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La estrategia del Moncada: entrevista con la televisión Sueca  (Fidel Castro)

De ProleWiki, la enciclopedia proletaria

La estrategia del Moncada: entrevista con la televisión sueca
AutorFidel Castro
TipoEntrevista
Editora empleadaRevista Cuba Internacional
Lugar de la presente ediciónSantiago de Cuba
Año de la presente edición2 de diciembre de 1977
Fuentehttp://www.fidelcastro.cu/es/entrevistas/la-estrategia-del-moncada-entrevista-con-la-television-sueca

Por primera vez en forma impresa Cuba Internacional ofrece una amplia selección de las conversaciones en las que Fidel Castro narra su propia evolución política y hace interesantes declaraciones sobre las acciones históricas de las que fue promotor y guía. El Presidente del Consejo de Estado cubano realizó un recorrido por las zonas orientales del país donde hace más de veinte años tuvieron lugar los hechos que dieron origen a la Revolución. En el antiguo cuartel Moncada, la playa Las Coloradas, las regiones serranas del Pico Turquino y La Plata, Fidel habló extensamente con los periodistas suecos que le acompañaban, los que filmaron para la televisión de su país el diálogo, cuyos fragmentos más importantes se reproducen en esta edición, que da inicio al año en que se conmemora el 25 aniversario del asalto al cuartel Moncada.

I Los orígenes

La conciencia del hombre se puede elevar por encima de sus intereses de clase

PERIODISTA: Comandante, usted ayer en la Granja Siboney nos habló de su formación ideológica, de su evolución ideológica y política en tiempos de la Universidad. Yo quería hacerle una pregunta un poco anterior a eso, es decir, ¿cómo ha pasado de ese tipo de educación que usted recibió en ese tipo de familia hasta esa evolución ideológica, porque en ese discurso a los intelectuales que usted hizo, usted utilizó una imagen muy fuerte, muy viva, que decía que la educación burguesa era como un molino de piedra, que casi lo podía triturar a uno mentalmente para siempre? Eso me llamó mucho la atención, queríamos preguntarle algo sobre eso.

CMDTE. EN JEFE FIDEL CASTRO: En realidad, mi procedencia... Yo nazco en el seno de una familia de terratenientes, pero no tenía una estirpe de terratenientes. ¿Qué quiere decir esto? Mi padre era un campesino español de familia muy modesta, que viene a Cuba a principios de siglo como emigrante español.

Comienza a trabajar en condiciones difíciles. Era un hombre emprendedor, se fue destacando, llegó a ocupar cierta posición dirigente en los trabajos de principios de siglo. Fue acumulando algún dinero y fue adquiriendo algunas tierras. Es decir, tuvo éxito en los negocios y llegó a ser propietario de unas cantidades de tierra, si mal no recuerdo alrededor de mil hectáreas. Cosa no muy difícil en los primeros tiempos de la República. Después arrendó otras tierras. Y cuando yo nazco, realmente nazco en el seno de una familia que pudiéramos llamar terrateniente.

Ahora, por otro lado, mi madre era una campesina muy humilde, muy pobre. Por eso no existían las tradiciones de lo que pudiéramos llamar una oligarquía en el seno de mi familia. Pero no obstante, objetivamente, la posición social nuestra en ese momento era de una familia que tenía recursos económicos relativamente abundantes. Era propietaria de tierra y tenía todas las comodidades -pudiéramos decir- y los privilegios propios de una familia terrateniente en nuestro país.

La educación mía en los primeros años, los primeros meses casi pudiéramos decir... Yo aprendo a leer y a escribir en la escuela pública del lugar donde nací, en pleno campo. Después me llevaron a Santiago de Cuba cuando apenas tenía 5 ó 6 años. Pasé trabajo, pasé hambre; pasé hambre a pesar de que mi familia remuneraba la pensión donde yo estaba en Santiago de Cuba, pero por una serie de circunstancias, éramos un grupo relativamente numeroso de muchachos allí, pasamos bastante trabajo en ese período.

PERIODISTA: Es decir, que no tuvo una infancia privilegiada realmente.

FIDEL: Cuando estaba en mi casa sí, cuando me trasladaron a Santiago no. Puedo decir así que pasé hambre, que me quedé prácticamente descalzo, que tenía yo mismo que coser mis zapatos cuando se me rompían.

PERIODISTA: Eso explica muchas cosas.

FIDEL: Y estuve en esa situación algo más de un año. Se puede decir que en esa ocasión conocí la pobreza.

¿Puede haber influido eso en mí? Realmente no sé, no puedo asegurarlo. Después de eso ingresé... Me enviaron a una escuela privada de Santiago de Cuba que era regida por una orden religiosa, los Hermanos La Salle. Ahí estuve aproximadamente cinco grados. Después me mandaron a una escuela de los jesuitas. Y así hice la enseñanza primaria, y toda, la enseñanza preuniversitaria en escuelas de ese tipo. Eran escuelas de familias relativamente privilegiadas.

Ahora, ciertos factores contribuyeron a desarrollar en mí un cierto espíritu de rebeldía. Pudiéramos decir que me rebelé en primer término contra las  condiciones injustas en la casa de la familia donde me llevaron a los 5 años. En las propias escuelas a donde me enviaron sentí también un impulso de rebeldía contra ciertas injusticias en la escuela.

Podemos decir que durante el período de mi infancia, aproximadamente tres veces sentí la sensación de cosas que me parecían injustas y que estimularon en mí un sentimiento de rebeldía. Esos factores pudieron haber contribuido a desarrollar un carácter relativamente rebelde. Ese espíritu de rebeldía puede haberse manifestado también después en mi vida ulterior.

Mis relaciones sociales de muchacho, en las vacaciones en la escuela, eran con los niños muy pobres del lugar donde yo vivía.

PERIODISTA: Comandante, ¿usted querría desarrollar más ese punto?

FIDEL: Puedo decir que a pesar de la situación económica de mi familia, siempre -en el campo donde yo nací me relacioné con los hijos de las familias más humildes, porque no había una tradición aristocrática en mi familia. Tercero, que el proceso de mi niñez y mi adolescencia me llevó más de una vez a adoptar una actitud de oposición y de rebeldía contra cosas que creía que eran injustas.

Aunque recibimos esa educación propia de esos colegios particulares, también hubo en la formación nuestra, la preeminencia de ciertos principios de rectitud.

Ahora, en toda esa fase de mi vida tal vez se fue desarrollando un carácter, se fue desarrollando un espíritu, pero no adquirí ninguna conciencia política. La conciencia política que me ayudó a interpretar la vida, me ayudó a interpretar el mundo, me ayudó a interpretar la sociedad y me ayudó a interpretar la historia, la adquirí como estudiante universitario. Principalmente, cuando entré en contacto con la literatura marxista, que ejerció en mí una extraordinaria influencia, y me ayudó a comprender las cosas que de otra forma no habría comprendido jamás.

De modo que, yo puedo decir que la conciencia política mía la adquirí por estudio, por análisis, por observación; no por origen de clase. Pero no creo de ninguna manera que el origen de clase sea un factor insuperable, creo que la conciencia del hombre se puede elevar por encima de su origen de clase.

II EL MONCADA

Del cuartel a la montaña

Escogimos este lugar, porque nosotros teníamos que buscar un punto donde concentrar el personal antes del ataque del Moncada, entonces estudiamos las distintas direcciones. Y buscando, encontramos esta casa, con una pequeña parcela de terreno, que la alquilaban. Y entonces, analizados todos los factores, decidimos escoger esta casa, que estaba a unos cuantos kilómetros del cuartel por una carretera, bastante directo.

Se alquiló la casa, pero teníamos que buscar algún elemento para disfrazar esto. El plan que hicimos fue simular una granja avícola, por eso ustedes ven algunas de estas instalaciones, que parecen instalaciones para la avicultura, pero que en realidad servirían para esconder los automóviles. Entonces algunos meses antes alquilamos esta casa. Se preparó con algunas cosas adicionales bajo el pretexto de que era una granja avícola.

PERIODISTA: Tengo entendido que estaba cerca la casa de uno de los militares batistianos, que eso disminuía, de cierta manera, la sospecha.

FIDEL: Es posible. Pero no fue ese el factor principal: el factor principal es que estaba aislada, que estaba en esta carretera que conducía directamente a las proximidades del cuartel, y era uno de los lugares disponibles, porque no era fácil encontrar una casa.

Entonces, esta casa sirvió, primero, para concentrar las armas, y por último, para concentrar el personal. Esto había que hacerlo en condiciones de clandestinidad. Por eso había que tomar todas las medidas. Incluso había un vecino que vivía ahí, frente a esta casa, un campesino. Se hizo amistad con él y todo, pero él nunca sospechó que esta casa tenía un propósito revolucionario. Había un compañero del Movimiento que vivía en Santiago de Cuba, era el único de Santiago de Cuba, porque no queríamos reclutar personal de Santiago para disminuir los riesgos de que pudiera haber alguna indiscreción. Por eso, en Santiago sólo teníamos un cuadro que ayudó en el alquiler de esta casa; después para esta casa vino uno de los jefes del Movimiento, y se instaló aquí en Santiago de Cuba. Y durante varias semanas estuvimos concentrando las armas aquí.

PERIODISTA: Pero ninguno de los asaltantes sabía realmente el objetivo hasta el último momento.

FIDEL: No. La Dirección del Movimiento sí, un grupo de tres compañeros, que era una especie de ejecutivo de la Dirección del Movimiento. Y el compañero de Santiago también tenía idea del objetivo, puesto que a él se le dieron instrucciones de observar el cuartel, de hacer una exploración sobre el cuartel.

PERIODISTA: De ahí fue de donde partieron los vehículos que fueron a atacar el cuartel.

FIDEL: Desde aquí, sí. Aquí se concentraron las armas. El 26 de julio era domingo, y desde el sábado por la noche se fueron concentrando aquí en esta casa.

PERIODISTA: ¿Y el recorrido es más o menos el mismo?

FIDEL: El recorrido es varios kilómetros no recuerdo exactamente ahora cuántas. Esta carretera sale a una avenida, la avenida al cuartel, y tácticamente era el lugar mejor para esa operación. Y aquí se disimulaba esto con el pretexto de que se estaba fundando una granja avícola en este lugar. Y realmente todo el mundo creyó que había una granja avícola, por lo menos los pocos vecinos que estaban enfrente. Por ahí todavía vive el vecino que estaba frente a esta casa en aquellos tiempos.

Tenía algunas matas de mango… Yo no sé si después han sembrado algunas; pero en general era este el ambiente de la casa.

PERIODISTA: Pero aquí no se hizo ningún entrenamiento; aquí sólo se hizo la concentración.

FIDEL: Aquí no se podía hacer entrenamiento porque era muy arriesgado; el entrenamiento lo hicimos en La Habana. Aquí sólo se fueron acumulando las armas y había una sola persona en Santiago de Cuba que conocía de esta casa. A pesar de que Santiago de Cuba era una ciudad muy rebelde, muy revolucionaria, nosotros, para guardar la discreción del plan, pues no reclutamos a nadie de Santiago para el asalto.

PERIODISTA: A pesar de todo eso una de las cosas más admirables del Movimiento, que ahora refleja la historia, fue cómo se pudo mantener esa organización clandestina bajo un régimen de tal represión, una organización tan amplia.

FIDEL: Era muy difícil, realmente era difícil, puesto que en aquella época los revolucionarios no tenían organización, no tenían experiencia militar.

PERIODISTA: Pera el 26 sí la tenía.

FIDEL: Bueno, nosotros… Había mucha gente organizándose en aquel período. El grupo nuestro yo creo que en aquella época reclutó más combatientes que todas las demás organizaciones. Además, era un grupo muy discreto; pero, además, no sólo era discreta par la calidad de la gente sino por el método de organización que teníamos. Estábamos organizados en células. Nadie tenía contacto, unas células con otras. El grupo de dirección era de mucha confianza, y seguíamos las reglas de la clandestinidad. Porque en aquella época había muchas elementos revolucionarios y hablaban y conversaban. Eran indiscretos. Casi todo lo que se hacía en aquella época contra Batista se sabía.

PERIODISTA: Y toda esa importación de armas de la gente de Prío y todo eso que se iba haciendo...

FIDEL: Sí. Porque la gente de Prío tenía dinero y nosotros no teníamos dinero; ellos tenían armas y nosotros no teníamos armas. Por lo tanto, nosotros teníamos que hacer las cosas con mucho cuidado. Ellos hacían propagandas con las armas. Pudiéramos decir que hacían política con las armas.

PERIODISTA: ¿Y no pudieron conseguir de aquellas armas ustedes?

FIDEL: En realidad, tratamos de conseguir un poco. Y nosotros les habíamos infiltrado la organización de ellos. Teníamos 360 hombres infiltrados en la organización de ellos, con el objetivo de tratar de tomar las armas. Pero parece que fue demasiado ambicioso nuestro plan, y en un momento dado ellos sospecharon de aquella gente un poco.

PERIODISTA: Pero todos los hallazgos de armas que iba haciendo la policía de Batista por esa época eran...

FIDEL: Eran armas de ellos, del antigua gobierno, que tenía mucho dinero porque había robado mucho.

PERIODISTA: Pero eran armas sembradas por ellos mismos en algunas ocasiones, por la policía, paquetes con...

FIDEL: No, yo creo que no. Los dirigentes de los partidos políticos tradicionales y del gobierno que estaba en el poder, que había sido desalojado por Batista, tenían mucho dinero. Y compraron armas y pudieron introducirlas en el país por distintos procedimientos bastante ingeniosos, y las trajeron. Ellos no tenían masa, ellos no tenían combatientes; tenían dinero, tenían armas, pero no tenían hombres. Y ellos trataban de hacer un esfuerzo por reclutar gente del pueblo. Y en ese período nosotros tratamos de filtrarles algunas gentes en la organización de ellos, con el objetivo de ocupar las armas.

PERIODISTA: Pero el Movimiento sí tenía bastantes efectivos ya en aquella época...

FIDEL: Bueno, nosotros llegamos a entrenar más de mil hombres. En esa época nosotros teníamos alrededor de mil 200 hombres.

PERIODISTA: Pero aparte de los entrenados, ¿la organización era bastante amplia?

FIDEL: No era tan amplia, no era muy amplia, aunque su base sí era la base de aposición y de odio al régimen de Batista. Pero los militantes, los hombres organizados  y entrenados llegaron a ser alrededor de mil 200 hombres, porque había una oposición bastante generalizada al gobierno de Batista. Muchos de ellos eran de origen ortodoxo3, muchos de los combatientes del Moncada, pero eran ya gente de extracción muy humilde; es decir, era una organización al margen de aquellos partidos políticos. Yo seleccioné la gente principalmente entre los sectores humildes del pueblo. Nuestra gente fue seleccionada en sectores humildes del pueblo, de entre los que tenían una actitud de oposición a Batista.

PERIODISTA: Pero muchos militantes del Movimiento, tenía entendido que eran provenientes de la ortodoxia...

FIDEL: Eran provenientes de la ortodoxia porque era un partido popular con bastante ascendencia en el pueblo, pero un poco heterogéneo. El Partido Ortodoxo se componía principalmente de gentes humildes, obreros, campesinos  y gente de pequeña burguesía. En aquella época la alta dirección de ese partido estaba en manos de gente ya de la clase dominante, realmente.

PERIODISTA: Y la juventud del partido donde usted militaba...

FIDEL: Había una juventud combativa, pero los líderes oficiales del partido ya estaban más o menos comprometidos, no voy a decir con una posición de clase sino que estaban ya adaptándose al sistema, podemos decir. Yo organizo a la juventud de ese partido, pero aparte de la... oficial. Yo hice un trabajo en la base con los jóvenes principalmente de extracción humilde del pueblo. No había dirigentes oficiales de ese partido en la organización nuestra.

PERIODISTA: Fue un trabajo político, ideológico, ya que se hizo…    

FIDEL: Sí, fue un trabajo político-ideológico.

PERIODISTA: Pero todavía no se hablaba de ideas socialistas en esa época.

FIDEL: Todavía no se hablaba de socialista en esa época. En esa época pudiéramos decir que el objetivo principal del  pueblo era el derrocamiento de Batista. Pero ya la extracción social de todas aquellas gentes que nosotros reclutamos propiciaba el adoctrinamiento político.

Por lo menos el grupo, el pequeño grupo que trabajó en la organización del Movimiento era gente de ideas muy avanzadas. Nosotros teníamos cursos de marxismo. Y el grupo de Dirección, durante todo aquel período, estudiamos marxismo. Y pudiéramos decir que los principales dirigentes de la organización eran marxistas ya.

Dentro de una concepción marxista

PERIODISTA: Después de la muerte o el suicidio de Chibás se fue agudizando, digamos, la diferencia entre la dirección del partido y la juventud...    

FIDEL: Yo puedo decir lo siguiente: Chibás era un líder carismático, de mucho apoyo popular, pero no se caracterizaba por un programa de reformas sociales profundas. Digamos que su programa en aquella época se circunscribía a algunas medidas de tipo nacionalista frente a los monopolios yanquis, y principalmente medidas contra la corrupción administrativa, contra el robo. Era un programa constitucionalista, y luchaba a favor del adecentamiento público. El programa de Chibás estaba lejos de ser un programa socialista.

Podíamos señalar que en aquella época ese programa respondía a las ansias de la pequeña burguesía, que ya tenía contradicciones con el imperialismo, que se resentía del exceso de explotación de los monopolios existentes en el país, y su bandera principal era la lucha contra la corrupción pública, contra el robo, contra la malversación. Pero ya dentro de la masa de ese partido había una izquierda. Podríamos decir que nosotros éramos la izquierda de ese partido. No era muy numeroso tampoco, pero estaba integrada por compañeros procedentes de la Universidad, que en la Universidad habían podido tener contacto con las ideas socialistas, con el marxismo-leninismo, y habíamos adquirido ya una conciencia política mucho más avanzada.

De modo que cuando se produce la muerte de Chibás existía un gran partido de masas sin dirección. Y la dirección era una dirección reformista. Y dentro de esa masa había ya un grupo que teníamos ideas mucho más avanzadas. En dos palabras: yo en aquella época, al final de mis estudios universitarios, ya tenía una concepción marxista de la política. En el tiempo de la Universidad, mis contactos con las ideas marxistas fueron los que me hicieron adquirir a mí una conciencia revolucionaria. Ya a partir de ese momento toda la estrategia que yo elaboré políticamente estaba dentro de una concepción marxista.

Cuando se produce el golpe de Estado del 10 de marzo, ya yo tenía una formación marxista. Pero nos encontramos con la situación de un país donde se produce un golpe de Estado, donde el partido que tenía más base popular era un partido que estaba mal dirigido, sin orientación. Yo tenía ya idea revolucionaria práctica, concreta, desde antes del golpe del 10 de marzo.

PERIODISTA: Y el PSP, el Partido Socialista Popular, ¿tenía alguna estrategia elaborada?

FIDEL: El Partido Socialista era pequeño, relativamente pequeño; para la América Latina era un partido grande, pero estaba muy aislado. En aquellas circunstancias, toda la época del macartismo, del anticomunismo había logrado, digamos, bloquear al Partido Comunista. Yo no era un militante del Partido Comunista, porque por mi educación, mi origen de clase... Yo llego, a la Universidad y es en la Universidad que yo adquiero ya una conciencia revolucionaria. Adquiero una conciencia revolucionaria, pero por ese período estaba ubicado ya dentro de un partido que no era un partido marxista, sino un partido populista, podemos decir. Pero yo veo que aquel partido tiene una gran fuerza política de masas, y entonces empiezo a elaborar una estrategia para llevar a esas masas hacia una posición revolucionaria, desde antes del golpe de Estado del 10 de marzo. Ya yo tengo la idea clara de que la Revolución hay que hacerla tomando el poder y hay que tomar el poder revolucionariamente. Ya en aquella época, antes del golpe de Estado, yo adquiero esa convicción.

Desde luego que antes del golpe de Estado la estrategia que personalmente yo elaboraba era una estrategia de acuerdo con aquellas circunstancias. Era una época política, parlamentaria. Entonces yo estoy ya dentro de ese movimiento. Las primeras ideas de una Revolución yo las concibo incluso desde el Parlamento, pero no para hacerla a través del Parlamento. Yo pensaba utilizar el Parlamento para proponer un programa revolucionario.

PERIODISTA: ¿Por eso se postuló usted?

FIDEL: Pensaba precisamente utilizar el Parlamento para proponer un programa revolucionario, y alrededor de ese  programa movilizar las masas y marchar hacia la toma revolucionaria del poder. Desde de entonces, desde entonces, ya yo ni estoy pensando en los caminos convencionales, en los caminos constitucionales desde antes del 10 de marzo.

Cuando se produce el 10 de marzo, fue necesario cambiar toda aquella estrategia. Ya no había necesidad de utilizar los caminos constitucionales.

PERIODISTA: ¿Pero el 10 de marzo se produce no tanto para impedir una revolución, sino para impedir que tomara el poder el reformismo en Cuba, o un partido más o menos progresista, o ... ?

FIDEL: Me parece a mí que en realidad el 10 de marzo se produce para impedir el triunfo de un partido progresista en Cuba, no para impedir el triunfo de un partido revolucionario. Esa es la realidad. Ellos tratan de impedir un movimiento progresista, pero podemos decir que históricamente crearon las condiciones para producir un movimiento revolucionario. Pero en las condiciones de Cuba, yo creo que era posible incluso promover una Revolución aun antes del 10 de marzo.

Antes del 10 de marzo ya yo era comunista, pero el pueblo todavía no en comunista, la gran masa todavía no respondía a un pensamiento político radical, la gran masa en esa época respondía a un pensamiento político progresista, reformista, pero no era todavía un pensamiento comunista.

PERIODISTA: Además, en eso influía también todo el problema del anticomunismo, del macarthismo.

FIDEL: Mucho, mucho, porque nosotros éramos una colonia económica y además ideológica de Estados Unidos. Pero yo adquirí esa conciencia como estudiante universitario.

Armas a crédito

PERIODISTA: Comandante, ¿es de ese lugar exactamente de dónde se montaron aquí en los carros y en los autos que fueron?

FIDEL: Por ahí hay un pozo donde guardamos las armas, porque las armas nuestras las conseguimos en las armerías, eran armas de caza: fusiles 22, calibre 22, y fusiles escopetas de caza, para cazar patos, para cazar palomas. Pero no eran armas inofensivas, puesto que nosotros compramos un gran número de escopetas automáticas, para las cuales adquirimos cartuchos no para cazar patos, sino para cazar venados y para cazar jabalíes. Es decir que, como armas, no eran armas inofensivas realmente.

Pero Batista se sentía tan seguro que en aquella época funcionaban las armerías y las tiendas de armas. Ellos se sentían muy seguros dentro de su poder militar.

PERIODISTA: Pero armas de guerra no había.

FIDEL: No, no había armas de guerra.

No, pero nosotros por lo menos algunas armas eficientes podíamos adquirir, y las adquirimos legalmente, legalmente adquirimos las armas nuestras. Nosotros teníamos unos compañeros que estaban disfrazados de cazadores y de gente burguesa, y entonces tenían sus carnés, y ellos compraron en las armerías.

Hay que decir que fue tan eficiente el trabajo que conseguimos que las armerías nos dieran crédito, y  las últimas armas las compramos a crédito casi todas.

PERIODISTA: Y luego las metieron en un pozo aquí.

FIDEL: La mayor parte vinieron el día antes aquí el viernes, víspera del 26 de Julio, compramos la mayor parte de las armas, y se trasladaron en ómnibus, en tren, para acá. Armas de guerra propiamente, teníamos unos 3 ó 4 fusiles. Nuestras armas eran fusiles calibre 22, o calibre 12; escopetas automáticas, una sola ametralladora, que teníamos un M-3, que se utilizaba de entrenamiento en la Universidad, porque nosotros utilizamos mucho la Universidad para entrenar a la gente.

PERIODISTA: Pero luego tuvieron que salir de ahí llegado el momento no entendí.

FIDEL: En esa época había muchas rivalidades entre las organizaciones juveniles. Los estudiantes en aquella época, muchos de ellos, pensaban que ellos eran los herederos de las tradiciones revolucionarias; pero nuestro movimiento había conquistado el apoyo de unos cuantos cuadros universitarios, y ellos nos facilitaron la Universidad para el entrenamiento de nuestra gente. Es decir, nuestro movimiento era popular, no era universi-tario; pero algunos compañeros en la Universidad, principalmente Pedrito Miret; que hoy es del Buró Político, que era el responsable de entrenamiento en la Universidad... Ellos entrenaban a todo el mundo, pero entonces nosotros logramos la adhesión de algunos de esos compañeros que trabajaban allí, esencialmente Pedrito Miret, y utilizamos la Universidad para entrenar a nuestra gente, que era de extracción popular, no universitaria.

PERIODISTA: Comandante, ¿y entonces de aquí salieron?

FIDEL: Aquí concentramos las armas y aquí concentramos el personal que iba a atacar el cuartel Moncada. Ciento treinta y cinco hombres se reunieron aquí en la madrugada del día 26 de julio, mientras otro grupo estaba en la zona de Bayamo. Porque militarmente nosotros pensábamos tomar el Moncada y Bayamo, para tener una vanguardia organizada en la dirección principal del contraataque posible de Batista.

PERIODISTA: Comandante, ¿pero la estrategia del Moncada era tomar ese campamento para armar luego al pueblo y seguir una guerra?

FIDEL: Nosotros pensábamos ocupar las armas del campamento, pensábamos hacer un llamamiento a la huelga general de todo el pueblo, partiendo de la situación de descontento y de odio hacia Batista, y pensábamos utilizar las estaciones nacionales de radio para un llamamiento a la huelga general. Si no se lograba la paralización del país, el objetivo nuestro era después ir hacia las montañas para librar una guerra irregular en las montañas.

Los azares de la historia  

PERIODISTA: Así que el plan de la guerrilla ya lo tenía elaborado.

FIDEL: Tenía dos variantes. Una, tratar de provocar un levantamiento nacional para el derrocamiento de Batista. Caso de no lograrse el levantamiento nacional, o  en  el caso de que Batista pudiera reaccionar con fuerzas superiores y atacarnos aquí en Santiago de Cuba, la idea nuestra era, con las armas del cuartel Moncada, marchar a las montañas y librar la guerra irregular en las montañas. Fue exactamente lo que hicimos tres años después. La estrategia que elaboramos para el Moncada fue la misma que nos condujo después a la victoria, sólo que en la segunda ocasión no comenzamos por el Moncada, sino comenzamos por la Sierra. Hicimos la guerra en la Sierra, y al final liquidamos a Batista con esa misma estrategia en esencia.

De modo que la estrategia del Moncada fue la estrategia que seguimos -en rasgos generales- después, y con la cual derrocamos a Batista. Pero no fue en ese momento.

Ahora, estoy convencido de que si hubiéramos podido tomar el cuartel y ocupar las armas, y hubiéramos iniciado en ese entonces la guerra contra Batista, habríamos liquidado a Batista antes. Ahora, habría que ver si la correlación de fuerzas en 1953...

Yo pienso que si hubiéramos liquidado a Batista en 1953, el imperialismo nos habría aplastado; porque entre 1953 y 1959 se produjo en el mundo un cambio en la correlación de fuerzas muy importante.

PERIODISTA: La guerra fría estaba todavía en pleno auge.

FIDEL: Y el estado soviético era todavía relativamente débil en esa época. Y hay que ver que a nosotros nos ayudó decisivamente el Estado soviético, que en 1953 no lo habría podido hacer. Esa es mi opinión.

Es decir, un triunfo en 1953 posiblemente habría sido frustrado después por el imperialismo. Pero seis años más tarde, era el momento preciso, muy ajustado, en que un cambio en la correlación de fuerzas del mundo nos permitía a nosotros sobrevivir. Tal vez en 1953 no habríamos sobrevivido, si hubiésemos triunfado.

PERIODISTA: Se hubiesen radicalizado y...

FIDEL: Pero habiendo triunfado en 1959, hubo una oportunidad de sobrevivir. Esa es mi apreciación.    

PERIODISTA: Una oportunidad.

FIDEL: Sí, sí, una oportunidad.    

PERIODISTA: Eso es significativo, que usted diga una oportunidad; porque real-mente fue bastante estrecha para...

FIDEL: ¿Qué habríamos podido hacer en 1953? Habríamos triunfado, habríamos llevado a cabo el programa revolucionario que entonces habíamos concebido, ese programa habría desatado la agresión imperialista, y nos habrían aplastado. De modo que si la Revolución triunfa en 1953 no habría podido sobrevivir. Esos son los azares de la historia.

Elemento sorpresa

PERIODISTA: Bien, Comandante, ¿podemos seguir con usted?

FIDEL: Hacemos lo que ustedes quieran. ¿Quiere que le enseñe las armas aquí? Venga. Ese es el único fusil M-1 que teníamos, la única arma de guerra.

Esta es una selección del grupo de armas que nosotros utilizamos. Esta es la única arma de guerra que había, un fusil M-1, que era de la Universidad. Entrenábamos allí en la Universidad con ese fusil.

De este fusil teníamos 3, pero este es un fusil de la época de Buffalo BiIl más o menos, un fusil 44. El grueso de nuestras armas eran de este tipo de escopetas, calibre 12, calibre 16 y fusiles de 22 milímetros. Con estas armas... Estas las compramos en armerías todas. Pero yo diría que eran armas eficientes, eran fusiles automáticos, y éstos también eran automáticos, que tenían cartuchos especiales que había comprado. Y pienso que son armas eficientes, aún hoy pienso que son armas eficientes.

Claro, no teníamos ninguna bazooka, ningún cañón antitanque, ningún mortero. Habría sido mucho mejor todo eso. Pero en aquella época teníamos esas armas, y esas fueron las armas con las cuales nosotros organizamos el ataque al cuartel Moncada.

Otro hecho: nosotros habíamos adquirido uniformes del Ejército, todos nuestros uniformes eran uniformes del Ejército, que los habíamos adquirido a través de un compañero nuestro que estaba en el Ejército de Batista, y entonces los 135 hombres tenían uniformes militares. El elemento sorpresa era el factor decisivo de la operación, con estas armas y con estos uniformes del Ejército.

Al Ejército de Batista íbamos a tomarle la segunda fortaleza militar del país, que tenía más de mil hombres. Y se habría podido tomar. Aún hoy, pienso que el plan no era un mal plan; era un buen plan.

PERIODISTA: El problema fue el desvío de la otra fuerza.

FIDEL: El problema fundamental es que con motivo de los carnavales, que nosotros habíamos planificado nuestra acción en el carnaval, durante el carnaval, para poder movilizar más fácilmente a nuestras fuerzas, en esos días precisamente ellos redoblaron la guardia, y establecieron una posta cosaca alrededor del Regimiento. Y lo que complicó la situación definitivamente fue el choque nuestro con la guardia casaca, una guardia cosaca que pusieron a todo alrededor del cuartel y por la calle principal por donde íbamos nosotros. Y origina un combate fuera del cuartel. De lo contrario, nosotros habríamos podido  tomar el cuartel perfectamente bien.

PERIODISTA: Se puede sacar una foto ahí. 

FIDEL: En este pozo escondimos las armas, y sobre este pozo Abel Santamaría, que era el compañero responsable de esta casa y dirigente del movimiento, colocó esta tinaja. En esa tinaja echó tierra y sembró un árbol. Así que nuestras armas estaban debajo de un árbol que se sembró aquí. Y así estaba todo hasta el día 26 de julio, que quitamos el árbol, quitamos la tinaja y sacamos las armas.

(La entrevista continúa mientras Fidel conduce el Jeep, rumbo al cuartel Moncada).

PERIODISTA: ¿Cuántos carros eran en total? 

FIDEL: Eran, en total... Primero salieron los carros que iban a tomar el Hospital Civil; eran tres. Después, los carros que iban a tomar la Audiencia; eran dos y después conmigo iban los carros que iban a tomar el cuartel, que eran alrededor de 14 carros los que iban conmigo. Yo llevaba alrededor de 90 hombres para tomar el cuartel.

PERIODISTA: ¿Entonces el total eran asignados a otros objetivos?

FIDEL: Sí, había 35 destinados a tomar el Hospital Civil y la Audiencia, para rodear el cuartel.

PERIODISTA: ¿Su hermano Raúl, Comandante, qué misión tuvo?

FIDEL: Raúl iba a tomar el Hospital Civil, el Hospital Civil no, la Audiencia de Santiago de Cuba, que rodea el cuartel. Y Abel iba al Hospital Civil. Yo a los compañeros responsables, al segundo jefe del Movimiento, que era Abel, lo mandé al Hospital Civil por si me mataban a mí en el cuartel, ¿comprende?, que no fuera a quedar el grupo sin dirección. Y Raúl iba a la Audiencia. Nosotros tomábamos los edificios alrededor del cuartel simultáneamente con el ataque al cuartel.

Ya se imaginará que íbamos tensos por  aquí, por este camino; pero en realidad muy decididos. Ciertamente no teníamos ninguna duda del éxito. Lo más difícil hasta este momento se había logrado: organizar los hombres, entrenarlos, adquirir las armas y preparar el ataque.

PERIODISTA: Claro, sin caer en la represión.

FIDEL: Claro.

PERIODISTA: ¿Y esta montaña, al frente, es la Gran Piedra, a donde fueron después?

FIDEL: Después nosotros regresamos aquí a la casa, para tratar de reorganizar a la gente, y con un grupo de 10 ó 12 hombres fuimos a las montañas. Pero nuestras armas, que eran buenas para luchar en el cuartel, no eran buenas para luchar en las montañas.

PERIODISTA: ¿No eran de largo alcance?

FIDEL: Eran de muy corto alcance.  

PERIODISTA: Me imagino que el panorama era un poco distinto, porque no había tales pastoreos allí.

FIDEL: No, esto es nuevo todo. Si quieren, pueden guardar material para cuando lleguemos allá, ¿eh?

PERIODISTA: Sí, sí, hay.

FIDEL: Era por este puente. El único incidente de importancia es que este puente es de una sola vía, y cuando íbamos por allí venía un carro por el frente, y tuvimos que esperar que cruzara, y entonces seguimos por aquí.

Como usted ve, la casa estaba cerca del cuartel. Aquí doblamos para entrar en el cuartel.

PERIODISTA: ¿En ocasión del asalto siguieron derecho?

FIDEL: Por aquí, por aquí, por aquí seguimos. (Fidel y los periodistas arriban al cuartel Moncada, donde prosigue el relato). Entonces le voy a decir dónde se produce la crisis; la crisis se produce aquí. ¿Por qué? Porque la posta cosaca venía en esta dirección hacia acá, y nos la encontramos aquí; pero un carro había pasado delante de nosotros, que es el que tenía que desarmar la posta, y el carro llegó llevaba 100 metros delante de nosotros- y desarmó la posta. Pero la posta cosaca vio pasar el primer carro y se quedó mirando; y cuando vio que el carro desarmó a  la posta allí, se puso en actitud de guardia, de alerta.

Entonces me quedaba a mí aquí al lado la posta cosaca, y yo estaba sacando la pistola para hacer prisionera a la posta cosaca. Y en ese momento, la posta cosaca se da cuenta de que nosotros estamos al lado, y hace un ademán de disparar y yo le tiro el carro a la posta cosaca arriba. Aquí mismo fue, en este lugar, más o menos. Entonces la posta cosaca se retira para allá, yo me bajo.... Porque yo estuve haciendo tres movimientos: con esto por aquí, manejando por aquí, la pistola por acá. Entonces, cuando yo me paro, los carros que vienen detrás piensan que están dentro del cuartel y se bajan y asaltan este lugar aquí. Entonces yo tengo que bajar a sacar a la gente de este edificio para continuar el ataque; pero invierto como 5 ó 6 minutos en eso. Cuando ya nosotros montamos otra vez en el carro, monto otra vez en el carro, un carro avanzó y retrocedió y chocó con el mío. El resultado fue que el combate se empieza a desarrollar fuera del cuartel, y el combate tenía que desarrollarse dentro del cuartel...

PERIODISTA: Entonces se movilizó el cuartel.

FIDEL: Entonces se movilizó el Regimiento, y entonces organizó la defensa. Eso fue lo que impide... Porque realmente la posta cosaca era una cosa nueva, que la habían puesto con motivo de los carnavales. El plan realmente... Le voy a decir... Yo no sé si se podrá caminar por aquí, pero ahí no había árboles creo yo en esta época. Entonces el asalto empezaba allí, allí.  

PERIODISTA: Allí tenía que empezar.  

FIDEL: Allí tenía que empezar todo cuando nos franqueara la posta. Pero resulta el encuentro con la posta cosaca, que en realidad yo tuve dos intenciones: uno, proteger la gente que había tomado la posta; segundo, quitarle las armas a la posta cosaca. Yo creo que si hubiéramos seguido de largo sin hacerle caso a la posta los otros carros, habríamos tomado el cuartel.

PERIODISTA: En esos momentos.

FIDEL: Sí, sí, lo hubiéramos sorprendido; porque él hubiera visto un carro delante, otro detrás, otro detrás, y la posta cosaca no habría tirado. Hoy me doy cuenta de eso, pero en aquel momento yo traté de proteger la gente que tomó la posta y quitarle las armas a la posta cosaca. Y como resultado de eso se produce el combate fuera del cuartel; y la gente que no conocía bien el cuartel, asalta todos aquellos lugares. Y yo tengo entonces que dedicarme a reorganizar a la gente para el encuentro... Cuando vamos a penetrar en el cuartel, se produce un accidente de un carro que choca con el carro mío.

PERIODISTA: Porque la gente suya no conocía a Santiago realmente.    

FIDEL: La gente no conocía, la gente tenía que pararse donde yo me parara. Pero realmente en ese momento, cuando yo veo que la posta cosaca va a tirarle a la gente nuestra en el cuartel, traté de protegerlos y fui a arrestar la posta cosaca. Entonces la posta nos descubre, va a tirar, yo le tiro el carro arriba a la posta cosaca, y en ese momento se empieza  a armar el tiroteo. Pero el tiroteo se arma fuera del cuartel.

PERIODISTA: Entonces ese incidente fue el más grave.

FIDEL: Ese fue el más grave. Si no. llega a ocurrir el incidente de la pasta cosaca, nosotros tomamos el cuartel, porque la sorpresa era total. El plan era un buen plan. Y si fuera necesario hacer un plan ahora, con la experiencia que ya tenemos, haríamos un plan más o menos igual. El plan era bueno. Es decir que se produce un incidente, una cosa accidental, que dio al traste con todo el plan; esa es la realidad. El fracaso de la toma del cuartel fue el encuentro con la pasta cosaca, que en realidad debimos haber seguido de largo.

PERIODISTA: ¿Por qué le llamaban posta cosaca?

FIDEL: Porque le llaman así a la posta que hace recorrida alrededor del cuartel, y ésta iba de aquí hasta la avenida, y volvía. Y la pusieron con motivo de los carnavales, es decir que eso no estaba previsto, la posta. Parece que con motivo de los carnavales, quizás para prevenir incidentes de menor importancia, pusieron la posta cosaca; porque ellas no tenían la menor sospecha de que se iba a atacar el cuartel, pero la posta la pusieron con motivo de los carnavales de Santiago; anteriormente no tenían esa posta, la pusieran esos días.

PERIODISTA: Por otro lado, los carnavales eran un elemento favorable.

FIDEL: Nos ayudaban, porque facilitaban el movimiento con menos sospecha. Es decir, el carnaval nos favoreció, pero por otro lado el carnaval originó que ellos pusieran una posta extra que no ponían normalmente, y esa posta tiene el choque con nosotros allí, a 80 metros de la entrada del cuartel. Pero de lo contrario, de los carros se habría bajado aquí todo el mundo y habrían tomado el cuartel, lo habrían tomado. Y estábamos vestidos de soldados además. Y si se toma la posta, se atrincheran aquí, porque el problema es que ellos movilizan al Regimiento; de lo contrario, nosotros hubiéramos agarrado al Regimiento dormido y lo habríamos cercada, porque teníamos tomado el edificio de la Audiencia, los edificios que rodean, los edificios principales los habíamos tomado ya, las que rodean el cuartel. Entonces nosotros habríamos tomado esta parte y los habríamos puesto para el patio a ellos. Claro, habría sido una carnicería; porque lo que se demostró allí cuando chocamos con la posta cosaca, empezó el tiroteo violento, muy violento... Yo pienso que como la gente nuestra todavía no tenía mucha disciplina de fuego, al llegar aquí habría disparado también, y habría sido una carnicería. No dudo eso.

PERIODISTA: ¿Y ahora en este cuartel existe una escuela? Se ven pioneros...

FIDEL: Sí, una escuela. Quitamos los muros y todo eso. Pero algunos critican eso, porque dicen que mejor se hubiera quedado como lugar histórico; pero en los primeros tiempos de la Revolución no teníamos muchas escuelas y no estábamos pensando en la historia, y entonces tumbamos los muros e hicimos una escuela.

PERIODISTA: Pero es un lugar histórico.

FIDEL: Pero queda ahora un pequeño museo aquí, es lo que hay. Quizás algún día sea mejor reconstruir los muros y dejarlo como estaba originalmente.

Trabajamos para la victoria

PERIODISTA: Comandante, yo, como le mencioné, quería pasar a otro punto antes de hablar de cosas políticas más generales. Una cuestión que ha impresionado bastante a cualquiera que conozca la historia de Cuba  un poquito, fue ese proceso de su aislamiento después de la derrota del Moncada, con la tragedia de tantos compañeros muertos. Una derrota, claramente... ¿Cómo en ese aislamiento, esa celda de aislamiento, usted no se perdió de ánimos, no abandonó la lucha; siguió pensando, siguió preparando la Historia me Absolverá, hizo un documento político que fue la base de la continuación de la lucha y el programa de la Revolución?

FIDEL: En realidad nosotros trabajamos para la victoria, no para la derrota, y sufrimos un revés muy duro. Pera además, ese revés había costado el sacrificio de muchos compañeros. Si antes del ataque al Moncada me sentía obligado con el país, después del ataque me sentí mucho más obligado. Yo creo que dadas nuestras intenciones, nuestros propósitos, no podía reaccionar de otra forma que como reaccioné, todavía con más decisión, más espíritu de lucha. Nadie sabía cómo podía terminar todo aquello. No sabíamos, incluso, si nos iban a asesinar. Pero, desde luego, teníamos que defender nuestras ideas, teníamos que defender nuestra verdad. Puede decirse que en circunstancias como esas, el hombre tiene mucho más estímulo que en circunstancias normales y, de esas dificultades saca fuerzas para enfrentarse a los problemas. Pero la más esencial de todo es que nosotros estábamos absolutamente convencidos de que teníamos la razón. Y ese factor nos daba fuerzas para enfrentarnos a aquellas momentos tan difíciles, profundizar más, exponer ante el pueblo los objetivos de nuestra lucha, enfrentarnos a la campaña de calumnias del gobierno y crear las condiciones para que si nuestra generación no podía realizar esas tareas, las pudiera realizar otra generación. Es decir, sembrar la semilla y ofrecer el ejemplo, que ya no era el ejemplo personal mío sino era el ejemplo de todos los compañeros que habían luchado y se habían sacrificado. Teníamos el deber de hacer el máximo esfuerzo para que ese sacrificio no fuera inútil.

PERIODISTA: En ese momento tan tremendo, usted se inspiró mucho en Martí, ¿verdad, Comandante?

FIDEL: En realidad, siempre, todos nosotros y toda nuestra generación recibió una gran influencia de Martí, y una gran influencia de las tradiciones históricas de nuestra Patria, que habían sido tradiciones de lucha muy duras por su independencia, y tradiciones realmente muy heroicas, que ejercían una gran influencia en todos nosotros. Yo en ese momento tenía una doble influencia, que la sigo teniendo hoy: una influencia de la historia de nuestra patria, de sus tradiciones, del pensamiento de Martí, y de la formación marxista-leninista que habíamos adquirido ya en nuestra vida universitaria.

Siempre esa combinación de las dos influencias: la influencia del movimiento progresista cubano, del movimiento revolucionario cubano, del pensamiento martiano y del  pensamiento marxista-leninista, estuvo muy presente en todos nosotros. No se puede separar una cosa de la otra en la historia de nuestro país. Porque Martí en su época cumplió la tarea que le correspondía y fue exponente del pensamiento más revolucionario de aquella época. Pudiéramos decir, que para nosotros la vinculación de ese pensamiento patriótico, de ese pensamiento revolucionario con el pensamiento revolucionario más moderno, con el marxismo-Ieninismo; la combinación de ésa fueron los elementos que más influyeron en nosotros y que más, realmente, nos inspiraron. Y que no podía ser de otra forma, porque en países como Cuba la liberación nacional y la liberación social están estrechamente unidas.

Martí significó el pensamiento de nuestra saciedad, de nuestro pueblo en la lucha por la liberación nacional. Marx, Engels y Lenin, significaban el pensamiento revolucionario en la lucha por la revolución social. En nuestra patria, liberación nacional y revolución social se unieron como las banderas de la lucha de nuestra generación.

PERIODISTA: Comandante, pasando un poco más adelante, el compañero Alcaide nos habló mucha del proceso dentro de Isla de Pinas y nos explicó bien cómo allí se fortaleció ideológicamente el grupo dirigente, y lo que yo le quería preguntar a usted: ¿Usted tuvo siempre confianza de que se pudiera llegar a través del trabajo político del movimiento y de otra fuerza política, a la amnistía o había pensado en la posibilidad de una evasión para seguir la lucha? Seguro usted no pensó quedarse ahí 15 años.

FIDEL: No. Realmente yo no pensaba estar allí 15 años, pero comprendía muy bien la situación política del país. Había un odio contra Batista muy generalizado y Batista era víctima de sus propias contradicciones; trataba de legalizar el régimen, trataba de crear condiciones para unas elecciones que aunque fuesen fraudulentas por lo menos servirían como cobertura de la dictadura batistiana.

Y nosotros sabíamos que, dado el estado de ánimo de la opinión pública, no podía haber ningún intento de solución legal de la situación de Cuba sin la amnistía de los presos políticos. Nosotros sabíamos que la amnistía tendría que producirse más tarde o más temprano como consecuencia de la presión de las masas y de las propias contradicciones del régimen.

En realidad, pensar en la evasión en Isla de Pinos era sumamente difícil. Nosotros estábamos sometidos a una prisión muy severa, a una vigilancia muy rigurosa, en una Isla donde era, en la práctica, muy difícil elaborar una evasión. Por eso, nosotros confiábamos en el movimiento de masas y en el movimiento político, que presionara suficientemente al régimen para obligarlo a la amnistía de los presos políticos. Además, nosotros calculábamos que Batista se sentía fuerte, se sentía seguro, que subestimaba a la revolución y subestimaba a los revolucionarios, y que en un momento dado, como parte de su juego político, se vería en la obligación de promover la amnistía.

Nosotros tratábamos... Primero manteníamos una actitud muy firme, muy rebelde, muy digna en las prisiones, y desde luego, alentábamos la lucha de las masas por la amnistía. Pero ya desde entonces trabajábamos en la organización del movimiento y elaborábamos los planes ulteriores, para cuando el gobierno se viera en la necesidad de decretar la amnistía. Y sucedió así exactamente.

Cuando nosotros salimos de la prisión, ya teníamos toda una estrategia de lucha elaborada. Pero lo más importante a nuestro juicio en aquel instante era demostrar que no había solución política, es decir, solución pacífica del problema de Cuba con Batista, pero teníamos que demostrar eso ante la opinión pública, ya que si el país se veía forzado a la violencia revolucionaria no era culpa de los revolucionarios, sino culpa del régimen. Entonces planteábamos que estábamos en disposición de aceptar una solución pacífica del problema mediante determinadas condiciones, condiciones que sabíamos que no se producirían nunca. Y bastaron algunas semanas para demostrar ante la opinión pública de que esas posibilidades de solución pacífica de los problemas de Cuba con Batista no existían.

Siempre estuvimos muy preocupados y en eso influía también la tradición martiana de que la guerra es el último de los recursos. Y Martí durante las luchas por la independencia se empeñó mucho en demostrar que si se veían necesitados de acudir a la guerra es porque no existía ningún otro recurso. Eso estaba en la tradición política de nuestra historia. Nosotros, de la misma forma, tratamos de demostrar que no había solución pacífica con Batista. Una vez que -a nuestro juicio- eso estaba demostrado, iniciamos de nuevo la preparación para la lucha armada.

III LA SIERRA

Preparar el regreso

Nos trasladamos a México los dirigentes más conocidos, puesto que después del Moncada ya éramos muy conocidos en el país. Nuestra estrategia consistía en preparar el movimiento internamente y a la vez preparar algunos cuadros en el extranjero, para iniciar la lucha simultáneamente en un momento dado, con la llegada de los que estábamos en el extranjero. Esa tarea era principalmente una tarea de preparar cuadros militarmente y reunir un mínimo de armas necesarias para reanudar la lucha. Por eso nos trasladamos a México, porque en México siempre existió una tradición de solidaridad, de hospitalidad hacia los emigrados de distintos países. Pero nuestra tarea la realizamos en México sin ningún apoyo oficial: ni directo ni indirecto. Es decir, realizamos nuestro trabajo en México sin ningún tipo de ayuda oficial. En México también realizamos nuestra tarea clandestinamente.

Tuvimos ciertamente algunas dificultades de orden legal, puesto que nuestras actividades, aunque no se dirigían en ningún sentido contra el estado mexicano, de todas formas implicaban una cierta violación de las leyes mexicanas, como es reunir armas y entrenar al personal. Eso nos trajo algunas dificultades. Hubo algunos momentos difíciles: un número de nosotros fuimos arrestados, pero en esos instantes nos sirvió de mucha ayuda el hecho de que el general Lázaro Cárdenas, el hombre de más prestigio y de más vocación internacionalista que ha producido México en los últimos tiempos, se interesara por la situación nuestra. Lázaro Cárdenas tenía un gran prestigio en México, y el hecho de que él se interesara por nosotros ayudó a resolver nuestra situación legal, y alivió en cierto sentido la represión que en esos momentos estábamos sufriendo en México. Eso nos permitió ganar tiempo, completar nuestros preparativos antes de regresar a Cuba.

En realidad, Batista trabajaba también activamente. Tenía agentes pagados en México, es decir, agentes cubanos, y trataba de influir de estado a estado para logar que se reprimieran nuestras actividades en México.

Cuando nosotros salimos de México a fines de noviembre de 1956, tuvimos que salir en condiciones de absoluta clandestinidad, y en ese momento estábamos siendo perseguidos por las autoridades como consecuencia de denuncias que había hecho el gobierno de Batista.

No hago críticas de las autoridades mexicanas porque realmente, en aquellas circunstancias, estaban en su pleno derecho de evitar cualquier cosa que interfiriera las leyes mexicanas. Y nosotros, en cierto sentido, nos vimos obligados a violar las leyes mexicanas en aras de nuestro propósito patriótico en Cuba.

Esa contradicción existió. Se produjeron dificultades; se habían hecho algunas ocupaciones de armas, y nosotros tuvimos que salir de México en un momento en que las autoridades estaban tratando de buscarnos, arrestarnos y de impedir desde luego nuestra actividad revolucionaria. Fueron condiciones realmente muy difíciles las que nosotros tuvimos los últimos días de nuestra estancia en México. Hasta que a pesar de todo, un poco por la experiencia ya de la lucha clandestina, pudimos sortear esas dificultades y arrancar del puerto de Tuxpan si mal no recuerdo el 24 de noviembre de 1956. Por cierto que incluso había un mal tiempo y se había prohibido toda navegación en aquellos días, y nosotros tuvimos que salir con el mal tiempo de todas maneras.

No obstante el que ya habíamos podido salir, y ya era un gran avance, al cabo de tres o cuatro días Batista se percató de nuestra salida de México. Y entonces ya habían dado instrucciones a la Marina de Guerra y a la Aviación de localizar a nuestro pequeño barco, un barco de unos sesenta y tantos pies, en el cual veníamos 82 hombres.

Navegamos con el mal tiempo, después navegamos alejados de la costa sur de la Isla hasta desembarcar en la provincia de Oriente. Afortunadamente pudimos llegar sin que la Marina de Guerra o la Aviación nos hubieran descubierto. Porque el último día, en horas de la noche, aunque estábamos alejados de la costa, navegamos alrededor de 80 ó 100 millas, para llegar al amanecer del 2 de diciembre de 1956 a la costa de Cuba.

PERIODISTA: Tenemos entendido, Comandante, que en ese caso también, uno de los comandantes o el capitán naval del barco era un oficial de la Marina batistiana, que se había unido a la lucha.

FIDEL: No. Realmente no. No era exoficial de la Marina batistiana; era exoficial de la Marina constitucional, que no es lo mismo. Y nos ayudó, condujo el barco. También estaba entre nosotros un Capitán dominicano, un revolucionario dominicano que tenía experiencias marinas,  que  murió  que  participó junto con Caamaño más adelante en la revolución dominicana, y que algún tiempo después fue asesinado. Ese compañero venía también. Y venía también un exteniente de la Marina. Pero entre todos juntos no sabíamos gran cosa de las costas de Cuba, y teníamos realmente muy poca Información sobre las costas de Cuba, entre todo. La información era bastante escasa y eso nos trajo algunas dificultades. Pero a pesar de todo pudimos navegar mil 500 millas y llegar a Cuba. Llegamos por cierto con dos pulgadas de combustible en los depósitos, es decir, que apenas nos quedaba combustible para algunos minutos más.

PERIODISTA: Es decir, que siempre al borde del peligro.

FIDEL: Yo creo que son gajes del oficio de revolucionario.

Voluntad de resistir

FIDEL: Hace 20 años que desembarcamos por aquí.

PERIODISTA: Se ve el fondo...

FIDEL: Nos acercamos a donde desembarcamos 4. Ahora lo va a ver. Mire el lugar por donde desembarcamos. Por allí, mire. Allí fue donde des-embarcamos. Pueden tomarlo ahora. Allí fue donde desembarcamos. Pero tómalo; si no, nos pasamos. En realidad, nosotros desembarcamos como un kilómetro más al sur. Como ven, desembarcamos en un lugar llano, muy llano.

PERIODISTA: ¿Y hubo un error en el lugar de...?

FIDEL: Bueno, el problema es que era al amanecer, y por la madrugada se nos había caído un hombre al agua, y tuvimos que emplear como 30 minutos en poderlo descubrir y sacarlo. Entonces, era el amanecer. El capitán del barco no estaba muy seguro de dónde estábamos; había dado varias vueltas. Entonces yo le pregunté y le dije: "¿Tú estás seguro de que ese es el territorio firme de Cuba ya?" y dijo: "Sí". Digo: "Bueno, pues, enfila por ahí hacia la playa a toda velocidad". Y llegamos a la playa. Pero en el lugar donde desembarcamos había un pantano tremendo, varios kilómetros de pantano, y estuvimos aproximadamente dos horas y media atravesando el pantano, que era muy difícil, muy difícil. Nos enterrábamos hasta la cintura. Hasta que, por fin, llegamos a tierra firme, pero el lugar no era bueno.

Quedaban dos pulgadas de combustible en los tanques cuando desembarcamos. Habría sido mejor desembarcar un poco más al Este, pero el combustible no alcanzaba ya.

PERIODISTA: Y eso los alejaba más de la Sierra, ¿no?

FIDEL: Sí. El combustible no alcanzaba, y el lugar era llano. Si nosotros hubiésemos desembarcado 50 ó 60 kilómetros más al este, la guerra se habría acabado antes.

PERIODISTA: Es decir, ¿más cerca de la Sierra?

FIDEL: Sí, si hubiéramos desembarcado cerca de las montañas.

Desembarcamos en un llano y el enemigo pudo hacer un cerco del territorio donde estábamos, y la situación era muy difícil. Si hubiéramos desembarcado en las montañas, la guerra habría durado mucho menos.

PERIODISTA: No se hubiera producido el...

FIDEL: Tal vez unos 12 ó 15 meses. Porque duró 25 meses la guerra, pero al tercer día del desembarco tuvimos un revés muy serio, en el cual ellos lograron un ataque por sorpresa y dispersaron nuestras fuerzas. Tuvimos muchas bajas y sólo unos pocos sobrevivimos a esa situación.

PERIODISTA: Eso fue Alegría de Pío.    

FIDEL: Sí, Alegría de Pío. Después volvimos a reunir unos pocos hombres y unos pocos fusiles, pero, como usted ve, las montañas están lejos del punto donde desembarcamos; aproximadamente -yo diría- a unos 30 ó 40 kilómetros, las primeras lomas. Ya por aquí empieza la Sierra Maestra.

PERIODISTA: Comandante: ¿y en esa fase, después de Alegría de Pío, fue esencial la ayuda de algunos campesinos que luego se juntaron para…?

FIDEL: Sí. Al principio estuvimos cercados muchos días. Yo tenía un fusil, y conmigo estaban dos hombres más, uno con fusil y otro sin fusil. Yo tenía en ese momento cien balas y un fusil. Otro compañero tenía un fusil con unas 40 balas. Después se reunió Raúl con cuatro  hombres que tenían cuatro fusiles, más -un quinto fusil de un hombre que no había podido seguir. Y reunimos siete fusiles.

PERIODISTA: ¿Y el grupo fue muy pequeño, el que salió de Alegría de Pío?

FIDEL: Disperso, disperso.

PERIODISTA: ¿Y los que estaban con usted eran...?

FIDEL: Eran dos compañeros, uno de los cuales tenía fusil y otro no.

PERIODISTA: ¿Y Almeida estaba en el otro grupo?

FIDEL: Almeida estaba en un tercer grupo, con el Che, con Camilo, con otros compañeros. Pero lo que reunimos inicialmente fueron siete fusiles. Esta carretera nueva que ustedes ven ahí, no existía como carretera. Era un camino. Pero por aquí estableció el ejército el cerco. Por esta carretera estableció el ejército el cerco. Era un camino; hoy es una carretera. Después nos dedicamos a recoger algunas armas. Ya cuando llegamos a esta zona de esta carretera, empezamos a hacer los primeros contactos con los campesinos, y ellos nos ayudaron sobre todo a cruzar la carretera, o cruzar el camino, y llegar hacia la zona montañosa de la Sierra.

PERIODISTA: Esos fueron Guillermo García y...

FIDEL: Guillermo fue el primer campesino que hizo contacto con nosotros que era de esta zona, y él estaba en el Movimiento. Y cuando tuvo noticias desembarco y todo eso, estaba atento, ¿no?

Una madrugada, cruzamos el camino y avanzamos como 20 ó 30 kilómetros.

PERIODISTA: Y todo lo que Celia tenía preparado estaba en la zona de Niquero, ¿no?

FIDEL: En la zona de Pilón. Porque, realidad, el mejor lugar para desembarcar habría sido más al este. Nosotros desembarcamos aquí porque se hizo de día, en parte; en parte, porque no conocían muy bien el terreno ni la costa.

Y entonces elaboramos un plan para tomar un pequeño cuartel que estaba cerca de aquí, y después seguir para la Sierra. Pero en la forma en que se produjo el desembarco era absolutamente imposible realizar esa operación, puesto que desembarcamos en un pantano, y el enemigo tuvo tiempo de organizarse y preparar las operaciones militares contra nosotros. Y de hecho el enemigo tuvo una victoria, puesto que dispersó nuestro cuerpo expedicionario de 82 hombres.    

PERIODISTA: ¿Cuántos quedaron?

FIDEL: Al final nos pudimos reunir menos de 20, siete fusiles, un grupo de compañeros desarmados, y después pudimos recoger algunas armas que habían que dado dispersas. La primera acción contra el ejército, la primera acción victoriosa, la realizamos el 5 de febrero, porque teníamos 16 armas...

PERIODISTA: ¿Fue el Uvero?

FIDEL: La Plata. En La Plata, una madrugada, atacamos. Si mal no recuerdo, fue a las 2:40 de la madrugada. Estuvimos combatiendo con ellos más de una hora. Les ocupamos un pequeño cuartel y les ocupamos 10 armas. El grupo nuestro creció hasta aproximadamente 30 hombres. Pero ya el incremento era a base de campesinos de las montañas.

PERIODISTA: ¿Cómo lograron, Comandante, después de la derrota de Alegría de Pío, cómo lograron recobrar las fuerzas para romper el cerco y seguir la lucha, no abandonar la fe en la victoria?

FIDEL: Yo pienso... Nadie sabía quiénes  habían quedado vivos ni cuántos,  pero  yo por mi parte tuve la idea de seguir la lucha, a pesar de que tenía dos fusiles. No tenía noticias de los demás. Raúl, por su parte, tenía idea de seguir la lucha, hasta que nos juntamos. Cuando Raúl y yo nos juntamos, teníamos siete fusiles, unos seis u ocho fusiles más los recuperamos de los que se habían quedado perdidos y dispersos. Y la primera acción la hicimos con unos 17 ó 18 hombres. Pero tendríamos aproximadamente en ese momento unos 14 fusiles, algunas pistolas. Nuestra primera acción militar fue con un grupo muy pequeño, pero ya nosotros teníamos la experiencia del Moncada, y tuvimos el propósito de seguir la lucha. Estábamos convencidos de que la idea era correcta, y de que habíamos sufrido un revés, aunque era un revés muy grande. Esta es la Sierra Maestra… …los aviones no podían bombardear. …nosotros estuvimos cercados, 18 meses estuvimos cercados por el ejército, estábamos cercados por mar y por tierra.

Pero en ese período lo principal era sobrevivir en los primeros tiempos. La cuestión era poder sobrevivir, y eso dependía mucho de nosotros, del pequeño grupo que estaba en las montañas. En realidad, en ese período lo que teníamos era una idea, una organización en las ciudades y la voluntad de resistir.

Pero en ese momento era muy importante lo que hicieran los guerrilleros, porque los guerrilleros podían ser exterminados en cualquier momento. Y nosotros estuvimos a punto de ser exterminados debido a la traición de un campesino. Es decir, hubo un campesino que cuando va a cumplir una misión el ejército lo hace prisionero, y entonces le ofrecen perdonarle la vida, le ofrecen muchas cosas y nos traicionó. El primer guía, uno de los guías... nos traicionó. Pero el factor psicológico fundamental es que él veía que las fuerzas nuestras eran muy pequeñas y la del ejército era muy grande, y él perdió la fe de que pudiéramos obtener la victoria, y entonces se puso al servicio del ejército. Y la acción de ese campesino en coordinación con el ejército estuvo a punto de exterminar las fuerzas nuestras. Fueron días muy difíciles, puesto que nuestro guía principal, el hombre que constituía nuestros ojos y nuestros oídos nos estaba traicionando, y estaba procurando ubicarnos para que el ejército nos cercara y nos liquidara. Y estuvieron a punto de conseguirlo, hasta que nos dimos cuenta.

PERIODISTA: Se dieron cuenta a tiempo.

FIDEL: Bueno, a tiempo no. Nos dimos cuenta sobre todo después de la última acción del ejército que, prácticamente, casi nos extermina; nos dimos cuenta que: nos estaba traicionando, yo me di cuenta. Otros compañeros escépticos, no lo creían, y les dije, les expliqué toda una serie de elementos de juicio por los cuales creía que nos estaba traicionando. Y los hechos demostraron que la apreciación mía era correcta, pero casi por cuestión de minutos nos salvamos de ser ex-terminados.

PERIODISTA: ¿Fueron cercados?

FIDEL: Fuimos cercados, estábamos siendo cercados, pero yo empecé a sospechar y empezamos a movernos. Y topamos con el ejército en el borde del cerco, cuando ese campesino venía con el ejército como guía, en un momento en que supuestamente estaba cumpliendo una misión nuestra. En ese momento lo vimos ya, pero ya sabíamos que nos estaba traicionando, porque realmente nos había ubicado en un punto para que el ejército pudiera cercarnos. Influyó incluso el día antes en que el ejército había iniciado el plan de cerco, pero había habido una lluvia muy fuerte y lo dejaron para el otro día. Pero al otro día nos dimos cuenta a tiempo por un prisionero que capturamos, aunque nuestras fuerzas tenían instrucciones de no dejarse ver, un centinela había capturado a un hombre. Yo le hice una serie de preguntas, y por el movimiento que había hecho el ejército el día anterior, me di cuenta de que estaban haciendo un movimiento envolvente sobre nosotros. Entonces ya en ese momento llegué a la convicción de que estábamos siendo traicionados, y planteé movernos de ese punto. Y tomamos posiciones en lo alto de las lomas, donde el ejército estaba completando el cerco. Estuvimos muy próximos a ser ex-terminados. Al compañero que estaba al lado mío lo mataron.

PERIODISTA: Pero eso fue la segunda vez...

FIDEL: Eso fue en los Altos de Espinosa, que es como se llama el lugar. Fue el momento que estuvimos más próximos a ser exterminados todos, pero pudimos sobrevivir, pudimos escapar a aquel  cerco. Y  entonces  aprendimos la lección también.

La organización, pudiéramos decir, aun-que era muy pequeña en esta zona, nos ayudó desde el primer momento: nos ayudó Guillermo García, nos ayudó mucho Celia, que estaba en Manzanillo, y nos envió los primeros víveres, las primeras ropas, el primer dinero. Porque nosotros les pagábamos todo a los campesinos. Al principio el campesino estaba muy atemorizado por la represión del ejército, pero el campesino fue conquistado progresivamente por la Revolución. Es decir, que el trabajo no se hizo previo, el trabajo entre los campesinos se hizo a lo largo de la lucha. El ejército reprimía, cometía muchos crímenes, sembraba el terror, mientras nosotros respetábamos a los campesinos, les pagábamos todo lo que les comprábamos. Y poco a poco los campesinos se fueron sumando a nosotros. Y al final, estaban todos los campesinos con nosotros.

El centro principal de nuestras operaciones

FIDEL: Este lugar donde nos encontramos ahora se llama La Plata, y aquí logramos nosotros nuestra primera victoria contra las fuerzas de Batista. Esto fue un mes y medio después del desembarco aproximadamente, y varias semanas después de que ellos lograron dispersar toda nuestra fuerza. En este punto pudimos reunir alrededor de 17 hombres. Y había una patrulla mixta de marinos y de soldados de Batista que por aquellos días se dedicaban suponían que habían liquidado la fuerza guerrillera a desalojar campesinos y a cometer abusos y fechorías en interés de un gran terrateniente que había en esta zona.

PERIODISTA: Comandante, disculpe. Esa cuestión de que ellos pensaron haber liquidado las fuerzas, ¿les dio a ustedes un pequeño respiro ahí?

FIDEL: Nos dio una cierta ventaja, por que se descuidaron. Ellos avanzaban, llevaban presos campesinos, como este campesino que habló con ustedes. Los torturaban, o los asesinaban, porque estaban realmente sembrando el terror entre los campesinos. Entonces, nosotros nos aproximamos por el oeste, y en esas alturas estuvimos vigilando el movimiento de la patrulla y la ubicación de la patrulla. Por la noche nos acercamos y capturamos el práctico de la patrulla del ejército, que era un empleado del terrateniente, que le servía ellos para dar información acerca de lo campesinos que tenían una actitud de protesta frente a los desalojos, y estaban reprimiendo a esos campesinos. Nosotros, al lograr capturar el práctico nos pudo dar todos los detalles de la instalación. Entonces de madrugada también los atacamos. Éramos 17 hombres, ellos eran alrededor de 12, estaban en dos pequeños cuartelitos, y al cabo de una hora de combate aproximadamente, entonces se rindieron, pero cuando se rindieron estaban todos muertos o heridos. Fueron los primeros prisioneros que hicimos, pero naturalmente no podíamos llevarlos. Les dimos nuestras medicinas, que fue una política que siempre seguimos con el enemigo, y les respetamos la vida, por supuesto, a los heridos, que fue una política invariable que seguimos durante toda la guerra con los prisioneros. Les ocupamos las armas y elevamos nuestro grupo a unos 30 hombres.

Después, al amanecer, marchamos en dirección al otro río donde estuvimos anteriormente hacia Palma Mocha. Ellos reaccionaron con mucha ira, mandaron gran número de tropas, cientos de soldados; pero mandaron delante una vanguardia de paracaidistas, y nosotros emboscamos a la vanguardia de los paracaidistas y les hicimos un buen número de bajas y los derrotamos. Ocupamos también algunas armas. Y esos dos combates tuvieron lugar el 17 de enero y el 22 de enero de 1957, que fueron nuestras dos primeras victorias militares contra ellos.

Ahora, esta zona tiene importancia histórica, porque más al norte del punto donde nos encontramos, a lo largo del río, se encuentra la zona de La Plata, que fue digamos el centro principal de nuestras operaciones. Realmente la guerra nuestra durante muchos meses se desarrolló en un territorio que tenía unos 30 kilómetros de largo, por 20 kilómetros de ancho, en un área de 60 kilómetros cuadrados. En esa área se movían ellos y nos movíamos nosotros, y dentro de esas áreas se iban desarrollando las acciones. Naturalmente que al principio éramos débiles, y cuando ellos enviaban sus columnas, las columnas podían atravesar la sierra sin dificultad. Con el transcurso del tiempo nosotros fuimos observando sus costumbres, y entonces ya empezábamos a emboscar las columnas, pero no podíamos impedir que penetraran. Les hacíamos bajas, les ocupábamos algunas armas, pero cruzaban.

Fue creciendo nuestra fuerza, y ya en el verano de 1958 teníamos alrededor de 300 hombres. Cuando ellos lanzaron la última ofensiva en la Sierra Maestra, reunieron alrededor de 10 mil hombres, y nosotros teníamos 300, pero ya nuestros 300 combatientes eran gente muy veterana. Teníamos relativamente poco parque, pero en esa ocasión defendimos las posiciones. Establecimos, por los distintos puntos de penetración en la sierra, nuestras posiciones, y fuimos resistiendo, les fuimos retardando el avance, y ocasionándoles bajas sucesivamente.

Esa ofensiva, entre la ofensiva de ellos y la contraofensiva nuestra, duró 70 días. Durante 70 días se combatió prácticamente todos los días. Pero el momento decisivo en que se derrota la ofensiva es en una batalla llamada la batalla del Jigüe aproximadamente a 5 kilómetros de aquí, en que nosotros logramos cercar un batallón. Ese batallón estaba dirigido por un jefe muy hábil. Lo habíamos estado cazando, y le habíamos hecho algunas maniobras, bastante peligrosas para el batallón, y había podido escapar. Pero entonces lo cercamos. Lo cercamos realmente con 30 hombres. Y el resto de los hombres, 90 hombres, el grueso lo situamos en dirección a la playa, donde estaba otra fuerza enemiga. Con 120 hombres fuimos librando el combate que duró 10 días.

Pero la situación era muy especial, porque en ese momento nosotros teníamos una columna enemiga rodeada y a su vez nosotros estábamos rodeados por varias columnas  enemigas. Ellos tratando de nuestra defensa, y nosotros tratando de rendir el batallón sitiado. Logramos aniquilarles los refuerzos, sobre todo los que venían en esta dirección, desde la playa. Los principales refuerzos venían desde la playa, y ahí colocamos nosotros el grueso de nuestra fuerza. A medida que íbamos ocupando armas, cuando se iban sucediendo los combates, íbamos aumentando el número de hombres. Y al final, les habíamos liquidado el refuerzo y les habíamos rendido el batallón. Eso nos dio un potencial en parque y en armas muy grande, y fue un viraje total en la ofensiva. A partir de ese momento tomamos la ofensiva nosotros y los desalojamos de la Sierra Maestra.

Al final de ésa ofensiva, nosotros les habíamos ocupado más de 500 armas, y les habíamos hecho más de mil bajas. Entre ellos alrededor de 400 prisioneros, que se los entregamos a la Cruz Roja, con participación de la Cruz Roja Internacional, se los entregamos y los pusimos en libertad, que era la política que nos-otros seguíamos con los prisioneros.

Ya entonces nuestras fuerzas crecieron hasta 800 hombres, y prácticamente con 800 hombres se inició la invasión de todo el país, excepto en el Segundo Frente, donde ya estaba Raúl. Porque cuando vino la ofensiva, nosotros trajimos las tropas de Almeida que estaban cerca de Santiago, las tropas de Camilo que estaban en el llano, las tropas de Ramiro que estaban hacia el este, y fuimos reuniendo todas las tropas. Por eso logramos tener 300 hombres. Las únicas tropas que no concentramos, porque estaban muy distantes, eran las tropas de Raúl en el Segundo Frente.

Y después de esa ofensiva, y en la segunda mitad del año 1958, nosotros enviamos columnas hacia Santiago de Cuba, hacia el norte de la provincia de Oriente, hacia Camagüey y las dos columnas, una mandada por el Che y otra mandada por Camilo, que fueron para el centro de la Isla. Por eso esa fue una batalla que significó un viraje en la guerra.

El ejército era mucho más numeroso que nosotros. El total de hombres de Batista sobre las armas era aproximadamente de 70 a 80 mil. Y cuando la guerra terminó, nosotros teníamos tres mil hombres sobre las armas. Sin embargo, teníamos 14 mil soldados cercados en la provincia de Oriente. Porque aunque ellos tenían muchos hombres sobre las armas, tenían que cuidar las ciudades, las instalaciones, los puentes, las comunicaciones. El máximo de fuerzas que ellos pudieron reunir para combatir fueron 10 mil hombres. Fue en esa ocasión en que se dio esta batalla a la cual me estoy refiriendo.

PERIODISTA: Y aquí es donde se dio el episodio del Comandante...

FIDEL: Sí. El comandante Quevedo era el jefe del batallón. Era un jefe hábil y luchó, resistió muy bien durante 10 días, porque estaban ya sin agua, sin comida; tenían muchas bajas. El era un oficial decente; era un oficial que no tenía ante-cedente de crímenes ni de abusos contra la población. Estuvo prisionero; solamente los jefes más altos fueron los que mantuvimos prisioneros, y él después incorporó a nuestras fuerzas y nos ayudó.      

PERIODISTA: ¿Y ahora?

FIDEL: Ahora es el agregado militar de Cuba en Moscú. El ha escrito un libro sobre esa batalla. Era un jefe muy capaz, realmente fue un enemigo capaz.

PERIODISTA: ¿Y usted le dejó la pistola al final del combate?

FIDEL: Al final del combate les dejamos las pistolas a todos los oficiales, no sólo a él. Pero ocurrió una anécdota: yo estaba muy impaciente... Les puedo referir una anécdota: el último día se está tramitando la rendición, y el Comandante de la tropa sitiada nos comunicó que si a las 6 de la tarde no llegaba refuerzo, entonces ellos se rendirían. Ya no tenían ninguna esperanza de salvarse, porque habíamos derrotado a los refuerzos. Nosotros usábamos altoparlantes… Nosotros las cartas que les ocupábamos a los refuerzos, se las enviábamos, y les dábamos todas las noticias. Poníamos soldados prisioneros de los refuerzos hablar por radio y todo.

Pero al final yo estaba tan impaciente por ver la cantidad de armas que íbamos a ocupar, que cuando se estaba tramitando la rendición, de noche ya, decido ir al campamento, pero de incógnito, igual que alguno de los otros compañeros que estaban conversando.

PERIODISTA: ¿Al campamento enemigo?

FIDEL: Al campamento enemigo.    

PERIODISTA: ¿Y no era un riesgo tremendo eso?

FIDEL: Bueno, yo en realidad... Es relativo. Ya estaban desmoralizados en ese momento. Pero yo de ninguna manera iba a identificarme, sino iba como uno más entre los que estaban parlamentando. Y entré en el campamento cuando todavía los soldados estaban armados, y cruzo, y a los pocos minutos de estar allí, todos me reconocieron, y se portaron intachablemente, con el mayor respeto. Pero ocurrió eso. Entré en el campamento cuando estaban todavía armados. Claro que fue una imprudencia, más bien un error de cálculo.

PERIODISTA: Bueno, pero le fue bien.  

FIDEL: Sí, fue bien. Ellos habían estado conversando con nuestra gente ya. De trinchera  a  trinchera ya nuestra gente les daba agua, les daba cigarros. El último día había habido lo que se puede llamar una confraternización, y había ese clima. No había un clima de violencia, no se combatía hacía varias horas. Pero estaba Quevedo. Quevedo era un jefe respetado por su tropa, muy respetado. Además, un hombre caballeroso. Todos esos factores, desde luego, influyen. Posiblemente el análisis que hice yo de la situación en su conjunto me dio confianza para poder hacer lo que hice, aunque no como ocurrió, realmente, porque pensaba realmente que podía pasar de incógnito. Pero ellos por alguna razón me reconocieron rápidamente, a pesar de que era de noche.

Surge un ejército nuevo

PERIODISTA: Comandante, después de la victoria de la Revolución, la victoria no resolvió todos los problemas, vinieron grandes problemas: vino el problema de la confrontación con ese primer Gobierno, la consolidación del poder revolucionario, y muy pronto el asalto del imperialismo, el bloqueo, todo eso. Uno de los puntos claves -digamos- que se observa del exterior es el desmembramiento del ejército de la tiranía, que era un brazo armado de la burguesía, y que era peligroso, evidentemente y no se comprende bien cómo se logró tan rápidamente ese desmembramiento del Ejército antes de que pudiera reorganizarse o volver a tomar fuerza y eficiencia.

FIDEL: Es que realmente nosotros derrotamos al ejército de Batista, práctica-mente le liquidamos sus tropas élites en la Sierra Maestra. Y aunque era una fuerza armada numerosa, su tropa élite había sido derrotada. Y cuando a un ejército le liquidan sus tropas de operaciones, está realmente derrotado. A esto se unía un apoyo del pueblo total, de modo que ya militarmente no podían hacer gran cosa.

En los días finales teníamos 14 mil soldados cercados en Oriente, la Isla dividida en dos partes, la iniciativa en nuestras manos, y las Fuerzas Armadas de Batista desmoralizadas.

En esas condiciones ellos trataron de buscar un contacto con nosotros. Y el jefe de las tropas de operaciones me pide una reunión, en la cual me admite que han perdido la guerra. Entonces nos preguntan qué pensábamos nosotros que debían hacer. Yo les expliqué que el Ejército se había desacreditado mucho que, sin embargo, creía que dentro del Ejército había gente capaz y gente buena, que desgraciadamente se habían visto en la situación   de tener que defender la institución, o defender al régimen junto con la institución. Se ponen de acuerdo con nosotros aceptando la proposición de realizar un levantamiento.

Ese ejército que estaba copado, nosotros le dijimos que podía realizar un pronunciamiento, uniéndose a la fuerza revolucionaria. Pero le dijimos que estábamos absolutamente opuestos a un golpe de Estado. Incluso al Jefe de las Tropas en Operaciones le aconsejé que no fuera a la capital, que produjera el levantamiento de las tropas de Oriente y se uniera a la Revolución. Aceptó; pero no cumplió. Fue a la capital.

Nosotros le habíamos puesto tres condiciones: primero, no aceptábamos golpe de Estado; segundo, nos oponíamos a cualquier intento de salvar a Batista; tercero, nos oponíamos a cualquier arreglo con la Embajada americana. Esas fueron nuestras tres condiciones y las aceptaron. Sin embargo hicieron exactamente lo opuesto: fueron a la capital; organizaron un golpe de Estado; se pusieron de acuerdo con la Embajada americana y facilitaron la fuga de Batista.

Por eso cuando se produce el golpe de Estado el día 19 de enero, nosotros por radio lanzamos una consigna a toda nuestra fuerza: no aceptar el alto al fuego, proseguir la ofensiva en todos los frente, e hicimos un llamamiento a los trabaja-dores y a todo el pueblo a la huelga general revolucionaria.

Ya tal era el estado de influencia de nuestra fuerza y de nuestro movimiento, y era tal la descomposición del régimen que, para citar un ejemplo, todas las estaciones de radio y de televisión se pusieron en sintonía con Radio Rebelde, los propios obreros pusieron todas las estaciones de radio y televisión en sintonía con Radio Rebelde. Todo el pueblo, y en especial los trabajadores, realizaron un paro absoluto y total. Las fuerzas nuestras, las columnas nuestras, sin hacer, ningún alto al fuego, continuaron la ofensiva, y en 72 horas prácticamente habíamos desarmado a todo el ejército.

De modo que, en los primeros días de diciembre, el pueblo se apodera de todas las armas; decenas de miles de ciudadanos tomaron las armas en sus manos y el Ejército quedó virtualmente disuelto.

Si hubieran aceptado las condiciones que nosotros pusimos, habríamos podido salvar para la Revolución a muchos oficiales: oficiales de carrera, oficiales que no tenían crímenes, que no habían cometido asesinatos ni torturas. Porque realmente fue un grupo de oficiales los que se prestaron, ciento por ciento, a los crímenes de Batista: una camarilla; pero dentro de las Fuerzas Armadas había oficiales de carrera que no tenían responsabilidad directa con esos crímenes.

Si ellos aceptan lo que nosotros propusimos, de todas maneras habría surgido un  ejército nuevo, porque eso era un requisito indispensable para la Revolución; pero habríamos podido contar con la colaboración de un número mayor de oficiales. De todas formas contamos con colaboración de un número de oficiales porque había oficiales presos por conspirar contra Batista y muchos de esos oficiales, después del triunfo de la Revolución se unieron a nosotros.

Hubo oficiales que habían luchado contra nosotros pero que eran hombres caballerosos, hombres decentes, se unieron a nosotros. De modo que un número de oficiales del antiguo ejército colaboró con nosotros, pero muchos no pudieron ser salvados puesto que la desmoralización y la desintegración fue total. Y no eran las mejores condiciones para contar con la colaboración de muchos de estos oficiales.

Pero realmente surge un Ejército nuevo. Y creo que de ninguna forma se habría podido realizar la Revolución si se sustituye al viejo Ejército por un nuevo Ejército revolucionario y popular, un nuevo Ejército que hoy tiene mucha más preparación técnica, diez veces más preparación técnica de la que tuvo jamás el Ejército de Batista. Porque hoy nosotros tenemos diez veces más oficiales, incomparablemente mejor preparados de lo que nunca había contado nuestro país. Pero hoy es un Ejército revolucionario, constituido por tropas regulares, constituido por la reserva, fundamentalmente de obreros y campesinos entrenados, un Ejército popular, cuya fuerza radica, no tanto en su profesionalidad o en su técnica, como en su identificación con los intereses del pueblo, y en su enorme reserva de obreros y campesinos que constituyen su masa de combatientes en caso de guerra.