Algunas reflexiones sobre plan y mercado en el modelo socialista cubano (José Luis Rodríguez)

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Algunas reflexiones sobre plan y mercado en el modelo socialista cubano
AutorJosé Luis Rodríguez
Escrito enMayo de 2023


Uno de los temas más discutidos en torno a la construcción del socialismo se ha referido a lo largo de los años a la permanencia de las relaciones monetario-mercantiles en este proceso y sus consecuencias para la nueva sociedad que se desea desarrollar.

La opinión de Marx y Engels sobre el tema partía de considerar la desaparición del mercado en el socialismo, tomando en cuenta la elevada socialización de la producción que debía alcanzarse en el proceso de desarrollo capitalista y, por tanto, la posibilidad de una expresión directa del carácter social del trabajo al nacionalizarse los medios de producción, sin que fuera necesario el intercambio mercantil para ello. Al respecto, Engels plantearía:

"Tan pronto como la sociedad se adueñe de los medios de producción y los aplique a esta, socializándolos directamente, el trabajo de cada individuo, por mucho que difiera su carácter específicamente útil, adquirirá de antemano y directamente el carácter de trabajo social."[1]

Con posterioridad la interpretación inicial de Lenin sobre la existencia de las relaciones monetario-mercantiles en el socialismo, no difería de la que habían expresado con anterioridad Marx y Engels.

No obstante, con el triunfo de la Revolución de Octubre, comenzó por primera vez en la historia, la construcción de una nueva sociedad libre de la explotación del hombre por el hombre, planteándose –en la práctica– el tema de las relaciones monetario mercantiles en la construcción del socialismo.

En estas novedosas circunstancias, si bien ya Marx en su trabajo de 1875 Crítica al Programa de Gotha[2] había establecido la necesidad de un período de transición entre el capitalismo y el socialismo en el que estarían presentes aun elementos propios de la sociedad capitalista, no podía anticipar la elevada complejidad que este proceso supondría, en el país más atrasado de la Europa de entonces.

Pocos meses después del triunfo revolucionario en Rusia, el país se sumergía en una sangrienta guerra civil, que se extendería durante tres años. En esa etapa la economía se puso necesariamente en función de la defensa, lo cual demandó la aplicación de procedimientos extraeconómicos expeditos para asegurar, mediante la requisa de alimentos y otros recursos vitales, la supervivencia del Ejército Rojo, lo que conllevó posponer -en la práctica- el inicio de la construcción socialista.

La política económica aplicada en esta etapa –conocida como el comunismo de guerra– llevó, por imperativo de las circunstancias, a la casi total desaparición de las relaciones mercantiles en la economía de entonces. Se creó así la ilusión de que podía prescindirse a corto plazo de las categorías mercantiles, hasta llegar –incluso– a la eliminación del dinero.[3]

Con el fin de la guerra civil surgió la necesidad de restaurar la economía del país que estaba completamente devastada. El análisis desarrollado por Lenin entonces tomó en cuenta que la estructura económica básica de Rusia la constituía la pequeña producción de una enorme masa de campesinos, a los que había que incentivar a través de la libertad de comercio, unida al inevitable desarrollo del capitalismo que de ello se derivaría, por lo que no quedaba otra salida que reconocer las relaciones monetario-mercantiles, abriendo un espacio para su desarrollo hasta llegar incluso a cierta forma de capitalismo de Estado como única alternativa en esas circunstancias, en las que se demandaba el apoyo del campesinado y financiamiento para sobrevivir.[4]

Emergió así en 1921 la denominada Nueva Política Económica (NEP por sus siglas en inglés) la que Lenin siempre concibió como un retroceso táctico inevitable para salvar el país ante circunstancias excepcionales. Al respecto se señalaría

"El intercambio significa la libertad de comercio, es capitalismo. Este es útil para nosotros en la medida en que nos ayude a luchar contra la dispersión del pequeño productor, y en cierto grado, contra el burocratismo. En qué medida, lo comprobará la práctica, la experiencia."[5]

También se reconocería claramente el carácter transitorio de estas concesiones al expresarse

"Nos hemos replegado hacia el capitalismo de Estado. Pero nos hemos replegado en la medida debida. Ahora nos replegamos hacia la regulación estatal del comercio. Pero nos replegaremos en la medida debida. Hay ya síntomas de que se vislumbra el final de este repliegue, de que se vislumbra en un futuro no muy lejano la posibilidad de cesar este repliegue."[6]

Durante muchos años con posterioridad a la implantación de la NEP se pretendió dar a esta política económica específica, de una coyuntura histórica concreta, un carácter universal, como si se tratase de una regularidad del socialismo. Al respecto Ernesto Che Guevara agudamente señalaría

"Como se ve la situación económica y política de la Unión Soviética hacía necesario el repliegue de hablara Lenin. Por lo que se puede caracterizar esta política como una táctica estrechamente ligada a la situación histórica del país, y, por tanto, no se le debe dar validez universal a todas sus afirmaciones."[7]

Con posterioridad a la muerte de Lenin la discusión sobre la acción de la ley del valor en el socialismo y su relación con la planificación continuó durante algunos años, vinculándose este debate sobre la política económica con el que se desarrollaba en torno a la estrategia de desarrollo a implementar en la URSS.

Como se conoce, se enfrentaron diversas posiciones. Por un lado se encontraban las tesis defendidas por el dirigente bolchevique Nicolás Bujarin, que mantenía una posición que reconocía en esencia la vigencia de la ley del valor, al tiempo que defendía una industrialización gradual basada en una no confrontación con el campesinado al que consideraba (que) incluso podría enriquecerse.[8] Por otro lado, estaban las ideas de Eugenio Preobrazensky publicadas en su libro de 1926 La Nueva Economía[9], en el que defendía la extracción del excedente económico agrícola mediante un intercambio no equivalente con la industria socialista, conformando  lo que denominó la ley de la acumulación socialista originaria, que actuaría imponiéndose a la acción de la ley del valor.

En estos debates[10] donde participaron múltiples economistas y políticos soviéticos preponderó –no obstante–  la valoración sobre las relaciones monetario-mercantiles como algo heredado del capitalismo y no esencialmente asociado al desarrollo propio del socialismo.

Lamentablemente estas discusiones quedaron truncas.

La solución a las contradicciones que se generaron con la aplicación de la NEP y las tensiones a ellas asociadas, no recibieron el tratamiento político previsto por Lenin,[11] sino que fueron enfrentadas con medidas políticas de coerción que caracterizaron el proceso de colectivización forzosa de la tierra realizado principalmente entre 1929 y 1936, basado en una polémica interpretación sobre la lucha de clases enarbolada en el partido dirigido por J. Stalin. Este proceso coincidió con un acelerado desarrollo de la industria pesada, a partir del primer plan quinquenal de la URSS aprobado para el período 1928-1932.

Se produjo así –por medios coactivos y extraeconómicos– la captación de los recursos de acumulación, generados en mayor medida por la economía campesina para emprender la industrialización soviética.

En tanto que este desarrollo ocurría, no se desarrolló un espacio para el esclarecimiento teórico de las relaciones monetario-mercantiles, limitándose la discusión -a partir de los años 30 del siglo pasado- al abordarse separadamente el empleo de las categorías mercantiles, según los principios del cálculo económico.[12]

El vacío conceptual que ello representó tendría importantes consecuencias para la construcción del socialismo en la URSS y en los países que emprendieron ese camino tiempo después.

No sería hasta años más tarde, una vez concluida la  Segunda Guerra Mundial,  que se convocó nuevamente a un debate científico del tema a partir de la necesidad de dar una respuesta coherente a un tema medular en la construcción del socialismo, exponiéndose las conclusiones de ese análisis por Stalin en su conocido trabajo de 1952 Los problemas económicos del socialismo en la URSS. En este documento se daba una explicación a la permanencia de las relaciones monetario-mercantiles en el socialismo a partir de la existencia de distintas formas de propiedad, en tanto que a la presencia de categorías mercantiles en el seno de la propiedad estatal se le atribuía un carácter formal y solo vinculado a los efectos del cálculo estadístico-contable.

Esta interpretación solo sería gradualmente superada en el transcurso de los debates que se efectuaron en el contexto de la reforma económica a implementar tiempo después y que duraron en la URSS desde 1958 hasta 1965.

Se logró entonces una explicación acerca de la permanencia de las relaciones monetario-mercantiles en el socialismo a partir de la persistencia de la división social del trabajo,  del insuficiente nivel de desarrollo de las fuerzas productivas y –por tanto– de la imposibilidad de lograr una expresión directa del carácter social del trabajo, lo que ocasionaba la presencia de un aislamiento económico relativo entre los productores, que aún sin que existiera la propiedad privada sobre los medios de producción, debían confrontar a través del mercado la utilidad social del producto de su trabajo, que aparecía así como un trabajo indirectamente social.[13]

Aun cuando esta explicación constituyó un gran aporte conceptual, su aceptación no resolvió el problema asociado a la correcta interpretación del carácter contradictorio del mercado en el socialismo.

La construcción de las nuevas relaciones de producción que supone el socialismo implica un enorme desafío histórico, ya que el hombre debe prepararse para participar de forma consciente en este proceso.

En Cuba, el pueblo llegaba al triunfo de la Revolución después de siglos de preponderancia de los intereses individuales y de su materialización a través de la propiedad privada.

La implantación de la propiedad social sobre los medios de producción no suponía meramente un acto jurídico, sino una raigal transformación de la mentalidad del ser humano que debía aprender a conjugar, en un período de tiempo muy breve, sus intereses individuales con los intereses sociales, aceptando –además– la prioridad de estos últimos como premisa para el avance de los proyectos personales.

Ello suponía un proceso político e ideológico de adaptación a las nuevas condiciones sociales que no podía transcurrir sin atravesar complejas circunstancias y profundas contradicciones, especialmente si se tiene en cuenta la tradición que durante siglos llevó al ser humano a enfrentarse a sus semejantes para lograr la supervivencia, basado primero en la existencia de la producción mercantil simple asociada personalmente a su trabajo y después a la producción mercantil capitalista, al servirse del trabajo ajeno.

El hecho de que durante la transición al socialismo no fuera posible eliminar a corto plazo las condiciones que engendraban la producción mercantil y las categorías mercantiles, a partir del bajo nivel de desarrollo alcanzado, reforzaba en el individuo la noción del carácter "natural" y permanente que durante siglos ya tenía la producción de mercancías.

En la medida en que los factores subjetivos no se desarrollaron suficientemente como para permitir una comprensión de este complejo proceso, fue hasta cierto punto lógica la aceptación primero y la asimilación acrítica después, del mercado en el socialismo. Si a ello se añade la complejidad técnica presente para el desarrollo de las nuevas formas de dirección económica de la sociedad a través de la planificación,[14] parecería a muchos que la misma no hacía más que entorpecer la actuación "natural" del mercado.

No es de extrañar entonces que la búsqueda de resultados económicos más eficientes a nivel microeconómico se encontraran casi siempre potenciando el aislamiento social de las empresas frente a la planificación estatal que, en las condiciones del socialismo europeo, resultaba ineficiente en muchos aspectos.

Ese fue el rumbo que comenzaron a tomar las reformas económicas de los países socialistas europeos en los años 60 del pasado siglo,[15] a través de las que se abrieron espacios cada vez más amplios para los mecanismos de mercado limitando, por su supuesta o real ineficiencia,  la aplicación de la planificación social que, además de sus carencias de orden técnico, se asociaba a la ausencia de participación popular en la toma de decisiones que se adoptaban central y burocráticamente en el denominado socialismo real[16]

Una ilustración histórica del papel de los factores políticos e ideológicos y sus vínculos con una dirección socialmente planificada ineficiente, se pone de manifiesto en la historia económica de Europa Oriental y muy especialmente en el caso de Yugoslavia, donde el desarrollo de la autogestión obrera a nivel de empresa no encontró otro camino para su inserción en la economía que acudir a los mecanismos de mercado, desechando la planificación; en Hungría, que proclamó la identidad entre socialismo y nivel de vida alimentando una suerte de consumismo insostenible y eliminando la planificación centralizada en 1968,  o el caso  de Polonia, donde ni siquiera las reformas orientadas al mercado tuvieron una funcionalidad mínima ni una aceptación social para hacerlas viables.[17]

La interpretación de las relaciones monetario-mercantiles como un fenómeno propio del socialismo y por tanto, no contradictorio con este sistema, condujo a que se extendiera el modelo de socialismo de mercado en los años 80, hasta que solo quedó el mercado y nada del socialismo con la desaparición de la URSS en diciembre de 1991.

La dolorosa enseñanza del derrumbe del socialismo en Europa no puede llevar a la conclusión –manejada por no pocos autores– de que el socialismo no es perfectible y de que la preponderancia absoluta del mercado es inevitable.[18]

Bastaría para refutar la tesis de que el mercado resulta más eficiente que la planificación, lo sucedido en los últimos 30 años con la implantación del capitalismo neoliberal en los antiguos países socialistas europeos y la ex URSS. Además del enorme costo político y social que ha conllevado la variante de capitalismo salvaje allí introducido, desde el punto de vista económico estos países se ubicaron en la periferia del capitalismo como los más atrasados de la Unión Europea o dejaron de ser una potencia mundial, como fue el caso –durante los años 90– de Rusia como heredera de la URSS.[19] En este último caso y a partir de la presidencia de Vladimir Putin, comenzó un proceso de recuperación económica y social para revertir la catástrofe de los años 90, que llevó a un enfrentamiento creciente de Rusia con la OTAN desde el año 2007 y que ha desembocado en el conflicto ucraniano actual.[20]

La experiencia histórica reciente muestra que, si bien la existencia de las relaciones monetario-mercantiles tiene una base objetiva en las condiciones del socialismo y no es posible negar su presencia, sobrevalorarlas puede llevar a la destrucción del sistema.

El llamado socialismo de mercado mostró  que no era posible asimilar la producción mercantil sin tomar en cuenta su carácter esencialmente contradictorio con el socialismo en múltiples aspectos, por lo que ofrecen muchas dudas aquellas interpretaciones que plantean la "utilización" del mercado como un mero instrumento de dirección en función de la construcción de la nueva sociedad, sin valorar sus efectos perversos en lo social y en lo político.

Al respecto el Che fue categórico cuando en 1964 advirtió

"Negamos la posibilidad del uso consciente de la ley del valor, basado en la no existencia de un mercado libre que exprese automáticamente la contradicción entre productores y consumidores…" y más adelante subrayó "La ley del valor y el plan son dos términos ligados por una contradicción y su solución; podemos, pues, decir que la planificación centralizada es el modo de ser de la sociedad socialista, su categoría definitoria y el punto en que la conciencia del hombre alcanza, por fin, a sintetizar y dirigir la economía hacia su meta, la plena liberación del ser humano en el marco de la sociedad comunista."[21]

El manejo de relaciones monetario-mercantiles en el socialismo, a partir de su existencia objetiva, tanto mayor en la medida en que más bajo sea el nivel de desarrollo de la sociedad, debe realizarse tomando en cuenta su carácter contradictorio, asimilándolas como un elemento no consustancial al socialismo, pero en cuya construcción el mercado tendrá que ser tomado en cuenta durante largos años.[22]

Cómo hacerlo supone un delicado manejo político y económico que impida que el mercado obstaculice el desarrollo de relaciones sociales de producción superiores, al tiempo en que se le concede el espacio indispensable para evitar un freno al desarrollo de las fuerzas productivas.

Un interesante análisis sobre las medidas que pudieran  propiciar la asimilación de la heterogeneidad en las formas de propiedad y el incremento de las relaciones monetario-mercantiles en el caso de Cuba fue emprendida por el destacado economista Alfredo González ya desde inicios de este siglo.

En su ensayo Socialismo y mercado,[23] este autor subrayaba la importancia de no "…combatir la extensión de las actividades mercantiles con métodos coercitivos, no económicos…”, y proponía medidas para lograr una mayor diversidad de oferta y una mayor capacidad competitiva de la propiedad estatal respecto a la no estatal, brindando a las empresas públicas un mayor nivel de autonomía, incentivos, restricciones financieras efectivas y flexibilidad para responder a la demanda; implementar la competencia entre formas de propiedad no estatales, propiciando el desarrollo de las de mayor contenido social como las cooperativas y acotar el crecimiento de formas de propiedad no estatal asociándolas al Estado y reconocer las desigualdades de ingresos laborales derivadas de la heterogeneidad productiva y atenuarlas mediante un sistema salarial coherente, incentivos multilaterales, nivelación del mercado de trabajo y una política más selectiva de subsidios, impuestos y mercados segmentados, entre las más destacadas.

Al propio tiempo González subrayaba en el caso cubano como en la convivencia entre diversas formas de propiedad resultaba "…determinante la evolución del entorno externo y, en especial, del diferendo con los Estados Unidos, pues a nadie se le escapa que la promoción unilateral de dichas reformas de mercado persigue, en muchos casos, objetivos ulteriores, nada favorables al desarrollo del socialismo en Cuba."[24]

Un enfoque más adecuado de las relaciones entre plan y mercado se encuentra en la Conceptualización del Modelo Económico y Social Cubano de Desarrollo Socialista aprobada en el 2016 y actualizada en el 2021.[25]

En ese documento se recogió la necesidad de tomar en cuenta la existencia objetiva de relaciones monetario-mercantiles en el socialismo, al tiempo que se les ubicó subordinadas a la planificación.

Así se señalaría:

"En el país rige un sistema de economía socialista basado en la propiedad de todo el pueblo sobre los medios fundamentales de producción, como la forma de propiedad principal y la dirección planificada de la economía, que tiene en cuenta, regula y controla el mercado en función de los intereses de la sociedad."[26]

Más adelante, en el título 1.2

"Principales transformaciones que fundamentan la actualización del modelo”, epígrafe b, se precisaban las directrices para lograr una integración del mercado a los propósitos de desarrollo de la sociedad, al señalar: “Reconocer, regular y lograr un adecuado funcionamiento del mercado, de modo que las medidas administrativas centralizadas, en interacción con las políticas macroeconómicas y otras, induzcan a los actores económicos a adoptar decisiones de acuerdo con los intereses de toda la sociedad."[27]

Por otra parte, al precisar el papel de la propiedad no estatal y su gestión, se reafirmaba:

"El reconocimiento y diversificación de diferentes formas de propiedad y de gestión responden al insuficiente desarrollo de las fuerzas productivas, al nivel de socialización alcanzado por la propiedad social y a los objetivos de la construcción del socialismo, al contribuir a movilizar recursos humanos, materiales y financieros nacionales y extranjeros. (…) La existencia de formas de propiedad y de gestión no estatales tiene como objetivos posibilitar que el Estado y el Gobierno se concentren en las complejas tareas que le son propias, tributar a la eficiencia integral de la economía, generar empleos, desplegar iniciativas, impulsar las fuerzas productivas, incrementar los ingresos al Presupuesto del Estado y contribuir al bienestar en función del desarrollo socialista."[28]

En esencia se reflejaba así la necesidad de reconocer un mayor espacio a las relaciones monetario-mercantiles, tomando en cuenta el nivel de desarrollo real alcanzado por la sociedad cubana actual, en tanto que no era posible aspirar al reconocimiento directo del carácter social del trabajo y a la satisfacción de las necesidades de la sociedad si esto no era acompañado de un elevado nivel de desarrollo de las fuerzas productivas.[29]

En el caso de Cuba el carácter subordinado que se otorga al mercado refleja la comprensión de las contradicciones que –en su desarrollo– el mismo conlleva, lo que supone –en el socialismo– la activa participación del Estado para potenciar sus efectos positivos, al tiempo que se frenan sus más indeseables consecuencias.

Estos propósitos se reflejan más detalladamente en el capítulo III "La dirección planificada del desarrollo económico y social", al expresarse: "Una función fundamental del Estado y el Gobierno es la regulación de los mecanismos del mercado, para enmarcarlos en los principios que rigen la construcción de nuestro socialismo y estimular su desarrollo." Estos propósitos recogen sintéticamente:

  • La igualdad en el acceso a los mercados de producciones e insumos de todos los actores económicos.
  • El establecimiento de pautas de producción y consumo racionales y sostenibles.
  • La delimitación de los ámbitos de la vida económica y social en que no será reconocido el mercado.
  • El respeto y el control de los derechos y obligaciones de todos los actores económicos y sociales.
  • El establecimiento de políticas comerciales y de precios para regular la competencia y evitar las malas prácticas y la especulación.
  • La no tolerancia de prácticas de tipo monopólico.[30]

La experiencia muestra que la regulación del mercado en la construcción del socialismo ha sido históricamente compleja y su eficiencia limitada.

En el caso de la economía cubana, se ha vivido este proceso en medio de la excepcionalidad que supone un bloqueo que dura ya más de 60 años y su enorme costo para el desarrollo del país. A esta realidad incontrastable, hay que sumar que solo en una época relativamente reciente, se reconoció la existencia objetiva del mercado en la construcción socialista y la necesidad de su regulación a través de mecanismos económicos y no sólo mediante decisiones administrativas.

A esta situación se añade una crisis en la que se han sumado los impactos acumulados de las 243 sanciones adicionales como parte del bloqueo económico de EE.UU., implementadas por el gobierno de Trump y su aplicación continuada por Joe Biden; las consecuencias de la COVID 19, que provocó la caída de 10.9% en el PIB del año 2020 y la crisis internacional, con su secuela de inflación, potenciada por los efectos de la guerra de Ucrania desde febrero del 2022 y que ha elevado sustancialmente los precios de los alimentos y los combustibles en el mercado mundial.

Ante esta realidad, no es posible una regulación apropiada del mercado y  los precios si primero no se implementan las medidas urgentes de un Programa de Estabilización Macroeconómica.

De tal modo, la situación actual requerirá –prioritariamente-  una renegociación de nuestra deuda externa con un mínimo de liquidez, de manera que se inicie un proceso de apertura del financiamiento externo que hoy resulta inexistente. A esto debe acompañarlo un programa antinflacionario, que incluya medidas de mitigación para la población más vulnerable y que sufre en mayor medida, el impacto de la inflación, donde los precios de los alimentos crecieron –entre abril de 2022 y el propio mes del 2023- un 70.67%, con un promedio de crecimiento en todos los precios de 45.36%.[31] A esto se suma el indispensable aumento de la oferta de alimentos a precios al alcance de la población y la estabilización de la disponibilidad de portadores energéticos y la generación de electricidad.

Por último, no es posible olvidar que los mecanismos económicos que se utilicen para lidiar con el mercado en las actuales circunstancias, serán siempre instrumentos auxiliares, pues nunca deberá perderse de vista que –como señalara el Comandante en Jefe en 1975– 

"…ningún sistema en el socialismo puede sustituir la política, la ideología, la conciencia de la gente; porque los factores que determinan la eficiencia en la economía son otros que no pueden existir de ninguna manera en el socialismo, y sigue siendo un factor fundamental y decisivo el aspecto político, el aspecto ideológico y el aspecto moral."[32]

  1. Federico Engels Anti-Dühring, Ediciones Pueblos Unidos, Montevideo 1960,  p. 376.
  2. Este trabajo fue publicado por Engels solamente en 1891.
  3. Estas ideas se plamaron en el libro El ABC del comunismo de Eugenio Preobrazenski y Nicolas Bujarin, publicado en 1920.
  4. “La sustitución del sistema de contingentación por el impuesto en especie es ante todo y sobre todo una cuestión política, pues la esencia de ella reside en la actitud de la clase obrera ente los campesinos". V. I. Lenin Palabras en el X Congreso del PC(b) de Rusia, en Obras Escogidas en Tres Tomos, Editora Política, Moscú, 1961, tomo 3, p. 604.
  5. V.I. Lenin Sobre el impuesto en especie, Op. Cit., p. 659.
  6. V.I. Lenin  Acerca de la significación del oro ahora y después de la victoria completa del socialismo Op. Cit. p. 697.
  7. Ernesto Che Guevara Sobre el sistema presupuestario de financiamiento,  en El Gran Debate sobre la economía en Cuba 1963-1964, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 2004, p. 68.
  8. Un resumen de las ideas de Bujarin puede verse en Moshe Lewin Stalinism and the Seeds of Soviet Reform Pluto Press and M. E. Sharp, London and New York, 1991, Chapter 1. Ver también de Stephen Cohen Bukharin and the Bolshevik Revolution. A Politial Biography 1888-1938 Oxford University Press, 1980.
  9. Ver E. Preobrazensky La Nueva Econonía,  Editorial Polémica, La Habana, 1968. También debe verse de Nicolai Bujarin, August Thalheimer y Evgueni Preobrajenski La polémica acerca de la industrialización en la URSS, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1969, tomo 2.
  10. Una síntesis de estos debates puede verse en José Luis Rodríguez El derrumbe del socialismo en Europa Ruth Casa Editorial y Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 2016, capítulo 1, epígrafes III y IV.
  11. Ver de V.I. Lenin Sobre la cooperación, Op. Cit.
  12. En esencia, el cálculo económico suponía la cobertura de los gastos con los ingresos y la generación de un excedente; daba una independencia operativa mayor a la empresa y se apoyaba en la estimulación y la responsabilidad material de los productores así como en el control indirecto a través de mecanismos económico-financieros.
  13. Una interpretación sobre el origen de las relaciones monetario-mercantiles en el socialismo basadas en este enfoque se encuentra en José Acosta Santana Teoría y práctica de los mecanismos de dirección en Cuba, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1982, capítulo 1.
  14. Ya a finales de los años 20 del pasado siglo los ideólogos del liberalismo burgués se encargaron de impugnar la posibilidad de alcanzar decisiones económicas racionales a través de la planificación, por las dificultades técnicas que ello suponía. En tal sentido la refutación inicial a estas impugnaciones de autores como Ludwig Von Mises por parte del economista marxista polaco Oskar Lange se estructuraron a partir de una suerte de simulación del mercado con los instrumentos de la planificación. Surgieron así las primeras variantes de lo que sería después el socialismo de mercado.
  15. Una visión ya completamente afín a la existencia del mercado en el socialismo había sido adoptada desde 1950 por el modelo de autogestión yugoslava.
  16. La enorme significación del componente democrático de la sociedad y por tanto de la planificación para su adecuado desarrollo, sólo fue incorporado formalmente al debate económico en el llamado socialismo real. Sobre el tema se han desarrollado diferentes estudios en la búsqueda de una planificación participativa. Ver de Michael Albert y Robin Hahnel The Political Economy of Participatory Economics, Princeton University Press, Princeton, 1991 y de Pat Devine Democracy and Economic Planning Polity Press, Cambidge, 1988.
  17. Ver el análisis de Alec Nove en La economía del socialismo factible, Editorial Siglo XXI, Madrid, 1991, Tercera Parte.
  18. En este caso se encontraría el destacado economista húngaro Janos Kornai. Lamentablemente a esa conclusión llegaron también múltiples autores ex soviéticos. Ver de Leonid Abalkin The Market in a Socialist Economy en Anthony Jones and William Moskoff (eds) The Great Market Debate in Soviet Economics, M. E. Sharpe, New York, 1991.
  19. Ver el caso de Rusia en el libro de David M. Kotz y Fred Weir Russia’s Path from Gorbachev to Putin Routledge London and New York, 2007.
  20. Ver la evolución de la Federación de Rusia hasta años recientes en el libro de José Luis Rodríguez El derrumbe del socialismo en Europa Ruth Casa Editorial y Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 2016, capítulos I y III.
  21. Ernesto Che Guevara Sobre el sistema presupuestario de financiamiento, Op. Cit. p. 82.
  22. En la literatura económica cubana el criterio erróneo que asimila las relaciones monetario-mercantiles al socialismo señalando que estas relaciones tienen ahora un nuevo contenido que las hace diferentes, ha permanecido con fuerza desde los años 80 del pasado siglo.
  23. Alfredo González Socialismo y mercado Revista TEMAS Nº 30 Julio-Septiembre de 2002.
  24. Ibidem, página 26.
  25. Ver PCC Conceptualización del Modelo Económico y Social Cubano de Desarrollo Socialista. Lineamientos de la Política Económica y Social del Partido y la Revolución para el Período 2021-2026 Comité Central del Partido Comunista Cubano, La Habana, junio de 2021.
  26. Ibid. p. 16.
  27. Ibid. p. 21.
  28. Ibid. p. 23.
  29. No debe olvidarse que ya Marx y Engels habían expresado en 1846 "Este desarrollo de las fuerzas productivas constituye también una premisa práctica absolutamente necesaria, porque sin ella solo se generalizaría la escasez y, por tanto, con la pobreza, comenzaría de nuevo, a la par, la lucha por lo indispensable y se recaería necesariamente en toda la miseria anterior." Carlos Marx y Federico Engels La Ideología Alemana Edición Revolucionaria, La Habana, 1966, página 35.
  30. Ibid. p. 42.
  31. ONEI Indice de Precios al Consumidor Abril 2023 Mayo 19 2023 www.onei.gob.cu
  32. Fidel Castro Primer Congreso del Partido Comunista de Cuba. Informe Central, Editorial Pueblo y Educación, La Habana, 1978, p. 113.