo serio, es una persecución incesante, lo encarece todo: las mercancías hay que buscarlas a miles de millas de distancia; los barcos no pueden parar en ningún puerto norteamericano, entonces el transporte es más caro; los créditos comerciales a corto plazo son carísimos, todo lo encarece al país, todo lo dificulta al país.  Ese es el bloqueo, realmente es mucho más que lo que parece. Y, claro, obstaculizan estas medidas que estamos tomando y que debemos tomar.

Realmente si nosotros hubiésemos sido uno de esos países que tienen abundantes recursos naturales, y los hay, y que tienen decenas y decenas de millones, o miles de millones en los bancos de los países desarrollados, porque consiguen los ingresos fáciles ...

Nosotros, por ejemplo, sabemos lo que es producir una tonelada de azúcar, cuánto hay que sudar.  Claro, cuando la Revolución triunfa, con  una tonelada de azúcar se compraban —no quiero equivocarme— como siete u ocho toneladas de petróleo, por lo menos.  De modo que hoy en Cuba, con el precio que tenía al triunfo de la Revolución, con un millón de toneladas comprábamos todo el petróleo que el país necesita.

Ahora, en los años del período especial, en estos años difíciles, a veces hemos tenido que comprar con 1 tonelada de azúcar solamente 1,4 toneladas de petróleo; casi se pusieron a la par el azúcar y el petróleo, ¡y miren que cuesta trabajo lograr una tonelada de azúcar!  Las transnacionales en muchas partes, incluso en el mar, llegan y logran, donde hay yacimientos importantes de petróleo, producciones a realmente muy bajo costo.

La crisis petrolera a pocos países en el mundo los afectó tanto como afecta hoy a Cuba, y hoy la mayor parte de lo que exporta el país tiene que dedicarlo a comprar petróleo; es decir que no resultan circunstancias fáciles para nosotros: exploramos, nos esforzamos, buscamos combustible nacional.

El período especial surge como una idea en los planes de defensa del país para casos de guerra: qué hacer si se produce un bloqueo total de Cuba por parte de Estados Unidos y no entra nada, cómo sobrevivir en esas condiciones.  Se llama período especial en época de guerra; pero el derrumbe del campo socialista y la desaparición de la URSS nos obligaron a conocer el período especial en época de paz, porque abruptamente, casi de la noche a la mañana, desapareció todo el comercio con el campo socialista y con la URSS.

Antes nos pagaban precios razonables por el azúcar, y no son los únicos; la misma Convención de Lomé no paga el azúcar al precio del mercado mundial, lo paga a un precio mucho más alto.  Nosotros decimos que el mercado mundial del azúcar es el basurero del azúcar, donde se paga muy barato todo el azúcar.  El propio Estados Unidos el azúcar que compraba antes se lo compraba a Cuba, y después, como represalia, de tres millones y tantos de toneladas que nos compraban por año la redujeron a cero.  Ellos las cuotas azucareras las pagan a un precio un poco más alto. Nosotros tenemos que vender nuestro azúcar a los precios del mercado mundial.

Perdimos todos los suministros de combustible de un día para otro, todos los suministros de materias primas, de alimentos, de piezas de repuesto para nuestras máquinas que eran de origen socialista, para nuestras fábricas.  Dos veces en la historia nos ha pasado eso: cuando empezó el bloqueo de Estados Unidos, casi todas las máquinas y los transportes eran de origen norteamericano, y ahora nos pasa lo mismo, porque lo que nosotros hemos sufrido es un doble bloqueo.  Las presiones de Estados Unidos sobre aquellos antiguos países fue tal, que se suspendió casi el ciento por ciento del comercio.

Todo eso tuvo que soportar nuestro país de la noche a la mañana, solo, sin ninguna institución bancaria mundial que nos prestara un centavo, ni el Banco Interamericano, ni el Banco Mundial, ni el Fondo Monetario, ¡nadie!  Tuvimos que arreglárnoslas solo con lo que teníamos.

Como decíamos hace poco: perdimos el 70% de las importaciones del país, y un país que había llevado la electrificación a más de un 90% de la población, se quedó de repente con el 40% del combustible que recibía.

Yo no sé si hay país en América Latina o en el mundo que hubiera podido resistir un golpe tan contundente como el golpe que recibió Cuba, y eso con el bloqueo recrudecido, porque mientras teníamos unas buenas relaciones económicas con el campo socialista y con la URSS nos defendíamos mucho mejor del bloqueo, produciendo azúcar y distintas cosas, en un comercio creciente con aquellos países, que se perdió abruptamente.

¿Creen ustedes que algún pueblo de América Latina habría podido resistir ese golpe? ¿Cuántos días? ¿Cuántas semanas, si acaso? ¿Podría una sociedad diferente hacerlo?  Eso tiene que ver también con otra cuestión de temas políticos que se abordó en "Democracia y Participación".

¿Podría Cuba resistir sin el sistema socialista, sin el sistema político y económico que había en nuestro país cuando se produce esta situación?

Les hablaba antes de la cuestión económica, y es mejor seguir un poco el orden que traíamos.

Nosotros perdimos toda posibilidad de obtener capital para invertir, tecnología, mercado, perdimos todos los mercados.  Realmente, ¿qué tenía que hacer una revolución verdadera en esas condiciones? ¿Qué tenía que hacer una revolución marxista-leninista?  Nosotros no tenemos ningún temor de pronunciar esa palabra (APLAUSOS).

Nosotros podríamos preguntarnos: ¿Qué habría dicho Marx?  Es casi seguro que nos hubiera dicho: Oigan, no se metan a hacer una revolución socialista en un país del Tercer Mundo, esperen que se desarrolle el capitalismo plenamente y entonces, en virtud del desarrollo de las fuerzas productivas y demás supuestos, llegará el momento de hacer la revolución socialista.  Eso es tal vez lo que nos habría dicho Marx.  Claro, habría que ver qué nos decía si le preguntábamos qué hacía, ya que habíamos hecho una revolución socialista aquí, en las puertas de Estados Unidos.  Creo que habría dicho:  Bueno, me alegro de haber tenido unos discípulos tan aventajados allá en el Caribe (APLAUSOS).

Ustedes saben que eso se discutió mucho, la cuestión del socialismo en un solo país si era posible o no, o el socialismo cuando ya se desatara la revolución en los países más industrializados; se pensaba en Alemania, en Inglaterra, en las naciones de Europa.  Eso se estuvo discutiendo un montón de años, pero Marx no se quedó en Marx, ni las doctrinas del socialismo se quedaron en Marx y Engels; vinieron otras grandes figuras, grandes personalidades del pensamiento político y revolucionario; vino Lenin, y hay que decir que Lenin y los que hicieron la Revolución de Octubre, todos creían que para hacer el socialismo era necesaria la revolución en Europa.  Llegó un momento en que no se produce la revolución en Europa y adoptaron la decisión que había que tomar: bueno, no podemos rendirnos, hay que construir el socialismo en un solo país.

Claro, decir un solo país es algo relativo, era un solo país como con 22 millones de kilómetros cuadrados —nosotros somos un solo país con  111 111, según dijo un geógrafo, para que los muchachos se acordaran de la superficie de Cuba en kilómetros cuadrados—, iniciaron la construcción del socialismo en medio del bloqueo, la enorme proeza histórica de construir el socialismo en un solo país.  Pero ya Lenin pensó en la revolución en China, la revolución en los países colonizados, le dio un tremendo impulso y enriqueció extraordinariamente el pensamiento marxista.  Y, efectivamente, se creó una fuerza que ha desempeñado un papel extraordinario en el mundo, sirvió de balance.

El mundo capitalista, aterrorizado por las ideas del socialismo, comenzó a preocuparse por los problemas sociales, por la situación de los trabajadores, etcétera, preocupaciones que no había tenido nunca.  No se sabe los servicios que prestó al mundo la existencia de un campo socialista y, sobre todo, la existencia de la Unión Soviética.

Recientemente estaban conmemorando el fin de la Segunda Guerra Mundial y, realmente, todo el mundo debió recordar, y recordaron, que la Unión Soviética tuvo 27 millones de muertos en aquella guerra.  Voy a decir más, sin el socialismo el régimen nazi se habría apoderado del mundo durante un tiempo imposible de precisar —serán los historiadores los que puedan hacer conjeturas—; pero fue, realmente, ese país socialista el que frenó, el que destrozó las mejores divisiones acorazadas y motorizadas de Hitler (APLAUSOS) y el país que ofreció resistencia —realmente los datos son irrebatibles—, porque aparecieron los tanques detrás de las líneas soviéticas y la gente siguió combatiendo.

En aquella guerra que se inició con técnicas y tácticas nuevas, la resistencia se desplomaba en cuestión de semanas. Digamos, los ingleses resistieron los bombardeos, que fueron muy fuertes y se atrincheraron tras la muralla marítima con su poderosa escuadra; otros países que no tenían una barrera natural de esa naturaleza y aquellos medios fueron invadidos y sometidos. Hablemos de los nobles yugoslavos, que tanto lucharon también contra las divisiones de Hitler, esa Yugoslavia hoy destrozada y envuelta en una guerra absurda, increíble, al parecer insoluble, víctima, realmente, de las ansias de disolver todo lo que oliera a socialismo.

La Unión Soviética resistió, creo que fue una gran proeza, y conocemos la historia de todos los errores y de todas las barbaridades —si queremos llamarlo todavía con una palabra más fuerte— que se cometieron en ese proceso y que fueron desde el culto a la personalidad hasta el terror, los abusos de poder y la colectivización forzosa.

Al socialismo había que perfeccionarlo, no destruirlo; los únicos que salieron gananciosos con la destrucción del socialismo fueron los países imperialistas.  Al principio la gran fiesta, ahora tiemblan muchos políticos occidentales porque no saben lo que va a pasar allí: es un país del Tercer Mundo, exportador de materias primas, con poderosísimas armas nucleares y con riesgos internos grandes, lo acabamos de ver en fecha reciente. ¿Para qué?  Creo que sí había que luchar por la paz, había que luchar por el desarme, y pienso que un mundo más sabio habría luchado por alcanzar a través de negociaciones lo que pudo conseguirse sin la disolución y sin la desintegración de la Unión Soviética.

Aquí se dijo que aquello ocurrió por errores de modelo.  No fue eso solo —no se puede describir en una palabra—, se dejaron penetrar desde dentro, se dejaron influir por la propaganda de la sociedad de consumo, olvidándose de que esta fue fruto del colonialismo y el saqueo de los pueblos durante siglos, se dejaron deslumbrar por el capitalismo, y hubo mucha gente que creía que a los pocos días iba a vivir como en París, Londres y todos esos lugares, es la realidad.  Ahí tenemos los resultados, hubo ingenuidad, hubo incapacidad, hubo de todo para destruir lo que millones de soldados hitlerianos no pudieron destruir, para destruir lo que costó 27 millones de vidas en aquella guerra, que bien valía la pena haber salvado los objetivos y los ideales por los que lucharon.

Digo que se habría podido concebir la paz; pero, bueno, hubo una competencia entre Estados Unidos y la Unión Soviética en la carrera armamentista.  Y todo el mundo conoce hoy que la estrategia de Reagan fue la estrategia de arruinar a la Unión Soviética, imponiéndole una carrera armamentista que iba más allá de sus posibilidades económicas.

No solo se equivocaron los dirigentes soviéticos, se equivocaron los dirigentes mundiales, porque no fueron capaces de luchar por una paz verdadera sin desintegrar países enteros, cuyas consecuencias no se sabe todavía cuáles serán. Hoy, por lo pronto, constituye un gravamen tremendo para la economía mundial, que tiene que buscar decenas de miles de millones adicionales todos los años para tratar de salvar allí la situación, sin que nadie sepa exactamente lo que va a ocurrir.

Allí ahora existe esa situación: una economía que estuvo integrándose durante más de 70 años se desintegró.  Volverá un día, no hay duda; se ve en muchos países, no en todos exactamente —se han desatado odios y sentimientos nacionalistas muy fuertes—, el deseo de volver a crear aunque sea un mercado común en aquellos países que formaron parte de la Unión Soviética.

Pero el hecho es que nosotros —como les decía— perdimos el mercado, perdimos el comercio, perdimos todo, y teníamos, sin embargo, que encontrar una solución.

Hablando de esto fue cuando pregunté qué nos habría respondido

Marx, y ahora pregunto qué nos habría respondido Lenin, y estoy seguro de que Lenin nos hubiera dicho: hagan lo que están haciendo, sigan haciendo lo que están haciendo. Decía por eso el 26 de julio que un verdadero marxista-leninista hace lo que estamos haciendo.

Ellos tuvieron que hacerlo, ellos tuvieron que ir a la nueva política económica, la famosa NEP, dentro de un período histórico.  Pero hay algo más, en ciertos momentos Lenin se planteaba la idea, incluso, de la construcción del capitalismo bajo la dirección del proletariado. Para tranquilidad de ustedes, desde luego, les digo que no tenemos pensado semejante cosa (APLAUSOS), y no es porque estemos en desacuerdo con Lenin, sino porque las circunstancias son diferentes, puesto que nuestro proceso, que pudo contar con la asistencia del campo socialista y de la URSS, ha avanzado mucho, cuenta con fuerzas muy sólidas y no tiene que plantearse la cuestión en esos términos.

Ya les decía, o trataba de decirles anteriormente, que si nosotros fuéramos un país de grandes riquezas petroleras u otros recursos semejantes, tal vez no hubiéramos ido al desarrollo del turismo en gran escala.  De memoria nos sabemos todas las consecuencias del desarrollo del turismo en gran escala; sin embargo, en las condiciones de nuestro país no podíamos prescindir de esto, como en las condiciones actuales de nuestro país no podíamos prescindir de la inversión extranjera.

Aunque antes del derrumbe del campo socialista habíamos pensado en ciertas formas de inversión extranjera para sociedades mixtas en ciertas ramas donde no había otra solución, estamos bien conscientes de que durante muchos años combatimos la inversión extranjera, estamos bien conscientes de que durante muchos años nos sentíamos orgullosos de que el pueblo fuera dueño de todos sus recursos, de todas sus industrias y de todos los bienes del país; sin embargo, en las condiciones actuales no podíamos prescindir de la inversión extranjera en un grado mayor porque necesitábamos capital, tecnología y mercados.  Son los factores determinantes, lo contrario sería la parálisis, el estancamiento durante mucho tiempo.

Todo eso lo pagamos caro.  Ya les digo que cualquier préstamo lo tenemos que pagar muy caro, tenemos que discutirlo todo en condiciones muy difíciles y frente a una resistencia de Estados Unidos muy grande; pero tenemos que hacerlo, no hay alternativa.

Algunos amigos nuestros nos han aconsejado que digamos que no, que hacemos esto porque es muy buena cosa.  Debemos decir la verdad, que iniciamos este camino fundamentalmente porque era la única alternativa para salvar la Revolución y salvar las conquistas del socialismo (APLAUSOS).

Teníamos que crear empresas mixtas en tiempo relativamente breve, teníamos que aceptar la inversión extranjera, teníamos que hacer lo que hicimos con la despenalización de la moneda convertible, y tengan la seguridad de que nos dolió mucho, muchísimo, hacer esto último.  Y estábamos conscientes de las desigualdades que creaba, de los privilegios que creaba; pero tuvimos que hacerlo y lo hicimos.

José Luis lo explicó, hoy funcionan prácticamente dos monedas, llegará el día en que funcione una sola moneda.  No hay que apurarse porque llegue el día ese, hay que trabajar con calma, con paciencia, hasta que funcionen únicamente monedas nacionales.  Tenemos ya el peso convertible, trabajamos en esa dirección. En las condiciones en que nosotros estábamos no podíamos renunciar a aquellas posibilidades.

Constituye, realmente, un privilegio grande para el que tiene un pariente en el exterior y le puede enviar 500 dólares, 1 000 dólares, lo que sea, disponer de eso cuando muchos humildes trabajadores en la caña, en la agricultura y en otros lugares, no disponen de esa posibilidad; pero tuvimos que hacerlo, tuvimos que adoptar medidas de ese tipo, que son las que sé que a ustedes les inquietaron.  Y no las hemos tomado como acción oportunista, las hemos tomado como una acción revolucionaria (APLAUSOS), y se lo hemos explicado a nuestro pueblo una vez y cien veces.

Cualquier ingreso que obtenga el país por cualquiera de esas vías  no es para enriquecer a nadie ni para ir a parar a los bolsillos de nadie, es para el pueblo hasta el último centavo para comprar alimentos, para comprar medicamentos, para comprar combustible para que hubiera luz eléctrica, para comprar materias primas indispensables para la producción, para que el país marche (APLAUSOS).  Y el país, cualesquiera que sean las dificultades, marcha, y marcha ordenadamente; y el pueblo, cualesquiera que sean los sacrificios, comprende que ese era el camino correcto, que ese era el camino revolucionario; y, desde luego, sin el bloqueo, aquí en este país se habrían invertido grandes cantidades.

Vean lo que ha pasado en China, vean lo que ha pasado en Viet Nam, ha sido un torrente de inversiones.  Aquí ha habido un torrente de gente interesada, pero ha habido una muralla tremenda que se opone a las inversiones en nuestro país.

En realidad, creo que es muy importante, sumamente importante, que hayamos hecho esto, como todo lo que hacemos, con el consenso del pueblo; de otra manera no se explicaría.

Ninguna de estas cosas que nos desagradaban dejaban de desagradar al pueblo, muy sensible, ultrasensible a cualquier desigualdad, a cualquier privilegio, porque en esas ideas lo educó la Revolución; pero también lo educó en la idea de que hay que salvar la patria, hay que salvar la Revolución, hay que salvar las conquistas del socialismo, hay que conservar la independencia y hay que mantener nuestro derecho al futuro.  Eso es absolutamente irrenunciable, y es realmente muy estimulante para todos nosotros el captar hasta qué punto el pueblo ha sido capaz de comprender todo esto.  Solo un pueblo con una cultura política como la que tiene nuestro país hoy día, habría sido capaz de comprender eso y habría sido capaz de luchar y de resistir.

¿Acaso estamos engañando a alguien?  No, no estamos engañando a nadie en absoluto.  Lo que sí podemos decir es que toda la tierra de este país está en manos de los campesinos cubanos y de los agricultores cubanos (APLAUSOS).  Lo que sí podemos decir es que todas las casas, casi todas las fábricas, todos los hospitales... Aquí no se ha privatizado un solo hospital, aquí no se ha privatizado una sola escuela (APLAUSOS), y el país es el dueño de la inmensa mayoría de sus riquezas (APLAUSOS).

Ahora bien, ¿qué íbamos a hacer?  Teníamos que escoger; antes que una fábrica se quedara parada, se deteriorara completamente, se perdiera, si en esa fábrica aparecía algún empresario capitalista que quisiera ser socio nuestro en la producción, no aceptar eso, no hacerlo, habría sido absurdo.  Cuando ocurrió el derrumbe del campo socialista muchísimas fábricas se quedaron sin combustible, sin electricidad, sin materias primas, sin piezas.  Si surge una forma en que aunque sea la mitad de esa fábrica quede en nuestras manos —y muchas veces queda toda la fábrica y las asociaciones que hacemos son de carácter   comercial—, debemos hacerlo, es lógico hacerlo, es racional hacerlo, es beneficioso para el pueblo hacerlo (APLAUSOS).

Nosotros no podemos guiarnos por el criterio de lo que nos guste o no nos guste, sino de lo que es útil o no es útil a la nación y al pueblo en estos momentos tan decisivos para la historia de nuestro país.

Si hay kilómetros de playa que pueden ser utilizadas y nosotros no tenemos el capital para construir los hoteles que hacen falta en esas playas y hacemos alguna operación, hacemos alguna sociedad mixta o admitimos una inversión, lo hacemos.

Los hoteles que hay en Cuba hoy son: o propiedad de Cuba, o de empresas mixtas, que no son ni siquiera muchos.  Ya digo: el trabajo de nuestros adversarios ha influido en que no sean más hoteles los que tengamos en eso; pero, a pesar de todo, en el período especial hemos hecho hoteles.

En el período especial, con nuestros propios recursos, hemos hecho importantes centros de investigaciones científicas, que es otra rama del país, y todos esos centros de investigaciones científicas son propiedad de la nación (APLAUSOS).  El país preservará todo lo que pueda ser preservado (APLAUSOS), y negociaremos todo lo que pueda ser negociado.

Todo el sistema bancario existente en el país es propiedad de la nación (APLAUSOS). Ya digo, prácticamente está todo en manos de la nación.  Pero si tenemos que introducir una determinada dosis de capitalismo, lo introduciremos; lo estamos introduciendo, con todos los inconvenientes.

Sobre esto voy a decir una cosa: puede llegar a haber una inversión, incluso, que sea ciento por ciento capitalista.  Si ese capitalista tiene todo el capital necesario, tiene el mercado, tiene la tecnología que nosotros no tenemos, puede haber casos, incluso, de una empresa ciento por ciento de capital extranjero; entonces, nos quedará en ese caso el empleo y los impuestos: tendremos que conformarnos con eso.

Es mejor que fuera nuestra la fábrica, completica; es mejor que todos los ingresos fueran del país y propiedad del país.  Sí, eso lo vimos ya, cuando todo fue del país.

A lo mejor tendrán que pasar 50 años, 100 años, o no sé cuántos, pero siempre que el país pueda quedarse con algo, debe quedarse; preservar algo, debe preservarlo. Eso como principio; pero no tenemos temor, ni tenemos complejo.  Creo que estamos haciendo lo que los revolucionarios deben hacer en este momento, porque lo otro pudiera ser un absurdo, un sueño, un imposible.

La clave de todo, compañeras, compañeros y amigos, la clave de todo es la cuestión del poder. ¿Quién tiene el poder, los latifundistas, los burgueses, los ricos? Aquí, desde luego, hablo de latifundistas porque es lo que teníamos antes; aquí hoy no hay latifundistas, los únicos latifundistas que hay aquí son los trabajadores de las cooperativas y de las Unidades Básicas de Producción Cooperativa, etcétera, son los únicos, y hay decenas de miles de pequeños agricultores independientes.

¿Quién tiene el poder? ¿Es el poder en mano de los burgueses, por los burgueses y para los burgueses? (EXCLAMACIONES DE: "¡No!") ¿Es el poder en manos de los capitalistas, por los capitalistas y para los capitalistas? (EXCLAMACIONES DE: "¡No!") La cuestión del poder es la clave.

Debo decir que, incluso, algunas de las cosas que estamos haciendo, es para buscar eficiencia económica; algunas de las cosas que estamos haciendo es para perfeccionar nuestro socialismo.  Resulta claro, señores, que es muy difícil socializar, colectivizar, por ejemplo, el arreglo de zapatos.

Hubo un momento en que aquí ocurrió tal lucha, que se nacionalizó todo; pero hay dentro de la sociedad, y habrá siempre, muchas tareas que son más propias de un individuo o varios haciendo esa tarea por su cuenta, que intentando el Estado realizarlas, realmente.  Hemos llegado a esa convicción.

Esto está asociado al trabajo por cuenta propia, que nace de determinadas necesidades y no únicamente para crear empleo o promover ingresos adicionales a los trabajadores, aunque estos sean objetivos fundamentales en las actuales circunstancias.

Entonces, antes de volver al tema anterior, voy a seguir con este de la cuestión del empleo.

Al quedarse sin materias primas muchas fábricas, o sin mercado interno o externo, se iba a producir un enorme número de desempleados. ¿Qué habrían aconsejado los teóricos del neoliberalismo?  Lancen a toda esa gente para la calle, cierren todas esas fábricas y envíen a millones de personas a pasar hambre, sin recibir nada. Nosotros no podíamos hacer eso.  Y no se quedó desamparado un solo trabajador, continuaron recibiendo su salario o una parte del mismo cuando no había contenido de trabajo para ellos.  Si sobraban aquí, tratábamos de buscarles otro empleo en otro sitio.  Empleos tenemos, pero no todo el mundo está dispuesto a ir a cualquier empleo y, sin embargo, les manteníamos una protección a los trabajadores.

Si la producción decae bruscamente y la masa de dinero continúa circulando y creciendo, se produce un fenómeno para nosotros que era muy perjudicial y que no se podía soportar indefinidamente.  En los primeros momentos, ayuda a las dificultades iniciales aplicar el principio de que nadie quedara desamparado; pero como consecuencia de esto empezábamos a nadar en dinero, era un mar de dinero el que estaba en la calle y había que empezar a recoger ese dinero, porque aunque la inmensa mayoría de la gente en estos años ha trabajado por espíritu patriótico, pudiera decirse, realmente siempre hay un tanto por ciento que no tiene la misma actitud y cuando empieza a sobrar el dinero en la casa para las cosas que pueden comprar, que estaban normadas, si están normadas, si había dos trabajando, uno empezaba a dejar de trabajar, y a lo mejor era una maestra, una profesora, una enfermera, un personal técnico que se necesitaba en la fábrica, o en los servicios, en las escuelas, en los hospitales.

Vamos a suponer que en un hospital empiece a faltar la gente, aunque un 80% del personal vaya allí disciplinadamente, un 20% no tenga ninguna necesidad de dinero, no albergue el suficiente espíritu de sacrificio, la suficiente comprensión, la suficiente conciencia y empieza a faltar.

Cuando en un hospital empiezan a faltar enfermeras, o técnicos, o trabajadores que contribuyen allí a la higiene, empieza el hospital a tener problemas, y ocurre lo mismo en una escuela y en otros muchos servicios.  Todos esos problemas los confrontamos en ese mar de dinero y hubo que empezar a recoger ese dinero, a aplicar una política de austeridad muy grande, de ahorro, a reducir déficit, a reducir subsidios, porque ya la situación era tal, que por un dólar le daban a cualquier persona 150 pesos.

Empezamos a tomar medidas, pero no fueron ucases dictados desde arriba.  Había que aumentar precios de productos no esenciales, había que cobrar impuestos, había que suspender algunas gratuidades, y todas esas medidas se discutieron en la Asamblea Nacional, y después de discutidas en la Asamblea Nacional fueron discutidas con los trabajadores una vez, y después volvía a la Asamblea Nacional, y luego volvía a discutirse con trabajadores, con estudiantes, con campesinos; no quedó un solo sector aquí con el que no se discutiera una vez, dos veces, tres veces y hasta cuatro veces explicándole, y se adoptó un conjunto de medidas a partir de la discusión y del consenso del pueblo.

Por sectores empezaron a aplicarse y los resultados son palpables, se han recogido en un año alrededor de 2 700 millones de pesos, de más de 11 000 millones que había. Empezaron a aparecer personas que se habían retirado del trabajo y volvieron al trabajo, al hospital, a la escuela, a los demás servicios; porque había que crear en la población una necesidad de dinero y de salario, o si no los servicios, la producción, todo, empezaría a deteriorarse seriamente.  Lo importante fue el método y los resultados son estos que les expliqué, en materia de recogida de dinero.

Pero algo más, hoy con un dólar difícilmente a alguien le den más de 35 pesos. Podemos decir que somos uno de los pocos países en el mundo en que el peso se ha reevaluado (APLAUSOS), y vamos empezando a obtener beneficios de esas medidas que hemos ido tomando, van impulsando la economía, nos están preparando realmente para enfrentar la situación. ¿En nombre de quién?  En nombre del pueblo. ¿Para quién?  Para el pueblo.

Por eso vuelvo a la idea que interrumpí hace unos instantes. ¿Quién tiene el poder? Esa es la clave, porque si lo tiene el pueblo, si lo tienen los trabajadores, no los ricos, no los millonarios, entonces se puede hacer una política en favor del pueblo, respetando los compromisos que se hayan acordado con determinadas empresas extranjeras, respetando a todo el mundo y los intereses de todos, pues no pensamos nacionalizar a nadie.

Cada negocio que se ha hecho ha sido mediante un contrato en que todo está estipulado, los años que dura, todo eso; pero mientras el pueblo tenga el poder lo tiene todo.  Para hoy, para mañana o para pasado mañana, para el año 2020 ó 2050 ó 2100, lo que el pueblo no debe perder jamás es el poder (APLAUSOS PROLONGADOS).

Esta idea clave está asociada a la cuestión de democracia y participación.  Si nosotros decimos: miren, tenemos la opinión de que nuestro sistema político es mejor que cualquiera de los que hay en cualquier parte, habría gente que se sonreiría, le parecería una broma; están tan acostumbrados a las toxinas políticas, como el fumador empedernido que se fuma cuatro cajetillas diario o diez tabacos, están acostumbrados a la nicotina, otros a lo mejor a la heroína, otros a la cocaína, la marihuana o a cualquiera de esos productos.  Sistema histórico de los que nos quieren aplicar a nosotros en nombre de no se sabe qué principio, porque hasta mediado de este siglo el mundo estaba lleno de colonias, entonces en Occidente no se hablaba mucho de derechos humanos ni se hablaba mucho de la democracia representativa.

Recuerdo de muchacho un mapa del mundo: Africa, las posesiones inglesas estaban de color rojo, las francesas de otro color; entre Francia e Inglaterra las tenían casi todas —con perdón de los embajadores aquí a los cuales respeto y aprecio.  Hablo del pasado, embajadores, no del presente—, y veía el mapa y no había un solo país independiente, no me acuerdo de alguno; los colores españoles, los colores belgas, los colores portugueses, los colores franceses, los colores ingleses. Iba al Asia y era lo mismo; China tenía colores propios pero todo el mundo sabe que era una semicolonia.

Hasta hace 50 años sabíamos lo que prevalecía en el mundo, y fue después de la Segunda Guerra Mundial que empieza el movimiento de liberación de las colonias. América Latina sabemos lo que era, sin excepción, incluidos nosotros en eso, "yes men" o "yes sir", como decía Robertico esta tarde.  Las órdenes venían y, en general, no se discutían, se acataban y se cumplían; sin embargo, teníamos colores propios en el mapa.  Después, la guerra fría y toda la demagogia sobre democracia representativa, distintas cosas, distintas teorías surgidas de la lucha contra la Revolución y el socialismo.  Los aliados que vivían bajo regímenes de espantoso terror estaban, por supuesto, excluidos.

Ahora, no diría que nuestro modelo tenga la pretensión de ser un modelo útil para todos. No, no se me ocurriría decir eso. Creo que nuestro modelo o muchas de sus experiencias pueden ser útiles para determinados países; creo, además, que cada país debe crear su modelo, y debe tener derecho a crear su modelo, y no puede venir nadie en nombre de nada a querer imponer el modelo que le dé la gana a cualquier país (APLAUSOS PROLONGADOS).  Es como si nosotros le dirigiéramos un mensaje a la Reina de Inglaterra planteándole que allí debe haber una república, porque si no, de lo contrario, establecemos un bloqueo contra Gran Bretaña; o nos dirigiéramos a su Santidad, el Papa, y le planteáramos que allí había que crear una cámara de representantes o un senado o un voto universal de todos los sacerdotes del mundo.

Cito estos ejemplos porque demuestran lo absurdo que significa que haya tanta gente viniéndonos a decir a nosotros qué es lo que tenemos que hacer.  Bueno, pues hemos aprendido a decir: ¡No nos da la gana! Ya (APLAUSOS).  A veces es inútil razonar y vuelven con la misma receta, la otra y la otra.  Lo que nosotros decimos es que nuestro modelo es bueno para nosotros, simplemente eso, y no defendemos nuestro modelo, defendemos nuestro derecho a tener un modelo. Ahora, si quieren, comparamos y se acabó (APLAUSOS).

Una de las tragedias de este hemisferio cuando sus luchas por la independencia es que le fueron a traer modelos europeos y el modelo norteamericano. Aquí no solo nos trajeron el modelo sino que nos trajeron hasta el Capitolio —no sé si ustedes habrán pasado por ahí, fue calcado del Capitolio de Washington—, y hoy es un centro de investigación científica, porque nuestra Asamblea Nacional se reúne en el Palacio de las Convenciones, o aquí, no en aquel Capitolio.  Ya es histórico el Capitolio, ya lo vemos hasta como una joya arquitectónica y pertenece a la Habana Vieja, y hasta ingresos de divisas produce el Capitolio; pero es centro de ciencia y técnica, biblioteca, tiene montones de cosas aquello que estaba lleno —con todo el respeto para algunas excepciones— de bandidos y de ladrones de todas clases (APLAUSOS Y EXCLAMACIONES DE: ¡Fidel, aprieta, que a Cuba se respeta!).

Todos los días hay un escándalo en el mundo, en Europa, en América Latina, en Asia: que si los partidos robaron, que si los partidos recibieron millones, que si los votos se compraron, que si las grandes transnacionales y las grandes empresas dieron tanto, tanto y tanto.  Y yo les diría, como regla general, a las democracias representativas más flamantes de este mundo: el que esté libre de pecado que lance la primera piedra (APLAUSOS).

Ahora, ¿hay alguna asamblea de las flamantes democracias que no tenga un solito millonario, que no tenga un solito multimillonario, que no tenga tremendo lobby de las grandes empresas y de las grandes transnacionales? ¿Hay alguna que no haya gastado un centavito en unas elecciones, que no haya reunido su dinerito de una forma o de otra?

¿Cómo se puede ser representante sin dinero? ¿Hay alguna asamblea en el mundo que pueda decir que ni uno solo de esos representantes —y nosotros tenemos más de 500— no se gastó un solo centavo en la campaña? ¿Hay alguna de esas flamantes democracias representativas?  Y no quiero hurgar mucho para no ofender.

En nuestro país tenemos una Asamblea con características que no tiene ninguna otra: en nuestro país no postula el Partido. ¿Hay algún país en que los partidos no postulen?  Pues hay uno, que se llama Cuba (APLAUSOS). ¡Postula el pueblo! ¡El pueblo!  Digamos, es una especie de democracia ateniense, si no fuera porque en Atenas había patricios y esclavos.  Los patricios tenían todos los derechos, los esclavos ninguno; otras categorías de ciudadanos no los tenían.  Por cada hombre libre tenían allí, por lo menos, dos esclavos; un 30% sería los que tenían derechos políticos.  Una democracia griega sin esclavos y sin ciudadanos privados de derechos públicos.

Es el pueblo quien se reúne.  Allí, en la circunscripción, se reúnen hombres y mujeres de carne y hueso y proponen a los candidatos a delegados de circunscripción; y son los que los eligen, y son esos delegados de circunscripción los miembros de las asambleas municipales, y son los que postulan a los diputados a la Asamblea Nacional, no es el Partido.  La Asamblea Nacional elige al gobierno.  No se llenan las calles de pasquines, de letreros, de toda esa inmundicia que vemos por ahí por el mundo cada vez que hay una campaña electoral.

En nuestro país impera el principio de que el pueblo postula y el pueblo elige. Hay muchos países llamados democráticos en que es el partido el que postula: pone una lista, ya sabe que el uno, el dos, el tres de la lista, de acuerdo con algunas encuestas, van a ser electos diputados y nada más.  Son los partidos los que postulan, y en nuestro país no intervienen.  No hay multipartidismo pero hay millonaripartidismo, porque cada uno de los 11 millones de habitantes de este país tiene derecho a postular y a elegir (APLAUSOS).  A nadie le dicen: "propón a este", "propón al otro", "vota por este", "vota por el otro", todo el mundo lo sabe aquí de memoria.

¿Y cómo puede explicarse el milagro de que el 97,1% vaya a votar? ¿Y qué vemos por el mundo?  Esa cifra no la tiene nadie.  Ahí no hay el más mínimo fraude, y son los pioneros los que cuidan las urnas. ¿Hay algún país donde no esté el policía o el soldado con bayoneta calada cuidando urnas para que no se las roben de un lugar para otro, cambien los papeles, cambien los votos y cambien todo?  Si hasta los periodistas extranjeros son los primeros que están al lado de la urna cuando están contando los votos.

¡Ah!, si aparece una consigna contrarrevolucionaria, una sonrisa de este ancho —en algunos, otros no—, para ver cuántos votos blancos, cuántos votos contrarrevolucionarios y todo eso; para verlos ahí.  Van allí, están presentes, no hay ninguna restricción para controlar la fiscalización de las urnas.

Es el sistema nuestro, y la gente va a votar.  Y en Estados Unidos, ¿por qué no van a votar?, va la mitad.  Eligen al presidente con el 25% de los votos. ¡Flamante democracia!  Y de ahí, se olvidó el ciudadano, lo puedes meter hasta en una guerra nuclear y ni se entera.  Se levanta por la mañana, lee el periódico y se entera que están invadiendo no sé qué país (APLAUSOS PROLONGADOS).

¡Ah!, eso sí.  Eso sí porque el señor presidente anda con una carterita.  Bueno, los de las potencias nucleares andan con carteritas. Recuerdo cuando los tiempos de la guerra fría que yo me preguntaba:    ¿Y si el momento de las crisis sorprende al hombre en el baño? (RISAS.) ¿Y si por casualidad ese día se acordó de su mujer? (RISAS.) ¡Oiga!  La carterita, y la respuesta rápida.  Ni el emperador romano tenía ese poder.  Una carterita con que empieza a disparar cohetes, porque da la señal. ¡Muy representativa esa democracia!  No hay dudas de que es una maravilla, señores.  Por eso es que nadie va a votar, ni creen en las elecciones, ni creen en la gente, ni creen en los políticos.

En el mundo hay una crisis de confianza en los partidos políticos, y hay mucha gente que se postula por su cuenta él solo y sale.  Ahora, ¿puede un humilde agricultor, puede un humilde maestro, puede un humilde profesor, sin un centavo en los bancos, ser diputado o senador, por ejemplo, en Estados Unidos? ¿Puede? ¡Qué diferencia!  Aquí nuestros diputados no tienen un solo centavo, ni necesitan dinero, y tienen que obtener más del 50% de los votos válidos para ser electos. Entonces, la gente cree, vota.

Las últimas elecciones fueron un ejemplo.  En medio del período especial, la cantidad de gente que votó y la forma en que votó fue impresionante, realmente. ¿Por qué vamos a cambiar eso? ¿Por qué vamos a fragmentar el país en mil pedazos? ¿A quién le conviene que fragmentemos este país en mil pedazos?  Como ocurre en algunos países del antiguo campo socialista: 25 partidos, 35 partidos, 45 partidos, y a uno le dan deseos de decir: bueno, eso ya no es concepción múltiple de partido, es partida pero de locos (RISAS Y APLAUSOS). Una cosa increíble.

Ahora, ¿por qué ha resistido Cuba?  Por su sistema socialista, por su sistema político.  Los que auguraban el derrumbe, vean lo que ha ocurrido al cabo de cinco años. A Cuba se le respeta más, mientras más resista (APLAUSOS), y Cuba está dispuesta a conquistar todo el respeto del mundo; ni aprenderemos a chuparnos el dedo, ni esperamos que nunca nos convirtamos en idiotas.

Este pueblo, entre sus cualidades, tiene no solo la de ser alegre, jaranero, rebelde; este es un pueblo listo.  Realmente, digo de gente inteligente; pero sería mejor decir de gente con inteligencia cultivada, porque hay muchos inteligentes en el mundo que no han tenido oportunidad de aprender a leer y a escribir.  Por una característica nacional, la gente es lista, piensa, reflexiona; no se puede subestimar a nuestro pueblo.

Este es nuestro sistema. ¿Por qué nos lo van a cambiar? ¿Para qué nos lo van a cambiar?, repito.  Lo que tenemos es que perfeccionarlo, que es lo que estamos haciendo y es lo que hicimos con las últimas reformas a la Constitución.

Hay algunos que dicen: "No, hay que adoptar medidas para el tránsito." ¿Cuál tránsito?, si ya nosotros hicimos el tránsito.  Hace 36 años hicimos el tránsito y todos los cambios que había que hacer (APLAUSOS). ¿Tránsito a qué, hacia el capitalismo?  No, no habrá tránsito hacia el capitalismo (APLAUSOS).

Aquí se decía que ni es el cielo ni es el infierno.  Bueno, pues digamos que es el purgatorio (RISAS), donde se dice que va la gente allí, con un poco de paciencia y alguna influencia de acuerdo con los rezos y demás cosas que puedan hacerse por las pobres almas que estén en el purgatorio para ir al cielo.

Dicen que del purgatorio se sale, pero que del infierno no se sale nunca (APLAUSOS).  Y si nosotros estamos en el purgatorio, no vamos a regresar al infierno; del infierno salimos, por lo menos de Satanás nos escapamos (RISAS Y APLAUSOS), esperando tranquilos nuestro momento de alcanzar el cielo. ¿No es así, Robertico, no es mejor? (RISAS), porque en la resolución lo decían más o menos: Ni es tan bueno como dicen, ni tan malo como lo pintan.  Voy a decir la verdad: Yo creo que somos bastante mejor de lo que nos pintan nuestros enemigos y un poco menos buenos de lo que dicen nuestros amigos; es decir, no somos tan perfectos y estoy de acuerdo totalmente.

Honradamente, no podría decir que estamos en la mitad del camino al cabo del tiempo que lleva la Revolución en este país y después de la obra que ha realizado nuestro pueblo, después de haber resistido estos cinco años, después de habernos enfrentado al gran coloso del Norte, en un mundo que se volvió unipolar, y cuando nos quedamos solitos, quiero decir, sin apoyo prácticamente de ningún otro país.  Creo que tiene un mérito.

Si se tiene sentido de la historia y la juventud es suficientemente capaz —y creo que será más que suficientemente capaz—, entonces la historia tendrá que consignar la gran proeza, la gran página que nuestro país está escribiendo en este momento (APLAUSOS).

No seremos el cielo, pero tendrán que darles una medalla olímpica, a ustedes, no a nosotros, porque de ustedes depende, sobre todo de la nueva generación, que nuestra Revolución llegue hasta donde tiene que llegar, a ese cielo de que hablábamos hace un rato, con el cual yo sé que Robertico está en desacuerdo, porque ha dicho ya como tres veces que lo perfecto sería lo más aburrido del mundo, ¿no? (RISAS); pero pensar que lo perfecto exista, Robertico, es lo más iluso del mundo, porque lo perfecto de hoy ya mañana no es perfecto. ¿No dijo aquel filósofo griego que nadie se baña dos veces en el mismo río? (RISAS.) Así que la perfección de hoy es la imperfección de mañana.  Está bien, debemos ser modestos, debemos ser humildes, pero no debemos subestimarnos. Es lo que pienso, y estoy defendiendo no la parte que me toque a mí en esta cuestión, donde tengo mucha culpa de muchas cosas, o de errores que puedan haberse cometido, los estoy defendiendo a ustedes (APLAUSOS).


Queridos compañeras y compañeros; estimados amigos:

¿No querían ustedes que yo hablara?  Bueno, pues ya hablé (APLAUSOS Y EXCLAMACIONES DE: "¡Fidel! ¡Fidel!").

Me uno a los que han expresado su más profunda y cariñosa gratitud, a todos ustedes por la presencia; de verdad que nos sentimos honrados, nos sentimos felices, nos sentimos estimulados.

Seguiremos ahora nuestra lucha con más confianza que nunca, sabiendo que hay tanta gente noble y buena en el mundo que nos comprende, nos desea éxitos, nos quiere ayudar y pone un granito de arena aquí y allá.

No olvidaremos este encuentro, y estaremos listos y a las órdenes de la juventud en el mundo, si hace falta, como les dijimos ayer, organizar no un festival internacional sino un mundial (APLAUSOS).  Ahora han venido unos 1 200, 1 300, con 10 000 se hace uno mundial. Hay capacidad de organización en nuestro país.

Tenemos una excelente juventud, ustedes lo han visto en estos días.  Ellos han organizado todo, realmente.  Recabaron la ayuda y la colaboración de cuanta persona podía cooperar con ellos; pero fueron ellos los de la idea, los de la organización. Si ha habido éxito, es justo que le hagamos un reconocimiento a la capacidad de organización de nuestra heroica juventud (APLAUSOS PROLONGADOS Y EXCLAMACIONES).

Después de lo que les he explicado hoy, nada tiene de extraño que termine yo también diciendo con mucha convicción:

¡Socialismo o Muerte!

¡Patria o Muerte!

¡Venceremos!

¡Volveremos a vernos!

(OVACION)