Carta de relación de Diego Velázquez de Cuéllar ([[Diego Velázquez de Cuéllar]])
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Carta de Relación de Diego Velázquez de Cuellar | |
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Autor | Diego Velázquez de Cuéllar |
Escrito en | 1 de abril de 1514 |
Fuente | https://www.academia.edu/44344886/Matanza_de_Yucayo_Historia_y_Mito%7C |
Las notas añadidas a pie de página provienen de la fuente consultada.
Traducción al español moderno cortesía de ProleWiki.
Español medio | Español moderno |
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Do. Velázquez a S. A. 1 Abril de 1514
Gracias por la Merced de la Tenencia de la Asunción y por el poder para repartir los indios de cuio buen tratamiento cuido i para ello va siempre conmigo Fr. Juan de Texin, franciscano que ha bautizado toda la gente hasta aquí asegurada. Gracias en nombre de la isla por la merced que gocen todas las franquicias que la expuesta (igual se hizo a S. Juan). Embie la costa abaxo 100 ombres en busca de 9 christianos que se han ausentado de la gente que iva con Seb. d’Ocampo. Mandeles todo buen comedo con los naturales: estos en el No. Vo. les hicieron mui buen acogimiento, les dieron de comer y tamemes como si fueran deudos, por decilles según les previne que en el N de V. A. les enviaba a ver aquella provincia y que todos ellos habían de ser vasallos y servidores de V. A. i tuvieron buen propósito y voluntad porque la intención no era de dáñalos, sino de tornarlos cristianos para que sirvieran a Dios y a V. A. Estuvieron allí 8 días pros saber que el cacique de Indios de aquella provincia havian muerto los 9 christianos que buscaba en el puerto de Zucayo 9 leguas adelante ribera del rio Caonao: i pensaron que tanta correria de indios era por les matar sobre seguro. Tuve cartas dellos en la villa de la Asucncion 100 leguas de do estaban, les envie socorro de 50 h. i 10 cavallos ques cosas que han mucho miedo, los cuales de camino recogieron 4 christianos q. allí havia dejado Seb. d’Ocampo. No hallaron los indios oportunidad para ejecutar su mala intención por la vigilancia de los nuestros, pero luego les guiaron por el puerto llamado Yuhayo do havia celada de mucha gente; aunque contra mi orden les fue forzado pelear i mataron 100 indios que fue castigo de los pasado i presente: con ese ejemplo se hicieron separar todos los de la comarca, si bien alzados se fueron a los montes con sus mujeres hijos i haciendas, pero yo fui a la provincia de Guamuhaya i los asegure. Despues los 100 ombres se fueron a la provicia de Cavane ques en la costa del Norte 25 leguas del rio Caonao; de allí fueron calando la tierra de las provincias sugetas a la de Camagüey e parte de la de Guamuhaya, i escribieron que los caciques estaban seguros al aparecer, excepto los de Camaguey, andaban por los montes, enviaron 4 reales de oro de muestra que havian sacado de unos ríos de la provincia de Guamuhaya. De todo lo dicho fue Capitan un indio de la Espanola que fue criado i Capitan del cacique Yacahuey, el que ya es muerto. Para que vinieran a esto los indios los envie a llamar con cuadrillas de cada diez cristianos, el uno lengua, a cada provincia, dio de comer para el camino i licencia para tornar a sus casas, i se fueron mui alegres i los despedidos con eso perdieron la mala voluntad que tenían. Los indios de la provincia de Macique cercana a la Asunción que parteviven en las haciendas de V. A. dejaron fechos de mademora 4,000 montones de axes para partentes, 50,000 para V. A. en una estancia a la ribera del rio Toha do el cacique Yacahuey residia, i hecha una casa junto al puerto que puede servir de contratación. Para acabar de saber los secretos de la isla enbié un vergantín aboxarla mui bien proveido en la Asunción con marineros de Nec0. i se partió del rio de Çagua 20 leg. abaxo de la banda en la costa de N. Partido el vergantín llame los 150 hs. Que dige tenia juntos en la provincia de Çabane que es dicha costa sugeta a la provincia de Camagüey, i sabiendo q. en la provincia del Havana estaban presos 2 mugeres i un ombre que de Tierra Firme havian venido a la isla, que de la Española ha días eran partidos navíos a Tierra Firme los q. convenia hallasen la tierra segura, proevi que quedando en la provincia del Çavaneque 50 hombres con los caballos, los demás fuesen calando la tierra, i observando si hallavan minas, asegurasen los indios del camino i tuviesen mañas como sacasen dellos las dos mujeres i el ombre, i saber dellos el daño que havian hecho los indios, los xpnos que mataron: en efecto sacaron las dos mugeres, que el ombre no estava con ellos, se volvieron a do los otros christianos estavan. Los 200 ombres sabiendo por ellas como los indios sacavan granos de oro en ciertos ríos se fueron de la provincia de Çavaneque en 15 canoas a la prov. de la Havana, desembarcaron donde a 4 días a 3 leguas de los mismos pueblos della, do las dejaron para entrar por tierra i las hurtaron los indios. Llegados a los pueblos los hallaron sin gente, i enviaron tierra adentro a varios indios de los que llevaban para buscar razón de los de la tierra, i andando en eso salió a ellos el cacique principal de la provincia, llamado Guayacayex con 50-60 indios que se supo iban a reconocer el numero de los cristianos dejando la demás gente escondida con intenciones de llevarlos a su pueblo i en el camino saliesen los escondidos, les trastornaran las canoas, i ahogallos.[1] Dioles el cacique casa i pan, i preguntado de la ida de gente de los pueblos dijo haver huido las mujeres por miedo a los cristianos, i los ombres se fueron a las buscar, que se fuesen con él a su pueblo que él tenia canoas para ello, e indios para que les sirviesen. Las mujeres le conocieron i dijeron que el i muchos de los de su comitiva fueron en matar los cristianos que con ellas vinieron de Tierra Firme[2], que sus ofrecimientos eran engañosos. Dijosele lo que Velazquez[3] mandó: Que bien sabían que el dicho Cacique i muchos de sus indios tenían miedo por el daño hecho a los cristianos que de Tierra Firme venían[4], que los hacían de matar, pero que S. A. mandava que pues hasta entonces no tenían conocimiento a quien servían, lo pasado se les perdonaría con que fuesen buenos servidores de S. A. Pero se asegurarsen no se les haría daño, que los christianos solo iban a buscar oro i esperar una caravela. Se alegro el Cacique, hizo quitar los indios que tenia al paso i traer las canoas, en las que los llevo a su pueblo i les regaló. En el rio que las mujeres digeron sacaron muestra de oro. A 8-10 dias que los nuestros llegaron al pueblo se fueron calando la tierra i pacificando i aportaron a la casa de un cacique principal llamado Habanaguex, do estava el christiano que fue con las mujeres llamado Garcia Mexia. Salio el cacique a recibillos 10 leguas de su pueblo con 50 indias cargados de tortugas, les toparon en los montes ribera de un rio, i allí con gran placer se fueron al pueblo del cacique que es en costa del N. a esperar si venia el vergatín enviado a boxar la isla. Ya que proveí en la Asunción lo conveniente partí a 4 de octubre de ‘513 con 15 ombres por mar en canoas por la costa del N. i llegué a las provincias de Bany i Bacaxagua, do estuve 4-5 días porque acudieron Caciques e indios, aquí dije lo que cumplía, partí por las provincias de Guaimaya i del Mayye haciendo lo mismo hasta la del Bayamo ques junto ala de Guacanayabo, i allí recibí las promesas de V. A. pasados 8 días con designio de hacer un po. envie a las provincias de Maniabon, Boyucar i el Cayaguayo, e Mahaha e Ceuyva, ques todo a 15-2030 leguas de la provincia de Bayamo, 40 ombres con christianos que saben la lengua a llamar todos los caciques e indios dellas mientras yo escogia sitio, el que halla a legua i media de un puerto apropósito para la navegación de la Espanola i Tierra F. cerca de un rio grande mui bueno llamado Yaxa, i tierras mui buenas para ganado i labranzas de Yuca, Axes i maíz, i minas a 19 i 20 leguas. Nombre la iglesia de S. Salvador, porque allí fueron libres los christianos del cacique Yahatuey, porque con la muerte suya se aseguro i salvo mucha parte de la isla; i señalé solares para las granjerias de V. A. i venidos los indios di vecinidades a los que las quisieron como las que di en la Asuncion, i para comenzar a vivir les di 90,000 montones. Detuveme algunos días en las provincias del Bayamo i del Guacanayabo proveyendo lo necesario i haciendo sacar copias de las provisiones por que se pregonasen en la Asuncion i S. Salvador, i partí del puerto de Guacanayabo por la costa Sur en canoas con 120 hombres a 18 de Diciembre a asegurar la tierra e indios de otra costa; a 21 llegue a los pueblos de la provincia de Guamuhaya ques 50 leguas por la mar de la de Guacanayabo, i una legua de la costa tierra adentro, do llamados Caciques e indios vinieron a verme, trayendo comida, i les hable de parte de V. A. con algunos dellos escribi a los 50 christianos que estavan en la provincia de Çavaneque; i en 23 llegue a la boca del rio Tayaba, legua i media del pueblo Mançanilla, do me vino a ver el cacique del pueblo i rogar fuese a ver sus casas i pueblo, i aunque deseaba ir la Pascua al dicho puerto de Xagua, porque no pensasen me recelava dellos, fui al pueblo i allí acudieron de paz algunos caciques de la comarca. Vinieron allí los que envia al Havana, i digeron haver llegado a esa provincia el vergantín, i que con él podría visitar 2 provincias que eran al cabo de la isla a la banda del Poniente, la de Guaniguanico, i los Guanahacabibes, estos ultimos que son los postreros, son a manera de salvajes; no tienen casas, asientos ni pueblos, ni labranzas: no comen sino tortugas, pescado i algunas salvajinas que toman por los montes. Venidos los torné a embie a la Provincia del Havana do quedava el vergatín con los christianos del, con orden de que todos los 100 quedasen en ella a buen recaudo 40, i los 60 fuesen por la tierra para la reconocer i pacificar con instrucciones para les hablar sobre la superioridad de V. A. para que le reconociesen. Traxeronme los del Havana las dos mujeres i el ombre detrás, i el cacique principal Yaguacayex, al que hablado en nombre de V. A. bolví la tierra con otros christianos, i se sabe que él ha llamado a todos los indios huidos, i estos han tornado a sus pueblos como de antes. Garcia Mexia refirió que estando en la provincia de Uraba donde habia ido con Alonso de Ojeda, i estado siete meses, por la gran necesidad se salió del Pucato quedando 80 hombres, i por principal de ellos Francisco Pizarro, habiendo muerto en cientos días 16 de ellos por hambre sin otros más que los indios mataron. Los que quedaron con Pizarro se partieron a la Española en dos vergatines, los cuales se separaron una noche del en que iva Pizarro con otros 37 hombres. Murieron de hambre los nueve y los 27 y dos mujeres llegaron a la punta de la provincia de Guaniguanico, i llegaron a la casa de un cacique que los recibió bien, i dio de comer por los rescates, i despues se fueron a otro pueblo donde robaron algunos dellos y los quisieron matar.[5] De allí a la provincia de la Havana, i desenvarcaron en el pueblo de Guanima donde fueron bien recibidos; i yendo de pueblo en pueblo murieron todos excepto Mexia y las dos mugeres, que quedaron en poder delos otros caciques. De Mançanilla fui al puerto de Xagua do ahora estoi. Es puerto mui provechoso para los que viene de Tierra Firme. De aquí envie a calar la tierra i buscar donde havia oro: traxe ronme cantidad de Vo. y mo. mui menudo; creo será bueno porque asi era el primero que se allo en la Asunción. Segunda vez envie cinco christianos con algunos indios i sacaron en un dia 2 ½ castellanos.[6] En la provincia de Guamuhaya han descubierto grandes ríos, arroyos i minas de oro; y de todos se ha habido ermozas muestras. Con doce o trece bateas que los christianos traían con indios no diestros sacaron en dos días los primeros doce castellanos i el 30 y 40. Otra cuadrilla de indios que andava con 2 christianos y siete bateas a 45 leguas de do la otra habia andado en las mismas tierras y cordilleras sacaron en diez días 72 castellanos. Y a acaeido un día scaron con una quadrilla 60-70-80 pesos. En el puerto de Xagua ques en la provincia de Guamuhaya, hai un mui buen asiento rivera del rio Aximo, casi en medio de la provincia a 9-6-20 leguas de las minas, mui sano al parecer i de muchas crianzas de todo ganado, hice pueblo con el del nombre de la Santísima Trinidad. Con una quadrilla de 25 indios al cargo de ciertos christianos que andaban i descubrían, hubo días que sacaron 90-60-70-80 castellanos en la vanda del Norte aguas vertientes a la villa de la Asumpcion cerca del pueblo de la Trinidad. En 20 feb. ‘514 llegaron al puerto de Guacanayabo de la villa de San Salvador, las dos caravelas que se enviaron de Sevilla: la una envie a Xamaica a cargar de pan, para la Trinidad, la otra a la Española a cargar de lo misma, i de ganado, yeguas, maíz i otras cosas. Los jueces i oficiales de la Española me escriben para que se tornen a dicha isla los indios que de ellas traí a esta. Seria gran inconveniente porque ombres i mugeres estan casados, según lo estan tambien otras de este Villa en aquella. Si se los obligase solo se lograría alvoroto entre ellos, i que se fueren para los montes sin provecho. De otras islas mas abaxo de esta hacia la parte Norte cinco o seis días de navegación vienen aquí indios en canoa i dan noticia de algunas más distantes.[7] Si S. V. diese licencia presto tendría aparexo para ir o enviar a saber el secreto de ello. Esta isla es mui fructífera i podrá proveer de pan la tierra fácil. Los puercos que se traxeron se han multiplicado hasta 30 mil. Además, la isla es mui apropósito de toda navegación. Suplico vengan más herramientas, puercos, cecinas y labranzas. Dellos y otras coas contenidas en un memorial convendrá enviar un nabio cargado aquí con derechura, pues los marineros dicen ten mejor viaje que a la Española. Seria gran merced a la isla, porque en uno o dos meses se ganaría 28-30 mil castellanos que con los malos aparejos se ha sacado en mui poco tiempo seis mil de mas de lo que en veces se ha llevado a la Española. Algunos caciques e Indios muestran más inclinación a los de la Española a las cosas de la Fe. Credo i salve. Ago poner en ello cuidad i conque se apliquen al trabajo. [rúbrica Diego Velázquez] … |
Don Velázquez a Su Alteza. 1 de abril de 1514
Gracias por la merced de la Tenencia de la Asunción y por el poder para repartir los indios, cuyo buen trato cuido, y para ello siempre me acompaña fray Juan de Texin, franciscano que ha bautizado a toda la gente hasta aquí asegurada. Agradezco en nombre de la isla la merced que permite que gocen de todas las franquicias que se han concedido (lo mismo se hizo con San Juan). Envié a lo largo de la costa a 100 hombres en busca de 9 cristianos que se habían separado de la gente que iba con Sebastián de Ocampo. Les mandé que todo lo que necesitaban fuera bien proporcionado por los naturales. En el norte, ellos recibieron muy buena acogida, les dieron de comer y trataron como si fueran familiares, ya que les informé que en el norte de V. A. los enviaba a ver aquella provincia, y que todos ellos debían ser vasallos y servidores de V. A. Tuvieron buen ánimo y voluntad porque la intención no era hacerles daño, sino convertirlos en cristianos para que sirvieran a Dios y a V. A. Estuvieron allí 8 días hasta enterarse de que el cacique de los indios de aquella provincia había matado a los 9 cristianos que buscaba en el puerto de Zucayo, 9 leguas río arriba del río Caonao. Pensaron que tanta actividad de los indios era para matarlos con seguridad. Recibí cartas de ellos en la villa de la Asunción, a 100 leguas de donde estaban. Envié socorro de 50 hombres y 10 caballos, ya que estos eran elementos muy necesarios. En el camino recogieron a 4 cristianos que allí había dejado Sebastián de Ocampo. Los indios no encontraron oportunidad para ejecutar su mala intención debido a la vigilancia de nuestros hombres, pero luego los guiaron hacia el puerto llamado Yuhayo, donde había una emboscada con mucha gente. Aunque contra mi orden se vieron forzados a pelear y mataron a 100 indios como castigo por los agravios pasados y presentes. Con ese ejemplo, se dispersaron todos los de la comarca, aunque los alzados se retiraron a los montes con sus mujeres, hijos y bienes. Sin embargo, fui a la provincia de Guamuhaya y los aseguré. Después, los 100 hombres se dirigieron a la provincia de Cavane, que está en la costa del norte, a 25 leguas del río Caonao. Desde allí exploraron la tierra de las provincias sujetas a Camagüey y parte de Guamuhaya, y escribieron que los caciques estaban seguros al aparecer, excepto los de Camagüey, que se habían refugiado en los montes. Enviaron 4 reales de oro como muestra de lo que habían extraído de unos ríos en la provincia de Guamuhaya. El capitán de todo esto era un indio de La Española que había sido criado y capitán del cacique Yacahuey, quien ya ha muerto. Para que vinieran los indios a esto, los envié a llamar con cuadrillas de diez cristianos cada una, un intérprete en cada provincia, les di comida para el camino y licencia para regresar a sus casas. Se fueron muy contentos y, con esto, perdieron la mala voluntad que tenían. Los indios de la provincia de Macique, cercana a la Asunción, que parte viven en las haciendas de Sus Altezas, habían hecho 4,000 montones de hachas para su uso y 50,000 para Sus Altezas en una estancia a la ribera del río Toha, donde residía el cacique Yacahuey, y construyeron una casa junto al puerto que puede servir para comercio. Para terminar de conocer los secretos de la isla, envié un bergantín bien equipado desde la Asunción con marineros de Nec0. Partió del río de Çagua, 20 leguas abajo de la costa norte. Partido el bergantín, llamé a los 150 hombres que tenía reunidos en la provincia de Çabane, que está en la costa sujeta a la provincia de Camagüey. Al saber que en la provincia de La Habana estaban presos dos mujeres y un hombre que habían llegado de Tierra Firme, y que de La Española habían partido días antes barcos a Tierra Firme para asegurar la tierra, decidí que quedaran en la provincia de Çabane 50 hombres con los caballos, y que los demás exploraran la tierra, observaran si encontraban minas, aseguraran a los indios del camino, y trataran de rescatar a las dos mujeres y al hombre, además de averiguar el daño que los indios habían causado a los españoles y las muertes que habían provocado. En efecto, rescataron a las dos mujeres, pero el hombre no estaba con ellos. Regresaron a donde estaban los otros cristianos. Los 200 hombres, sabiendo por las mujeres cómo los indios extraían granos de oro de ciertos ríos, se fueron de la provincia de Çabane en 15 canoas hacia la provincia de La Habana. Desembarcando a 4 días de distancia, a 3 leguas de los pueblos, dejaron las canoas para entrar por tierra, pero los indios se las robaron. Al llegar a los pueblos, los encontraron deshabitados y enviaron al interior a varios indios que llevaban para averiguar sobre los habitantes de la tierra. Mientras tanto, el cacique principal de la provincia, llamado Guayacayex, salió con 50-60 indios. Se supo que iban a reconocer el número de cristianos, dejando a la demás gente escondida con la intención de atraerlos a su pueblo, y en el camino, los escondidos podían salir y desordenar las canoas, ahogándolos.[1] El cacique les ofreció casa y comida, y al ser interrogado sobre el paradero de los habitantes de los pueblos, dijo que las mujeres habían huido por miedo a los cristianos. Los hombres se fueron a buscarlas y el cacique les ofreció ir a su pueblo, asegurando que tenía canoas y indios para ayudarlos. Las mujeres reconocieron al cacique y dijeron que él y muchos de los suyos habían participado en la matanza de los cristianos que habían venido de Tierra Firme,[2] y que sus ofrecimientos eran engañosos. Se le dijo al cacique lo que Velázquez[3] había mandado: que sabían bien que el cacique y muchos de sus indios tenían miedo por el daño hecho a los cristianos que venían de Tierra Firme,[4] quienes habían sido asesinados. Sin embargo, Sus Altezas ordenaban que, dado que hasta entonces no sabían a quién servían, se les perdonaría lo pasado con la condición de que fueran buenos servidores de Sus Altezas. Se les aseguró que no se les haría daño, y que los cristianos solo iban a buscar oro y a esperar una caravela. El cacique se alegró, hizo retirar a los indios que tenía en el paso y traer las canoas, en las que los llevó a su pueblo y les hizo regalos. En el río, que las mujeres habían mencionado, se extrajo una muestra de oro. A los 8-10 días de que nuestros hombres llegaron al pueblo, comenzaron a explorar la tierra y a pacificarla. Llegaron a la casa de un cacique principal llamado Habanaguex, donde estaba el cristiano que había venido con las mujeres, llamado García Mexía. El cacique salió a recibirlos 10 leguas de su pueblo, con 50 indios cargados de tortugas. Los encontraron en los montes a la ribera de un río, y con gran gusto se dirigieron al pueblo del cacique, que está en la costa norte, a esperar la llegada del bergantín enviado para explorar la isla. Como ya había previsto lo conveniente en la Asunción, partí el 4 de octubre de 1513 con 15 hombres por mar en canoas a lo largo de la costa norte. Llegué a las provincias de Bany y Bacaxagua, donde estuve 4-5 días porque acudieron caciques e indios. Aquí expuse lo que era necesario, y luego partí hacia las provincias de Guaimaya y del Mayye, haciendo lo mismo hasta llegar a la del Bayamo, que está junto a la de Guacanayabo. Allí recibí las promesas de Sus Altezas. Pasados 8 días, con el propósito de hacer un po, envié a las provincias de Maniabón, Boyucar, Cayaguayo, Mahaha y Ceuyva, que están todas a 15-30 leguas de la provincia de Bayamo, 40 hombres con cristianos que conocen la lengua para convocar a todos los caciques e indios de esas regiones mientras yo elegía el lugar adecuado. Encontré un sitio a una legua y media de un puerto apropiado para la navegación desde La Española y Tierra Firme, cerca de un río grande y muy bueno llamado Yaxa, con tierras muy buenas para ganado y cultivos de yuca, hortalizas y maíz, y minas a 19 y 20 leguas. Nombré la iglesia de San Salvador, porque allí los cristianos fueron liberados del cacique Yahatuey, y con su muerte se aseguró y salvó una gran parte de la isla. También señalé solares para las granjas de Sus Altezas, y al llegar los indios, les di vecindades a los que las quisieron, al igual que las que otorgué en la Asunción, y para comenzar a vivir, les di 90,000 montones. Me detuve algunos días en las provincias del Bayamo y del Guacanayabo, proveyendo lo necesario y haciendo copias de las provisiones para que se pregonaran en la Asunción y en San Salvador. Partí del puerto de Guacanayabo por la costa sur en canoas con 120 hombres el 18 de diciembre, para asegurar la tierra e indios de otra costa. El 21 llegué a los pueblos de la provincia de Guamuhaya, que está a 50 leguas por mar de la de Guacanayabo, y una legua tierra adentro. Allí, los caciques e indios vinieron a verme, trayendo comida, y les hablé en nombre de Sus Altezas. Con algunos de ellos escribí a los 50 cristianos que estaban en la provincia de Çavaneque. El 23 llegué a la boca del río Tayaba, a una legua y media del pueblo de Manzanilla, donde el cacique del pueblo vino a verme y me pidió que fuera a ver sus casas y su pueblo. Aunque deseaba ir a la Pascua al puerto de Xagua para que no pensaran que me desconfiaba de ellos, fui al pueblo y allí acudieron en paz algunos caciques de la comarca. Llegaron también los enviados a La Habana y dijeron que el bergantín había llegado a esa provincia, y que con él podría visitar dos provincias en el extremo de la isla hacia el oeste: la de Guaniguanico y los Guanahacabibes. Estos últimos, que son los más remotos, viven de manera salvaje; no tienen casas, asentamientos ni pueblos, ni cultivos. Solo comen tortugas, pescado y algunas salvajinas que recogen en los montes. Al regresar, los envié de vuelta a la provincia de La Habana, donde permanecía el bergantín con los cristianos. Ordené que 40 de los 100 hombres quedaran allí a buen recaudo, y que los otros 60 fueran por tierra para reconocer y pacificar la región, con instrucciones para hablarles sobre la autoridad de Sus Altezas para que la reconocieran. Los de La Habana me trajeron las dos mujeres y el hombre que faltaba, así como al cacique principal Yaguacayex. Hablando en nombre de Sus Altezas, regresé a la tierra con otros cristianos, y se sabe que Yaguacayex ha convocado a todos los indios que habían huido, y estos han vuelto a sus pueblos como antes. García Mexía relató que, estando en la provincia de Urabá, donde había ido con Alonso de Ojeda y permaneció siete meses, debido a la gran necesidad se separaron del grupo principal, quedando 80 hombres, siendo Francisco Pizarro uno de los principales. Durante unos cien días, murieron 16 de ellos por hambre, sin contar los que fueron muertos por los indios. Los que quedaron con Pizarro se dirigieron a La Española en dos bergantines. Durante la noche, los bergantines se separaron y el que llevaba a Pizarro y a otros 37 hombres se desvió. Murieron de hambre nueve de ellos, y los 27 restantes, junto con dos mujeres, llegaron a la punta de la provincia de Guaniguanico. Allí llegaron a la casa de un cacique que los recibió bien y les dio de comer a cambio de rescates. Después, se dirigieron a otro pueblo donde algunos robaron y los quisieron matar.[5] De allí se trasladaron a la provincia de La Habana y desembarcaron en el pueblo de Guanima, donde fueron bien recibidos. Sin embargo, yendo de pueblo en pueblo, murieron todos excepto Mexía y las dos mujeres, quienes quedaron en poder de otros caciques. Desde Manzanilla fui al puerto de Xagua, donde me encuentro ahora. Es un puerto muy provechoso para quienes vienen de Tierra Firme. Desde aquí envié a explorar la tierra y buscar oro: traje una cantidad considerable de oro muy fino, que creo será bueno porque así era el primer oro encontrado en la Asunción. En una segunda ocasión, envié a cinco cristianos con algunos indios, y en un solo día extrajeron 2 ½ castellanos.[6] En la provincia de Guamuhaya se han descubierto grandes ríos, arroyos y minas de oro, de los cuales se han obtenido excelentes muestras. Con doce o trece bateas que los cristianos llevaban y unos indios no experimentados, extrajeron en dos días los primeros doce castellanos, y el 30 y 40 castellanos más. Otra cuadrilla de indios, que trabajaba con 2 cristianos y siete bateas a 45 leguas de donde la otra había trabajado, en las mismas tierras y cordilleras, extrajeron en diez días 72 castellanos. En un solo día, una cuadrilla extrajo 60, 70 u 80 pesos. En el puerto de Xagua, que está en la provincia de Guamuhaya, hay un muy buen lugar a la orilla del río Aximo, casi en el centro de la provincia, a 9-6-20 leguas de las minas. Parece muy saludable y adecuado para criar todo tipo de ganado. Establecí un pueblo allí con el nombre de la Santísima Trinidad. Con una cuadrilla de 25 indios al cargo de ciertos cristianos que estaban explorando, hubo días en los que extrajeron 90, 60, 70 u 80 castellanos en la banda norte, en las aguas que desembocan cerca de la villa de la Asunción, cerca del pueblo de la Trinidad. El 20 de febrero de 1514 llegaron al puerto de Guacanayabo desde la villa de San Salvador las dos carabelas que se enviaron de Sevilla. Una de ellas la envié a Jamaica para cargar pan, con destino a la Trinidad, y la otra a La Española para cargar lo mismo, además de ganado, yeguas, maíz y otras cosas. Los jueces y oficiales de La Española me escriben pidiendo que se devuelvan a esa isla los indios que traje aquí. Esto sería un gran inconveniente porque hombres y mujeres están casados, y también algunas personas de esta villa están casadas allí. Si se les obligara a regresar, solo se provocaría alboroto entre ellos, y podrían irse a los montes sin ningún beneficio. De otras islas más abajo de esta, hacia el norte, a cinco o seis días de navegación, vienen aquí indios en canoa y dan noticias de algunas islas más distantes.[7] Si Su Majestad diera pronto la autorización, tendría el apoyo necesario para ir o enviar a investigar esos lugares. Esta isla es muy fructífera y podría proveer fácilmente de pan. Los cerdos que se trajeron se han multiplicado hasta 30,000. Además, la isla es muy adecuada para toda navegación. Suplico que se envíen más herramientas, cerdos, cecinas y suministros para labranza. Debido a esto y a otras cosas contenidas en un memorial, sería conveniente enviar un barco cargado directamente aquí, ya que los marineros dicen que el viaje es mejor que el a La Española. Sería una gran ayuda para la isla, ya que en uno o dos meses se podrían ganar entre 28,000 y 30,000 castellanos, una cantidad mucho mayor a los 6,000 que se han extraído con equipos deficientes en un corto período de tiempo, en comparación con lo que se ha llevado a La Española. Algunos caciques e indios muestran más inclinación hacia las cosas de la fe que los de La Española. Créame y salve. Pondré cuidado en ello y me aseguraré de que se aplique al trabajo. [rúbrica Diego Velázquez] |
- ↑ 1,0 1,1 Aquí aparece solo como una intención. Nótese que después se los lleva a su pueblo, desde donde le presta ayuda las huestes de Velázquez.
- ↑ 2,0 2,1 Nótese que ellas dicen que "fueron a matar" pero no especifican si lo llegaron a cumplir.
- ↑ 3,0 3,1 Velázquez se refiere a el mismo, en tercera persona.
- ↑ 4,0 4,1 Estos daños se refieren a los hombres de Ocampo y Ojeda, y otros, que tuvieron sus encuentros con los nativos, antes de que estos descritos ocurrieran.
- ↑ 5,0 5,1 Este evento tomó lugar hacia finales de 1511 o comienzos de 1512, por lo que pudiera representar uno de – sino el – primer acto de rebelión documentado en contra de los castellanos.
- ↑ 6,0 6,1 Se refiere al oro, no a personas cristianas.
- ↑ 7,0 7,1 Esta revelación, si es cierta, resulta altamente interesante, y apoya la posibilidad de navegación de nativos centroamericanos hacia las costas del Sur de Cuba. Además, de la navegación dentro de las islas e islotes del Sur de Cuba.