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100 preguntas sobre José Martí | |
|---|---|
| Autor | Francisca López Civeira |
| Tipo | Libro |
| Primera publicación | 2012 |
| Editora empleada | Editorial Gente Nueva |
| Lugar de la presente edición | La Habana |
| ISBN | 978-959-08-1450-1 |
| Fuente | https://es.annas-archive.org/md5/9f9b89f836a9dc0427a06564903477eb |
Nota al lector
Este libro, que integra la colección "Cien Preguntas...", trata sobre una personalidad especialmente relevante. Su vida y su obra son infinitas, se proyecta desde su tiempo hacia los tiempos por venir. Escribir sobre José Martí es siempre un gran reto y también un acto de enriquecimiento a quien lo hace, tanto intelectual como humano.
Para esta obra he preferido utilizar los textos de Martí siempre que esto ha sido posible, para que sea él quien hable, por su propia belleza en el decir y porque explica mejor que nadie su experiencia vital y sus ideas. Por esa razón, en el texto se imbrican en cursiva las palabras del Maestro con las de la autora. Todos los fragmentos reproducidos de Martí están en los tomos de sus Obras Completas.
Ojalá que estas Cien preguntas sobre José Martí acerquen más a quienes las lean a nuestro gran cubano, hombre universal y de todos los tiempos. Que sea el propio Martí quien hable con los lectores, nadie puede hacerlo mejor que él.
La autora.
1. ¿Conoces cómo se presenta Martí en sus conocidos Versos Sencillos y por qué?
Los Versos Sencillos, escritos en 1890, comienzan diciendo:
Yo soy un hombre sincero / De donde crece la palma, / Y antes de morirme quiero / Echar mis versos del alma.[1]
Martí se estaba presentando desde el inicio como un hombre sincero, es decir, sin mentiras, sin dobleces, honesto; además dice que es de "donde crece la palma", o sea, de Cuba cuya palma real ya se identificaba como símbolo de lo cubano, de la patria. El poeta que era Martí afirmaba que sus versos salían del alma, con lo que estaba significando que salían de lo más puro de su ser. En las primeras estrofas, las que están con el número I, también Martí declara el sentido de su vida en servicio de la patria aún colonia de España:
Oculto en mi pecho bravo / La pena que me lo hiere: / El hijo de un pueblo esclavo / Vive por él, calla y muere.[2]
Esos versos son muy autobiográficos. En ellos Martí puso sus recuerdos, sus anhelos, sus sentimientos, como cuando dijo:
Con los pobres de la tierra / Quiero yo mi suerte echar: / El arroyo de la sierra / Me complace más que el mar.[3]
Martí estaba expresando su apego a lo sencillo, lo noble, a los más necesitados del mundo; pero también afirmó entonces la fidelidad de su ser, de su corazón bueno que podía mirar la luz de frente, aun en sus últimos momentos de vida:
No me pongan en lo oscuro / A morir como un traidor: / ¡Yo soy bueno, y como bueno / Moriré de cara al sol![4]
Ese fue y es José Martí, el cubano universal que nos acompaña en toda obra justa, en el amor ala patria cubana, a la gran patria que llamó Nuestra América, a la humanidad.
2. ¿Sabes por qué se le dice a Martí Héroe Nacional de Cuba y también El Apóstol y El Maestro?
Los contemporáneos de Martí, que compartieron su largo período de preparación de la revolución, empezaron a llamarlo "Apóstol". Era una forma de significar su entrega a la causa cubana, su sacrificio hasta el martirio, su dejadez de lo personal en aras de servir a Cuba. Por eso, por su vida ejemplar dedicada a hacer la patria libre, a realizar la revolución anticolonial, haciendo realidad su deseo y voluntad de servir, sus contemporáneos sintieron que su vida era un apostolado.
Sus contemporáneos también comenzaron a llamarlo "Maestro", manera de identificarlo que tuvo y tiene varias causas. En primer lugar, se le vio en esa condición por su magisterio dentro del proceso revolucionario cubano -al que imprimió un contenido muy avanzado, en correspondencia con la época en que vivió, y una organización totalmente nueva-, pero también por su propia labor docente, es decir, como profesor desde su estancia en Guatemala (1877-1878) donde, al partir, escribió su gratitud por aquel pueblo que, según dijo: Lo hizo maestro, que es hacerlo creador, además, y muy especialmente, enseñó en la sociedad La Liga, fundada por Rafael Serra en Nueva York para la educación de cubanos y puertorriqueños negros. En La Liga, Martí impartía clases de manera gratuita. También fue maestro de español en la Escuela Central Superior Nocturna en la ciudad neoyorquina durante más de un año. Por tanto, fue maestro de aula y maestro de revolucionarios.
La vida de Martí fue heroica, en el heroísmo cotidiano, el de cada día, cuando se vive en función de una causa noble y se es capaz de las mayores renuncias personales en bien de la patria. Ese fue Martí, quien dejó también una obra que ha llegado hasta nuestros días para seguir alimentando el alma del pueblo, para seguir guiando hacia el futuro. Su vida y su muerte, su obra toda nos presenta al Héroe que simboliza lo mejor del pueblo cubano.
3. ¿Dónde y cuándo nació Martí?
José Julián Martí Pérez nació el 28 de enero de 1853 en La Habana, en la calle Paula no. 41, después llamada Leonor Pérez en homenaje a su mamá, con el número actual 314.
4. ¿Conoces algún dato sobre los padres de Martí y sus hermanas?
Los padres de Martí eran españoles. La madre, Leonor Pérez Cabrera, había nacido en las islas Canarias; mientras el padre, Mariano Martí Navarro, era oriundo de Valencia. El matrimonio tuvo 1 hijo y 7 hijas, algunas de las cuales murieron muy pequeñas. El mayor y único varón fue José Julián Martí, a quien llamaban Pepe, mientras las hembras fueron: Leonor Petrona (La Chata), Mariana Salustiana (Ana), María del Carmen (La Valenciana, por haber nacido en Valencia), María del Pilar Eduarda (quien falleció en el año 1865), Rita Amelia, Antonia Bruna y Dolores Eustaquia (Lolita, que murió en 1870).
5. ¿Cómo era la Cuba en la que nació y creció Martí?
En aquella época, Cuba era colonia de España, y existía la esclavitud. La plantación esclavista se había extendido fundamentalmente por la zona Habana-Matanzas y llegaba hasta la parte occidental de la región central de la Isla, aunque existían otros lugares hacia el oriente donde localmente tenía fuerza. Para esos años ya se habían iniciado conspiraciones separatistas, es decir, que buscaban separar a Cuba de España, algunos para lograr la independencia y otros para anexarla a los Estados Unidos.
Corrían las ideas liberales en buena parte de la élite ilustrada cubana y, en general, en la intelectualidad. La sociedad cubana de la época era, por tanto, una sociedad en ebullición que mostraba sus contradicciones con el dominio colonial español.
El 10 de octubre de 1868, cuando Martí tenía 15 años, comenzó la primera guerra de independencia cubana. La Habana de entonces vivió momentos trágicos por la represión, especialmente del llamado Cuerpo de Voluntarios, el cual estaba al servicio del colonialismo español en la Isla.
Martí guardó recuerdo de algunos de aquellos episodios, como el ataque al teatro Villanueva el 22 de enero de 1869, cuando él estaba muy cerca, en casa de su maestro Rafael Mendive.
En sus Versos Sencillos recordó aquel día y la actitud de su madre:
Pocos salieron ilesos / Del sable del español: / La calle, al salir el sol, / Era un reguero de sesos.
Pasa, entre balas, un coche: / Entran, llorando, a una muerta: / Llama una mano a la puerta / En lo negro de la noche.
No hay bala que no taladre / El portón: y la mujer / Que llama, me ha dado el ser: / Me viene a buscar mi madre?[5]
6. ¿Dónde estudió el niño Pepe?
Sus padres viajaron a Valencia, España, en 1857, y permanecieron allí hasta 1859, por lo que se considera que el niño Pepe aprendió sus primeras letras en esa ciudad. Al regreso a La Habana, en junio de 1859, la familia vivió en la calle Industria y el hijo comenzó a asistir a una escuelita del barrio, hasta que en 1860 lo matricularon en el colegio San Anacleto, que tenía como director a Rafael Sixto Casado. Su estudio en esa escuela se interrumpió cuando acompañó a su padre a Hanábana, en Matanzas, donde este asumió el cargo de Juez Pedáneo y después a Honduras Británica (actual Belice) en 1863. En 1864, Martí culminó sus estudios primarios e ingresó en la Escuela de Instrucción Primaria Superior Municipal de Varones. En septiembre de 1866 aprobó el examen de admisión en el Instituto de Segunda Enseñanza de La Habana, donde obtuvo varios premios en distintas asignaturas a cuyas oposiciones se presentó. Al mismo tiempo, matriculó en la Escuela Profesional de Escultura y Pintura de La Habana (conocida como San Alejandro), donde estudió dibujo elemental por poco tiempo. Las asignaturas del segundo año de bachillerato las cursó en el colegio San Pablo y, cuando estaba en el tercer año, tuvo que interrumpir sus estudios al ser detenido y llevado a prisión.
Entre 1871 y 1874, durante su destierro a España, terminó sus estudios de bachillerato y los universitarios.
7. ¿Has leído la primera carta que se conoce de Martí?
Cuando Pepe fue con su padre a Hanábana, donde en ocasiones ayudaba a don Mariano a redactar documentos oficiales, propios de su cargo, escribió a su madre y se conserva la carta fechada el 23 de octubre de 1862, por lo que es el documento más antiguo que se conoce elaborado por Martí. En esa carta, Martí le cuenta a su madre su vida en contacto con la naturaleza de aquel lugar que, evidentemente, le atrae. Para que veas qué cosas le llamaban la atención a aquel niño de 9 años, lee el siguiente fragmento de esa misiva:
Ya todo mi cuidado se pone en cuidar mucho mi caballo y engordarlo como un puerco cebón, ahora lo estoy enseñando a caminar enfrenado para que marche bonito, todas las tardes lo monto y paseo con él, cada día cría más bríos. Todavía tengo otra cosa en que entretenerme y pasar el tiempo, la cosa que le digo es un "Gallo fino" que me ha regalado Dn. Lucas de Sotolongo, es muy bonito y papá lo cuida mucho (...).
Martí se despide diciéndose su obediente hijo que le quiere con delirio.[6] También fue su madre la inspiradora de los primeros versos que se conservan de Martí, escritos en 1868 y que tituló "A mi madre". Su primera estrofa muestra que fueron hechos en ocasión del cumpleaños de doña Leonor:
Madre del alma, madre querida, / Son tus natales, quiero cantar; / Porque mi alma, de amor henchida, / Aunque muy joven nunca se olvida / De la que vida me hubo de dar. (...)[7]
8. ¿Conoces qué experiencia de su estancia en Hanábana dejó honda huella en aquel niño?
Cuando Martí fue con su padre a Hanábana, la trata o comercio de esclavos era ilegal desde hacía décadas; pero se mantenía de manera clandestina en complicidad con las autoridades coloniales. Martí tuvo la experiencia de ver en aquella región matancera la entrada ilegal de esclavos y los maltratos a que eran sometidos. Aquella impresión y su determinación de luchar contra tal injusticia quedaron en lo profundo del sentimiento y el pensamiento martianos, lo que reflejó cuando escribió sus Versos Sencillos:
El rayo surca, sangriento, / El lóbrego nubarrón: / Echa el barco, ciento a ciento, / Los negros por el portón.
El viento, fiero, quebraba / Los almácigos copudos; / Andaba la hilera, andaba, / De los esclavos desnudos.
(...)
Rojo, como en el desierto, / Salió el sol al horizonte: / Y alumbró a un esclavo muerto, / Colgado a un seibo del monte.
Un niño lo vio: tembló / De pasión por los que gimen: / ¡Y, al pie del muerto, juró / Lavar con su vida el crimen![8]
9. ¿Por qué se habla tanto del maestro Rafael María de Mendive?
Mendive era maestro y poeta, y también partidario de las ideas liberales y de la independencia de Cuba. En marzo de 1865, el niño Martí ingresó en la Escuela de Instrucción Primaria Superior Municipal para Varones, ubicada en Prado no. 88, en La Habana, de la cual era director Mendive quien, además, vivía en la misma edificación de la escuela. A partir de ese momento, Mendive fue el maestro y el guía de Martí. Este maestro, que había sido alumno de José de la Luz y Caballero, se comprometió a asumir los costos del bachillerato del talentoso muchacho, con la autorización del padre. Martí cursó el primer año en el Instituto de Segunda Enseñanza de La Habana, pero el segundo lo matriculó en el colegio San Pablo que Mendive había fundado en la instalación de la Escuela Primaria Superior. El adolescente colaboraba con su maestro en funciones administrativas del colegio. La relación se fue estrechando cada vez más y en el año 1868 pasó a vivir en la casa de Mendive.
El cariño entrañable que sentía el adolescente por su maestro se declara en una nota de 1868, donde le dice: Yo no sé que un padre generoso tenga que recordar a un hijo que le adora, sus deberes (...). Y se despide: Su discípulo e hijo.[9]
El 28 de enero de 1869, cuando ya se luchaba en los campos cubanos por la independencia de la patria, Mendive fue detenido, acusado de vinculación con los insurrectos. Durante su prisión en el Castillo de El Príncipe, el alumno fiel lo visitó hasta que este fue deportado.
Mendive, por tanto, fue fundamental en la formación del niño y adolescente, no solo por lo que hizo directamente por Martí para facilitarle la continuidad de sus estudios, sino por la influencia en las ideas y en la formación general de su personalidad, su sensibilidad y sus sentimientos patrióticos.
De él dijo Martí el 1º de julio de 1891 en el periódico El Porvenir, de Nueva York:
(...) que pudiera yo decir de aquel enamorado de la belleza, que la quería en las letras como en las cosas de la vida, y no escribió jamás sino sobre verdades de su corazón o sobre penas de la patria (...) ¿No recuerdo yo aquellas noches de la calle del Prado, cuando el colegio que llamó San Pablo él porque la Luz había llamado al suyo el Salvador?: José de Armas y Céspedes, huyendo de la policía española, estaba escondido en el cuarto mismo de Rafael Mendive. (...) o defendía de los hispanófobos, y de los literatos de enaguas, la gloria cubana que le querían quitar a la Avellaneda; o con el ingeniero Roberto Escobar y el abogado Valdés Fauli y el hacendado Cristóbal Madan y el estudiante Eugenio Entenza, seguía, de codos en el piano, la marcha de Céspedes en el mapa de Cuba; o me daba a empeñar su reloj, para prestarle seis onzas a un poeta necesitado. Y luego yo le llevé un reloj nuevo, que le compramos los discípulos, que le queríamos; y se lo di, llorando. (...) ¿Se lo pintaré preso, en un calabozo del castillo del Príncipe, servido por su Micaela fiel, y sus hijos, y sus discípulos; o en Santander, donde los españoles lo recibieron con palmas y banquetes? (...) ¿o en Cuba, después de la tregua, cuando respondía a un discípulo ansioso: "¿Y crees tú que sí, por diez años a lo menos, hubiese alguna esperanza, estaría yo aqui?" (...) Prefiero recordarlo, a solas, en los largos paseos del colgadizo, cuando, callada la casa, de la luz de la noche y el ruido de las hojas fabricaba su verso; o cuando, hablando de los que cayeron en el cadalso cubano, se alzaba airado del sillón, y le temblaba la barba.[10]
Ese fue el maestro de Martí, a quien el discípulo agradecido recordaba con amor y ternura.
10. ¿Quiénes fueron sus grandes amigos desde la infancia?
Martí tuvo amigos que le ayudaron desde la temprana juventud en los momentos difíciles; pero el más constante hasta su muerte fue Fermín Valdés Domínguez. Desde la época infantil Martí fue condiscípulo de los hermanos Eusebio y Fermín Valdés Domínguez, con quienes mantuvo una estrecha amistad a lo largo de su vida. Fermín, especialmente, fue para Martí un hermano: juntos estudiaron en la infancia y adolescencia, juntos fueron juzgados por infidencia y juntos transitaron por la preparación de la nueva etapa de la lucha independentista cubana. De Fermín dijo Martí en un discurso en su honor el 24 de febrero de 1894:
(...) Juntos descubrimos en nuestra naturaleza el fuego escondido de la cólera patria, que enseña y ordena, desde el sigilo del corazón, y nos juramos a la única esposa a quien se perdonan la ingratitud y el deshonor. Juntos vimos, en la desnudez de las cárceles, la poquedad que suele afear a los favorecidos de la vida, la grandeza que crece inculta, como con menos obstáculos, en la gente infeliz, y la sublimidad envidiable de la muerte por la redención del hombre y la independencia de la patria. Y juntos, probablemente, moriremos en el combate necesario para la conquista de la libertad, o en la pelea que con los justos y desdichados del mundo se ha de mantener contra los soberbios para asegurarla.[11]
11. ¿Cómo reaccionó Martí cuando estalló la Guerra de los Diez Años, el 10 de octubre de 1868?
Martí se identificó de inmediato con la lucha por la independencia de Cuba. El 10 de octubre de 1868, con el alzamiento de Carlos Manuel de Céspedes, comenzó nuestra primera guerra independentista. Al iniciarse el año 1869, Martí publicó el periódico La Patria Libre entre los estudiantes, escribió también en El Diablo Cojuelo, que publicaba su amigo y condiscípulo Fermín Valdés Domínguez. Ese mismo año expresó su sentimiento en el soneto "¡10 de Octubre!", publicado en el periódico estudiantil manuscrito Siboney, al decir:
No es un sueño, es verdad: grito de guerra / Lanza el cubano pueblo, enfurecido; / El pueblo que tres siglos ha sufrido / Cuanto de negro la opresión encierra.
Para terminar exclamando:
Gracias a Dios que ¡al fin con entereza / Rompe Cuba el dogal que la oprimía / Y altiva y libre yergue su cabeza! [12]
Martí estaba exaltando el inicio de la guerra independentista, el rechazo a la opresión colonial, y también representaba a la patria, a Cuba, en el momento del combate por su independencia como un cuerpo que se alza altivo y que, al ser libre, yergue su cabeza. En La Patria Libre publicó el drama patriótico Abdala en el que define tempranamente su amor a la patria:
El amor, madre, a la patria / No es el amor ridículo a la tierra, / Ni a la yerba que pisan nuestras plantas; / Es el odio invencible a quien la oprime, / Es el rencor eterno a quien la ataca (...)[13]
En El Diablo Cojuelo afirmó que había que decidirse: "O Yara o Madrid", con lo que estaba planteando la disyuntiva en la que había que definir la actitud: o con Cuba o con España. El joven Martí, de 16 años, precisaba rápidamente su posición por Yara, es decir, junto a la patria y su independencia.
12. ¿Por qué fue detenido en 1869?
El 4 de octubre de 1869, un grupo del Cuerpo de Voluntarios, que era un cuerpo armado al servicio del dominio español, se presentó abruptamente en la casa de la familia Valdés Domínguez y detuvo a los hermanos Fermín y Eusebio, con el argumento de que en la tarde habían recibido burlas de unos jóvenes desde esa vivienda. A esta detención siguieron otras y, producto del registro que hicieron a la casa en el que encontraron periódicos que planteaban la separación de España y algunas cartas y otros documentos, el 21 de ese mes fue detenido José Martí y conducido a la cárcel bajo la acusación de infidencia.
El motivo de la detención fue la carta encontrada en la casa de la familia Valdés Domínguez, firmada por Martí y Fermín, dirigida a un antiguo compañero de estudios de la escuela de Mendive que había entrado como cadete al servicio de España y en la que se decía:
Habana, 4 de octubre de 1869
Compañero:
¿Has soñado tú alguna vez con la gloria de los apóstatas? ¿Sabes tú cómo se castigaba en la antigúedad la apostasía? Esperamos que un discípulo del Sr. Rafael María de Mendive no ha de dejar sin contestación esta carta.[14]
Por esta calificación de apóstata, es decir, renegado, desertor, a quien había entrado a servir a España, los firmantes estuvieron 4 meses presos, al cabo de los cuales fueron sometidos a consejo de guerra, en el cual Martí fue condenado a 6 años de prisión con trabajos forzados. El 4 de abril de 1870 entró al Presidio Departamental de La Habana, con el número 113 en la Primera Brigada de Blancos, donde le colocaron un grillete en la pierna derecha que se fijaba con una cadena que le rodeaba la cintura. Iba a trabajar en la cantera de San Lázaro. Tenía 17 años. Ese día escribió:
En ti encerré mis horas de alegría / Y de amargo dolor; / Permite al menos que en tus horas deje / Mi alma con mi adiós. / Voy a una casa inmensa en que me han dicho / Que es la vida expirar. / La patria allí me lleva. Por la patria, / Morir es gozar más.[15]
Ha quedado constancia fotográfica del adolescente preso en un retrato que envió a su madre el 28 de agosto de 1870. En la dedicatoria le dice con toda convicción, a pesar de los dolores y horrores del presidio:
Mírame, madre, y por tu amor no llores: / Si esclavo de mi edad y mis doctrinas, / Tu mártir corazón llené de espinas, / Piensa que nacen entre espinas flores.[16]
El adolescente ya había definido el sentido de su vida: el servicio a la patria.
13. ¿Qué experiencia dejó en el adolescente Martí la estancia en el presidio político?
Además de lo que Martí expresó en versos, cartas personales y artículos periodísticos, publicó en 1871, durante su destierro en España, su ensayo El presidio político en Cuba, una desgarradora narración de los horrores padecidos durante aquella prisión con trabajos forzados, en la que cuenta la terrible situación de niños y ancianos y hasta discapacitados sometidos al látigo, a castigos y al pesado trabajo de la cantera, Martí muestra su voluntad de servicio a la patria, profundizada con la experiencia del presidio. En ese ensayo dice:
Era el 5 de abril de 1870. Meses hacía que había yo cumplido diez y siete años.
Mi patria me había arrancado de los brazos de mi madre, y señalado un lugar en su banquete. Yo besé sus manos y las mojé con el llanto de mi orgullo, y ella partió, y me dejó abandonado a mí mismo.
Volvió el día 5 severa, rodeó con una cadena mi pie (...). Yo toqué mi pecho y lo hallé lleno; toqué mi cerebro y lo hallé firme; abrí mis ojos, y los sentí soberbios, y rechacé altivo aquella vida que me daban y que rebosaba en mí.
Mi patria me estrechó en sus brazos, y me besó en la frente, y partió de nuevo, señalándome con la una mano el espacio y con la otra las canteras.[17]
En el retrato de presidiario dedicado a su amigo Fermín, quien cumplía prisión en la fortaleza de La Cabaña, le pide que no vea en él a un esclavo que cobarde llora:
Ve la imagen robusta de mi alma / Y la página bella de mi historia.[18]
El presidio dejó una honda huella en el joven Martí y le confirmó la justeza de la lucha cubana por la independencia. El recuerdo del presidio político lo acompañó siempre y, a solicitud suya, años después, su madre le hizo un anillo (que él llamó "mi sortija de hierro") con un eslabón de la cadena del grillete en el que estaba grabado el nombre de su gran amor: Cuba.
14. ¿Hacia dónde fue Martí cuando le conmutaron la pena por destierro?
Gracias a las gestiones de sus padres, que adujeron su minoría de edad, además de la afectación a su salud que había provocado el trabajo en la cantera, agravada por las lesiones provocadas por el grillete y la cadena (algunas de las cuales perduraron a lo largo de su vida), el 5 de septiembre de 1870 le conmutaron la pena por deportación a Isla de Pinos, a donde llegó el 13 de octubre y allí permaneció por dos meses en la casa de quien ayudó a la gestión de sus padres y se responsabilizó con su garantía: el catalán José María Sardá, arrendatario de las canteras que tenía amistad personal con el Capitán General. Pasó pues dos meses en la finca El Abra como deportado. En diciembre se concedió que viajara a España para que pudiera continuar sus estudios a solicitud de su madre. Antes de partir visitó el presidio. El 15 de enero de 1871 salió para la metrópoli. Comenzaba una nueva etapa de su vida.
Durante el destierro en España, escribió mucho, pero entre sus papeles de esa época está un poema a su madre que se titula "¡Madre mía!", en el que Martí expresa su hondo amor a la madre y también hace la comparación nostálgica de su lejana tierra con la ajena donde reside. Escrito en pleno invierno, en diciembre de 1871, dice el cubano llevado a otra tierra, a otro medio:
(...) / Ya vienen a través de mi ventana / Vislumbres de la luz de la mañana. / No trinan como allá los pajarillos, / Ni aroman como allá las frescas flores, / Ni escucho aquel cantar de los sencillos / Cubanos y fieles labradores. / Ni hay aquel cielo azul que me enamora, / Ni verdor en los árboles, ni brisa, / Ni nada del edén que mi alma llora / Y que quiero arrancar de tu sonrisa. / Aquí no hay más que pavoroso duelo / En todo aquello que en mi patria ríe, / Negruzcas nubes en el pardo cielo, / Y en todas partes, el eterno hielo, / ¡Sin un rayo de sol, con que te envíe / La expresión inefable de mi anhelo! (...)[19]
15. ¿Cómo era la España que conoció Martí en su primer destierro?
El 19 de febrero de 1871 llegó Martí a España, por Cádiz, para iniciar su primer destierro. Permanecería en la península hasta diciembre de 1874. En esos años, España vivía una etapa convulsa que incluyó la implantación de la Primera República en 1873 y su caída en 1874, hecho que ocurrió cuando ya Martí estaba en la Universidad de Zaragoza, donde vio las barricadas con las que el pueblo aragonés trató de defender la República. Allí vio las contradicciones dentro del liberalismo y la posición del gobierno republicano de negar el derecho de Cuba a la independencia.
De aquellos años dejó constancia en sus Versos Sencillos:
Para Aragón, en España, / Tengo yo en mi corazón / Un lugar todo Aragón, / Franco, fiero, fiel, sin saña.
Si quiere un tonto saber / Por qué lo tengo, lo digo / Que allí tuve un buen amigo, / Que allí quise a una mujer.
Allá, en la vega florida, / La de la heroica defensa, / Por mantener lo que piensa / Juega la gente la vida.
(...)
Estimo a quien de un revés / Echa por tierra a un tirano: / Lo estimo, si es un cubano; / Lo estimo, si aragonés.
Y termina esta parte de sus versos con un reconocimiento a sus años en esa tierra aragonesa:
Amo la tierra florida, / Musulmana o española, / Donde rompió su corola / La poca flor de mi vida.[20]
16. ¿Dónde estudió Martí durante su destierro en España y qué especialidades?
Martí radicó primero en Madrid donde solicitó matrícula en la Facultad de Derecho de la Universidad Central, de ahí se trasladó a la Universidad Literaria de Zaragoza, en la región de Aragón. Residió en tierra aragonesa desde mayo de 1873 y allí culminó sus interrumpidos estudios de bachillerato, por lo que se graduó de Bachiller en Artes. Al mismo tiempo había matriculado las asignaturas de las carreras de Licenciado en Derecho Civil y Canónigo y Licenciado en Filosofía y Letras, que examinó como estudiante de enseñanza libre, pues no había podido asistir a clases por no ser bachiller previamente. Se graduó de ambas carreras en 1874; pero no obtuvo nunca los títulos correspondientes por no poder pagar por ellos. La Universidad de Zaragoza expidió los dos títulos en el centenario de la muerte de Martí, en 1995.
17. Durante la estancia de Martí en España, se produjo el fusilamiento de los ocho estudiantes de medicina, el 27 de noviembre de 1871. ¿Cómo reaccionó ante este hecho?
Martí, al igual que otros cubanos que estaban en España, conoció el horrible crimen cometido contra aquellos estudiantes de primer año de Medicina de la Universidad de La Habana, por instigación de las fuerzas más reaccionarias del colonialismo español en la Isla, entre ellos el Cuerpo de Voluntarios; también sabía que Fermín Valdés, su gran amigo, era parte del grupo de estudiantes del primer año de aquella carrera y Anacleto Bermúdez, uno de los fusilados, había participado con él en la redacción del periódico Siboney, en 1869. Su angustia fue inmensa.
Al cumplirse el primer aniversario de aquel crimen, escribió su poema "A mis hermanos muertos el 27 de noviembre", en el que narra su desesperación al conocer la noticia:
Lloré, lloré de espanto y amargura: / Cuando el amor o el entusiasmo llora, / Se siente a Dios, y se idolatra, y se ora. / ¡Cuando se llora como yo, se jura!
Después afirmó, refiriéndose al bárbaro opresor:
—¡Oh—clama—pavorosa sombra oscura! / ¡Un mármol les negué que los cubriera, / Y un mundo tienen ya por sepultura! / ¡Y más que un mundo, más! Cuando se muere / En brazos de la patria agradecida, / La muerte acaba, la prisión se rompe; / ¡Empieza, al fin, con el morir, la vida!
(...)
¡Déspota, mira aquí cómo tu ciego / Anhelo ansioso contra ti conspira: / Mira tu afán y tu impotencia, y luego / Ese cadáver que venciste mira, / Que murió con un himno en la garganta, / Que entre tus brazos mutilado expira / Y en brazos de la gloria se levanta![21]
Martí estaba recordando a aquellos jóvenes por la barbarie cometida contra ellos, denunciaba en la capital española el crimen perpetrado, pero también los veía como patriotas que murieron con un himno en la garganta.
18. ¿Qué obras fundamentales escribió Martí desde España y cómo puede apreciarse en ellas su idea de la Revolución en Cuba?
Martí escribió varios artículos, el primero fue "Castillo", en recordación de uno de sus compañeros de infortunio durante el presidio político, que se publicó en La Soberanía Nacional, de Cádiz, al que siguieron otros; pero sus dos obras fundamentales fueron El Presidio Político en Cuba y La República Española ante la Revolución Cubana.
En El presidio... dejó plasmadas escenas que estremecen para denunciar los crimenes que se cometían en Cuba en nombre de la integridad nacional española. Comienza diciendo: Dolor infinito debía ser el único nombre de estas páginas... Después narra lo que era aquel presidio:
¿Qué es aquello?
Nada.
Ser apaleado, ser pisoteado, ser arrastrado, ser abofeteado en la misma calle, junto a la misma casa, en la misma ventana donde un mes antes recibíamos la bendición de nuestra madre, ¿qué es?
Nada.
Pasar allí con el agua a la cintura, con el pico en la mano, con el grillo en los pies, las horas que días atrás pasábamos en el seno del hogar, porque el sol molestaba nuestras pupilas y el calor alteraba nuestra salud, ¿qué es?
Nada.
Volver ciego, cojo, magullado, herido, al son del palo y la blasfemia, del golpe y del escarnio, por las calles aquellas que meses antes me habían visto pasar sereno, tranquilo, con la hermana de mi amor en los brazos y la paz de la ventura en el corazón, ¿qué es esto?
Nada también.
¡Horrorosa, terrible, desgarradora nada!
Y vosotros los españoles la hicisteis.
Y vosotros la sancionasteis.
Y vosotros las aplaudisteis.[22]
Martí relató aquí los casos del anciano don Nicolás del Castillo de 76 años, del niño Lino Figueredo de 12 años, de Juan de Dios, un anciano negro con más de cien años idiotizado, de Tomás, el negro bozal de 11 años, de Ramón Rodríguez condenado a los 14 años, todos apaleados, obligados a trabajar bajo el látigo en las canteras del presidio político. Entre los episodios más dramáticos recogidos en el folleto, se encuentra el momento en que su padre lo visitó y trató de ponerle unas almohadillas para evitar el roce de los grillos:
(...) ¡Día amarguísimo aquél! Prendido a aquella masa informe, me miraba con espanto, envolvía a hurtadillas el vendaje, me volvía a mirar, y al fin, estrechando febrilmente la pierna triturada, rompió a llorar (...) y él quedó de rodillas en la tierra mojada con mi sangre, y a mí me empujaba el palo hacia el montón de cajones que nos esperaba ya para seis horas. ¡Día amarguísimo aquel! Y yo todavía no sé odiar.[23]
Fue una denuncia desgarradora que circuló en un folleto por España.
En La República Española ante la Revolución Cubana, escrito en 1873, cuando se había proclamado la república en España, Martí defiende el derecho de Cuba a la independencia a partir de su autoctonía, la identidad de la nación cubana, diferente a la española en historia, costumbres, composición, y a partir también de su martirologio.
Saluda a la República, pero la reta a reconocer a la República de Cuba:
Hombre de buena voluntad, saludo a la República que triunfa, la saludo hoy como la maldeciré mañana cuando una República ahogue a otra República, cuando un pueblo libre al fin comprima las libertades de otro pueblo, cuando una nación que se explica que lo es, subyugue y someta a otra nación que le ha de probar que quiere serlo. —Si la libertad de la tiranía es tremenda, la tiranía de la libertad repugna, estremece, espanta.
Martí argumenta el derecho de los cubanos:
Mi patria escribe con sangre su resolución irrevocable. Sobre los cadáveres de sus hijos se alza a decir que desea firmemente su independencia. Y luchan, y mueren. Y mueren tanto los hijos de la Península como los hijos de mi patria. ¿No espantará a la República española saber que los españoles mueren por combatir a otros republicanos?
(...)
La República niega el derecho de conquista. Derecho de conquista hizo a Cuba de España.
La República condena a los que oprimen. Derecho de opresión y de explotación vergonzosa y de persecución encarnizada ha usado España perpetuamente sobre Cuba.
La República no puede, pues, retener lo que fue adquirido por un derecho que ella niega, y conservado por una serie de violaciones de derecho que anatematiza.
La República se levanta en hombros del sufragio universal, de la voluntad unánime del pueblo.
Y Cuba se levanta así. Su plebiscito es su martirologio. Su sufragio es su revolución. ¿Cuándo expresa más firmemente un pueblo sus deseos que cuando se alza en armas para conseguirlos? (...)
Con la afirmación de que se estaba desarrollando una revolución en Cuba, el joven de 20 años defendía desde la propia España la causa cubana:
No se infame la República española, no detenga su ideal triunfante, no asesine a sus hermanos, no vierta le sangre de sus hijos sobre sus otros hijos, no se oponga a la independencia de Cuba.—Que la República de España sería entonces República de sinrazón y de ignominia, y el Gobierno de la libertad sería esta vez Gobierno liberticida.[24]
En la prensa también defendió esas ideas, como en el artículo "Las Reformas", publicado en La Cuestión Cubana, en mayo de 1873, en el que argumenta que la revolución en Cuba es un hecho incuestionable y que las reformas ya no son suficientes pues el tiempo de su posibilidad efectiva ya ha pasado. Aquel joven expresa un concepto importante:
(...) Pues si las revoluciones no pasan en vano por los pueblos, si un pueblo antes de la revolución no puede ser después de ella como era, (...) ¿cómo ha de ser ahora lógica —en situación distinta— la solución que lo era entonces? (...) Pasarían entonces en vano las revoluciones por los pueblos.[25]
Martí se erguía en representación de su patria en el mismo seno de la metrópoli y argumentaba la existencia de una revolución en Cuba que le daba pleno derecho a existir.
19. ¿Cuándo salió Martí de España y hacia dónde fue?
Después de culminar sus estudios en la universidad zaragozana, Martí fue a Madrid, de donde viajó a París en diciembre de 1874, y desde el puerto de Le Havre, partió hacia Southampton, en Inglaterra. Luego marchó a Liverpool y de esta ciudad viajó como pasajero de tercera clase hacia Nueva York, adonde llegó el 14 de enero de 1875. Doce días después salió hacia México, pues allí se encontraba residiendo su familia en aquel momento.
20. ¿Cómo era el México que Martí conoció?
Martí arribó a México en febrero de 1875, cuando apenas hacía tres años de la muerte del llamado "Benemérito de las Américas", Benito Juárez, y se encontraba en la presidencia su sucesor, Sebastián Lerdo de Tejada. México estaba en pleno proceso de reformas liberales, fenómeno que se estaba produciendo en buena parte de las repúblicas latinoamericanas que buscaban implementar formas de modernización de sus sociedades. Dentro de ese proceso, se producían contradicciones internas en el campo liberal que Martí observó detenidamente. También había una notable vida intelectual de la que fue parte el joven cubano. Su estancia en el país azteca terminó cuando se produjo el golpe de Estado encabezado por Porfirio Díaz.
21. ¿Qué le aportó la estancia en México?
Al llegar a México, el joven Martí entraba en contacto por primera vez con una república independiente de lo que había sido la América colonizada por España, a lo que se sumaban otras cuestiones: veía el desenvolvimiento republicano y el proceso de reformas liberales que allí se desarrollaban, conocía de las negociaciones para un acuerdo comercial entre México y Estados Unidos, entre otros acontecimientos importantes y, de modo especial, se ponía en relación por vez primera con la cultura y los problemas del "indio" americano, de los pueblos originarios marginados en las repúblicas independientes. Todos estos asuntos, así como la vida intelectual de aquel país, llamaron su atención. Martí analizó y obtuvo algunas impresiones importantes de aquel acontecer mexicano, como fueron: la identificación de la autoctonía latinoamericana (lo que hoy llamaríamos identidad); la necesidad de encontrar formas propias de gobierno para resolver los problemas de nuestras sociedades; es decir, no copiar miméticamente fórmulas ajenas a nuestras realidades a partir de los modelos europeos o norteamericano; el lugar de las fuerzas populares en las nuevas repúblicas, así como la relación conflictiva con Estados Unidos.
Su observación de México le permitió hacer algunas generalizaciones para toda la América hispana. En un artículo titulado "Hasta el cielo. Por José Peón Contreras", donde comenta esa obra, expresa:
Si Europa fuera el cerebro, nuestra América sería el corazón (...).[26]
Por primera vez utilizaba la denominación de nuestra América, concepto que desarrollaría en los años siguientes. En su análisis de los problemas de la América Latina independiente, Martí planteó cuestiones esenciales de la transformación revolucionaria, como la siguiente:
Un pueblo no es independiente cuando ha sacudido las cadenas de sus amos; empieza a serlo cuando se ha arrancado de su ser los vicios de la vencida esclavitud, y para patria y vivir nuevos, alza e informa conceptos de vida radicalmente opuestos a la costumbre de servilismo pasado, a las memorias de debilidad y de lisonja que las dominaciones despóticas usan como elementos de dominio sobre los pueblos esclavos.[27]
Este fragmento, de su artículo "Colegio de Abogados" del 25 de mayo de 1875, expresa que no se trataba solo de hacer la independencia, sino que era imprescindible hacer la revolución que transformara la sociedad colonial. Seguía desarrollando también su concepto de revolución. Por tanto, México le aportó una experiencia fundamental para entender el mundo y los problemas de la América antes española después de su independencia. Hay que agregar que en México se reunió con sus padres y algunas de sus hermanas y que allí conoció desde su llegada a quien sería un gran amigo, al punto de llamarlo hermano queridísimo, Manuel Mercado, el cual acompañó a don Mariano a recibir al joven, pues tenía amistad con la familia por ser vecinos. También conoció allí a quien sería su esposa, la cubana Carmen Zayas Bazán, a quien dedicó un hermoso poema:
(...) / Es tan bella mi Carmen, es tan bella, / Que si el cielo la atmósfera vacía / Dejase de su luz, dice una estrella / Que en el alma de Carmen la hallaría. (...)[28]
Por México, Martí entró en la América Latina independiente.
22. ¿Qué obras importantes escribió Martí en México?
Martí desarrolló en la tierra azteca una intensa vida intelectual, que puede resumirse en los siguientes aspectos:
Escribió para la prensa mexicana en publicaciones como La Revista Universal, que era un diario de política, literatura y comercio; El Socialista, órgano del Gran Circulo Obrero de México; El Federalista, El Eco de Ambos Mundos y otros.
Tradujo del francés la obra Mes fils, de Victor Hugo, que se publicó como folletín en La Revista Universal.
Escribió la obra teatral Amor con amor se paga, estrenada en el teatro Principal, que además se publicó y se repuso en la escena.
También fue miembro de sociedades culturales, como el Liceo Hidalgo y la Sociedad Alarcón.
En fin, Martí estaba desarrollando una muy prometedora labor que le fue ganando prestigio en los círculos intelectuales mexicanos.
23. ¿Por qué salió Martí de México?
El 23 de noviembre de 1876, el general Porfirio Díaz entró en la capital mexicana y asestó un golpe de Estado al presidente Lerdo de Tejada, tras derrotar a los defensores del Gobierno. A partir de esta nueva situación, Martí decidió abandonar la tierra azteca y dirigirse a Guatemala, donde también se vivía un proceso de reformas liberales y cuyo gobierno había reconocido al de la República en Armas cubano. Antes de su partida, publicó un artículo en el que denunciaba la situación de arbitrariedad que se había creado con el golpe de Estado. Este artículo titulado "Alea jacta est" muestra la posición de Martí frente al golpe porfirista, lo que se completa con el artículo "Extranjero", donde expone su situación personal y su pertenencia a la América que veía como patria:
(...) Y cuando yo veo a la tierra americana, hermana y madre mía, que me besó un día frío los labios, y a cambio de respeto y de trabajo, me fortificó con su calor; cuando yo veo a esta grande corriente de hombres libres, como azotados y abatidos por las calles (...) cuando las voluntades son burladas, olvidada la conciencia, irrespetado el propio fuero (...) la conciencia, voz alta, se sacude; la indignación, gran fuerza, me arrebata; sonrojo violentísimo me enciende, y sube a mis mejillas ardorosas la vergúenza de todos los demás (...)
Y exponía con toda entereza y decisión que no había reclamado la ciudadanía cuando le hubiera servido para lisonjear mejor al poderoso, ni había hablado de su amor a México cuando hubiera parecido servil halago y humillante súplica, pero en el momento en que salía de México reclamo mi parte, me ingiero en estas penas, naturalizo mi espiritu, traigo mi voluntad de hombre lastimada, mi dignidad de soberbia de conciencia. La conciencia es la ciudadanía del universo.[29] En el momento en que ya no esperaba ni trabajo, ni honores, ni reconocimientos, expresaba su pertenencia a ese México al que, como parte de la América madre y hermana, quería servir y del que no quería servirse.
Antes de ir a Guatemala, Martí hizo una visita clandestina a La Habana, con el nombre de Julián Pérez segundos nombres mios (...) siempre es bueno ser, aún en casos graves, lo menos hipócrita posible.[30] El propósito era arreglar el regreso de su familia a Cuba, buscarle alojamiento y también trabajo para su padre. En Cuba estuvo desde el 6 de enero hasta el 24 de febrero de 1877, cuando retornó a México donde despidió a su padre y hermanas para emprender a continuación el viaje hacia Guatemala.
24. ¿Martí sostuvo alguna relación con la causa cubana durante su estancia en México?
Durante su estancia mexicana, Martí sostuvo polémicas en la prensa en defensa de Cuba y su derecho a la independencia. En una de esas oportunidades explicó:
(...) ya que no puedo por mi mal ir a combatir al lado de los que defienden la independencia de mi patria, no fuera honrado permitir que, donde pueda yo responderlas, quedasen sin cumplida respuesta afirmaciones gratuitas y vulgares.[31]
Desde México solicitó de la delegación de Cuba en Nueva York la ciudadanía cubana, que le fue otorgada. Hay indicios de que probablemente participó en un plan de expedición a Cuba el cual no llegó a realizarse.
25. ¿Cuáles fueron las actividades fundamentales de Martí en Guatemala?
Martí llegó a Guatemala con cartas de recomendación del ministro de ese país en México, Juan Ramón Uriarte, y del guatemalteco José Mariano Dominguez, padre de los hermanos Fermín y Eusebio. En la tierra del quetzal, fue profesor de Literatura y de Composición en la Escuela Normal para varones, de la cual era director el cubano José María Izaguirre. También fue catedrático de Literatura francesa, inglesa, italiana y alemana y de Historia de la Filosofía en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Guatemala, donde impartió gratuitamente Literatura europea. También, de igual forma, fue profesor de Composición en la Academia de Niñas de Centroamérica, cuya directora era la hermana de Izaguirre, Margarita.
En ese tiempo escribió el que calificó de "drama indio" Patria y Libertad, a solicitud del Gobierno para la conmemoración de la independencia. Fue miembro de la Sociedad Literaria "El Porvenir".
De Guatemala fue a México para casarse con su novia Carmen, y durante esa estancia entregó a Mercado su libro Guatemala que se publicó en forma de folleto. Ya casado, regresó a Guatemala, pero la situación había cambiado: en el mes marzo de 1878 quedó sin empleo en la Universidad y en abril renunció a las Cátedras de la Escuela Normal en protesta por la destitución arbitraria de Izaguirre.
El gobierno autocrático de Justo Rufino Barrios cometía arbitrariedades, por lo que el ambiente para Martí se hizo hostil. Debido a la situación que tuvo que enfrentar, interrumpió su proyecto de publicar la Revista Guatemalteca. Según él mismo explicaría: con un poco de luz en la frente no se puede vivir donde mandan tiranos. O como escribió a su hermano mexicano, Mercado: porque el pan no vale que se le amase con la propia vergüenza.[32]
En marzo de 1877 había llegado a Guatemala y a mediados de 1878 partió, junto a su esposa, de la tierra guatemalteca.
26. ¿Qué representó Guatemala en la formación del Martí revolucionario?
La estancia en Guatemala permitió a Martí madurar su conocimiento de la América Latina independiente, avanzar en la comprensión del problema del "indio americano", profundizar en la idea de la autoctonía americana, comprender la necesidad de la unidad y también distanciarse de las concepciones liberales predominantes.
En Patria y Libertad ya plasmó parte del desarrollo de su idea de nuestra América, cuando dijo en voz de Martino, uno de sus personajes fundamentales:
Quietos todos. No huyáis ante los déspotas. / Quietos aquí. Lo manda nuestra América. / (...) / Soy la oveja / que se revuelve indómita ante el lobo / y exánime y atónito lo deja, / con el arma de Maipú y Carabobo. / Soy de Hidalgo la voz. Soy la mirada / ardiente de Bolívar. Soy el rayo / de la eterna justicia, en que abrasada / América renace, / desde las fuentes en que el Bravo nace / hasta el desierto bosque paraguayo.[33]
Martí estaba señalando la unidad del proceso histórico independentista en lo que vuelve a llamar nuestra América, enlazando las batallas fundamentales de aquella gesta en distintos escenarios como Maipú y Carabobo, y a sus figuras insignes como el mexicano Hidalgo y "el Libertador", el venezolano Simón Bolivar. Destacaba también la presencia indigena con el personaje Indio, quien comparte el liderazgo junto a Martino, y enlaza también a los representantes de las culturas originarias sacrificados durante la conquista española, que une en un solo haz cuando Martino evoca las imágenes:
(...) es Moctezuma, cuya historia encierra / el engaño mayor que vio la tierra.
Y continúa:
ésa es de Haití la reina ponderada, / en mitad de la fiesta encadenada!
Y habla de:
Cuauhtémoc es el aliento puro, / que en su parrilla requemado humea!
Y exclama:
¡Todo el mundo a la lid! ¡Corre encendido / por la América Hatuey! ¡Manos al hierro![34]
Martí estaba presentando la historia de los pueblos de la América nuestra como un proceso común. En el prospecto que preparó de la Revista Guatemalteca definió más claramente el ámbito geográfico que abarcaba la expresión nuestra América:
Yo conozco a Europa, y he estudiado su espíritu; conozco a América y sé el suyo. Tenemos más elementos naturales, en estas nuestras tierras, desde donde corre el Bravo fiero hasta donde acaba el digno Chile que en tierra alguna del Universo (...)[35]
No solo era un sentido de unidad geográfica, sino cultural, en historia y propósitos comunes. También comprendió la importancia de la unidad de nuestros pueblos para avanzar en el desarrollo común, por eso diría, después de analizar el proceso de conquista española facilitado por las querellas entre los pobladores originarios:
(...) puesto que la desunión fue nuestra muerte, ¿qué vulgar entendimiento, ni corazón mezquino, ha menester que se le diga que de la unión depende nuestra vida? (...)[36]
Eso le hace afirmar su convicción y voluntad de lucha:
Para unir vivo lo que la mala fortuna desunió.
Hay que añadir que Martí analizó los problemas de nuestras sociedades latinoamericanas después de la independencia, por eso afirmó en carta a Valero Pujol, el 27 de noviembre de 1877:
(...) La manera de celebrar la independencia no es, a mi juicio, engañarse sobre su significación, sino completarla (...) Les hablo de lo que hablo siempre: de este gigante desconocido, de estas tierras que balbucean, de nuestra América fabulosa (...) El alma de Bolívar nos alienta; el pensamiento americano me transporta. Me irrita que no se ande pronto. Temo que no se quiera llegar (...) ¿qué falta podrá echarme en cara mi gran Madre América? ¡Para ella trabajo!(...)[37]
Por tanto, la estancia guatemalteca de Martí fue muy provechosa para completar su análisis de los problemas de la América nuestra, desarrollar la idea de la unidad cultural de nuestros pueblos, de lo incompleto de la independencia y elaborar su proyecto revolucionario de alcance continental.
27. ¿Cómo percibió Martí los problemas del "indio americano" en sus primeras experiencias en América Latina?
En México, donde por primera vez observó la situación de las culturas originarias de nuestra América, tuvo sus primeros acercamientos a este problema, por ello escribió en un artículo del 10 de julio de 1875:
Irritan estas criaturas serviles, estos hombres bestias que nos llaman "amo" y nos veneran: es la esclavitud que los degrada: es que esos hombres mueren sin haber vivido (...)
El hombre está dormido y el país duerme sobre él.- La raza está esperando y nadie salva a la raza. La esclavitud la degradó, y los libres los ven esclavos todavía: esclavos de sí mismos (...)
¿Quién despierta a ese pueblo sin ventura? ¿Quién reanima a ese espíritu aletargado? No está muerto: —Está dormido. No rehúye, espera (...)[38]
En Guatemala ahondaría en este asunto, por ello escribió en 1878:
(...) La raza indígena. Muy difícil problema, que demasiado lentamente se resuelve; sobre el que se echan con descuido los ojos, cuando el bienestar de todos los que en esta tierra viven, de él depende (...)[39]
En años sucesivos completaría el análisis y la comprensión del lugar de estos grupos humanos que habían quedado marginados en las repúblicas independientes. En sus trabajos posteriores podrás ver cómo Martí abordó el asunto de modo más profundo y perfiló la solución como parte de su proyecto revolucionario.
28. Martí regresó a Cuba en 1878 ¿por qué?
Como has podido ver, Martí había decidido salir de Guatemala, pero pensó en dirigirse a otro pueblo latinoamericano. Sin embargo, la Guerra de los Diez Años había terminado en Cuba y, por la amnistía estipulada en el Pacto del Zanjón a todos los que hubieran tomado parte en aquella lucha revolucionaria, podía regresar a su patria. A pesar de ello, Martí sentía que no era el momento, pero la insistencia de su esposa, quien estaba embarazada, y de su familia, lo decidieron al retorno. Según dijo a Mercado en carta de 6 de julio:
¡Creen que vuelvo a mi patria! ¡Mi patria está en tanta fosa abierta, en tanta gloria acabada, en tanto honor perdido y vendido! Ya yo no tengo patria:—hasta que la conquiste.[40]
Aquel joven de 25 años regresaba, pero con el compromiso que sentía con los mártires y héroes que habían peleado por la independencia de Cuba, con el firme propósito de trabajar por la libertad de la patria.
29. ¿Conoces las actividades conspirativas que desarrolló Martí en La Habana entre 1878 y 1879?
Martí llegó a La Habana el 31 de agosto de 1878 y ya en el mes de octubre estaba en actividades conspirativas con grupos independentistas, en comunicación con el Comité Revolucionario Cubano de Nueva York, que presidía el mayor general Calixto García.
El 18 de marzo de 1879 se constituyó el Club Central Revolucionario Cubano para el que fue elegido vicepresidente, cargo que desempeñó con el seudónimo Anáhuac. En junio fue designado subdelegado en Cuba del Comité Revolucionario Cubano de Nueva York. Por tanto, su labor conspirativa fue muy intensa.
Conjuntamente con sus funciones en los grupos de conspiradores en Cuba, hay que destacar sus discursos públicos durante este período. El 22 de enero de 1879 se estrenó en Cuba como orador al pronunciar la oración fúnebre en honor al poeta cubano Alfredo Torroella, con quien había sostenido relaciones de amistad y que falleció en La Habana. En esa ocasión señaló el valor del servicio a la patria. El 22 de abril volvió a hablar, esta vez en el brindis que se ofrecía como parte del homenaje al director de La Discusión, Adolfo Márquez Sterling, donde rechazó la conciliación con el colonialismo español. En ese brindis dijo:
Para rendir tributo ninguna voz es débil; para ensalzar a la patria (...), son oportunos todos los momentos (...)
(...) Y los derechos se toman, no se piden; se arrancan, no se mendigan (...)
(...) si al sentir, al hablar, al reclamar, no nos arrepentimos de nuestra única gloria y la ocultamos como a una pálida vergüenza;—por soberbia, por digna, por enérgica, yo brindo por la política cubana (...)[41]
Con esto estaba significando la única gloria, es decir, los diez años de guerra recién terminados, al tiempo que llamaba a arrancar los derechos frente a quienes "mendigaban" reformas de España.
El 27 de abril pronunció un discurso patriótico en el Liceo de Guanabacoa en homenaje al violinista Rafael Díaz Albertini, en este caso con la presencia del Capitán General, que se asombró ante los pronunciamientos del cubano a quien calificó de "loco peligroso".
En ese período se le ofrecieron algunos cargos como una Alcaldía Mayor y ser diputado a las Cortes españolas por Santiago de Cuba, lo que rechazó con toda dignidad por ser consecuente con sus convicciones. Como le había escrito a su amigo Mercado desde Guatemala, había regresado a Cuba...
(...) No a ser mártir pueril;—a trabajar para los míos, y a fortificarme para la lucha (...)[42]
La Guerra Chiquita estalló en agosto de 1879 y Martí fue detenido en su casa, el 17 de septiembre, y nuevamente deportado a España, esta vez sin juicio.
30. ¿Conoces cómo describió Juan Gualberto Gómez su labor de conspirador junto a Martí en La Habana y cómo fue apresado su amigo?
En febrero de 1933, Juan Gualberto Gómez publicó el artículo "Martí y yo. La última visita — La última carta" en el que narró cómo se habían conocido, a fines de 1878, en el bufete del abogado Nicolás Azcárate, donde trabajaba Martí inicialmente. Según este relato, cuando Martí pasó a trabajar en el bufete de Miguel Viondi allí se reunían todas las tardes y conspiraban. Dice Juan Gualberto Gómez que los conspiradores habaneros estimaron conveniente unificarse...
(...) a ese efecto se convocó una junta de los presidentes y secretarios de esos clubs, que se celebró una noche, en la vecina población de Regla. En esta junta, se creó un Comité Central, cuya presidencia asumió Martí.
De acuerdo con este relato, fue una idea que impulsó el aporte en recursos para los alzados, pero también estuvieron sometidos al espionaje español. A continuación, describe la detención de Martí:
Martí vivía en una casita, modesta, pero alegre y limpia, que aún existe: Amistad No. 42, entre Neptuno y Concordia. Una mañana en que habíamos trabajado mucho en su bufete, y debíamos seguir trabajando en el arreglo de asuntos de interés para Las Villas, me llevó a almorzar a su casa. Estábamos aún en la mesa, él, su distinguida esposa y yo, cuando sonó la aldaba de la puerta de la calle. Su esposa se levantó y abrió. La saleta de comer estaba separada por una mampara de la sala de recibo; así que yo no vi al visitante; pero la señora de Martí dijo a éste en voz alta: "El señor que vino hace rato a buscarte, y al que dije la hora que te podía ver, es el que ha vuelto. Dice que termines de almorzar, pues no tiene prisa y te esperará". No obstante esto —lo recuerdo bien— Martí se levantó y, con la servilleta aún en la mano, pasó a la sala de recibo. Tras breves instantes, volvió a la mesa y con calma absoluta, dijo a su esposa: "Que me traigan en seguida el café, pues tengo que salir inmediatamente", y siguió para su cuarto. Yo le vi abrir su escaparate, que estaba frente a mí pues yo estaba sentado de espaldas a la sala; buscar de una gaveta unas cuantas monedas, llamar a la esposa a la que dirigió unas palabras que no oí. Servido el café por la sirvienta en esos instantes, vino Martí a la mesa, y de pie sorbió de su taza unos cuantos buches de café, y dirigiéndose a mí me dijo: "Tome su café con calma: usted se queda en su casa, y dispénseme, pero es urgente lo que tengo que hacer". Me dió (sic) la mano, tomó su sombrero y se marchó con el visitante para mí hasta ese momento incógnito. Desde ese día y esa hora, no volví a ver más a Martí.
Juan Gualberto Gómez cuenta que, tan pronto salió Martí, "con ojos llorosos" su esposa le dijo:
Se llevan a Pepe; ese hombre que ha venido es un celador de policía. Yo lo ignoraba. Pepe me encarga que le diga a usted que corra y haga lo posible por ver a dónde lo llevan y le avise a D. Nicolás de Azcárate.[43]
Juan Gualberto cumplió lo indicado: los siguió a pie y en coche, vio cuando entraron en la jefatura de Policía y avisó a Azcárate quien logró ver al detenido y comunicó a Gómez el encargo de recoger una pequeña maleta en el bufete de Viondi, también cumplió con esto y entregó la comprometedora maleta a Antonio Aguilera, quien debía sustituir a Martí en la organización conspirativa. A los tres días salía Martí deportado para España.
31. Martí fue deportado por segunda vez a España en el año 1879, pero inmediatamente salió de allí para Estados Unidos, adonde llegó en enero de 1880. ¿Qué responsabilidades tuvo en ese país en relación con la Guerra Chiquita?
El 3 de enero, Martí llegó a Nueva York y de inmediato se incorporó a los trabajos del Comité Revolucionario Cubano, del cual fue nombrado vocal el 9 de ese mes, lo que le fue informado por el secretario del Comité, general Carlos Roloff. El 26 de marzo, ante la salida de Calixto García hacia Cuba para incorporarse a la guerra y la ausencia de Juan Francisco Lamadriz, a quien se designó para ocupar la presidencia del Comité pero estaba en Cayo Hueso, Martí fue escogido presidente interino del Comité, por lo que asumió toda la responsabilidad de las decisiones hasta el fin de la guerra en agosto de 1880. A partir de esta presidencia, redactó los documentos del Comité, algunos de los cuales se dieron a conocer con la firma de Calixto García.
En la proclama "El Comité Revolucionario Cubano de Nueva York" dirigida "A los cubanos" informaba que Calixto García estaba en Cuba y afirmaba:
(...) Con el general García han ido a Cuba la organización militar y política que nuestra patria en lucha requería; con el hombre de armas ha ido un hombre de deberes; con la espada que vence, la ley que la modera (...) A vencer y a constituir ha ido el caudillo, no sólo a batallar.[44]
Martí estaba señalando que no era solo empuñar las armas y dirigir los combates bélicos, sino que junto a ello se trataba también de organizar la revolución, de organizar al país. En esa proclama llamaba a preparar desde el exterior la ayuda necesaria a los combatientes en Cuba, a preparar expediciones que posibilitaran el mantenimiento y triunfo de la guerra:
A un ejército de hombres que combaten, un ejército de hombres que auxilian. Simultánea y enérgicamente hemos de hacer aquí y allá la guerra.[45]
Cuando se hizo imposible sostener aquella guerra, cuando el general García tuvo que deponer las armas, aún quedaban algunas fuerzas combatiendo. Martí tuvo que responder a la solicitud de consejo del coronel Emilio Núñez y asumir la decisión de que él, quien era el último de los jefes que quedaba en combate, depusiera las armas, lo que comunicó en carta del 13 de octubre de 1880, en la que le decía:
Creo que es estéril —para Vd. y para nuestra tierra la permanencia de Vd. y sus compañeros en el campo de batalla (...)
Entendía que ya no era útil continuar esa campaña, que en dos años de preparación los jefes de la Revolución no habían hallado modo de trabajar de acuerdo, ni tampoco durante el año de guerra, por lo que cuando ya estaba dominada la guerra no era de esperarse que se pudiera alcanzar ese acuerdo. Como no era probable el triunfo, le decía: (...) deponga Vd. las armas. Y le explicaba:
No las depone Vd. ante España, sino ante la fortuna. No se rinde Vd. al gobierno enemigo, sino ante la suerte enemiga.[46]
Martí asumió la responsabilidad, por tanto, hasta el final, y consideró más prudente preservar las vidas para lograr en el momento oportuno el propósito, único honrado en Cuba, de hacer la revolución, en ese momento inalcanzable.
32. El 24 de enero de 1880, Martí pronunció su primer discurso en Nueva York ante los emigrados cubanos conocido como "Lectura de Steck Hall", ¿sabes qué importancia tiene ese discurso en el análisis de Martí sobre la Guerra de los Diez Años?
En ese discurso, Martí aborda una serie de aspectos que pueden resumirse en los siguientes:
- Apreciación de la época en que vivía y se desarrollaba el proyecto independentista cubano.
- Análisis de los errores en la guerra anterior porque, como afirmó: Ya fructifican nuestras miserias, que los errores son una utilísima semilla.
- Llamó a ese tiempo posterior al Pacto del Zanjón, período de tregua fecunda, con lo que le quitaba el sentido de derrota, habló de la guerra interrumpida, con lo que significaba que debía continuar porque era necesaria, porque las causas seguían presentes.
- Expresó su concepto de lo que debe caracterizar a un dirigente, puesto que, en su opinión: Para ir delante de los demás, se necesita ver más que ellos.
- Explicó la revolución también como transformación cultural del pueblo que la vive, lo que ejemplificó con los cambios operados en las zonas que había dominado la revolución:
(...) los niños nacieron, las mujeres se casaron, los hombres vivieron y murieron, los criminales fueron castigados, y erigidos pueblos enteros, y respetadas las autoridades, y desarrolladas y premiadas las virtudes, y producidos especiales defectos, y pasados largos años, al tenor de leyes propias (...) de leyes generosas que crearon estado, que se erigieron en costumbres, que fueron dictadas en analogía con la naturaleza de los hombres libres, y que, en su imperfecta forma y en su incompleta aplicación, dieron sin embargo en tierra con todo lo existente, y despertaron en una gran parte de la Isla aficiones, creencias, sentimientos, derechos y hábitos para la comarca occidental absolutamente desconocidos.
- Definió el lugar de la emigración en el combate independentista al expresar:
(...) ¡Ni volverán a marchar por vía distinta el guerrero que lucha por la libertad, y el trabajador que le envía el arma!—El pueblo de auxiliares acompañará con su constancia al pueblo de batalladores que lo animará con su valor.
- Señaló el lugar del pueblo como hacedor de la revolución cuando dijo:
(...) Ignoran los déspotas que el pueblo, la masa adolorida, es el verdadero jefe de las revoluciones (...)
- Explicó la nueva situación de la lucha en Cuba, después de la experiencia de la década gloriosa en que el pueblo cubano había combatido contra el colonialismo, cuando señaló que esta ya no era la revolución de la cólera sino la de la reflexión.
- Rechazó el llamado "miedo al negro" con el que se pretendía detener la posibilidad de la revolución y compara el lugar de los negros y mulatos en Cuba con el de los indios en el resto de América, a quienes también se les satanizó para impedir la revolución:
(...) ¿Son acaso los hombres de color, los negros y los mulatos, —porque no debe hacerse misterio de un hombre como todos los demás natural y sencillo, — son acaso aquel rebaño manso que obedecía a la mano interesada del pastor, y (...) esperaba en calma la hora de una lejana redención? ¿Son acaso una cohorte sanguinaria, que habrá (...) de arrancar de raíz cuanto hoy sustenta el suelo de la patria? ¡Ah! ¡esto decían los españoles de los indios, tan ofendidos, tan flagelados, tan anhelosos como los negros de su inmediata emancipación (...)
- Explicó que España utilizaba esta amenaza cuando soplaban vientos de independencia.
Este extraordinario discurso terminaba con un llamado a la lucha:
(...) Los grandes derechos no se compran con lágrimas, —sino con sangre. Las piedras del Morro son sobrado fuertes para que las derritamos con lamentos, —y sobrado flojas para que resistan largo tiempo a nuestras balas. (...) ¡Antes que cejar en el empeño de hacer libre y próspera a la patria, se unirá el mar del Sur al mar del Norte, y nacerá una serpiente de un huevo de águila![47]
33. Después de finalizada la Guerra Chiquita, Martí fue a Venezuela, ¿qué significado tenía para él esa tierra?
Martí llegó a Venezuela el 20 de enero de 1881 y en carta del mes de marzo explicaba su situación y propósito:
(...) De caer vengo, del lado de la honra. Pero perder una batalla no es más que la obligación de ganar otra. A servir modestamente a los hombres me preparo; a andar, con el libro al hombro, por los caminos de la vida nueva; a auxiliar, como soldado humilde, todo brioso y honrado propósito: y a morir de la mano de la libertad, pobre y fieramente (...)[48]
Venezuela tenía un significado muy especial. En la "Lectura de Steck Hall" ya había calificado a Bolívar como más grande que César, porque fue el César de la libertad, por tanto Venezuela tenía la magia de ser la tierra de Bolívar, por eso la llamó la Jerusalén de América. Martí narró su llegada a Caracas en el relato "Tres héroes", publicado en el primer número de La Edad de Oro, cuando dice de un viajero que
(...) sin sacudirse el polvo del camino, no preguntó dónde se comía ni se dormía, sino cómo se iba adonde estaba la estatua de Bolívar. Y cuentan que el viajero, solo con los árboles altos y olorosos de la plaza, lloraba frente a la estatua, que parecía que se movía, como un padre cuando se le acerca un hijo. El viajero hizo bien, porque todos los americanos deben querer a Bolívar como un padre. A Bolívar, y a todos los que pelearon como él porque la América fuese del hombre americano (...)[49]
El viajero era Martí. Allí fue, a la cuna del Libertador.
34. En Venezuela, Martí desarrolló algunas ideas esenciales sobre su sentido de pertenencia y compromiso con América Latina, ¿cuáles fueron esas ideas?
Martí consolidó en Venezuela su visión latinoamericana, y con ello la idea de la necesidad de transformación de estas sociedades. En la Revista Venezolana que empezó a publicar, afirmó:
(...) Quien dice Venezuela, dice América: que los mismos males sufren, y de los mismos frutos se abastecen, y los mismos propósitos alientan el que en las márgenes del Bravo codea en tierra de México al Apache indómito, y el que en tierras del Plata vivifica sus fecundas simientes con el agua agitada del Arauco (...)[50]
Estaba hablando de esa América, que ya había definido como nuestra, y que se ubicaba al sur de los Estados Unidos, en este caso representándola con los habitantes originarios que habían resistido la conquista. Era claro que la parte al norte del Bravo era una América no nuestra. El Martí de 27 años que llegaba a Caracas apreciaba que compartíamos una historia común y una cultura construida a lo largo de siglos, pero también que se enfrentaban los mismos problemas.
En un discurso pronunciado el 21 de marzo, de gran repercusión en aquel momento, señaló su situación: Luché en mi patria, y fui vencido (...)
Pero añadió una idea muy importante:
Se sabe que al poema de 1810 falta una estrofa, y yo, cuando sus verdaderos poetas habían desaparecido, quise escribirla.[51]
Estaba planteando la unidad histórica del proceso independentista latinoamericano. El año 1810 simbolizaba el inicio de las luchas por la independencia de la América Latina, pero faltaba una estrofa a aquella gesta, ¿sabes cuál era esa estrofa? Se trataba de las últimas colonias que quedaban a España en América: Cuba y Puerto Rico, por tanto era un proceso aún no terminado. Al salir de Venezuela, en julio de ese año, escribió su sentido de pertenencia y su propósito:
(...) De América soy hijo: a ella me debo. Y de la América, a cuya revelación, sacudimiento y fundación urgente me consagro, ésta es la cuna; ni hay para labios dulces, copa amarga; ni el áspid muerde en pechos varoniles; ni de la cuna reniegan hijos fieles. Déme Venezuela en qué servirla: ella tiene en mí un hijo.[52]
Ya había consolidado su condición de hijo de la patria
Ya había consolidado su condición de hijo de la patria grande latinoamericana, pero también eso incluía deberes, por eso se proponía trabajar por esa América, consagrarse a su revelación, sacudimiento y fundación, es decir, a trabajar por la transformación de esas sociedades para fundar la América que debía ser.
35. ¿Qué obras importantes escribió Martí en Venezuela?
En Venezuela, trabajó como profesor, escribió para la prensa venezolana, preparó una publicación que tituló Revista Venezolana, pronunció discursos; pero entre las obras más importantes escritas por Martí dentro de su vasta producción literaria, está el poemario Ismaelillo, dedicado a su hijo José Francisco que estaba en Cuba junto a su madre. Martí había pensado en la posibilidad de llevar a su familia a Venezuela, pero no pudo ser; entonces, recordando a su hijo, escribió los poemas de amor paternos quizás más hermosos de la lengua española. En el prólogo le dice al pequeño Pepito:
Hijo:
Espantado de todo me refugio en ti.
Tengo fe en el mejoramiento humano, en la vida futura, en la utilidad de la virtud, y en ti.
Si alguien te dice que estas páginas se parecen a otras páginas, diles que te amo demasiado para profanarte así. Tal como aquí te pinto, tal te han visto mis ojos. Con esos arreos de gala te me has aparecido. Cuando he cesado de verte en una forma, he cesado de pintarte. Esos riachuelos han pasado por mi corazón.
¡Lleguen al tuyo![53]
De esa forma tan hermosa y sentida dedicaba sus versos a su pequeño, haciendo explícita su vocación humanista, su fe en la capacidad de las personas para su propio mejoramiento, en la virtud, en el futuro. Su hijo era el "Principe enano", "Mi caballero", "Mi despensero", "Mi reyecillo" a quien juraba lealtad. A su hijo le decía:
Para un príncipe enano / Se hace esta fiesta. / (...) / ¡El para mí es corona, / Almohada, espuela! / Mi mano, que así embrida / Potros y hienas, / Va, mansa y obediente, / Donde él la lleva (...)
Pero también le decía:
Sea mi espalda / Pavés de mi hijo; / Pasa en mis hombros / El mar sombrío: / Muera al ponerte / En tierra vivo:- / Mas si amar piensas / El amarillo / Rey de los hombres, / ¡Muere conmigo! / ¿Vivir impuro? / ¡No vivas, hijo![54]
Hasta en el amor paterno más hondo y tierno, Martí mantenía sus más profundas convicciones, su ética.
36. ¿Qué aportó a la concepción revolucionaria martiana su conocimiento de las repúblicas independientes latinoamericanas: México, Guatemala y Venezuela?
El contacto con el maravilloso mundo americano, que se inició en México, constituyó una experiencia extraordinaria para Martí. Como dijo tempranamente, al analizar los grandes problemas de estas sociedades después de la independencia (sus masas de indios marginados, sus intentos de modernidad a partir de copias miméticas de los modelos europeos o norteamericano), era imprescindible buscar formas propias, nacidas de nuestra realidad, para resolver los problemas americanos. Como preguntó ya en México: ¿Por qué en la tierra nueva americana se ha de vivir la vieja vida europea?[55]
Comprendió que la obra no había acabado, que había que hacer la revolución anticolonial no consumada, como dijo en carta a Valero Pujol el 27 de noviembre de 1877, había que completar la independencia americana. A cumplir ese deber con su madre América dedicaría sus esfuerzos, su talento, su vida. Pero había otra América, la situada al norte del río Bravo, que veía con recelo. Su estudio sería el completamiento para su proyecto revolucionario.
37. Después de un semestre en Venezuela, Martí regresó a Estados Unidos en 1881, ¿cuáles eran las características de la sociedad norteamericana que conoció?
Los Estados Unidos que Martí conoció ya habían rebasado la etapa de reconstrucción que siguió a la Guerra de Secesión (1861-1865), la guerra entre el sur esclavista y el norte industrializado y abolicionista que puso fin a la esclavitud. Por tanto, se adentraba en un muy rápido proceso de desarrollo capitalista en el cual se produjo una extraordinaria revolución industrial, además de una revolución también en la agricultura. En el aspecto político, ocurría el asesinato del presidente James Abram Garfield (1881) a lo que seguirían los gobiernos de los presidentes Chester Alan Arthur (1881-1885), Grover Cleveland (1885-1889), Benjamin Harrison (1889-1893) y, por segunda vez, Cleveland (1893-1897); es decir, hubo dominio del Partido Republicano, excepto los dos periodos de Cleveland quien era del Partido Demócrata.
Como rasgos generales de la sociedad norteamericana de la época en que Martí vivió en aquel país, podemos señalar:
- El desarrollo impetuoso del capitalismo que llevaba a la aparición del monopolio.
- Disputas entre los impulsores del monopolio y los opuestos a este fenómeno.
- Inmigración masiva de trabajadores, fundamentalmente europeos, que engrosaban las filas de la clase obrera.
- Conflictos sociales por las contradicciones de lo que Martí caracterizó como los hombres de la labor y los hombres del capital.
- Disputas en el Congreso por los intereses de los distintos estados en las relaciones comerciales externas entre proteccionistas y librecambistas.
- Impulso a la marina de guerra, asunto que fue fundamentado en las obras de Alfred T. Mahan, como parte de las teorías expansionistas que sostenía el grupo más agresivo, el cual fue conocido en esa época como jingoes o jingoístas.
- Política exterior más activa, en busca de abrirse un espacio entre las potencias de la época. El interés expansionista de esta nueva época del imperialismo naciente se dirigía fundamentalmente a la zona del mundo que estaba más cerca y que podían llegar a dominar con mayor facilidad en el futuro cercano: América Latina y el Caribe.
A grandes rasgos, estas eran las características de aquel país que, sin embargo, se había convertido a los ojos de buena parte del mundo en un modelo de democracia, progreso y modernidad.
38. ¿Tenía Martí alguna idea acerca de los Estados Unidos antes de residir en aquel país?
Martí sí tenía una percepción de los Estados Unidos de su época. En un Cuaderno de Apuntes que data de su primer destierro a España; es decir, cuando era apenas un joven recién salido de la adolescencia y aún no había conocido a los Estados Unidos, escribió:
Los norteamericanos posponen a la utilidad el sentimiento.—Nosotros posponemos al sentimiento la utilidad (...) Las leyes americanas han dado al Norte alto grado de prosperidad, y lo han llevado también al más alto grado de corrupción. Lo han metalificado para hacerlo próspero. ¡Maldita sea la prosperidad a tanta costa![56]
Este apunte demuestra que el joven Martí se representaba a los Estados Unidos tanto por el progreso material como por su empobrecimiento espiritual, de ahí que afirmara que no podíamos regirnos por leyes iguales a las de ellos, éramos diferentes y no era ese el modelo de sociedad al que aspiraba.
39. ¿Por qué tuvo una estancia tan prolongada en Estados Unidos?
Martí llegó a Estados Unidos, como ya sabes, en enero de 1880, al año siguiente vivió un semestre en Venezuela y regresó para radicarse en el país norteño hasta enero de 1895, cuando fue a reunirse con Máximo Gómez en la tierra dominicana, pues era inminente el estallido bélico en Cuba; por tanto, vivió casi quince años en Nueva York. Cuando arribó, Cuba estaba en medio de la Guerra Chiquita, él había sido apresado y deportado, por lo que su traslado a Estados Unidos tuvo el propósito de unirse al Comité Revolucionario de Nueva York para impulsar la guerra, por lo que no tenía prevista una permanencia prolongada en aquel país; pero la guerra no pudo sostenerse.
Desde aquella ciudad, Martí siguió trabajando por la independencia de la patria, por lo que su radicación siempre tuvo el sentido de algo transitorio, provisional, en busca de la oportunidad de reiniciar el combate por la independencia de Cuba, lo que ya en 1882 empezó a preparar. En 1884 formó parte en los primeros momentos del plan encabezado por Máximo Gómez. No obstante, aquellos intentos no pudieron fructificar y hubo que esperar. En 1887 volvió a iniciar el proceso preparatorio que habría de desembocar en la organización de la Revolución de 1895, en lo que contó con la movilización de la nutrida emigración cubana radicada en aquel país, especialmente en Nueva York y en las importantes comunidades mayoritariamente obreras de Tampa y Cayo Hueso.
En 1884, luego de separarse del plan organizado por Gómez, escribía a su amigo Manuel Mercado sobre Nueva York y su permanencia allí: De esta tierra no espero nada, ni para Uds. ni para nosotros, más que males; y le planteaba su propósito de escribir para periódicos latinoamericanos sobre los asuntos norteamericanos, como ya hacía para La Nación, de Buenos Aires:
(...) Alerta se ha de estar allí a todo esto, sin que por eso se parezca alarmista. Ese sería el mejor modo de ir haciendo opinión y previsión, sin alarmarlos.[57]
Consideraba que así, desde allí, podría velar por los intereses de la América nuestra. Dos años después volvía a escribir sobre este asunto a Mercado y le explicaba su permanencia en aquel país y en aquella ciudad, afirmando: Todo me ata a New York, por lo menos durante algunos años de mi vida: todo me ata a esta copa de veneno. Le hablaba a su amigo de sus angustias diarias en aquel lugar que calificó de muerte a retazos, y planteaba que las consecuencias de los errores políticos de nuestro país; la cercanía a esa tierra mía, que no sabe de mí, y por la que muero, pero también sus obligaciones familiares, su rechazo a poner en alquiler o en venta para usos inadecuados de gobierno en otros países de sus capacidades, la falta de mercado literario en las tierras que más quería, la vida en un lugar céntrico, lo ataban a esa ciudad por algún tiempo. Eran muchas las dificultades que encontraba para ir a alguna de las tierras latinoamericanas, por ello, le decía: Morir de esta tierra, es justo, puesto que no la quiero; pero morir de las mías, sí me sería penoso.
En el discurso del 10 de octubre de 1887 se refirió también a este asunto cuando dijo: (...) Aquí en el conflicto diario con el pueblo de espíritu hostil donde nos retiene, por única causa, la cercanía a nuestro país (...)[58] pues desde allí preparaba la revolución que había proyectado.
En aquella situación, consideraba que podía servir a la gran patria americana contribuyendo a hacer opinión acerca de la realidad de Estados Unidos y se fortificaba y vigilaba el momento apropiado para acometer su gran tarea revolucionaria. Su estancia en Estados Unidos terminaría cuando hubiera cumplido su deber, ya que para él toda la vida es deber.
40. ¿Qué actividades laborales e intelectuales desarrolló Martí en Estados Unidos?
Martí tuvo que realizar distintas labores para sobrevivir y sostener a su familia en lo posible, como trabajar en una casa comercial —cuestión que le agobiaba sobremanera—, realizar traducciones por contrato, aunque algunas de estas fueron muy significativas para él, en especial la de la novela Ramona, de Helen Hunt Jackson, por el tema que trata, cuya edición costeó. No obstante, su labor principal estuvo en el periodismo, pues era una vía para divulgar sus opiniones y, a su vez, formar opinión en correspondencia con el proyecto revolucionario que estaba construyendo.
Escribió para periódicos en Estados Unidos, como The Hour, The Sun y La América donde llegó a ser redactor literario y director, entre los más importantes; pero su labor periodística fundamental estuvo dirigida a periódicos de América Latina, en especial La Nación, de Buenos Aires; El Partido Liberal, de México; La Opinión Nacional, de Caracas; aunque también colaboró con otros como La República, de Honduras; La Opinión Pública, de Montevideo; El Sud-Americano, de Buenos Aires; entre otros. Es significativo que sus trabajos eran reproducidos por otras publicaciones continentales, por los cuales no le pagaban, sin embargo esas reproducciones le permitían llegar a un público más amplio.
Para Martí era importante escribir para la prensa continental, no solo por lo que representaba en cuanto a percibir pagos indispensables para sostenerse y ayudar al sostén de su familia, sino porque, como dijo a su amigo Mercado:
(...) ¡qué falta hace allá, de mí y de todos, un estudio constante de todas las cosas, vias y tendencias de este pueblo [Estados Unidos], capaz, a pesar de su fuerza, de ser evitado, como se evita una estacada mortal, por la habilidad que no posee!
Ya antes le había hablado del propósito de escribir para un diario mexicano acerca de lo que ocurría en Estados Unidos, para hacer opinión y previsión y le decía cuál sería su lugar en eso:
(...) Un centinela de la casa propia, con todo el cuidado de quien sabe el peso y alcance de toda palabra oficial: éste sería yo en esto.[59]
Su labor periodística, por tanto, también era una manera de servir.
41. ¿Qué aspectos de la sociedad norteamericana fueron los más estudiados por Martí?
Martí observó con mucho detenimiento todos los fenómenos de la sociedad estadounidense, tanto la descripción de un día en el Parque Central de Nueva York (Central Park), como grandes acontecimientos políticos, artísticos, científicos, sociales; en fin, sometió a análisis toda la vida de aquella sociedad. Pero los temas que más analizó sobre Estados Unidos fueron:
- Los conflictos sociales
- El sistema político y su funcionamiento
- La política exterior
Dentro de estos temas generales que concitaron su mayor atención, podemos destacar su interés por la aparición del monopolio, la inmigración, la vida cotidiana, las artes, los avances tecnológicos, la mujer, la educación, figuras relevantes, la vida intelectual.
Martí observó allí fenómenos hasta entonces muy poco conocidos por él en los países donde había vivido, como fueron la lucha de clases entre capitalistas y obreros, el monopolio y su impacto social, las nuevas tecnologías aplicadas (la gran prensa, el teléfono, el telégrafo, el desarrollo de las comunicaciones, la electricidad, la fotografía, etc.), el ascenso de la potencia que sería imperial y su consecuente proyección exterior.
42. ¿Qué importancia tenía para Martí el estudio de la sociedad norteamericana?
Estados Unidos era en esa época un paradigma de república moderna, de democracia y progreso, más aún después de la Guerra de Secesión que había puesto fin a la esclavitud, de manera que era muy importante estudiar la experiencia de aquella sociedad. En los casi quince años que vivió en Estados Unidos, Martí analizó y comprendió los graves problemas que tenía en el funcionamiento de su sistema político, pero también pudo percibir con más precisión las diferencias entre aquella América y la nuestra. Su larga estancia en aquel país y su profundo estudio de esa sociedad y del funcionamiento del sistema le permitieron entender que Estados Unidos se había convertido en el mayor peligro para los países de la América nuestra.
También ese estudio le posibilitó entender mejor los problemas de las relaciones internacionales de su época, cuando Estados Unidos aspiraba a la dominación en este continente y entraba en la disputa, como nueva potencia emergente, con el resto de las potencias ya establecidas, fundamentalmente europeas, y la importancia de hacer la revolución antes de que fuera tarde debido al desarrollo de las fuerzas que en aquel país se desarrollaban e impulsaban la expansión.
Martí también comprendió que, aunque pocas, quedaban fuerzas republicanas sanas que podían ser un factor importante como aliadas en la lucha cubana; sin embargo era imprescindible realizar el proyecto revolucionario mientras fuera posible, a partir de su profunda comprensión del tiempo histórico, antes de que maduraran las fuerzas en Estados Unidos capaces de acometer esa expansión.
Por tanto, el estudio de la sociedad norteamericana le permitió completar su visión de los problemas de su época, la etapa en que preparaba su proyecto revolucionario de alcance continental y, por tanto, ajustar este propósito en correspondencia con los problemas que preveía.
43. Martí publicó en 1889 La Edad de Oro, ¿sabes a quién estaba dedicada y cuál fue su importancia?
La Edad de Oro fue una revista que Martí escribió completa para los niños de América. Sin embargo, solo pudo publicar cuatro números por falta de recursos para continuar la empresa, y en ellos se compendia todo el amor hacia los pequeños futuros ciudadanos de nuestra América. Aquella revista, de cubierta color celeste, comenzó su primera entrega con una presentación que tituló "A los niños que lean «La Edad de Oro»", en la que explicaba los propósitos y el contenido de la publicación. Emociona leer aquella comunicación del Maestro con los niños de América, cuando les dice:
Para los niños es este periódico, y para las niñas, por supuesto (...) Este periódico se publica para conversar una vez al mes, como buenos amigos, con los caballeros de mañana, y con las madres de mañana (...) Todo lo que quieran saber les vamos a decir, y de modo que lo entiendan bien, con palabras claras y con láminas finas. Les vamos a decir cómo está hecho el mundo: les vamos a contar todo lo que han hecho los hombres hasta ahora.
Martí explicó los temas que iba a tratar e invitó a los niños a que le escribieran cuando quisieran saber alguna cosa que no estuviera en La Edad de Oro. Terminaba esa presentación de manera hermosa y sentida:
(...) Lo que queremos es que los niños sean felices (...) y que si alguna vez nos encuentra un niño de América por el mundo nos apriete mucho la mano, como a un amigo viejo, y diga donde todo el mundo lo oiga: "¡Este hombre de La Edad de Oro fue mi amigo!"[60]
Con toda intención, el primer relato que aparece en el número inicial es "Tres Héroes" en el que presenta a tres insignes figuras de la independencia americana: Simón Bolívar, de Venezuela; Miguel Hidalgo, de México, y José de San Martín, del Río de La Plata. Martí presentó a estos tres héroes diciendo:
(...) Cuando hay muchos hombres sin decoro, hay siempre otros que tienen en sí el decoro de muchos hombres. Esos son los que se rebelan con fuerza terrible contra los que les roban a los pueblos su libertad, que es robarles a los hombres su decoro. En esos hombres van miles de hombres, va un pueblo entero, va la dignidad humana (...) Los hombres no pueden ser más perfectos que el sol. El sol quema con la misma luz con que calienta. El sol tiene manchas. Los desagradecidos no hablan más que de las manchas. Los agradecidos hablan de la luz.[61]
En los cuatro números de esta publicación hay relatos sobre temas diversos, poesías, cuentos tradicionales como "Meñique", fábulas, todos escritos de manera tan hermosa que enamora a quien los lee y todos con una enseñanza útil acompañada de ilustraciones y con una sección final titulada "La última página" donde el hombre de La Edad de Oro vuelve a conversar con los niños.
Todos los niños y niñas de América deben leer La Edad de Oro, y también los adultos que no la hayan leído de niños, para aprender con la razón y el sentimiento y para sentir la gran sensibilidad de José Martí.
44. Martí denominó al período interguerras "tegua fecunda" y "reposo turbulento". ¿Sabes por qué? ¿Conoces la significación que esto tuvo?
En su primer discurso en Estados Unidos, el 24 de enero de 1880, ya Martí llamó al cese de la guerra por el Pacto del Zanjón "tregua fecunda". Martí explicaba que era fecundo el análisis de los errores pasados y que aquello era una tregua en la que se prepararian las fuerzas para una mejor acometida. Al periodo que transcurría después de la Guerra de los Diez Años también lo llamó "reposo turbulento" porque si bien los cubanos no estaban en guerra, se estaban preparando para la nueva contienda. Con estas denominaciones, Martí quitó el sentido de rendición para dar otro significado a aquel período, destacando lo mucho que se podía hacer en la preparación y organización de la revolución, así como lo útil de analizar los errores pasados para no volver a cometerlos.
45. Martí estudió profundamente la experiencia de la Guerra de los Diez Años y escribió acerca de sus principales figuras. ¿Cómo valoró a Carlos Manuel de Céspedes y a Ignacio Agramonte?
Él investigó con mucho detenimiento todo el proceso de la Guerra de los Diez Años y, dentro de ese estudio, dedicó especial atención a algunas de sus figuras más representativas. Ese es el caso de Carlos Manuel de Céspedes e Ignacio Agramonte. En muchos de sus trabajos hay referencias a estos dos grandes hombres, pero el 10 de octubre de 1888 publicó en El Avisador Cubano, en Nueva York, su artículo "Céspedes y Agramonte", uno de los más significativos. Al presentarlos dice:
El extraño puede escribir estos nombres sin temblar, o el pedante, o el ambicioso: el buen cubano, no. De Céspedes el ímpetu, y de Agramonte la virtud. El uno es como el volcán, que viene, tremendo e imperfecto, de las entrañas de la tierra; y el otro es como el espacio azul que lo corona. De Céspedes el arrebato, y de Agramonte la purificación. El uno desafía con autoridad como de rey; y con fuerza como de la luz, el otro vence. Vendrá la historia, con sus pasiones y justicias; y cuando los haya mordido y recortado a su sabor, aún quedará en el arranque del uno y en la dignidad del otro, asunto para la epopeya (...)
Martí exaltó con veneración a estos dos hombres. En la presentación de Céspedes ya establece una valoración admirativa:
(...) Es preciso haberse echado alguna vez un pueblo a los hombros, para saber cuál fue la fortaleza del que, sin más armas que un bastón de carey con puño de oro, decidió, cara a cara de una nación implacable, quitarle para la libertad su posesión más infeliz, como quien quita a una tigre su último cachorro (...)
Martí sabía muy bien lo que estaba valorando, puesto que él también se estaba echando un pueblo a los hombros. Al referirse a los métodos por los que Céspedes concebía la realización de la revolución plantea:
(...) ¡Mañana, mañana sabremos si por sus vías bruscas y originales hubiéramos llegado a la libertad antes que por las de sus émulos; si los medios que sugirió el patriotismo por el miedo de un César, no han sido los que pusieron a la patria, creada por el héroe, a la merced de los generales de Alejandro (...)
Martí, invocando los simbolos de César, el emperador de Roma, y de Alejandro, de Macedonia, planteaba la interrogante, importante para quien estaba preparando la nueva revolución. A Agramonte lo llama diamante con alma de beso y combina su bello amor por su esposa Amalia, su delicadeza, su apego a la ley, con su capacidad de mando militar y su arrojo. Al referirse a las discrepancias en cuanto a métodos entre estos dos hombres, exaltó la pureza de Agramonte que, a su juicio:
(...) jamás fue tan grande (...) como cuando al oír la censura que hacían del gobierno lento sus oficiales (...) se puso en pie, alarmado y soberbio, con estatura que no se le había visto hasta entonces, y dijo estas palabras: "¡Nunca permitiré que se murmure en mi presencia del Presidente de la República!" (...)[62]
En el periódico Patria, que fundó el 14 de marzo del año 1892, publicó el artículo "El 10 de abril" en el que describió la Asamblea de Guáimaro de ese día, pero de 1869, de manera tal que parecía que él había estado allí. En este trabajo, Martí describe con detalles las diferencias de criterio en las que Céspedes y Agramonte tuvieron gran protagonismo y el carácter de la Constitución donde puede haber una forma que sobre, pero donde no hay una libertad que falte. Y describió la elección para presidente del poder ejecutivo a quien fue el primero en ejecutar, a Carlos Manuel de Céspedes.[63]
Martí estudió de manera crítica -en la forma que entendía la crítica, como ejercicio del criterio-, la actuación de aquellos hombres en las circunstancias que les tocó vivir, pero con absoluto respeto y admiración, por eso en "Céspedes y Agramonte" terminaba diciendo: ¡Esos son Cuba tus verdaderos hijos![64]
46. ¿Cuándo se comunicó Martí con Máximo Gómez y Antonio Maceo por primera vez?
En 1882, Martí escribió cartas a ambos jefes de la pasada contienda, ambas con fecha 20 de julio. Aunque se habla de una posible carta a Gómez antes de ese año, a partir de un borrador, con el propósito de solicitar información para una historia de la Guerra de los Diez Años que proyectaba escribir, no hay constancia de que haya enviado el documento; además, la presentación que hace de sí mismo en la carta de 1882 indica que era la primera vez que se dirigía al General. Martí dice a Máximo Gómez que es posible que (...) ignore el nombre de quien con placer y afecto le escribe esta carta.
Entonces se presenta:
Básteme decirle que aunque joven, llevo muchos años de padecer y meditar en las cosas de mi patria; que ya después de urdida en New York la segunda guerra, vine a presidir, —más para salvar de una mala memoria nuestros actos posteriores que porque tuviese fe en aquello—, el Comité de New York (...)[65]
Martí le dice a Gómez que después de la Guerra Chiquita rechazó toda tentativa,
(...) aguardando en calma aparente el momento para producir al cabo en Cuba, con elementos nuevos, y en acuerdo con los problemas nuevos, una revolución seria, compacta, e imponente, digna de que pongan mano en ella los hombres honrados.
Al general Gómez le dice que deseaba escribirle sobre los trabajos que tenía hechos, con vistas a la revolución, porque mover un país, por pequeño que sea, es obra de gigantes; pero se apresura a escribirle en ese momento porque "su buen amigo" el general Flor Crombet salía de Nueva York y le enviaba la carta con él, para ponerle en conocimiento de todo lo emprendido, para pedirle su cuerdo consejo. Martí habla de su rechazo al renuevo de camarillas perniciosas, a los factores de división que afectaron la guerra pasada y que aspiraba a que formando un cuerpo visible apretado aparezcan unidas por un mismo deseo grave y juicioso de dar a Cuba la libertad verdadera y durable, todos aquellos hombres abnegados y fuertes con los que se podía lograr la victoria de una guerra rápida, unánime y grandiosa. Es decir, buscaba la unidad de todos los independentistas, de los revolucionarios capaces de cambiar, en la hora precisa, la palabra por la espada.
Entendía Martí que ya en Cuba había llegado el momento de entender la necesidad de una revolución violenta. Por esa razón era imprescindible mostrar una obra detallada y previsora de pensamiento que pudiera demostrar que la Revolución es la solución única para sus intereses. Había que atender a la voluntad del país y tenerlo todo dispuesto para cuando él se sienta ya con fuerzas para la guerra. En esta exposición de ideas y proyectos, Martí afirmó: aún hay otro peligro mayor, mayor tal vez que todos los demás peligros. ¿Cuál era ese "peligro mayor"? Se estaba refiriendo al grupo anexionista, al grupo importante de hombres cautelosos, bastante soberbios para abominar la dominación española, pero bastante tímidos para no exponer su bienestar personal en combatirla. Esta clase de hombres, ayudados por los que quisieran gozar de los beneficios de la libertad sin pagarlos en su sangriento precio, favorecen vehementemente la anexión de Cuba a los Estados Unidos. Dice Martí que así esos hombres halagan su conciencia de patriotas, y su miedo de serlo verdaderamente.
Como Cuba iba a buscar una solución fuera de España a sus problemas, era necesario que estuviera en pie, elocuente y erguido, moderado, profundo, un partido revolucionario que inspirara, por la cohesión y modestia de sus hombres, y la sensatez de sus propósitos, la suficiente confianza en esa solución revolucionaria en el país.
Como puede verse, el propósito de la carta de Martí era buscar el acercamiento de una figura como la de Máximo Gómez, con su prestigio, con su historia, con su honradez, a este proyecto de unión de todos los partidarios de la independencia, para lo cual le exponía sus ideas, a fin de lograr la reaparición (...) del partido revolucionario. Se despide en espera de su respuesta con términos que evidencian su concepto de aquel hombre:
(...) queda respetando al que ha sabido ser grande en la guerra y digno en la paz,
su amigo y estimador
José Martí
La carta a Maceo también iba a través de Flor Crombet, con el mismo propósito:
(...) mover en Cuba de un modo unánime y seguro los ánimos en nuestro sentir, y preparar en el exterior, con la unidad cariñosa y conducta juiciosa de los bravos y buenos en los que aún tiene fe Cuba, una guerra rápida y brillante que pueda ser siempre tenida como un honor (...)
Explica las razones de su creencia de que ha llegado el momento de la preparación y le habla de la solución cubana: Ni tengo tiempo de decirle, General, cómo a mis ojos no está el problema cubano en la solución política, sino en la social, y se refiere a la unión de una y otra raza y califica de criminal al que promoviera odios o se aprovechara de los que existían en Cuba y a quienes quisieran sofocar las aspiraciones legítimas a la vida de una raza buena y prudente que ha sido ya bastante desgraciada.[66]
A Maceo también le dice que probablemente ignorara el nombre de quien le escribía esa carta, pero Flor Crombet se lo diría, solo le afirma: Y yo le digo que se la escribe un hombre que sabe cuanto Vd. vale, y lo tiene en tanto.
Martí se dirigía a las dos figuras más representativas de la Revolución en el momento en que pensaba que había que iniciar los preparativos para la nueva contienda. De ambos recibió respuestas afirmativas, pero aún tendría que esperar.
47. Martí participó inicialmente en el Plan Gómez de 1884, pero se retiró del mismo, ¿sabes por qué?
Máximo Gómez encabezaba un nuevo proyecto insurreccional cubano, a partir del Programa de San Pedro Sula, elaborado en esa localidad hondureña donde entonces residía. Su jefatura estaba avalada por la solicitud de antiguos combatientes de la Guerra Grande. Cuando Gómez y Antonio Maceo llegaron a Estados Unidos, como parte de la preparación para reiniciar la guerra independentista en Cuba, se entrevistaron con Martí, quien inicialmente se incorporó a este proyecto; pero por discrepancias en cuanto a los métodos se separó del mismo. En carta a Gómez de 20 de octubre de 1884 explicó sus razones, su desacuerdo con la forma en que se concebía el plan. La expresión que utiliza: Un pueblo no se funda, General, como se manda un campamento, refleja su desacuerdo con la forma en que se forjaba aquel proyecto, vista en el encuentro que tuvo con él y Maceo y al que se refiere:
Domine Vd., General, esta pena, como dominé yo el sábado el asombro y disgusto con que oí un importuno arranque de Vd. y una curiosa conversación que provocó a propósito de él el General Maceo, en la que quiso, —¡locura mayor!—darme a entender que debíamos considerar la guerra de Cuba comouna propiedad exclusiva de Vd., en la que nadie puede poner pensamiento sin cometer profanación (...)[67]
Para Martí La patria no es de nadie: y si es de alguien, será, y esto sólo en espíritu, de quien la sirva con mayor desprendimiento e inteligencia.
Por su desacuerdo se separa, pero le dice: (...) Y no me tenga a mal, General, que le haya escrito estas razones. Lo tengo por hombre noble, y merece Vd. que se le haga pensar (...).
Y se despide:
(...) a Vd., lleno de méritos, creo que lo quiero:—a la guerra que en estos instantes me parece que, por error de forma acaso, está Vd. representando, — no:—
Queda estimándole y sirviéndole,
José Martí
Martí no estaba en desacuerdo con los fines de la conspiración: la independencia de Cuba; su desacuerdo estaba en los métodos, en la forma en que se concebía, por eso se apartó y expresó su criterio al general Gómez por ser el jefe de aquel movimiento, invitándolo a meditar, a pensar sobre el proyecto que encabezaba.
48. Después de octubre de 1884, Martí de abstuvo de la actividad política de manera pública, ¿conoces la razón de ello?
Martí se apartó de la vida política pública entre 1884 y 1886, mientras se mantuvo en activo el plan dirigido por Gómez. Las razones las expuso en carta de respuesta a una invitación que le cursaron emigrados cubanos independentistas de Filadelfia para participar en el acto conmemorativo por el 10 de octubre en esa localidad.
Martí explicó a J. A. Lucena que no asistiría para no dar oportunidad a que se traslucieran las discrepancias que lo habían separado de aquel proyecto:
(...) ¿Qué había de hacer en este conflicto un hombre honrado y amigo de su patria? ¡Ah! lo que hago ahora: decirlo en secreto, cuando me he visto forzado a decirlo, de modo que mi resistencia pasiva aproveche, como yo creo que aprovecha, a la causa de la independencia de mi país; no decirlo jamás en alta voz, para que ni los adversarios se aperciban, porque es mejor dejarse morir de las heridas que permitir que las vea el enemigo, ni se me puede culpar de haber entibiado, en una hora que pudo ser, y acaso sea, decisiva, el entusiasmo tan necesario en las épocas críticas como la razón (...)[68]
Si bien no participaba, no se oponía de manera pública a quienes estaban desarrollando aquel plan que no compartía, mostrando una conducta ética de entero patriotismo.
49. ¿Cuándo Martí volvió a realizar labor política de manera pública?
En 1887, después de cerrado el plan encabezado por Máximo Gómez, Martí volvió a hacer vida política de manera pública. En la ciudad de Nueva York comenzó su labor preparatoria, lo que hizo públicamente en la conmemoración del 10 de octubre de ese año.
50. ¿Qué importancia tienen sus discursos de los 10 de octubre en Nueva York?
El 10 de octubre de 1887 Martí pronunció un discurso en Masonic Temple, Nueva York, en la conmemoración de esa fecha gloriosa de la patria. Comenzaba entonces su labor de preparación de la nueva etapa de la revolución que tendría continuidad hasta el final de su vida.
A partir de ese año, y hasta 1891, todos los 10 de octubre, en la ciudad neoyorquina hubo un discurso martiano de recordación de esa fecha y de homenaje a sus héroes. En 1892 también habló en evocación del estallido de la primera guerra independentista cubana, pero en Jamaica, a donde había ido como parte de su labor preparatoria. El 10 de octubre de 1893 volvió a hablar en Nueva York, por última vez.
La lectura de aquellos discursos nos permite seguir el proceso preparatorio de la revolución en Cuba.
En el primer discurso de 1887, preguntaba:
(...) ¿Por qué estamos aquí? ¿Qué nos alienta para reunirnos a conmemorar a nuestros padres? (...)
Y más adelante respondía:
(...) ¡Pues por eso estamos aquí! Porque la prudencia puede refrenar, pero el fuego no sabe morir; porque el amor a nuestro país se nos fortalece con los desengaños, y es superior a todos ellos (...) porque tal vez divisamos el peligro, y nos aparejamos a ser dignos de él!
Pero Martí sabía que aún no había llegado el momento de reiniciar la contienda, que había que prepararla y esperar al momento adecuado, por eso afirmó:
(...) ¿A qué hemos de ir allá, cuando no es posible vivir con decoro, ni parece aún llegada la hora de volver a morir? (...)
Más adelante explicó a los emigrados el momento en que estaban en la preparación de la nueva etapa de la revolución:
Si el reposo, que es también necesario en la historia, favorece el desarrollo del juicio, no maldigamos del reposo,—que cesará por sobre cuantos lo estorben cuando tenga fuerzas para cesar, —porque la catástrofe innecesaria de nuestra guerra demuestra que el valor es estéril (...) cuando la razón, que es otra forma de valor, no lo preside (...)
Llamaba entonces Martí a la unidad de todos aquellos que querían la independencia, a la preparación de la guerra posible, —puesto que mientras sea la guerra un peligro, será siempre un deber prepararla (...)[69]
Era momento de prepararse, pero no de iniciar el combate todavía.
En los discursos siguientes de conmemoración del 10 de octubre puede apreciarse el avance de los preparativos y la marcha de los acontecimientos. El pronunciado en 1888 en el mismo lugar, adelanta algunas ideas de lo que sería la revolución cuando dice que la palabra aún tiene oficio si ha de servir de heraldo al cumplimiento de la profecía del 10 de octubre.
Y afirmaba:
(...) ¡Todavía tiene oficio la palabra para recoger de esta noche hermosa, y levantar como estandarte blanco, la declaración de que no nos animan odios ciegos contra el español, ni hemos de continuar esclavizando con nuestras preocupaciones al hombre negro que redimimos ayer con nuestra bravura, y murió a nuestro lado, no con menor gloria y mérito que nosotros, por conquistar, para ellos y para nosotros, la libertad! (...)
Y terminaba diciendo: Nosotros somos las reservas de la patria![70] En 1889, en Hardman Hall, también en Nueva York, hablaba de la importancia de no copiar ideas y soluciones ajenas para resolver los asuntos propios de nuestros pueblos, pues
(...) los problemas de composición de un pueblo que aprendió a leer, sentado sobre el lomo de un siervo, a la sombra del cadalso, no se han de resolver con el consejo del último diario inglés, ni con la tesis recién llegada de los alemanes (...)[71]
Era importante presentar las ideas fundamentales que animaban su proyecto revolucionario, por eso ya ese año expuso una que sería esencial para el contenido de la Cuba que debía ser en la independencia: (...) que completemos la obra de la revolución con el espíritu heroico y evangélico con que la iniciaron nuestros padres, con todos, para el bien de todos (...), al tiempo que rechazaba la solicitud de libertad ficticia y alevosa que vendría por arreglos o ventas, del comerciante extranjero, que con sus manos se conquistó la libertad;[72] es decir que alertaba contra los intentos de buscar en Estados Unidos una solución para terminar el dominio español.
También rechazaba la solución con España a través de las reformas que solicitaba el Partido Autonomista que, a su juicio, eran insuficientes para Cuba, donde ya no cabía el colonialismo español. Martí estaba acreditando la solución revolucionaria para Cuba en momentos en que sentía que ya estaba llegando la hora de su nuevo estallido.
En 1890, volvería a hablar en Hardman Hall y analizaba los errores pasados, porque nuestra espada no nos la quitó nadie de la mano, sino que la dejamos caer nosotros y había que evitar la repetición de lo sucedido, ya que la revolución era inevitable pues un pueblo que entra en revolución no sale de ella hasta que se extingue o la corona.
Martí expresó entonces que era un deber preparar y unir, que es el deber continuo de la política en todas partes, pero en la política cubana resultaba esencial, por tanto, había que tener preparado al país para la guerra ineludible. En este discurso, el Maestro refutaba el temor a los posibles afanes caudillistas de los soldados de la guerra anterior, como argumento que podía detener la preparación de la nueva contienda, y también insistía en un tema que le preocupaba mucho: el peligro que representaban los que buscaban la anexión a Estados Unidos:
(...) ¡No nos llega la flojedad del ánimo, ni la ignorancia supina, ni el hábito de la servidumbre, hasta declarar de puro olimpo que no podremos gobernarnos el día en que hayamos ganado nuestra libertad, sino que hemos de llamar a nuestra casa para que nos gobierne a un vecino que, al día siguiente de su independencia, emplumó en la plaza pública a sus adversarios, vencidos, apedreó por las calles a los jueces, creó con sus militares una orden secreta de nobleza, marchó con el ejército armado contra el Congreso nacional, desobedeció y echó de sus sillas al Congreso, levantó por los celos de aldea y el interés un Estado contra otro, se apasionó en sus disputas al extremo de decidir el asesinato de los padres de la República, y firmó sin compasión la carta de su libertad sobre la espalda de sus esclavos! (...)
Para Martí, estaba llegando la hora de levantar en brazos de la América libre, nuestra patria buena y grande![73] El año 1891 sería decisivo en la preparación de la revolución en su nueva etapa. En su discurso del 10 de octubre, en Hardman Hall, exclamó:
¡A caballo venimos este año, lo mismo que el pasado, sólo que esta caballería anda por donde se vence, y por donde no la oye andar el enemigo!
En este discurso hacía un repaso de los asuntos tratados en los anteriores, en especial el análisis de las causas reales y complejas de la derrota de la Revolución y de la labor de unión realizada, para exclamar al final: ¡Éntrese nuestro caballo por el invasor y espántelo y derrótelo, aunque no se les vean a los jefes la cabeza![74]
Los discursos del 10 de octubre entre 1887 y 1891 prepararon el camino para la organización de la nueva revolución martiana.
51. Mientras Martí preparaba la revolución, se produjeron los sucesos de los obreros de Chicago. ¿Qué le aportó el análisis de aquellos sucesos?
El mundo conmemora todos los años el Primero de Mayo, en recuerdo de los obreros que protagonizaron las protestas de Chicago en 1886, algunos de los cuales fueron apresados y condenados a muerte, acusados de tirar una bomba que mató e hirió a varios policías.
Como parte del análisis de este periodo, del contexto en que preparaba la revolución, Martí siguió de cerca aquellos sucesos y el proceso judicial que condenó al cadalso a cinco, de los cuales uno se quitó la vida la víspera de la ejecución.
Los hechos de Chicago y el proceso seguido a los obreros apresados, constituyeron momentos cruciales en el análisis y comprensión martianos de la sociedad norteamericana y sus contradicciones. De aquellos sucesos derivó un conocimiento cabal del sistema en su conjunto. Esto puede verse en sus crónicas entre los años 1886 y 1888, las que muestran la evolución de Martí en el análisis de los conflictos sociales, en especial a través de todo el proceso que culminó con la ejecución de cuatro de aquellos obreros.
Ya en una crónica de 4 de mayo de 1887 para La Nación decía:
(...) Por la ley o por el diente, aquí ha de haber justicia. Los que se quejan por falta de ella, la clase desacomodada, suele pedirla mal, o tomarla por su mano, pero se les ve ya moverse en la cosa pública como en morada propia (...) El trabajador que es aquí el Atlas, se está cansando de llevar a cuestas el mundo, y parece decidido a sacudirselo de los hombros, y buscar modo de andar sin tantos sudores por la vida.[75]
En las primeras crónicas sobre lo ocurrido en Chicago, se aprecia cómo Martí se siente cerca de los desposeídos, pero rechaza la forma en que piden justicia por medio de la violencia. De acuerdo con la información de la prensa, creía que se trataba de inmigrantes que odiaban, de hombres que solo se complacian con la violencia y que eran capaces de matar sin temblar. Sin embargo, en la medida en que fue conociendo las interioridades de la sociedad norteamericana y la verdad de aquel proceso, entendió los mecanismos del sistema en su conjunto y comprendió con mayor certeza su funcionamiento. Su crónica "Un drama terrible", publicada en La Nación en enero de 1888, muestra la maduración del pensamiento martiano respecto a la sociedad norteamericana. En esta hace un balance general del proceso judicial y describe las escenas finales del drama, con la muerte de los condenados.
(...) Cree el obrero tener derecho a cierta seguridad para lo porvenir, a cierta holgura y limpieza para su casa, a alimentar sin ansiedad los hijos que engendra, a una parte más equitativa en los productos del trabajo de que es factor indispensable, alguna hora de sol en que ayudar a su mujer a sembrar un rosal en el patio de la casa, a algún rincón para vivir que no sea un tugurio fétido donde, como en las ciudades de Nueva York, no se puede entrar sin bascas (...)[76]
Y comprendió que en aquel proceso se habían coaligado todos los poderes para reprimir a los obreros:
(...) Y cada vez que en alguna forma esto pedían en Chicago los obreros, combinábanse los capitalistas, castigábanlos negándoles el trabajo (...) echábanles encima la policía, ganosa siempre de cebar sus porras en cabezas de gente mal vestida; mataba la policía a veces a algún osado que le resistía con piedras, o a algún niño; reducíanlos al fin por hambre a volver al trabajo, con el alma torva, con la miseria enconada, con el decoro ofendido, rumiando venganza.
Por lo que podía concluir:
(...) De una apacible aldea pasmosa se convirtió la república en una monarquía disimulada (...) Los inmigrantes europeos denunciaron con renovada ira los males que creían haber dejado tras sí en su tiránica patria (...)
Cuando dijo: No comprenden que ellos son mera rueda del engranaje social, y hay que cambiar, para que ellas cambien, todo el engranaje, estaba llegando a la raíz del problema. Martí había comprendido los resortes de la sociedad norteamericana, lo que se ve claramente en su crónica de 26 de mayo de 1888, en la que se refiere a otros conflictos sociales y afirma:
(...) se ve como todo un sistema está sentado en el banquillo, el sistema de los bolsistas que estafan, de los empresarios que compran la legislación que les conviene, de los representantes que se alquilan, de los capataces de electores, que sobornan a éstos, o los defienden contra la ley, o los engañan; el sistema en que la magistratura, la representación nacional, la Iglesia, la prensa misma, corrompidas por la codicia, habían llegado, en veinticinco años de consorcio, a crear en la democracia más libre del mundo la más injusta y desvergonzada de las oligarquías (...)[77]
Martí había llegado a la comprensión del sistema en su conjunto, con todos los mecanismos con los que este ejercía su dominio y control de la sociedad.
52. ¿Cómo analizó José Martí el sistema político norteamericano?
La comprensión de los problemas sociales le permitió entender el funcionamiento del sistema político con toda profundidad, por tanto, fue parte también de la maduración martiana en sus años de vida en Estados Unidos.
Desde sus primeras impresiones había notado algunas contradicciones que reforzaban la imagen de Estados Unidos que había escrito en su Cuaderno de Apuntes durante su primer destierro a España, ya comentado aquí; pero aún no conocía las interioridades del sistema. En junio 7 de 1884 escribió:
(...) en este pueblo revuelto, suntuoso y enorme, la vida no es más que la conquista de la fortuna: ésta es la enfermedad de su grandeza (...) Los que imiten a este pueblo grandioso, cuiden de no caer en ella.
Y establecía una consideración generalizadora a partir de la realidad que comentaba: Sin razonable prosperidad, la vida, para el común de las gentes, es amarga; pero es un cáncer sin los goces del espíritu.[78]
En una crónica enviada a La Nación, el 15 de marzo de 1885, había anotado: Sé que a esta nación enorme hacen falta honradez y sentimiento.—Pero cuando se ve esta majestad del voto (...).[79] Sin embargo, a partir de 1887 y 1888 se observa una mayor profundidad en el análisis del sistema político norteamericano y de los resortes de la sociedad en su conjunto.
Es cierto que había observado muy tempranamente los problemas de corrupción dentro de los partidos y en los procesos electorales, como cuando en 1881 describió para La Opinión Nacional, de Venezuela, los procesos de elección de candidaturas dentro de los partidos políticos en Estados Unidos:
(...) En uno y otro partido se habían creado corporaciones tenaces y absorbentes, encaminadas, antes que al triunfo de los ideales políticos, al logro y goce de los empleos públicos (...) Cada una de estas corporaciones obedece a un jefe (...) El boss[80] no consulta, ordena (...) el boss ofrece empleo, adquiere concesiones a cambio de ellos, dispone de los votos y los dirige: tiene en su mano el éxito de la campaña para la elección del Presidente. Si la elección del Presidente que nombra su partido choca con sus simpatías personales o con sus intereses en el Estado, lucha contra su partido, porque él ve preferentemente por su preponderancia en el Estado.[81]
Sobre las campañas presidenciales en Estados Unidos también escribió tempranamente. En 1885 decía:
Es recia, y nauseabunda, una campaña presidencial en los Estados Unidos. Desde Mayo, antes de que cada partido elija sus candidatos, la contienda empieza. Los políticos de oficio, puestos a echar los sucesos por donde más les aprovechen, no buscan para candidatos a la Presidencia aquel hombre ilustre cuya virtud sea de premiar, o de cuyos talentos pueda haber bien el país, sino el que (...) pueda, aunque esté maculado, asegurar más votos al partido, y más influjo en la administración a los que contribuyen a nombrarlo y sacarlo victorioso.[82]
Martí describe todo el proceso y dice que después de nombrados los candidatos el cieno sube hasta los arzones de las sillas, y refiere cómo se vuelcan cubas de lodo sobre las cabezas. Es decir, que describía un proceso donde la voluntad popular no era lo primero, donde la democracia vista como poder del pueblo, no aparecía; pero le faltaba estudiar más a fondo, ahondar en el sistema completo para entender sus mecanismos. Ya en 1886, expresó que las elecciones
(..) cuestan mucho. Los capitalistas y empresas ayudan en los gastos de ellas a los candidatos necesitados; y estos, una vez vencedores, pagan con su voto servil el anticipo de los capitalistas.
Iba relacionando intereses y compromisos, hasta que comprendió que los poderes respondían a los grandes intereses, que el Senado y la Cámara de Representantes estaban dominados por los millonarios, los grandes terratenientes, los grandes ferrocarrileros, los grandes mineros, y que estos eran elegidos por quienes no tenían las minas, ni las tierras, ni los ferrocarriles.[83] Vio que no se trataba de demócratas o republicanos, sino de los grandes intereses que en su momento se expresaban en la contradicción entre proteccionistas y librecambistas en relación con el comercio exterior; o en los que impulsaban la formación de los trusts, que era la primera expresión de los monopolios, o los combatían; que, ante cualquier peligro, todos los componentes del sistema se coaligaban para defenderlo, como ocurrió cuando los sucesos de Chicago.
El estudio del sistema, los intereses que se movían tras sus estructuras y su funcionamiento, le posibilitó comprender cómo estas fuerzas estaban tras la política expansionista que amenazaba a nuestra América. Era un ejercicio fundamental para el político Martí que preparaba una revolución de alcance continental.
53. En 1889-1890 se realizó la Conferencia Internacional de Washington, ¿sabes qué significado tuvo esa conferencia y cómo Martí lo expresó?
El gobierno de Estados Unidos convocó a las naciones latinoamericanas a una reunión que llamó Conferencia Internacional de Washington, la que se celebró entre 1889 y 1890. Esta fue la primera conferencia panamericana, en la cual el país norteño pretendía imponer a las repúblicas independientes de América Latina su hegemonía. Martí comprendió el peligro que aquello representaba para nuestros países, por eso previno insistentemente sobre ello a través de sus trabajos periodísticos.
En su afán por alertar a los pueblos de nuestra América, escribió un grupo muy importante de crónicas para el periódico La Nación, de Buenos Aires, relatando y analizando todo lo que acontecía en aquella reunión. El 28 de septiembre de 1889 inició estos trabajos con la descripción de la llegada de los delegados y el recibimiento que se les hizo en Nueva York y la salida para Washington, y advertía: Las entrañas del congreso están como todas las entrañas, donde no se las ve. Y agregaba: Los periódicos del país hablan conforme a su política.[84] Con esto comenzaba a presentar los intereses norteamericanos que se movían detrás de aquella invitación y cómo la prensa respondía a esos intereses. Retrataba a los delegados de los distintos países y, en medio de la descripción, deslizaba reflexiones para provocar en los lectores la inquietud por lo que sucedía, como cuando recuerda la manera en que la división pudo facilitar la conquista española, al preguntar:
(...) ¿que volverán para la América los tiempos en que entró Alvarado el Rubio en Guatemala porque lo dejaron entrar los odios entre los quichés y los zujulis? (...)[85]
Con lo que estaba alertando sobre la necesidad de la unidad ante el peligro que veía inminente.
En las crónicas siguientes detalla titulares de los periódicos de Estados Unidos que reflejan el interés detrás de aquella Conferencia, como el del Tribune que dice: ha llegado la hora de hacer sentir nuestra influencia en América: el aplauso de los delegados al discurso de Blaine[86] fue una ovación, para decir más adelante de Blaine es el Tribune,[87] o relata el recorrido en tren para deslumbrar a los delegados latinoamericanos con los adelantos norteamericanos, o la sesión inaugural. Con esas crónicas estaba presentando el problema para analizar después a fondo las entrañas de aquella reunión que, como había dicho, estaban ocultas donde no se ven.
El 2 de noviembre escribió la crónica titulada "Congreso Internacional de Washington. Su historia, sus elementos y sus tendencias" en dos partes. Este trabajo es de la mayor importancia pues, en él, Martí hace un análisis a fondo de aquel acontecimiento. La primera parte comienza con un repaso a los titulares periodísticos de aquellos días, con lo cual desnuda el objetivo dominador de la Conferencia, para después dar la alarma angustiosa:
(...) "Los panamericanos", dice un diario, "El sueño de Clay", dice otro. Otro: "La justa influencia". Otro: "Todavía no". Otro: "Vapores a Sudamérica". Otro: "El destino manifiesto". Otro: "Ya es nuestro el golfo". Y otros: "¡Ese congreso!", "Los cazadores de subvenciones", "Hechos contra candidaturas", "El Congreso de Blaine", "El paseo de los panes", "El mito de Blaine" (...) Jamás hubo en América, de la independencia acá, asunto que requiera más sensatez, ni obligue a más vigilancia, ni pida examen más claro y minucioso, que el convite que los Estados Unidos potentes, repletos de productos invendibles, y determinados a extender sus dominios en América, hacen a las naciones americanas de menos poder, ligadas por el comercio libre y útil con los pueblos europeos, para ajustar una liga contra Europa, y cerrar tratos con el resto del mundo (...).
Martí estaba planteando con toda crudeza el interés estadounidense de dominación de todo el continente y de controlar sus mercados, en abierta disputa con las potencias europeas, de ahí que hiciera el llamado:
(...) De la tiranía de España supo salvarse la América española; y ahora, después de ver con ojos judiciales los antecedentes, causas y factores del convite, urge decir, porque es la verdad, que ha llegado para la América española la hora de declarar su segunda independencia (...)[88]
A partir de este análisis, pensaba que una respuesta unánime y viril, para la que todavía hay tiempo sin riesgo, podía detener la política de predominio de un vecino pujante y ambicioso que ya se había apoderado de territorios de esta América, como en México, o había actuado contra ellos como en Centroamérica, donde aspiraba a controlar una zona para abrir un canal interoceánico, o impedir la independencia de Cuba o la unión de los pueblos del sur de América. Porque, en su opinión, lo primero en política, es aclarar y prever, de esta forma estaba haciendo obra de previsión.[89] Explicó la manera en que desde la cuna soñó en estos dominios el pueblo del Norte, estableció la diferencia entre las dos nacionalidades de América en su historia y elementos presentes.[90]
(...) ¿A qué ir de aliados, en lo mejor de la juventud, en la batalla que los Estados Unidos se preparan a librar con el resto del mundo? ¿Por qué han de pelear sobre las repúblicas de América sus batallas con Europa, y ensayar en pueblos libres su sistema de colonización? (...)
Así preguntaba con el ánimo de hacer reflexionar, de crear opinión en el continente sobre este gran peligro.
Más tarde vuelve a glosar titulares de la prensa norteamericana que hablan de compras, protectorados y de que "No estamos listos todavía para el movimiento" o que "Blaine se adelanta a los sucesos como unos cincuenta años", con lo que se ponía en duda que Estados Unidos estuviera ya en condiciones de imponer su dominio continental, por lo que Martí hizo el llamado: ¡A crecer, pues, pueblos de América, antes de los cincuenta años![91]
Este especial cronista siguió de cerca las discusiones y las reseñó para la prensa, mostrando su júbilo cuando veía actitudes dignas en las delegaciones latinoamericanas, en defensa de su soberanía.
También temió por un proyecto de anexión de Cuba a Estados Unidos que se estaba fraguando en aquella reunión por algunos interesados en ello, por eso escribió a Gonzalo de Quesada, quien estaba en la Conferencia como secretario del representante argentino Roque Sáenz Peña, sobre las posibilidades de alcanzar la independencia de Cuba antes de que se dieran las condiciones en Estados Unidos para realizar ese proyecto:
(...) Aún se puede, Gonzalo (...) El interés de lo que queda de honra en América Latina,—el respeto que impone un pueblo decoroso—la obligación en que esta tierra está de no declararse aún ante el mundo pueblo conquistador—lo poco que queda aquí de republicanismo sano—y la posibilidad de obtener nuestra independencia antes de que le sea permitido a este pueblo por los nuestros extenderse sobre sus cercanías, y regirlos a todos:—he ahí nuestros aliados, y con ellos emprendo la lucha (...)[92]
La Conferencia de Washington fue un momento de gran peligro para nuestra América, así lo vio Martí y lo dijo en el prólogo que escribió a los Versos Sencillos, cuando expresó:
Mis amigos saben cómo se me salieron estos versos del corazón. Fue aquel invierno de angustia, en que por ignorancia, o por fe fanática, o por miedo, o por cortesía, se reunieron en Washington, bajo el águila temible, los pueblos hispanoamericanos. ¿Cuál de nosotros ha olvidado aquel escudo, el escudo en que el águila de Monterrey y de Chapultepec, el águila de López y de Walker[93], apretaba en sus garras los pabellones todos de la América? (...)?[94]
La Sociedad Literaria Hispanoamericana de Nueva York, ofreció una velada artístico literaria a los delegados a la reunión el 19 de diciembre de 1889, en la que habló Martí. En esa ocasión mostró la diferencia de orígenes e historia entre las dos nacionalidades continentales y habló del orgullo de ser parte de nuestra América y de servirla y honrarla, y exclamó: (...) ¡Donde no se olvida, y donde no hay muerte, llevamos a nuestra América, como luz y como hostia (...)! Y terminó afirmando que podían decir, contentos (...) ¡Madre América, allí encontramos hermanos! ¡Madre América, allí tienes hijos![95] Martí no desperdició ningún momento para alertar y defender a la América nuestra, a la madre América frente a la amenaza que ya representaban los Estados Unidos y que vio con toda claridad en la convocatoria a la Conferencia Internacional de Washington.
54. ¿Cómo percibió Martí el desarrollo del imperialismo en Estados Unidos?
Martí vivió el nacimiento de los monopolios en Estados Unidos en la forma de trusts y analizó su impacto en la sociedad norteamericana, así como su lugar en el diseño de política, sobre todo en su política expansionista.
En fecha muy temprana, como 1884, cuando apenas se iniciaba la aparición de ese fenómeno ya había escrito sobre el impacto de esas grandes corporaciones en los agricultores y los pequeños industriales:
(...) Donde un sembrador, allá en el Oeste, siembra un campo, el monopolio se lo compra a la fuerza o lo arruina: si vende barata su cosecha el sembrador, el monopolio, que tiene grandes fondos a la mano, da la suya de balde: y si decide el sembrador luchar, al año muere de hambre, mientras que el monopolio puede seguir viviendo sin ganancia muchos años. El monopolio está sentado, como un gigante implacable, a la puerta de todos los pobres. Todo aquello en que se puede emprender está en manos de corporaciones invencibles (...) a cuyo influjo no puede esperar sobreponerse el humilde industrial que empeña la batalla con su energía inútil (...)[96]
Martí apreció cómo en el gobierno se estaba formando también una casta de políticos al servicio de esos monopolios y veía otras consecuencias sociales, más allá de los agricultores y pequeños industriales que eran arruinados. En 1887 afirmaba:
Lo más temible de esta lucha es que, mientras los prudentes la afrontan y los demagogos la precipitan, aquellos que se consideran por su enorme fortuna como los magnates del país, se concilian para defender sus privilegios (...) Creó esta generación tribunales serviles y Senados de millonarios, y ha llegado a hacer de la Casa de Representantes, de la fuente de las leyes, un mercado abierto donde éstas se venden y se compran, un cónclave inicuo de agentes de poderosos solicitantes o de empresas ricas (...)[97]
Veía también cómo crecía la formación de aquellas ligas que llamaban trusts, las que mantenían, por acuerdos, altos precios en los artículos de necesidad y repartían el provecho entre los que se coaligaban.
Observó, además, en qué forma los partidos se iban convirtiendo en representantes de esos intereses monopolistas, por eso llamó al partido que había llevado a Lincoln a la presidencia y había nacido como antiesclavista, como partido de los magnates, de los monopolios, para significar su evolución posterior. El monopolio fue uno de los fenómenos más estudiados por Martí debido a su impacto terrible en la sociedad norteamericana y a su presencia en la proyección de la política exterior de aquel país.
55. Martí representó a varias repúblicas latinoamericanas como cónsul en Nueva York, ¿conoces cuáles son?
El 16 de abril de 1887 fue nombrado Cónsul General de la República Oriental del Uruguay en Nueva York, cargo que había asumido de forma interina en 1884. El 24 de julio de 1890 fue nombrado Cónsul de la República de Argentina en la misma ciudad y el 30 lo fue de Paraguay, por lo que representó a tres repúblicas latinoamericanas en aquella gran urbe.
Quizás, pensando en el honor que había recibido con tales designaciones, escribió en sus Versos Sencillos:
Cuando me vino el honor / De la tierra generosa, / No pensé en Blanca ni en Rosa / Ni en lo grande del favor. Pensé en el pobre astillero / Que está en la tumba, callado: / Pensé en mi padre, el soldado; / mi padre, el obrero (...)[98]
Cuando Martí entró en la fase definitiva de la preparación de la revolución renunció a estas repre sentaciones diplomáticas, por cuanto su actividad revolucionaria era incompatible con el desempeño de tales funciones a nombre de países que tenían relaciones con España.
56. El 30 de enero de 1891 Martí publicó el ensayo Nuestra América. ¿Por qué se le ha dado tanta importancia a este ensayo?
Este ensayo muestra el pensamiento maduro de José Martí en su análisis de los problemas de nuestros países, que formaban una entidad propia, diferente a la otra América, la que no es nuestra, la anglosajona, y también constituye un programa de acción para todo el conjunto de pueblos que van desde el río Bravo hasta la Patagonia. Es un momento significativo de su pensamiento y perspectiva acerca de esta patria que también llamó Madre América, lo que no puede desvincularse de que también entraba en la fase definitiva de organización de su proyecto revolucionario para Cuba.
Como ya sabes, desde su estancia en México, ya Martí había utilizado el término nuestra América, el cual reiteró en Guatemala y en los años siguientes, lo que evidencia el proceso de elaboración de este concepto hasta llegar a esta definición en el ensayo publicado en el periódico El Partido Liberal, de México.
Martí comienza con la advertencia de que no se puede atender solo lo pequeño que nos circunda cuando dice del aldeano vanidoso que cree que el mundo entero es su aldea y, por tanto, se dedica a los asuntos con mentalidad aldeana:
(...) sin saber de los gigantes que llevan siete leguas en las botas y le pueden poner la bota encima, ni de la pelea de los cometas en el Cielo, que van por el aire dormidos engullendo mundos (...)
Con esta alerta, que completa diciendo que lo que queda de aldea en América ha de despertar, inicia su análisis y luego expone los peligros, de adentro y de afuera, en lo que queda esclarecido quién es el gigante de las siete leguas:
(...) Pero otro peligro corre, acaso, nuestra América, que no le viene de sí, sino de la diferencia de orígenes, métodos e intereses entre los dos factores continentales, y es la hora próxima en que se le acerque, demandando relaciones íntimas, un pueblo emprendedor y pujante que la desconoce y la desdeña (...)
Martí explica lo que representa esa América del Norte y puntualiza que justamente (...) el desdén del vecino formidable, que no la conoce, es el peligro mayor de nuestra América (...). Por tanto, hay que prepararse para evitar ese peligro y hace el llamado: ¡los árboles se han de poner en fila, para que no pase el gigante de las siete leguas![99] Pero no es el afán de dominio estadounidense el único peligro, también hay factores internos sobre los que alerta. Con la convicción de que las ideas pueden más que trincheras de piedra, considera la importancia de esgrimir esas ideas a tiempo. Lo primero es fomentar la unidad y el amor y orgullo de pertenecer a esta tierra. En este sentido no solo destaca los valores de la América nuestra sino que pregunta, con intención de remover la conciencia latinoamericana:
(...) ¿quién es el hombre? ¿el que se queda con la madre a curarle la enfermedad, o el que la pone a trabajar donde no la vean, y vive de sus sustento en las tierras podridas, con el gusano de corbata, maldiciendo del seno que lo cargó, paseando el letrero de traidor en la espalda de la casaca de papel? (...)
Y vuelve a preguntar, a quienes como desertores que piden fusil en la América del Norte, que ahoga en sangre a sus indios y va de más a menos!, si Washington, el héroe de la independencia norteamericana, ¿se fue a vivir con los ingleses, a vivir con los ingleses en los años en que los veía venir contra su tierra propia?
Martí advertía que estas tierras nuestras requerían de la creación de formas propias para solucionar sus problemas pues con un decreto de Hamilton no se le para la pechada al potro del llanero, como tampoco con una frase de Sieyés, podía desestancarse la sangre cuajada de la raza india.
Estaba planteando la necesidad de buscar formas de gobierno que nacieran de las características y necesidades de nuestros países y que no se copiaran de manera servil formas ajenas que podían funcionar en realidades distintas, pero no eran apropiadas para los problemas de la América nuestra. Eso no quiere decir que despreciara los aportes de otras partes, sino que se incorporara lo que fuera útil; pero se atendiera a lo propio en lo fundamental, por eso aclaró: Injértese en nuestras repúblicas el mundo; pero el tronco ha de ser de nuestras repúblicas.
Era imprescindible estudiar los problemas y factores de nuestras sociedades para crear las soluciones apropiadas, de ahí que había que estudiar la historia de América de los Incas acá, como manera de resaltar la necesidad de estudiar lo propio como única manera de resolver sus problemas. Veía estos asuntos en sus raices históricas, en la forma de colonización impuesta por España y en la forma en que se hizo la independencia, la cual no significó el cambio profundo de la sociedad, lo que expresa al decir que el problema de la independencia no era el cambio de formas, sino el cambio de espíritu. Esto se muestra en que no se hizo causa común con los oprimidos, que era la única manera de afianzar el sistema opuesto a los intereses y hábitos de mando de los opresores, con lo cual estaba significando el contenido de la revolución que no se había completado, por eso la colonia siguió viviendo en la república.
Nuestra América mestiza tenía que salvarse de sus peligros internos con sus indios, sus negros, sus campesinos, con los humildes, los oprimidos que habían quedado marginados en las repúblicas y se habían desdeñado como representantes de lo retardatario, de la barbarie, y Martí afirma que no se trata de una batalla entre la civilización y la barbarie, sino de formas ajenas que llama falsa erudición que se había contrapuesto al hombre natural.
Este ensayo debe ser leído y estudiado por todos los que somos de esta nuestra América y debemos seguir su llamado a andar en cuadro apretado, como la plata en las raíces de los Andes.
57. En 1891 se desarrolló en Estados Unidos la Conferencia Monetaria de las Repúblicas Americanas. ¿Conoces qué labor desarrolló Martí en este evento?
En enero comenzó esa conferencia convocada por Estados Unidos, llamada indistintamente Conferencia Monetaria Internacional o Comisión Monetaria Internacional Americana, a la que Martí asistió como representante de la República Oriental del Uruguay.
En ese evento fue elegido como miembro de la Comisión de Credenciales; en marzo fue electo para integrar la comisión que estudiaría y redactaría el dictamen sobre la propuesta de Estados Unidos acerca de una moneda universal y fue quien dio lectura al dictamen, en inglés y español, en la sesión del 30 de marzo.
El 1º de abril fue nombrado miembro de otra comisión, esta vez para dictaminar sobre lo pertinente o no de convocar a una conferencia similar de carácter universal.
Como puedes observar, la presencia de Martí en aquella conferencia fue muy activa, pero también desplegó una intensa labor periodística para prevenir acerca del nuevo peligro que vio en la convocatoria norteamericana a las nuevas repúblicas latinoamericanas.
Entre sus trabajos destaca el titulado "La Conferencia Monetaria de las Repúblicas de América", publicado en La Revista Ilustrada en mayo de 1891, en el que alerta:
(...) A lo que se ha de estar no es a la forma de las cosas, sino a su espíritu. Lo real es lo que importa, no lo aparente. En la política, lo real es lo que no se ve (...)
Y decía, para referirse a esa nueva convocatoria norteamericana que
(...) A todo convite entre pueblos hay que buscarle las razones ocultas. Ningún pueblo hace nada contra su interés (...)
Tomando esta idea como introducción para presentar la amenaza que significaba esa nueva reunión, definió lo que entendía como la esencia del gobierno:
Prever es la cualidad esencial, en la constitución y gobierno de los pueblos. Gobernar no es más que prever (...)[100]
Martí estaba preparando a los lectores para el análisis de los objetivos de Estados Unidos con aquella conferencia, por lo que podía entonces advertir:
(...) Quien dice unión económica, dice unión política. El pueblo que compra, manda. El pueblo que vende, sirve. Hay que equilibrar el comercio, para asegurar la libertad (...) El pueblo que quiera ser libre, sea libre en negocios. Distribuya sus negocios entre países igualmente fuertes. Si ha de preferir a alguno, prefiera al que lo necesite menos (...) Ni uniones de América contra Europa, ni con Europa contra un pueblo de América (...) La unión, con el mundo, y no con una parte de él; no con una parte de él, contra otra. Si algún oficio tiene la familia de repúblicas de América, no es ir de arria de una de ellas contra las repúblicas futuras (...)[101]
Con esos comentarios, Martí estaba una vez más alertando sobre los intentos dominadores de Estados Unidos y el lugar que debían ocupar los pueblos de nuestra América.
Este análisis era importante para definir el contexto, las tareas, objetivos y métodos de preparación de la revolución para Cuba y de trabajar, con ella, por el aseguramiento de la independencia de nuestros pueblos que veía peligrar.
58. ¿Cuál fue el club revolucionario al que Martí se incorporó en Nueva York en 1888?
Cuando Martí se reincorporó de manera pública a los trabajos revolucionarios, se fundó la Comisión Ejecutiva en Nueva York, en noviembre de 1887, de la cual fue designado presidente. Fue un primer paso. En junio de 1888 se fundó en Nueva York el club "Los Independientes", cuyo objetivo era el de recaudar fondos que estarian dispuestos para cuando surgiera el plan adecuado desde la emigración para hacer la patria libre. Su presidente fue el cubano Juan Fraga y Martí fue uno de los fundadores.
59. Martí viajó a Tama en noviembre de 1891, ¿qué importancia tuvo este viaje?
En el viaje a Tampa, Martí inició el proceso definitivo para la creación del Partido Revolucionario Cubano. Allí, entre los emigrados revolucionarios, mayoritariamente obreros tabaqueros, pronunció discursos fundamentales para definir el proyecto de república que debía fundarse en la Cuba independiente; asimismo, se firmaron las "Resoluciones" que él redactó y que serían el proyecto de las Bases del Partido Revolucionario Cubano (PRC).
El 28 de noviembre se aprobó el documento titulado "Resoluciones" por la emigración cubana en Tampa. Este documento tiene una corta introducción que recoge lo realizado después de finalizada la gran guerra anterior y proclama cuatro artículos, el primero de los cuales plantea la urgente necesidad de reunir en acción común republicana y libre, todos los elementos revolucionarios honrados. Las "Resoluciones" definían el espíritu democrático e inclusivo de todos los que estuvieran en capacidad de acometer la acción revolucionaria, que debía organizar la guerra como instrumento del gobierno popular y preparación franca y desinteresada de la República. A la vez, se hablaba de una organización que debía respetar y fomentar la forma en que las emigraciones locales se habían constituido. Fue un paso fundacional para llegar al Partido.[102]
60. ¿Conoces los discursos que pronunció en Tampa los días 26 y 27 de noviembre de 1891?
El 26 de noviembre Martí habló a los emigrados de Tampa en el Liceo Cubano de la ciudad, en un discurso que se conoce por su frase final: "Con todos, y para el bien de todos". El 27 de noviembre, en conmemoración del fusilamiento de los ocho estudiantes de Medicina en La Habana, volvió a pronunciar un discurso también conocido por su expresión final: "Pinos Nuevos".
En el discurso del 26 de noviembre, el Maestro presentó las ideas esenciales de la revolución que propugnaba. Comenzó invocando la patria:
Para Cuba que sufre, la primera palabra. De altar se ha de tomar a Cuba, para ofrendarle nuestra vida, y no de pedestal, para levantarnos sobre ella (...)
Después explicó su idea de la república que se fundaría en Cuba:
(...) yo quiero que la ley primera de nuestra república sea el culto de los cubanos a la dignidad plena del hombre (...) O la república tiene por base el carácter entero de cada uno de sus hijos, el hábito de trabajar con sus manos y pensar por sí propio, el ejercicio íntegro de sí y el respeto, como de honor de familia, al ejercicio íntegro de los demás; la pasión, en fin, por el decoro del hombre,-o la república no vale una lágrima de nuestras mujeres ni una sola gota de sangre de nuestros bravos. Para verdades trabajamos, y no para sueños (...) cerrémosle el paso a la república que no venga preparada por medios dignos del decoro del hombre, para el bien y la prosperidad de todos los cubanos![103]
Martí llamó entonces a la unidad, a ajustar la guerra, de la necesidad de que se recogiera el pabellón que dejaron caer, cansados del primer esfuerzo, los menos necesitados de justicia. Expresaba su convicción de la inevitabilidad de la guerra que organizaba: ¡Que las guerras estallan, cuando hay causas para ella, de la impaciencia de un valiente o de un grano de maíz! Entonces refutó a los que azuzaban, para impedir el nuevo estallido, el miedo a los veteranos de la Guerra Grande, el miedo al negro, el miedo al español que ama la libertad, el miedo a las tribulaciones de la guerra, a todos ellos les dijo: ¡Mienten! Llamó a formar filas para la labor de fundación que preparaba, cuando, en su lenguaje poético expresó la voluntad del pueblo simbolizada en la palma: ¡(...) las palmas son novias que esperan: y hemos de poner la justicia tan alta como las palmas!, para terminar con una frase que resume su ideal de sociedad para la Cuba redimida:
Y pongamos alrededor de la estrella, en la bandera nueva, esta fórmula del amor triunfante: "Con todos, y para el bien de todos".
61. ¿Sabes por qué era importante para Martí ir a Cayo Hueso?
Martí llegó a Cayo Hueso el 25 de diciembre de 1891, acompañado por una representación de los emigrados de Tampa y de una banda de música, y allí permaneció hasta el 9 de enero de 1892. Esta visita era crucial para el proyecto revolucionario de Martí. Después de haber aprobado las "Resoluciones" en Tampa, era necesario avanzar en su obra de preparación de la nueva etapa de la revolución y la comunidad cubana de Cayo Hueso constituía un baluarte esencial para tal propósito. La solidez de esos cubanos en su determinación de hacer a Cuba independiente, probada durante la Guerra de los Diez Años y a lo largo de la tregua fecunda, era garantía indispensable para la fundación del partido que sería clave en la preparación de su proyecto revolucionario. Tampa y Cayo Hueso eran las localidades donde la comunidad cubana tenía mayor organización y homogeneidad, a partir de la gran masa de obreros tabaqueros que residía en aquellos lugares, los cuales habían sido persistentes en el aporte a la patria, en especial, Cayo Hueso, que tenía una larga trayectoria de patriotismo desde la Guerra Grande.
62. ¿Qué documentos fundamentales se acordaron durante la visita de Martí a Cayo Hueso?
Martí llegó al Cayo y al día siguiente se enfermó, pero desde su lecho de enfermo mantuvo la labor de unir a los cubanos y adelantar la organización que había concebido.
Durante los días que permaneció en Cayo Hueso, se acordaron dos documentos trascendentales: las Bases del Partido Revolucionario Cubano (PRC) y sus Estatutos Secretos. Estos documentos fueron conocidos y firmados por veintiséis cubanos: los representantes de los emigrados de la localidad, más tres de Tampa y Marti.
Las Bases del Partido establecían los fines de la revolución que, según Martí, debían ser públicos. Es decir, el pueblo debía conocer los objetivos por los que se luchaba; mientras que los Estatutos no, porque los medios debían ser secretos para evitar peligros.
El primer artículo de las Bases proclamaba el fin principal:
El Partido Revolucionario Cubano se constituye para lograr con los esfuerzos reunidos de todos los hombres de buena voluntad, la independencia absoluta de la Isla de Cuba, y fomentar y auxiliar la de Puerto Rico.[104]
Los Estatutos establecían, como decía el artículo noveno de las Bases, la forma en que se regiría el Partido, es decir, su funcionamiento interno. El primer artículo de los Estatutos definía la composición del Partido a partir de:
(...) todas las asociaciones organizadas de cubanos independientes que acepten su programa y cumplan con los deberes impuestos en él.
La estructura del Partido era sencilla y democrática: las Asociaciones, que eran las bases de su autoridad, los Cuerpos de Consejo que se constituirian en cada localidad con los presidentes de las asociaciones (o clubes como también se les llamó) y un Delegado y un Tesorero electos anualmente por las asociaciones.[105]
Es de destacar que Martí llamó Delegado a la máxima figura del Partido, porque entendía que el pueblo "delegaba" su autoridad en él, quien, a su vez, debía rendir cuenta de su gestión anualmente.
Se habían acordado los documentos fundamentales que darían vida a una idea original del Maestro: crear un partido, una organización que tendría objetivos políticos y militares, para preparar la revolución, de la cual la guerra sería un medio, una vía para alcanzar el fin.
63. ¿Cuándo se proclamó el Partido Revolucionario Cubano?
Después de los acuerdos tomados en Cayo Hueso, comenzó la labor de dar a conocer los documentos aprobados a las distintas agrupaciones de emigrados cubanos, para lo cual se creó la Comisión Recomendadora que presidió Martí y tuvo como secretario a Francisco María González -radicado en Cayo Hueso-, quien había estado en Tampa durante la visita de Martí en noviembre de 1891. Los clubes o asociaciones constituidos en Tampa, Cayo Hueso y Nueva York aprobaron las Bases y los Estatutos Secretos del Partido Revolucionario Cubano. Pero se crearon además otros clubes que se unieron al Partido, por lo que Martí instó a convocar a elecciones para estructurar la dirección. El 8 de abril de 1892 fueron electos José Martí, como Delegado del PRC, y Benjamín Guerra, como Tesorero. El 10 de abril se proclamó el Partido con su dirección en los clubes de cubanos y puertorriqueños de Nueva York, Cayo Hueso y Tampa. A partir de entonces el Partido creció y se expandió entre los emigrados, no solo de Estados Unidos sino de todos los países donde había grupos de cubanos patriotas.
64. ¿Conoces el nombre de algunos de los clubes o asociaciones que integraron el Partido Revolucionario Cubano?
Había organizaciones que mantuvieron sus nombres al incorporarse al Partido, pero también se fueron creando otras asociaciones o clubes que se adscribían a la nueva organización. Es significativo que muchos de estos llevaban nombres muy simbólicos que recordaban hechos, mártires y lugares de la Guerra de los Diez Años, aunque también algunos adoptaron nombres de héroes vivos o de aspiraciones de la revolución. Como el Partido había proclamado la aspiración de auxiliar la independencia de Puerto Rico, muchos puertorriqueños se incorporaron y nombraron sus clubes aludiendo a su tierra.
Podemos recordar los nombres de algunos de aquellos clubes o asociaciones que se fueron creando antes y durante la guerra de 1895: Mártir de San Lorenzo, Carlos Manuel de Céspedes, Luz de Yara, Ignacio Agramonte, Unión y Libertad, Guásimas de Jimaguayú, Francisco Vicente Aguilera, Pedro Figueredo, Hermanos de Martí, Diez de Abril, Serafín Sánchez, Bartolomé Masó, Discípulos de Maceo, Máximo Gómez, Porvenir de Cuba, Independientes de Cubanacán, Yaguaramas Intransigente, Patria y Libertad, Santiago de las Vegas, Borinquen, Cuba y Borinquen, Lares y Yara, Las Dos Antillas y otros muchos.
Hay que resaltar un hecho poco común para aquella época: hubo clubes de mujeres, como: Mercedes Varona, de borinqueñas y cubanas; Hijas de Hatuey; Porvenir de Cuba, que era de niñas y jóvenes; Hospitalarias Cubanas; Discipulas de Martí; Hijas de Cuba; Hijas de la Libertad; Patria; Hijas de Rius Rivera; La Estrella Solitaria; Mariana Grajales; Cubanas de Ocala; Hermanas de María Maceo; Protectoras de la Patria; Auxiliadoras de la Revolución; entre otros.
Los cubanos y las cubanas -y los nacidos en Puerto Rico- se organizaban dentro del Partido Revolucionario Cubano y rendían tributo a sus más altos simbolos.
65. ¿Sabes si Martí conoció a Mariana Grajales y cómo la valoró?
Una vez creado el Partido Revolucionario Cubano y siendo elegido Delegado del mismo, Martí desplegó una intensa actividad en las comunidades de emigrados cubanos, por lo que visitó varios países caribeños. A partir de agosto de 1892 comenzó el recorrido y en octubre llegó a Jamaica, donde vivían Mariana Grajales y María Cabrales, madre y esposa de Antonio Maceo respectivamente, a quienes conoció personalmente en esa ocasión.
El 12 de diciembre de 1893 publicó en Patria el trabajo que tituló "Mariana Maceo" con motivo de la muerte de Mariana, donde describe, en primer lugar, cómo la conoció, dice Martí:
Con su pañuelo de anciana a la cabeza, con los ojos de madre amorosa para el cubano desconocido, con fuego inextinguible, en la mirada y en el rostro todo, cuando se hablaba de las glorias de ayer, y de las esperanzas de hoy, vio Patria, hace poco tiempo, a la mujer de ochenta y cinco años que su pueblo entero (...) ha seguido a la tumba, a la tumba en tierra extraña (...)
Martí exaltó el valor de Mariana, su heroica actitud en la guerra, su coraje y su permanente desvelo por la patria.
(...) ¡Cómo, la última vez que la vio Patria contaba, arrebatando las palabras, los años de la guerra! Ella quería que la visita se llevase alguna cosa de sus manos, ella lo envolvía con mirada sin fin; ella, lo acompañaba hasta la puerta misma, —premio más grato por cierto, el del cariño de aquella madre de héroes que cuantos huecos y mentirosos pudiese gozar en una sociedad vil o callosa la vanidad humana!
Y terminaba la despedida rindiendo honor a aquella mujer excepcional al decir que: Patria en la corona que deja en la tumba de Mariana Maceo, pone una palabra:—¡Madre![106]
A este trabajo siguió otro en Patria del 6 de enero de 1894 con el título "La madre de los Maceo" en el que volvió a destacar las cualidades patrióticas de Mariana.
Antonio Maceo escribió a Marti el 12 de enero una emotiva carta en la que le dice que tres veces en su "angustiada vida de revolucionario cubano" había sufrido las "más fuertes y tempestuosas emociones del dolor y la tristeza": la muerte de su padre, el Pacto del Zanjón y ahora la muerte de su madre "que usted por suerte mía viene a calmar un tanto con su consoladora carta".[107]
El general Maceo se refería a la carta que le envió Martí el 15 de diciembre de 1893 en la que le hablaba de la entrevista que habían sostenido en Costa Rica, de los trabajos realizados y solo al final le abordó la muerte de la madre:
Y de su gran pena de ahora ¿no ve que no le he querido hablar? Su madre ha muerto. En Patria digo lo que me sacó del corazón la noticia de su muerte: lo escribí en el ferrocarril, viniendo de agenciar el modo de que le demos algún día libre sepultura, ya que no pudo morir en su tierra libre (...) Vi a la anciana dos veces, y me acarició y miró como a hijo, y la recordaré con amor toda mi vida.[108]
Martí conoció a Mariana Grajales y la estimó en todo lo que valía, por ello le dedicó tan emocionado homenaje.
66. ¿Qué periódico fundó Martí en 1892 y por qué?
El 14 de marzo de 1892 salió a la luz el periódico Patria, fundado por Martí como medio de divulgación de sus ideas con vistas a la preparación ideológica y organizativa de la nueva guerra independentista, a la que llamó "guerra necesaria". No era órgano del Partido Revolucionario Cubano, como bien aclaró en su artículo publicado en ese periódico, "Patria: no órgano". A través de esa publicación, que circulaba en la emigración y entraba clandestinamente en Cuba, Martí expuso su concepción del programa de la revolución.
Repasar algunos de los títulos de las artículos de Martí en Patria, puede dar una idea de la importancia de este medio: "Nuestras ideas" -donde exponía las líneas generales del programa revolucionario-, "Adelante, juntos", "El remedio anexionista", "El obrero cubano", "Lo que hacemos", "¡Cuba es ésta!", "El día de la patria" -donde informaba la decisión de los obreros patriotas de donar el salario de un día al mes a la patria-, "¿Con qué consejos y promesas de autonomía?", "Mi raza" -donde rechaza la diferencia por motivos de raza: dígase hombre, y ya se dicen todos los derechos, y también Cubano es más que blanco, más que mulato, más que negro-,[109] "El plato de lentejas" -donde refuta la pretensión de España de comprar la lealtad de los negros por algunos derechos públicos otorgados, cuando esos derechos los había reconocido la revolución 25 años atrás y afirma que España se engaña, pues el cubano negro no aspira a la independencia del hombre, a la justicia por un plato de lentejas sino que aspira a todo como cubano,[110] "¡A Cuba!", "Las reformas en Cuba", o "La verdad sobre los Estados Unidos", donde comienza diciendo que: (...) Es preciso que se sepa en nuestra América la verdad sobre los Estados Unidos (...) y niega la idea de que ese país fuera una nación total e igual, de libertad unánime y de conquistas definitivas para afirmar que tales Estados Unidos son una ilusión o una superchería.[111]
En Patria se daban noticias de los clubes nuevos, de las actividades que desarrollaban las distintas asociaciones, de los conflictos que había que enfrentar, se sostenía el combate ideológico. Según el criterio martiano, Patria era un soldado de la revolución y esa era su función principal.
67. En los años de preparación de la guerra, Martí sostuvo un intenso combate ideológico, especialmente con el autonomismo y el anexionismo. ¿Conoces su importancia?
El autonomismo y el anexionismo eran dos corrientes político-ideológicas que estaban presentes en algunos grupos de cubanos que aspiraban, en el caso de los anexionistas, a resolver el problema cubano separándose de España para incorporarse a los Estados Unidos. En el caso de los autonomistas, conocidos así por estar organizados en el Partido Liberal Autonomista, desde una perspectiva evolucionista, planteaban la solución para Cuba dentro de España, por medio de reformas al sistema colonial. En los dos casos, se trataba de tendencias que negaban la solución por la vía de la independencia y la transformación revolucionaria de la sociedad cubana, a partir de la creación del Estado nacional como base indispensable.
Las corrientes señaladas podían actuar como freno a los planes independentistas. Ya en la carta que Martí había enviado a Máximo Gómez en 1882, le había hablado del peligro mayor, que representaba el anexionismo. Para él: Esta clase de hombres, ayudados por los que quisieran gozar de los beneficios de la libertad sin pagarlos en su sangriento precio, favorecian la anexión de Cuba a los Estados Unidos. Según Martí: Así halagaban su conciencia de patriotas, y su miedo de serlo verdaderamente.[112] Este anexionismo lo vio como un factor que estaría siempre presente en la política de Cuba, al que había que combatir presentando una fuerza organizada, que inspirara confianza suficiente. Advertía el peligro y alertaba: ni anexión ni independencia confiada al favor de Estados Unidos pues
(...) una vez en Cuba los Estados Unidos ¿quién los saca de ella? Ni ¿por qué ha de quedar Cuba en América (...) —no del pueblo que es, propio y capaz, sino como una nacionalidad artificial, creada por razones estratégicas? Base más segura quiero para mi pueblo.[113]
El anexionismo era la negación de la nación cubana, pero era más: era una amenaza para el resto de nuestra América.
El autonomismo era un peligro porque podía retrasar la revolución cuando esta ya era necesaria. Como escribió en Patria, en 1892, ese partido había venido sirviendo de represa a la revolución, a su juicio, el Partido Autonomista era el partido de la equivocación permanente, era un partido que no existía como debe, ni para lo que debe y, decía: ha hecho mayores los peligros de la patria.
Martí polemizó con el autonomismo por su negación a la independencia y su apego a buscar soluciones con España, a partir de su propio proyecto, basado en criterios evolutivos. En esta polémica expresó su opinión acerca de los móviles de la dirección autonomista: (...) No es la caja sólo lo que hay que defender, ni es la patria una cuenta corriente (...)[114]
Martí sostuvo una batalla permanente contra tales tendencias y trabajó para acreditar la solución revolucionaria, es decir, hacer viable y levantar la confianza en que la solución de Cuba solo era posible por la vía de la revolución.
68. ¿Por qué Martí denominó la guerra que preparaba como "necesaria"?
Para Martí, el verdadero político, el dirigente, tenía que estudiar los problemas con los que necesitaba actuar, tenía que conocerlos para poder resolverlos y también para prever el desarrollo futuro de los acontecimientos. Con esa convicción de que debía conocer, prever y resolver, analizó que ya era imposible la unión de Cuba con España, por lo que la guerra era inevitable ya que esta no estaba dispuesta a reconocer la independencia de Cuba.
Si la guerra podía estallar en cualquier momento, si era ineludible, lo sensato era prepararla, organizarla para que fuera la guerra de la razón, de la reflexión, con la fuerza suficiente para triunfar en el menor tiempo posible. Se trataba, en este caso, de una guerra purificadora y necesaria, como único recurso para la independencia del pueblo cubano, como recurso inevitable. Pero la guerra no era un fin, sino el medio por el cual se llegaría a la revolución.
En el primer número del periódico Patria lo explicó:
(...) Es criminal quien promueve en un país la guerra que se le puede evitar; y quien deja de promover la guerra inevitable.
Entendía que era crimen ver que el país iba a la guerra por desesperación y no se le preparaba para ello y mayor crimen conocer las experiencias anteriores, sus errores, y no actuar para superarlos. En las condiciones de Cuba, estaba convencido de que quien no ayuda hoy a preparar la guerra, ayuda ya a disolver el país. No se trataba de preguntarse si se quería o no la guerra, sino de prepararla, ordenarla, ya que era inevitable, para que fuera lo menos dolorosa posible y, a la vez, eficaz.
Para Martí: La guerra es un procedimiento político y este procedimiento era el conveniente para resolver la situación de Cuba. Por eso era necesaria.[115]
69. ¿Cómo fue designado el General en Jefe del Ejército Libertador en la guerra que se preparaba y quién fue?
Una tarea esencial dentro del proceso organizativo de la nueva contienda era el nombramiento del General en Jefe del Ejército Libertador, la persona que asumiera la dirección del ramo de la guerra con autoridad para agrupar a los veteranos combatientes y a los pinos nuevos que se sumarían en la nueva etapa. Esta sería labor de Martí como Delegado del PRC. La designación se hizo por medio de consulta a los militares graduados en la guerra de Cuba que residían en las localidades donde se habían organizado los emigrados para servir a la patria, según disposición del Delegado. Martí lo explicó: debía tomárseles voto sobre el jefe militar con quien
(...) la Delegación deba entenderse para poner en sus manos, dentro del plan general, la ordenación militar del Partido. (...) Recogido el voto, la Delegación obrará de acuerdo con él. Esta es la obra gloriosa, y completa, de todos. No es la obra vanidosa e incompleta, de uno.[116]
Por esa vía democrática fue electo por mayoría que raya en unanimidad Máximo Gómez.[117]
70. ¿Conoces la carta que Martí escribió a Máximo Gómez ofreciéndole el placer del sacrificio y la ingratitud probable de los hombres?
A partir de la elección de Máximo Gómez para encabezar la organización militar revolucionaria, Martí se dispuso a comunicarse con el experimentado combatiente, que residía entonces en su patria de nacimiento. Como dijo a otro veterano, Fernando Figueredo:
(...) con esta alma, y seguro que de antemano me la conoce y entiende el bravo viejo, iré, con la firme sencillez de que ya él sabe, a ver al glorioso Gómez (...)[118]
El 11 de septiembre de 1892, el Delegado arribó al lugar donde vivía Gómez con su familia en tierra dominicana: la finca La Reforma, nombre que recordaba aquel lugar entrañable de Cuba donde había combatido y cuna de su hijo Francisco (Panchito) Gómez Toro. El general Máximo Gómez lo recibió, conversaron largamente y el día 13 fueron juntos hasta Santiago de los Caballeros, donde el Delegado escribió la carta oficial, en nombre del Partido, en la que pedía al gran luchador dominicano-cubano que asumiera la responsabilidad que el Partido le ofrecía. En la carta dirigida a quien había acreditado su pericia y su valor le decía que el Partido Revolucionario Cubano...
(...) viene hoy a rogar a Vd., previa meditación y consejos suficientes, que repitiendo su sacrificio ayude a la revolución como encargado supremo del ramo de la guerra, a organizar dentro y fuera de la Isla el ejército libertador que ha de poner a Cuba, y a Puerto Rico con ella, en condición de realizar (...) el deseo manifiesto y legítimo de su independencia (...)[119]
En la carta, Martí explicó el carácter y propósitos del Partido para solicitar a Gómez su concurso y después reseñó los méritos de Gómez, su historia de lucha junto al pueblo cubano durante los diez años de guerra, para decirle a continuación:
Yo ofrezco a Vd., sin temor de negativa, este nuevo trabajo, hoy que no tengo más remuneración que brindarle que el placer del sacrificio y la ingratitud probable de los hombres (...)
Martí estaba seguro de que Gómez no iba a negar su consejo y trabajo a quienes quieren asegurar la independencia amenazada de las Antillas, y el equilibrio y porvenir de la familia de nuestros pueblos de América. Martí insistió en la idea del sacrificio: Los tiempos grandes requieren grandes sacrificios; y yo vengo confiado a pedir a Vd. [que dejara el trabajo en bienestar de su familia] por los azares de la revolución, y la amargura de la vida consagrada al servicio de los hombres.
Máximo Gómez respondió afirmativamente. A partir de ese momento se fraguó una estrecha unión entre Gómez y Martí que habría de durar hasta la muerte.
71. ¿Qué importancia tiene el artículo de Martí "El tercer año del Partido Revolucionario Cubano"?
El 17 de abril de 1894, Martí publicó en Patria ese artículo que tenía un subtítulo muy especial: "El alma de la Revolución y el deber de Cuba en América", con el que estaba significando el lugar del Partido, como "alma de la Revolución" y la importancia del proceso cubano como cumplimiento del deber con la América nuestra. El artículo se escribió a propósito del segundo aniversario del PRC y la entrada en su tercer año de vida, cuando de nuevo se habían realizado las elecciones con el voto individual y directo de todos sus miembros que ratificó por unanimidad al Delegado y al Tesorero.[120]
Hay que tener en cuenta que la preparación llegaba a su momento culminante, por lo que era muy importante definir los objetivos, los peligros y la línea estratégica de la revolución próxima a entrar en la guerra. Martí escribió aquí de la unidad lograda, del lugar de la política como arte de guiar, con el propio sacrificio, los diversos factores de un país que, como todos, se edifica con odio y amor, en la composición de muchas voluntades en lo que debe guiar el sentido de libertad sin ira. Y habla, sobre todo, de la época en que se iba a buscar la independencia de Cuba y Puerto Rico, muy diferente a la de la América hispana, lo que planteaba responsabilidades mayores, por eso Martí explicaba:
(...) No son meramente dos islas floridas, de elementos aún disociados, lo que vamos a sacar a luz, sino a salvarlas y servirlas de manera que la composición hábil y viril de sus factores presentes (...) asegure, frente a la codicia posible de un vecino fuerte y desigual, la independencia del archipiélago feliz que la naturaleza puso en el nudo del mundo (...) En el fiel de América están las Antillas, que serían, si esclavas, mero pontón de la guerra de una república imperial contra el mundo celoso y superior que se prepara ya a negarle el poder,—mero fortín de la Roma americana;—y si libres (...) serían en el continente la garantía del equilibrio, la de la independencia para la América española aún amenazada y la del honor para la gran república del Norte, que en el desarrollo de su territorio (...) hallará más segura grandeza que en la innoble conquista de sus vecinos menores, y en la pelea inhumana que con la posesión de ellas abriría contra las potencias del orbe por el predominio del mundo (...) Es un mundo lo que estamos equilibrando: no son sólo dos islas las que vamos a libertar (...)
Para Martí era muy importante esclarecer las nuevas circunstancias del mundo y de América donde se fraguaba la independencia de Cuba y Puerto Rico, como deber no solo con sus pueblos sino con todos los pueblos de nuestra América y hasta de la otra América cuyo honor, a su juicio, todavia podia salvarse. De esta forma podia evitarse
(...) con la vida libre de las Antillas prósperas, el conflicto innecesario entre un pueblo tiranizador de América y el mundo coaligado contra su ambición!
Por la envergadura de la tarea que planteaba, que era un suceso histórico indispensable para que pudiera salvarse la independencia amenazada de las Antillas libres, la independencia amenazada de la América libre, y la dignidad de la república norteamericana (...), hacía el llamado al final: ¡Los flojos, respeten: los grandes, adelante! Esta es tarea de grandes.
Como puedes ver, fue un artículo de importantes definiciones cuando se estaba a punto de completar la preparación de la "guerra necesaria"
72. ¿Sabes cuántas veces se reunieron Martí y Maceo en la preparación de la guerra?
Como ya conoces, Martí se había comunicado con Antonio Maceo por carta desde 1882, después se vieron en 1884, cuando participaba en el plan que encabezaba Gómez y del cual se separó. Pero cuando se reincorporó a los trabajos revolucionarios de manera pública, en 1887, y se constituyó la Comisión Ejecutiva que presidió, escribió una carta-circular dirigida a varios jefes de la Guerra Grande, entre ellos Máximo Gómez y Antonio Maceo, para buscar su apoyo a los trabajos de preparación que se habían emprendido. Ambos expresaron su disposición permanente a la lucha por Cuba.
Ya electo Delegado del PRC, como sabes, fue a Jamaica en 1892, y allí conoció a Mariana Grajales y María Cabrales; el 30 de junio de 1893 llegó a Costa Rica, donde se encontraba el general Maceo, además de sus hermanos José y Tomás, Flor Crombet, Agustín Cebreco y otros combatientes. Llegaba después de reunirse con Gómez.
El Titán de Bronce y el Maestro se reunieron y el primero aceptó el plan propuesto. El grupo de patriotas de Costa Rica se aprestó a incorporarse a la lucha. En junio de 1894 volvió a Costa Rica en compañía de Francisco (Panchito) Gómez Toro, hijo del General en Jefe. Allí se reunió con el general Maceo y también con José y con Flor, allanó discrepancias, aunó fuerzas. A Gómez le escribió sobre esta visita con optimismo. Le infórmó cómo convenció a Maceo que no se podía esperar por un plan del ecuatoriano Eloy Alfaro por la premura del tiempo y también por la prudencia, [pues] ni un cálculo racional de probabilidades, ni los costos y lances de la preparación de tan dudosa empresa, permitían (...) proyecto semejante. También le informó cómo resolvió las diferencias entre Flor Crombet y José Maceo, así como el ajuste del plan que: Con tal asentimiento del noble y sagaz Flor he dejado totalmente en manos de Maceo la responsabilidad y dirección de su embarque.[121] El camino quedaba abierto.
73. Martí envió comisionados a Cuba. ¿Conoces quiénes fueron y cuál era su misión?
En la preparación de la revolución no todo podía hacerse desde el exterior, había que establecer los contactos con los conspiradores en Cuba, revisar directamente los trabajos realizados, conversar con quienes se comprometían al levantamiento, en fin, trabajar "en el terreno" para asegurar los resultados. Algunos conspiradores con autoridad y prominencia fueron a Estados Unidos y conversaron allí con Martí, como Salvador Cisneros Betancourt y otros; pero Martí envió comisionados a la Isla con misiones concretas, es el caso del comandante Gerardo Castellanos y Lleonart, quien dejó memoria de sus dos misiones en la Isla a través de la obra de su hijo. En agosto del año 1892 llegaron a Cuba Joaquín Osorio (según parece, pues llegó con nombre falso) para Oriente y Gerardo Castellanos para el resto de la Isla en su primera misión. También cumplió misión en Matanzas Gerardo Domenech.
En 1893, Porfirio Batista viajó en misión a Camagüey, y al mismo lugar viajaron en 1894, Enrique Loynaz del Castillo, quien lo hizo en marzo con armas y parque, y en octubre viajó Elpidio Marín.
Estos son algunos de los nombres conocidos de quienes cumplieron misión a nombre del Delegado en Cuba; pero se sabe que hubo otros comisionados que siguieron de cerca lo que ocurría en la Isla, que deshacían intrigas, que ajustaban los planes. También Gómez envió delegados suyos para la organización militar. El Partido se mantenía en constante comunicación con los grupos clandestinos en Cuba, los orientaba y comunicaba las instrucciones por diferentes vías. Es indispensable decir que, aunque había toda una red de conspiración y que se mantenían estos contactos, el hombre que representaba al Delegado en Cuba era Juan Gualberto Gómez y a él se le enviaría la Orden de Alzamiento.
74. Martí recorrió las emigraciones cubanas para organizar la revolución. ¿Sabes en qué lugares estuvo y para qué?
Como parte de sus responsabilidades de Delegado, entre 1892 y 1894, Martí visitó los grupos de emigrados en distintas ciudades de Estados Unidos y también en Jamaica, Haití, República Dominicana, Costa Rica, Panamá y México. Estas visitas, a veces muy reiteradas como es el caso de Tampa y Cayo Hueso, tenían el propósito principal de organizar, allegar recursos, resolver dificultades, esclarecer los objetivos de la revolución y unir a los cubanos dentro del Partido. Con las emigraciones en otros países no pudo reunirse, pero mantuvo el contacto y también se organizaron los que estaban en Europa y aun en la propia metrópoli. También, cuando fue posible, buscó el apoyo de los gobiernos que pudieran, una vez desatada la guerra, auxiliar a los combatientes. Era una tarea delicada, que debía hacerse dentro de la discreción imprescindible, pero necesaria.
75. ¿Cómo reaccionó Martí al conocer la detención de los barcos que había preparado?
Martí había preparado, en coordinación estrecha con el General en Jefe, el inicio de la guerra. En abril de 1894, Máximo Gómez fue a reunirse con él en Nueva York, en compañía de su hijo Panchito, y allí discutieron los detalles del plan. Panchito quedó con el Maestro para recorrer con él las emigraciones en Estados Unidos, América Central y el Caribe.
El conocido como Plan de Fernandina incluía la preparación de tres barcos: Baracoa, Amadís y Lagonda, los cuales saldrían del puerto de Fernandina, en la Florida, con armas y hombres, y, en su recorrido, harían escalas en países centroamericanos y del Caribe para recoger a los principales jefes de la insurrección. Antonio y José Maceo y su grupo de Costa Rica irían a Oriente, a Camagúey llegaría Máximo Gómez desde República Dominicana y a la región villareña irían Serafín Sánchez y Carlos Roloff desde Estados Unidos.
La llegada de las expediciones sería simultánea con el alzamiento de los grupos de conspiradores en Cuba. Era un vasto plan en el cual se habían invertido grandes recursos y tiempo de organización. Pero el gobierno norteamericano, por medio de una indiscreción que parece haber sido una delación, frustró aquel plan con la detención de barcos y armas. El 12 de enero de 1895, el yate Lagonda fue detenido. El gobierno incautó parte del armamento, a lo que siguieron otras detenciones y registros. Fue un golpe muy duro, que parecía destruir la obra realizada hasta entonces. Martí sufrió mucho, pero se repuso rápidamente: las emigraciones vibraron de entusiasmo al conocer la envergadura de los trabajos realizados, la confianza fue mayor aún y esto fue una gran compensación.
La reacción fue inmediata: se reunió con Enrique Collazo, José María (Mayía) Rodríguez, Tomás Collazo, Charles Hernández, Enrique Loynaz del Castillo, Gonzalo de Quesada y el abogado estadounidense Horacio Rubens, la decisión fue seguir con el plan, aunque había que modificarlo, además de que Rubens se encargaría de los trámites legales para recuperar todo lo posible.
El Delegado se comunicó de inmediato con el General en Jefe para determinar los pasos siguientes, pues la revolución no podía detenerse. Le dijo que
(...) la cobardía, y acaso la maldad, de López Queralta, escogido por Serafín Sánchez para guiar su expedición, entregó nuestro plan entero: nuestros tres barcos rápidos, salidos a la vez, para llegar casi a un mismo tiempo, con armas para 400 hombres. Acaso se salvará el cargamento. Pero hemos salvado más: la disciplina y el respeto de la Isla, asombrada de este esfuerzo,—y el cariño de las emigraciones, encendido con esta villanía patente. —Ahora, a otras formas. Se nos espera,—y será. Yo no miro a lo deshecho, sino a lo que hay que hacer (...)[122]
Una vez más, se sobreponía a los obstáculos y miraba hacia adelante para continuar la obra de la revolución.
76. ¿Por qué Martí firma la orden de alzamiento para Cuba y cuándo?
El fracaso del Plan de Fernandina no podía detener el inicio de la guerra, pues las condiciones en el país no permitían un aplazamiento, por eso se decidió que había que modificar el plan: se produciría el alzamiento en Cuba y la dirección llegaría después, en la forma que fuera posible. En tal circunstancia, el 29 de enero de 1895, se firmó la Orden de Alzamiento por el Delegado del PRC, por el coronel José María (Mayía) Rodríguez a nombre del General en Jefe y por el comandante Enrique Collazo, quien dio fe del poder y autoridad de Mayía, además de que había llegado como representación de los conspiradores en Cuba.
Esta orden se envió a Juan Gualberto Gómez y, a través de él, a los grupos de Occidente. Por este documento, se autorizaba el alzamiento simultáneo, o con la mayor simultaneidad posible, de aquellas regiones que se habían comprometido, para la segunda quincena, no antes, del mes de febrero.[123]
Las condiciones no permitían nuevas esperas y la dirección lo comprendió así.
77. El "Manifiesto de Montecristi" es el programa de la revolución. ¿Conoces cuándo fue redactado y quién fue firmado? ¿Conoces su contenido?
El 30 de enero de 1895, Martí salió de Nueva York junto con Collazo, Mayía Rodríguez y Manuel Mantilla, iban reunirse con Máximo Gómez. El 7 de febrero llegaron a Montecristi, donde se reunieron con el General en Jefe, después fueron para La Reforma, de allí siguieron hasta Santiago de los Caballeros. La máxima dirección de la revolución se movió en territorio dominicano en gestiones para la causa, buscando apoyos, acopiando recursos, tomando decisiones. El 24 de febrero se produjo el alzamiento en Cuba, mientras Gómez y Martí buscaban resolver la partida de la dirección hacia la Isla.
Martí se ve en la disyuntiva de si quedarse en el exterior, como era la opinión de sus compañeros, incluyendo a Gómez, o viajar al campo de batalla en Cuba, idea que él defendía. La noticia aparecida en The New York Herald de que él y Gómez estaban en Cuba dio más fuerza a su argumento de que era una necesidad política su presencia en la Isla, lo que al fin fue aceptado por los demás. Cuando creyeron que todo estaba dispuesto para la partida hacia Cuba, redactó el manifiesto "El Partido Revolucionario Cubano a Cuba", más conocido como "Manifiesto de Montecristi", por el lugar donde fue elaborado. Este documento programático fue escrito en común acuerdo con Máximo Gómez quien lo firmó como General en Jefe junto al Delegado, José Marti.
El documento comienza afirmando la continuidad histórica de la revolución, cuando dice en su inicio:
La revolución de independencia, iniciada en Yara después de preparación gloriosa y cruenta, ha entrado en Cuba en un nuevo período de guerra (...)
Afirma también la unidad lograda y el carácter de la guerra como
(...) producto disciplinado de la resolución de hombres enteros (...) y de la congregación cordial de los cubanos de más diverso origen, convencidos de que en la conquista de la libertad se adquieren mejor (...) las virtudes necesarias para mantenerla (...)[124]
El Manifiesto niega que la guerra sea contra el español que puede ser respetado, ni que sea fuente de desorden ni de la tiranía, por el contrario proclama la competencia del cubano para alcanzar el triunfo y superar los problemas de la independencia de principios de siglo en América. Rechaza la campaña que se hace de fomentar el temor al negro, que califica de cobardía, para impedir el avance de la revolución. Aborda también la idea de la organización:
En la guerra inicial se ha de hallar el país maneras tales de gobierno que a un tiempo satisfagan la inteligencia madura y suspicaz de sus hijos cultos, y las condiciones requeridas para la ayuda y respeto de los demás pueblos, —y permitan—en vez de entrabar—el desarrollo pleno y término rápido de la guerra fatalmente necesaria a la felicidad pública. Desde sus raíces se ha de constituir la patria con formas viables, y de sí propias nacidas (...)
Estaba planteando uno de los aspectos más difíciles de resolver para lo cual la patria debía constituirse con formas viables, y de sí propia nacidas. También atendió el lugar de este esfuerzo en las relaciones internacionales al decir que era
(...) suceso de gran alcance humano, y servicio oportuno que el heroísmo juicioso de las Antillas presta a la firmeza y trato justo de las naciones americanas, y al equilibrio aún vacilante del mundo (...)
Insistió en esta idea:
Honra y conmueve pensar que cuando cae en tierra de Cuba un guerrero de la independencia (...), cae por el bien mayor del hombre, la confirmación de la república moral en América, y la creación de un archipiélago libre (...)
Era el 25 de marzo. Este documento debía circular lo más ampliamente posible.
78. Martí y Gómez tuvieron que tomar decisiones con respecto a la salida de Antonio Maceo para Cuba que no fueron del agrado de este, ¿conoces esta situación?
Cuando se preparaba la partida de la dirección hacia Cuba, el grupo de Maceo debía salir de Costa Rica rumbo a la provincia de Oriente, en Cuba; aunque había que hacerlo con menos recursos de lo pensado antes del fracaso de Fernandina. Entonces Maceo comunicó que necesitaba cinco mil pesos oro para la expedición, cuando Martí solo podía enviarle dos mil, mientras Crombet afirmaba que él podía realizar el plan con los recursos disponibles. En esta situación, por carta de Martí del 26 de febrero de 1895, le expresa a Maceo la decisión posible en ese momento:
Al General escribo hoy, aún más que al amigo (...) decido que Vd. y yo dejemos a Flor Crombet la responsabilidad de atender ahí a la expedición (...) Y él pondrá a las órdenes de Vd. la labor que Vd. me reitera que no puede hacer (...)
Después de explicarle esto y decirle que la ida es necesaria en una cáscara o en un leviatán, le afirma:
Cuba está en guerra, General. Se dice esto, y ya la tierra es otra. Lo es ya para Ud. y lo sé yo (...) El ejército está allá. La dirección puede ir en una uña (...) De aquí vamos como le decimos a Vd. que vaya. Y yo no me tengo por más bravo que Vd., ni en el brío del corazón, ni en la magnanimidad y prudencia del carácter. Allá arréglense, pues, y ¡hasta Oriente! Cree conocerlo bien su amigo, José Marti (...)[125]
Era una carta difícil, pero una decisión necesaria, que estuvo acompañada de otra carta del General en Jefe en la cual decía a Maceo que lo ordenado por el Delegado "ha estado en lo racional, justo y perentorio", había que "salir por donde se pueda y como quiera".[126] La decisión podía crear disgusto en Maceo, pero era indispensable, y Maceo aceptó y salió con sus hombres para Cuba en la expedición preparada por Flor.
79. ¿Sabes si Martí tuvo que superar obstáculos para desarrollar su proyecto revolucionario?
A veces creemos que todo alrededor de Martí fue favorable a sus ideas y proyectos, pero no fue así. Comenzando por su familia, tuvo que asumir la incomprensión a su sentido de la vida. Su condición de único hijo varón y, además, el mayor, implicaba responsabilidades que, de acuerdo con la época y la situación económica de tan amplia y pobre familia, debía asumir. Esto implicó contradicciones tempranas con sus padres. A lo largo de su vida, recibió reproches por desatender a su familia, lo que ocurrió también en su matrimonio que terminó en separación. Por eso dice en sus Versos Sencillos:
Corazón que lleva rota / El ancla fiel del hogar, / Va como nave perdida, / Que no sabe a dónde va.[127]
También tuvo que enfrentar incomprensiones en su vida política, intrigas y contratiempos. Ya viste sus discrepancias con el proyecto de Gómez en 1884, lo que le valió murmuraciones y acusaciones a las que no quiso dar pública respuesta por no permitir que el enemigo viera las heridas; pero ante la gravedad de los rumores, publicó una comunicación "A los cubanos de Nueva York" el 23 de junio de 1885, en la que señaló que debía cuenta de sus actos a sus compatriotas pues todo hombre está obligado a honrar con su conducta privada, tanto como con la pública, a su patria. Por esa razón anunciaba dónde estaría el jueves 25, desde las 7 1/2 para responder a cuantos cargos se sirvan hacerme mis conciudadanos.[128]
Cuando avanzaba en la organización del Partido Revolucionario Cubano, también le salieron opositores, como Enrique Trujillo, quien dirigía el periódico El Porvenir, de Nueva York, o tuvo que desbaratar intrigas cerca de Antonio Maceo, asegurándole que jamás prescindiría de él, o tuvo que enfrentar levantamientos a destiempo en Cuba, que podían arruinar el minucioso trabajo de preparación que venía realizando, entre muchos de los obstáculos que enfrentó.
Martí conocía que la naturaleza humana estaba compuesta de odio y amor, sabía que había que cultivar lo mejor del ser humano porque de lo contrario triunfaría lo peor, que donde los buenos son indiferentes los malos triunfan; pero como dijo en el Ismaelillo, tenía fe en el mejoramiento humano y en la utilidad de la virtud.
80. ¿Conoces las cartas de despedida que redactó Martí antes de su partida hacia Cuba?
El mismo día que redactó el "Manifiesto de Montecristi", escribió varias cartas de despedida: a su madre, a Carmen y María Mantilla, a Gonzalo de Quesada y Benjamín Guerra, a Federico Henríquez y Carvajal, el día 1º de abril escribió a su hijo. A otras personas les escribió antes o después, pero vamos a recordar las más significativas en su vida afectiva y política.
A su madre le dice:
Hoy, 25 de marzo, en vísperas de un largo viaje, estoy pensando en Vd. Yo sin cesar pienso en Vd. Vd. se duele, en la cólera de su amor, del sacrificio de mi vida; y ¿por qué nací de Vd. con una vida que ama el sacrificio? Palabras, no puedo. El deber de un hombre está allí donde es más útil. Pero conmigo va siempre, en mi creciente y necesaria agonía, el recuerdo de mi madre. (...) Ahora, bendígame, y crea que jamás saldrá de mi corazón obra sin piedad y sin limpieza (...)
Y después le puso una nota diciendo que No son inútiles la verdad y la ternura. No padezca.[129] A su hijo le escribió:
Esta noche salgo para Cuba; salgo sin ti, cuando debieras estar a mi lado. Al salir pienso en ti. Si desaparezco en el camino, recibirás con esta carta la leontina que usó en vida tu padre. Adiós. Sé justo.[130]
Partía para una guerra donde el riesgo de la muerte siempre está presente, se despedía de sus seres más queridos con desgarramiento y firmeza, con la convicción de lo justo de su decisión. Otras cartas eran menos íntimas. La dirigida al dominicano Federico Henríquez y Carvajal tenía un alto sentido político y ético. Entre otras cosas, le decía que él había evocado la guerra, por tanto su responsabilidad comenzaba con ella en vez de acabar, y le decía más:
(...)Las Antillas libres salvarán la independencia de nuestra América, y el honor ya dudoso y lastimado de la América inglesa, y acaso acelerarán y fijarán el equilibrio del mundo. Vea lo que hacemos, Vd. con sus canas juveniles, —y yo, a rastras, con mi corazón roto (...)[131]
AJuan Gualberto Gómez le había escrito desde Nueva York, el 29 de enero, cuando enviaba la Orden de Alzamiento y por tanto, pensaba que quizás no podría comunicarse con él en los días siguientes:
(...) ¿Lo veré? ¿Volveré a escribirle? Me siento tan ligado a Vd. que callo. Conquistaremos toda la justicia (...)[132]
En los momentos decisivos, Martí fue el padre, el hijo y también el gran político, el hombre que había hecho del cumplimiento del deber el sentido de su vida.
81. Martí sintió una gran agonía con respecto al tiempo, lo que se expresa en su insistencia de hacer "a tiempo" la guerra de Cuba. ¿Sabes por qué?
Martí tenía un gran sentido del tiempo histórico, había analizado cuidadosamente su época y las relaciones internacionales que le eran contemporáneas, había desentrañado las características del proceso histórico de Estados Unidos y el peligro que representaba para nuestra América y, dentro de ello, el lugar que podía ocupar la independencia de Cuba -y la de Puerto Rico-, para servir de valladar a la expansión norteamericana. Todo esto lo llevó a comprender que la revolución era posible si se hacía "a tiempo", antes de que los Estados Unidos tuvieran sus fuerzas maduras para apoderarse de Cuba. Esta es la razón de su angustia con el tiempo: había que llegar a tiempo, aprovechar el margen temporal en que aún era posible realizar su proyecto.
Por la comprensión del poco tiempo que quedaba, como había dicho a Gonzalo de Quesada en carta de 1889, como también diría a Manuel Mercado en su carta inconclusa del 18 de mayo, la guerra debía ser rápida y breve, tan corta como una llamarada, que durara lo que dura un relámpago, de manera que se llegara al triunfo antes de que Estados Unidos pudiera actuar y, con la posesión de Cuba, caer sobre el resto de América.
82. ¿Cuándo llega Martí a Cuba para incorporarse a la guerra y con quién?
Martí desembarcó por Playita de Cajobabo, en la actual provincia de Guantánamo, el 11 de abril de 1895. Había viajado en la goleta Honor junto a Máximo Gómez, Francisco Borrero, Ángel Guerra, César Salas y Marcos del Rosario hasta Gran Inagua y, desde allí, con la ayuda del cónsul de Haití, hicieron el viaje hasta Cuba en el carguero alemán Nordstrand, con estancia de tres días en Cabo Haitiano, de donde partieron el 10 de abril, pasaron por Inagua y siguieron hacia la costa oriental de Cuba. En el punto de desembarco, abordaron el bote que tenían preparado para esta ocasión, en el que remaron bajo un fuerte aguacero hasta llegar a La Playita.
Martí escribió en su Diario las incidencias del desembarco, y Máximo Gómez, por su parte, escribió en su Diario de Campaña:
Son las ocho de la noche, nos encontramos a 3 millas de la costa Sur de Cuba, no muy lejos del Puerto de Guantánamo. La noche es tenebrosa, el mar se siente agitado, la obscuridad es tal que el mar parece un negro manto funerario donde nos debemos envolver para siempre. Ni una estrella alumbra el firmamento. El chubasco se afirma. El vapor se detiene un momento y rápidamente se descuelga un bote, se carga de armas y pertrechos y caen dentro de él seis hombres; que cualquiera diría que eran seis locos (...) Ninguno de los seis somos marinos, y con todo, echamos mano a los remos.
Martí y César a proa, reman muy mal, pero a la desesperada; los demás al centro, yo he agarrado el timón que apenas lo entiendo que al fin se zafa y se pierde (...)
Ya seguimos bogando con más maestría. Yo y el Brigadier Borrero, de un remo hemos hecho de timón, empujando, a dirigir la embarcación con muy buenos resultados.[133]
Gómez anotó que a las 10 y media de la noche del 11 de abril llegaron los seis hombres a tierra cubana.
83. Máximo Gómez anotó en su diario sus impresiones acerca del comportamiento de Martí en las marchas que tuvieron que hacer por la zona insurrecta cubana. ¿Sabes cuál fue su valoración de la actitud de Martí?
El General en Jefe narró en su diario las incidencias cotidianas de toda la campaña, por lo que dejó datos, impresiones y valoraciones de suma importancia.
El 14 de abril anotó que se habían puesto en marcha al amanecer y describió aquella marcha:
(...) El camino es difícil, trepamos por montañas largas y empinadísimas; la marcha es terriblemente fatigosa y cargados como vamos todos, caminamos a puros esfuerzos.
A continuación se detiene en Marti:
Nos admiramos, los viejos guerreros acostumbrados a estas rudezas, de la resistencia de Martí que nos acompaña sin flojeras de ninguna especie, por estas escarpadísimas montañas.
En otra anotación del 21 de abril vuelve Gómez a ponderar la actitud de Martí:
Martí, al que suponíamos más débil por lo poco acostumbrado a las fatigas de estas marchas, sigue fuerte y sin miedo.[134]
84. ¿Cómo fue recibido Martí en los campamentos mambises a donde llegó con Máximo Gómez?
Martí describe en sus cartas y en su diario la manera en que eran recibidos él y Gómez en los campamentos que visitaban. En su caso, no era visto como un hombre de la Guerra de los Diez Años, no había integrado entonces el Ejército Libertador aunque había guardado prisión y había sido deportado, como conoces.
No obstante esta circunstancia, que pudiera hacer pensar que Martí no era conocido por los combatientes en Cuba, él refleja la manera en que fue acogido.
Ya en la anotación del día 18 en su Diario, el Apóstol plasmó el comentario de un combatiente cuando se despedían de la tropa de Félix Ruenes: El sargento Pto. Rico dice: 'Yo muero donde muera el G. Martí'.[135] El día 21 habla del encuentro con el anciano negro y hermoso, Luis González, con sus hermanos, su hijo y su sobrino y dice que Luis me levanta del abrazo.[136] Cuando días después se separaron, Luis González dijo a Martí con rostro celeste: "Ese rostro quedará estampado aquí".[137] Estas expresiones muestran la acogida que iba recibiendo en los campos de Cuba donde ya se combatía.
En una larga anotación del 9 de mayo, Martí explica cómo lo llamaban en los sitios a donde llegaban:
(...) Un detalle: Presidente me han llamado, desde mi entrada al campo, las fuerzas todas, a pesar de mi pública repulsa, y a cada campo que llego, el respeto renace, y cierto suave entusiasmo del general cariño, y muestras del goce de la gente en mi presencia y sencillez.—Y al acercarse hoy uno: Presidente, y sonreír yo: "No me le digan a Martí Presidente: diganle General: él viene aquí como General: no me le digan Presidente". "¿Y quién contiene el impulso de la gente, General?"; le dice Miró: "eso les nace del corazón a todos". "Bueno: pero él no es Presidente todavía: es el Delegado".—Callaba yo, y noté el embarazo y desagrado en todos, y en algunos como el agravio (...)[138]
Gómez, a partir de su experiencia de vida, no quería la denominación de Presidente para Martí; pero los combatientes lo llamaban de ese modo, lo que manifiesta cómo se representaba la figura de Martí entre los mambises que lo veían por primera vez, pero conocían su alto valor, su condición de símbolo vivo, por eso Gómez le expresa: "Pues lo tienen a usted bueno con lo de Presidente".[139]
En carta del 15 de abril a Gonzalo de Quesada y Benjamín Guerra contaba que lo llamaban General, que se sentía muy avergonzado con el inmerecido título, y muy querido y conocido.[140]
85. ¿Qué grado militar le fue otorgado a Martí en Cuba, por qué y por quién?
El General en Jefe, Máximo Gómez, dice en la anotación del 18 de abril en su Diario, de manera muy escueta: "Grado a Martí de Mayor General" y continúa narrando la marcha del día; sin embargo Martí en la anotación del 15 de abril de su diario, cuando estaban en el rancho de Tavera, relata:
(...) Al caer la tarde, en fila la gente, sale a la cañada el General, con Paquito, Guerra y Ruenes. ¿Nos permite a los 3 solos? Me resigno mohino ¿Será algún peligro? Sube Ángel Guerra llamándome, y al capitán Cardoso. Gómez, al pie del monte, en la vereda sombreada de plátanos, con la cañada abajo, me dice, bello y enternecido, que aparte de reconocer en mí al Delegado, el Ejército Libertador, por él, su Jefe, electo en consejo de jefes, me nombra Mayor General. Lo abrazo. Me abrazan todos (...)[141]
Máximo Gómez había hecho el nombramiento en reunión de jefes, de oficiales con mando: Paquito Borrero, Ángel Guerra y Félix Ruenes, en un acto de gran alcance político. Marti era el Delegado del PRC electo por los clubes en la emigración y, como tal, había llegado a Cuba y se le reconocía, pero no tenía mando oficial en la guerra; por tanto, al gran líder, al gran organizador, al constructor de la revolución en su nueva etapa, se le reconocía con el máximo grado militar del Ejército Libertador. En carta a Gonzalo de Quesada y Benjamín Guerra de ese mismo día 15, escrita "cerca de Baracoa", Martí narró emocionado aquel momento, cuando Gómez se reunió con los jefes y él quedo mohíno:
(...) creyendo que iban a concertar algún peligro en que me dejarían atrás. A poco sube, llamándome, Ángel Guerra, con el rostro feliz. Era que Gómez, como General en Jefe, había acordado, en consejo de Jefes, a la vez que reconocerme en la guerra como Delegado del Partido Revolucionario, nombrarme, en atención a mis servicios y a la opinión unánime que lo rodea, Mayor General del Ejército Libertador. ¡De un abrazo, igualaban mi pobre vida a la de sus diez años! Me apretaron largamente en sus brazos. Admiren conmigo la gran nobleza.[142]
Martí, grande como ninguno, se emocionaba ante aquel reconocimiento y llamaba "pobre" a su vida de sacrificio y de entrega ante los que habían combatido diez años en la Guerra Grande. Su ética explica su infinita grandeza.
86. ¿Conoces los documentos firmados por Martí y Gómez planteando la política de guerra a seguir?
Martí escribió a Gonzalo de Quesada y Benjamín Guerra con instrucciones para el Partido, concedió una entrevista a un corresponsal norteamericano, se comunicó con otros patriotas como parte de su responsabilidad, escribió cartas personales; pero atendió también a la organización y definición de la política de guerra junto al General en Jefe. El 26 de abril firmaron una carta al teniente coronel Félix Ruenes para que nombrara delegado con vistas a la asamblea que debía decidir la forma de gobierno que debía darse a la revolución. Ese día suscribieron también una "Circular a los Jefes" en la que se explicaba la imposibilidad de ningún arreglo con España a partir de concesiones que esta ofreciera y afirmaba lo sagrado de la guerra de independencia, por lo que planteaban castigar sumarísimamente a quien llegara con proposiciones de rendición o cese de hostilidades sin independencia, lo cual sería delito que llevaba la pena asignada a los traidores a la Patria.[143]
Las dos máximas figuras de la Revolución redactaron otro documento sobre el orden revolucionario que debía regir en la guerra y en una Circular del 28 de abril se definía la política de guerra que debía atraer a todos los elementos posibles, cubanos o españoles: respetar a los prisioneros, explicar el espíritu de la revolución entre los combatientes y respetar las propiedades de quienes no fueran enemigos; pero en caso probado de hostilidad serían destruidas, al mismo tiempo que la guerra debía servirse de los propietarios en sus necesidades. Se dejaba para el desarrollo futuro hacer nuevas precisiones.
El último documento conjunto fue una carta a los Jefes y Oficiales de Jiguaní del 12 de mayo, en la que se enfatizaba el cumplimiento de la prohibición de permitir el paso de reses o cualquier otra provisión "de boca" al enemigo a través de la zona insurrecta.
La política de guerra era también tarea de la dirección.
87. Del Diario de Campaña de Martí, desde Playita de Cajobabo hasta Dos Ríos, ¿qué pasajes son más importantes?
Martí fue anotando todas las incidencias de esos días, a veces de manera muy escueta, otras más largamente, ya que la vida de campaña era irregular y no siempre podía extenderse en explicaciones sino solo anotar lo imprescindible; pero dejó un extraordinario testimonio de su andar por la Cuba insurrecta.
Lo primero que llama la atención es su descripción del desembarco el día 11 de abril:
11.—Bote. Salimos a las 11. Pasamos rozando a Maisí, y vemos la farola. Yo en el puente. A las 7 1/2, oscuridad. Movimiento a bordo. Capitán conmovido. Bajan el bote. Llueve grueso al arrancar. Rumbamos mal. Ideas diversas y revueltas en el bote. Más chubasco. El timón se pierde. Fijamos rumbo. Llevo el remo de proa (...) La luna asoma, roja, bajo una nube. Arribamos a una playa de piedras, La Playita (al pie de Cajobabo). Me quedo en el bote el último vaciándolo. Salto. Dicha grande (...)[144]
Martí describe la naturaleza de los sitios por donde pasan y relata la acogida que reciben en todas partes donde hacen contacto con los cubanos que estaban ya luchando, comenzando por la tropa de Félix Ruenes. Describe lo que comen y las incidencias de aquellos días. Refiere cómo el general en jefe, Máximo Gómez, está pendiente de él, mostrando la hermandad entre ellos, las dificultades de las marchas, las alturas que suben donde, dice, subir lomas hermana hombres;[145] recoge los recuerdos que narran Gómez y otros combatientes de la Guerra Grande, el dolor ante la noticia de la muerte del general Flor Crombet, su labor curando a los heridos, el arrojo de los cubanos, su encuentro con tropas, como la "formidable" de José Maceo, la de Bartolomé Masó, la de Quintín Banderas, de Narciso Moncada (el hermano de Guillermo que cumplió con el alzamiento aunque ya estaba moribundo) y de otros muchos, la reunión con Antonio Maceo, los trabajos junto a Gómez de ordenar la guerra dictando disposiciones para definir la política de guerra, su entrevista con el corresponsal del Herald, las instrucciones que envía a Nueva York para la labor del Partido, el consejo de guerra a quien "violó y robó" y a tres acusados de traidores, del plan de convocar a reunión de delegados para definir la forma de dirección de la revolución, de cómo evita excesivas demostraciones de cariño. El día 17 de mayo hace su última anotación en la que narra como Rosalio me trae, en su jaba de casa, el almuerzo cariñoso: "por usted doy la vida". Y anota el cuento de Rosa Moreno: la campesina viuda que le mandó a Rabí su único hijo Melesio, de 16 años; "allí murió tu padre: ya yo no puedo ir; tú ve".[146]
El Diario de Campaña de Martí muestra sobre todo su honda satisfacción por estar en Cuba, en las labores de la guerra, su orgullo ante el heroísmo que ve a su alrededor, su preocupación por encaminar la guerra en función de la revolución que ha proyectado. Es su último testimonio del acontecer cotidiano, lo puedes leer para que te adentres en esos últimos días gloriosos del Maestro.
88. Martí escribió varias cartas desde Cuba a María y Carmita Mantilla, ¿qué noticias y consejos enviaba a estas adolescentes?
A las queridas Carmita y María Mantilla, les escribió cuando se preparaba a salir para Cuba, el 25 de marzo:
Salgo de pronto a un largo viaje (...) Las abrazo, las abrazo muchas veces sobre mi corazón. Una carta he de recibir siempre de Vds. y es la noticia, que me traerán el sol y las estrellas, de que no amarán en este mundo sino lo que merezca amor,—de que se me conservan generosas y sencillas, —de que jamás tendrán de amigo a quien no las iguale en mérito y pureza (...)
Les dice que piensa
en que en el invierno pongan, las dos juntas, una escuela: una escuela para diez niñas, a seis pesos, con piano y español, de nueve a una: y me las respetarán, y tendrá pan la casa.[147]
Ya desde Cuba, escribe a toda la familia les cuenta de la llegada, de los primeros días en campaña y les dice:
(...) Sólo la luz es comparable a mi felicidad (...) Voy bien cargado (...) con mi rifle al hombro, mi machete y revólver a la cintura, a un hombro una cartera de cien cápsulas, al otro en un gran tubo, los mapas de Cuba, y a la espalda mi mochila, con sus dos arrobas de medicina y ropa y hamaca y frazada y libros, y al pecho tu retrato [el de María].[148]
En días siguientes volvió a escribirles, con las noticias de lo que acontecía y su gran plenitud, y el entusiasmo de los combatientes con quienes se reunían, de la bella patria, de cómo lo llamaban "Presidente" y su rechazo público a esa denominación porque ni en mí, ni en persona alguna, se ajustaría a las conveniencias y condiciones recién nacidas de la Revolución. Martí les decía: corre aire heroico.[149] La última carta tiene fecha 9 de mayo, y fue escrita en la zona de Holguín. En ella habla de modo breve de lo que más le impresiona y ocupa:
Vamos a Masó, venimos de Maceo. ¡Qué entusiasta revista la de los 3,000 hombres de a pie y a caballo que tenía a las puertas de Santiago de Cuba! (...) Hoy salimos con escasa escolta del campamento de Quintín Banderas. Y de Masó al Camagúey. Se entrará pronto en todas partes, a la vez, en las operaciones más activas (...)
Al final les habla de Gómez, organizador enérgico. Y les dice:
(...) haré todo cuanto en este campo glorioso puedan Cuba y Vds., esperar de mí...
Se despide:
(...) con el júbilo de ver aquí a los cubanos negados a España y enamorados de la revolución.
Todos duermen a mi alrededor; velo. El más tierno cariño de su
José Martí[150]
89. En La Mejorana, el 5 de mayo de 1895, se entrevistaron Gómez, Maceo y Martí. ¿Conoces lo que Martí escribió en su diario sobre aquella reunión?
Martí narra que él y Gómez no habían podido encontrarse con Maceo y el día 5 fueron hacia su campamento; pero el general Maceo les salió al paso y, diciendo que su gente estaba en marcha, los llevó al cercano ingenio Mejorana, ya demolido. En la nota del día 5 de mayo cuenta cómo los reciben de fiesta en el ingenio y explica:
(...) Maceo y G. [Gómez] hablan bajo, cerca de mí: me llaman a poco, allí en el portal: que Maceo tiene otro pensamiento de gobierno: una junta de los generales con mando, por sus representantes, —y una Secretaría General:—la patria, pues, y todos los oficios de ella, que crea y anima al ejército, como Secretaría del Ejército. Nos vamos a un cuarto a hablar. No puedo desenredarle a Maceo la conversación: "¿pero V. se queda conmigo o se va con Gómez?" Y me habla, cortándome las palabras, como si fuese yo la continuación del gobierno leguleyo, y su representante. Lo veo herido—"lo quiero—me dice—menos de lo que lo quería"—por su reducción a Flor en el encargo de la expedición, y gasto de sus dineros. Insisto en deponerme ante los representantes que se reúnan a elegir gobierno. No quiere que cada jefe de operaciones mande el suyo, nacido de su fuerza: él mandará los cuatro deOriente: "dentro de 15 días estarán con Ud.—y serán gentes que no me las pueda enredar allá el doctor Martí".
El Maestro sigue contando que en la mesa, cuando estaban comiendo, Maceo vuelve al asunto, hiriéndolo, entonces Martí anota su opinión:
(...) comprendo que he de sacudir el cargo, con que se me intenta marcar, de defensor ciudadanesco de las trabas hostiles al movimiento militar. Mantengo, rudo: el Ejército, libre, —y el país, como país y con toda su dignidad representado. Muestro mi descontento de semejante indiscreta y forzada conversación, a mesa abierta (...)[151]
Martí cuenta cómo salieron Gómez y él de aquella entrevista: Y así, como echados, y con ideas tristes dormimos.[152] La página del día siguiente falta en el Diario, pero aquel mal encuentro se disipó. Las diferencias de forma no podían separar a quienes tenían el mismo fin. La patria estaba por encima. El 6 de mayo continuó la marcha junto a Gómez y se encontraron con una avanzada de la tropa de Maceo que los invitó a ir al campamento. Según narra Gómez en su Diario:
(...) al marchar rumbo a Bayamo, confusos y abismados con la conducta del General Antonio Maceo, tropezamos con una de las avanzadas de su campamento de más de dos mil hombres y fuerza nos fué (sic) entrar. El General se disculpó como pudo, nosotros no hicimos caso de las disculpas como lo habíamos hecho del desaire y nuestra amarga decepción de la víspera quedó curada con el entusiasmo y respeto con que fuimos (sic) recibidos y vitoreados por aquellas tropas.[153]
Entonces pudieron tener una conversación cordial durante unas dos horas. Con esta impresión Martí escribió a Carmen Miyares y sus hijos:
¡Qué entusiasta revista la de los 3,000 hombres! ¡Qué erguido en su hermoso caballo el valiente Rabí! ¡Qué lleno de triunfos y de esperanza Antonio Maceo![154]
El 12 de mayo escribía a Maceo llamándolo General y amigo, le hablaba de la tropa que lo rodeaba y que juzgaba invencible, de la necesidad de que su espíritu infundiera la pujanza en todas partes de un solo paseo. Y le anunciaba que escribiría largo al generoso José, que ya no se nos saldrá del corazón agradecido. Le solicitó que le escribiera en detalle todos sus hechos. Y le pidió que actuara con fuerza: Súbase en los estribos, y haga arder los hombres a su voz. Se despidió enviándole un abrazo.[155]
90. La carta a Manuel Mercado que comenzó a escribir el 18 de mayo de 1895, y que quedó inconclusa, se considera como un testamento político, ¿la conoces completa?
El 18 de mayo comenzó, en el campamento de Dos Ríos, una carta a Mercado en la que le decía, como otras muchas veces, Mi hermano queridísimo. Es una carta muy conocida, pero solo en sus párrafos iniciales, cuando él dice:
(...) ya estoy todos los días en peligro de dar mi vida por mi país y por mi deber—puesto que lo entiendo y tengo ánimos con que realizarlo de impedir a tiempo con la independencia de Cuba que se extiendan por las Antillas los Estados Unidos y caigan, con esa fuerza más, sobre nuestras tierras de América. Cuanto hice hasta hoy, y haré, es para eso. En silencio ha tenido que ser y como indirectamente, porque hay cosas que para lograrlas han de andar ocultas, y de proclamarse en lo que son, levantarían dificultades demasiado recias para alcanzar sobre ellas el fin (...)[156]
Más adelante, le dice: Viví en el monstruo, y le conozco las entrañas:—y mi honda es la de David. Por la importancia de estos juicios, esta es la parte más conocida hoy de esa carta, pero su texto sigue. Martí le cuenta a Mercado su encuentro con un corresponsal del Herald en un campamento, el cual le habló de la actividad anexionista y de los que piden la autonomía, y de cómo el corresponsal le contó su conversación con el Capitán General español, Arsenio Martínez Campos quien le había dado a entender que llegada la hora, España preferiría entenderse con los Estados Unidos a rendir la Isla a los cubanos (...) Martí afirma al amigo que él hace su deber y le pregunta:
(...) Y México, ¿no hallará modo sagaz, efectivo e inmediato, de auxiliar, a tiempo, a quien lo defiende? Sí lo hallará,—o yo se lo hallaré. Esto es muerte o vida, y no cabe errar (...)
Después de estas alertas, en lo que también incluía el peligro que representaban los Estados Unidos para México, le contaba de la llegada a Cuba, del tiempo en campaña y del proyecto inmediato:
(...) seguimos camino, al centro de la Isla, a deponer yo, ante la Revolución que he hecho alzar, la autoridad que la emigración me dio, y se acató dentro, y debe renovar conforme a su estado nuevo, una asamblea de delegados del pueblo cubano visible, de los revolucionarios en armas (...)
Le habló del deseo de que el ejército tuviera plena libertad sin las trabas que había puesto la Constitución anterior, la de Guáimaro, pero también quiere la revolución a la vez sucinta y respetable representación republicana. Le decía que solo defendería lo que tenía por garantía o servicio de la Revolución.
Luego de las cosas de interés público, comenzaba a hablarle de su emoción en el cumplimiento del deber y dejó una frase inconclusa: Hay afectos de tan delicada honestidad...
No pudo terminar la carta.
91. ¿Cuándo y cómo murió Martí?
El 13 de mayo, Martí y Gómez con sus hombres acamparon en la zona de Dos Ríos, desde donde el Delegado y el General en Jefe escribieron a Bartolomé Masó, solicitando su presencia para conversar antes de seguir rumbo a Camagúey. El 17 de mayo Máximo Gómez salió a hostilizar al enemigo. El 18 de mayo en la noche llegó Masó, lo que Martí notificó a Gómez, y se reunieron los tres el 19 de mayo en la finca La Vuelta Grande, donde estaba acampada la tropa de Masó.
El coronel español José Ximénez de Sandoval, con una columna de más de seiscientos hombres, se dirigió al lugar, pues tenía noticias de la presencia mambisa en la zona conocida por Dos Ríos donde ocuparon todos los accesos. Al ser detectados por una patrulla mambisa, Gómez dio las órdenes para organizar a la tropa y entabló combate hasta que ordenó retirada. Gómez había dispuesto que Martí quedara a la zaga, lo que le dijo personalmente; pero este se mantuvo junto a Bartolomé Masó y otros combatientes. En un movimiento junto a Ángel de la Guardia se aproximaron a tropas españolas que, por estar tras la hierba alta no se veían, con lo que de hecho cayeron en una emboscada. José Marti recibió tres disparos mortales.
92. ¿Conoces lo que escribió Máximo Gómez en su Diario de Campaña cuando murió Martí?
El Generalísimo dejó en su Diario de Campaña un gran homenaje a Martí y el profundo sentimiento de pesar que sintió por su muerte en combate. Primero anotó al comentar la acción: "Esta pérdida sensible del amigo, del compañero, del patriota; (...)" y después escribió:
(...) ¡Qué guerra ésta! Pensaba yo por la noche; que al lado de un instante de ligero placer, aparece otro de amarguísimo dolor. Ya nos falta el mejor de los compañeros y el alma podemos decir del levantamiento![157]
93. ¿Cuándo y por quién se hizo el primer monumento a Martí en el lugar de su muerte?
Como sabes, Martí cayó en combate el 19 de mayo de 1895; más de un año después llegó Máximo Gómez con su tropa a aquella zona. El 10 de julio de 1896, Gómez anotó en su Diario:
(...) Al día siguiente continuamos hasta la Vuelta Grande. Por la tarde visita a Boca de Dos Ríos, al punto donde cayó José Martí. Allí mismo levantamos un mausoleo a piedra viva. El acto fue solemnísimo[158]
Era el primer monumento levantado a Martí en el lugar de su caída.
Días después del acto reseñado por Gómez, llegó a la zona el mayor general Serafín Sánchez, entonces Inspector General del Ejército Libertador, quien se dirigió a Dos Ríos a rendir homenaje al héroe y amigo.
En un artículo publicado en El Cubano Libre, Serafín Sánchez relató ese momento:
(...) ¡Ay!... Yo también, como otros tantos soldados de la Revolución, tuve necesidad de visitar el lugar consagrado por la sangre del Patriota Martí. (...) Fui al Calvario de José Martí como va el creyente sincero a arrodillarse delante del dios de los ideales santos de su religión.
Este hombre, combatiente desde la Guerra Grande, diría: "El alma heroica de esta Revolución tomó forma y aliento en el alma de aquel hombre.[159]
94. En las ciudades de Cuba hay siempre una calle con el nombre de José Martí. ¿Sabes cuándo se empezaron a denominar así las calles cubanas?
El cambio de nombres se inició al término de la dominación colonial española, incluso algunos se produjeron en 1898, a medida que las fuerzas españolas eran evacuadas de las localidades cubanas. Eran expresiones espontáneas del pueblo y, en ocasiones, decisiones de los alcaldes que procedían del independentismo, los cuales, en medio de la ocupación militar norteamericana (1899-1902), afirmaban sus valores con los nombres simbólicos de sus mártires y demostraban sus aspiraciones de constituir el Estado nacional independiente.
Entre los nuevos nombres con que los cubanos nombraron sus calles y parques, el más repetido fue el de José Martí. Por eso todos los pueblos y ciudades de Cuba tienen una calle principal con ese nombre. Cuando años después, se aprobó una ley que establecía la obligatoriedad de denominar José Martí a una calle principal en todo pueblo o ciudad, solo se estaba legislando lo que ya existía, lo que el pueblo había hecho por voluntad propia en medio de circunstancias muy difíciles para la nación.
95. ¿Cuándo se conmemoró públicamente en Cuba, por primera vez, la fecha del nacimiento de Martí?
El 28 de enero de 1899, cuando había terminado la dominación española y no hacía todavía un mes del inicio de la ocupación militar estadounidense, se realizó una marcha a la casa natal de Marti, con la presencia de muchachas vestidas con ropa alegórica a la República y participación de pueblo que rendía tributo, por primera vez de manera pública, a su Apóstol.
96. En el Parque Central de La Habana existe una estatua de José Martí. ¿Cuándo se erigió y por qué?
Con el cese de la dominación española, el pueblo derribó la estatua de Isabel II que se encontraba en el Parque Central de La Habana, entonces surgió la iniciativa de hacer una encuesta acerca de qué estatua debía sustituirla. El semanario El Fígaro lanzó la encuesta desde sus páginas el 30 de abril. Inicialmente esta encuesta se dirigió a determinadas personalidades que votaron de acuerdo con su criterio. El resultado fue diverso, pero llama la atención la manera en que algunos contestaron en verso a favor de Martí. Entre quienes respondieron de esa manera se encuentra el general Enrique Loynaz del Castillo, cuya forma de argumentar su elección es todo un símbolo:
(...) / del excelso Martí, mientras respire / un cubano leal, / querrá la estatua donde el Morro mire, / y, levantada frente a la extrangera (sic) / ese mármol será nuestra bandera.
O la respuesta de José Comallonga, que hermanó a quienes consideró los dos mayores símbolos de la patria:
Poned columna alta y fuerte, / simbolo de nuestra suerte, / y en la altura, modelados, / dos mártires abrazados / cariñosos por la muerte. / Los dos tengan allí / la majestad de la luz, / dos que sean algo así / como Céspedes, la cruz, / y la bandera Martí.[160]
Con las respuestas de las personalidades consultadas, se amplió la encuesta a los suscriptores de la publicación, el resultado puso a José Martí en primer lugar con 375 votos, seguido de una estatua que representara a la Libertad con 371. Sin embargo, el jurado presidido por Enrique José Varona hizo constar que muchos no votaron simplemente por las opciones presentadas y quisieron escribir su elección, por lo que consignó que, en este caso, "ha obtenido una mayoría abrumadora la de José Marti".[161] A partir ese resultado, se erigió la estatua de Martí en Parque Central de La Habana, cuya inauguración produjo el 24 de febrero de 1905, con la presencia Máximo Gómez.
97. Durante el siglo XX muchos revolucionarios vieron en José Martí una fuente de inspiración para sus luchas, ¿conoces qué representó José Martí para la generación que emergió en los años veinte?
José Martí fue referencia permanente en la expresión de lo no logrado durante los primeros años de existencia de la República, de la revolución no realizada. Expresiones como: "esto no fue lo que soñó Martí", "Si Martí viviera..." y "Martí no debió de morir" reflejan el estado emocional colectivo. El nacionalismo cubano enfrentaba un contexto desfavorable, y sin descifrar, además, las claves de la nueva situación y, por tanto, las soluciones. Esto explica el lamento frente a problemas que se sufrían, pero que no parecían tener salida. Enrique Hernández Miyares escribió, en alusión a la corrupción que se enseñoreaba en la República y tomando como símbolo la estatua de Martí en el Parque Central:
Del pedestal en lo alto / la diestra extiende Martí, / como diciendo muy triste: / ¡ya el cieno llega hasta aquí![162]
En los años veinte del siglo pasado, cuando el sistema instaurado en Cuba manifestó sus primeras señales de crisis, se produciría un momento de cambio que encontró su expresión en un nuevo discurso nacionalista, en el que Martí volvió a ser punto de referencia, pero ya no para emitir el lamento por lo no logrado, sino para asumir la revolución no concretada como tarea histórica a realizar, para plantearse "cumplir el sueño no realizado de Martí". Al margen del discurso oficial que buscaba la legitimación en Martí, las nuevas fuerzas que emergieron en esa década buscaron en las tradiciones patrióticas, y especialmente en el Maestro, los referentes para sus propias soluciones, que debían incorporar también los retos de los nuevos tiempos. Emergieron entonces figuras como Julio Antonio Mella y Rubén Martínez Villena, junto a un grupo destacadísimo de jóvenes intelectuales patriotas que miraron a Martí de otra manera y que, en muchos casos, llegaron al antimperialismo. En 1923, Villena escribió su conocido poema "Mensaje lírico civil" en el que narraba el hecho protagonizado por él y un grupo de jóvenes intelectuales el 18 de marzo de ese año, conocido como "La protesta de los trece":
Hace falta una carga para matar bribones, / para acabar la obra de las revoluciones;
para vengar los muertos que padecen ultraje, / para limpiar la costra tenaz del coloniaje; / (...)
para no hacer inútil, en humillante suerte, / el esfuerzo y el hambre y la herida y la muerte;
para que la República se mantenga de sí, / para cumplir el sueño de mármol de Martí; / (...)[163]
Ya no se trataba de referirse a Martí como un lamento, sino de llamar a la acción para cumplir con lo que fue su sueño, su proyecto revolucionario. Sin embargo, quien más influyó en la mirada de aquellos jóvenes hacia Martí fue Julio Antonio Mella, quien en 1926 escribió un trabajo fundamental: "Glosas al pensamiento de José Martí" cuyo primer epígrafe se titula "Un libro que debe escribirse". Ese libro era sobre José Martí. Mella inicia su trabajo con estas afirmaciones:
Hace mucho tiempo que llevo en el pensamiento un libro sobre José Martí, libro que anhelaría poner en letras de imprenta. Puedo decir que ya está ese libro en mi memoria. Tanto lo he pensado, tanto lo he amado, que me parece un viejo libro leído en la adolescencia (...)[164]
Mella no lo había escrito porque entendía que "todo el tiempo es corto para hacer", pero estaba seguro de que ese libro "se hará. Es una necesidad, no ya un deber para con la época", lo haría él en cualquier circunstancia o lo haría otro porque
(...) es imprescindible que una voz de la nueva generación (...) escriba ese libro. Es necesario dar un alto (...) a tanto canalla (...) tanto hipócrita... que escribe, o habla sobre José Martí.
A partir de esta convicción, Mella plantea su manera de acercarse a Martí:
(...) ver el interés económico que creó al Apóstol, sus poemas de rebeldía, su acción continental y revolucionaria: estudiar el fuego fatal de las fuerzas históricas, el rompimiento de un antiguo equilibrio de fuerzas sociales, desentrañar el misterio ultrademocrático del Partido Revolucionario (...)
Entonces, desde esta nueva mirada, Mella se planteaba una interrogante:
Él, orgánicamente revolucionario, fue el intérprete de una necesidad social de transformación en un momento dado. Hoy, igualmente revolucionario habría sido quizás el intérprete de la necesidad social del momento. ¿Cuál es esta necesidad social?
A continuación, el joven Mella, de apenas 23 años, tomaba fragmentos del Maestro y dialogaba con él.
Según dijo otro joven de esa generación, que llegó a muy altos planos intelectuales y revolucionarios, a quien el pueblo recuerda como el "Canciller de la Dignidad", por su gallarda defensa de Cuba y su Revolución a partir de 1959, habló del "redescubrimiento de Martí a partir de las 'glosas' de Mella" y afirmó que Mella había descubierto a Martí para su generación.[165] En 1937, Roa ya planteaba esta idea en su conferencia ante los estudiantes del Instituto de La Habana, conmemorativa de la caída en combate de Martí, cuando calificaba a Mella de "martíolatra" por lo mucho que lo amó y se refería al libro que debía hacerse sobre Martí, que solo una pluma "genuinamente revolucionaria" podía culminar. Entonces llamaba también a hacer del culto a Martí "un culto vivo, pugnaz, beligerante", a "la culminación de la faena inconclusa de José Martí" y calificó, con toda razón aquella muerte como "catastrófica para Cuba y Puerto Rico."[166]
Para quienes en los años veinte se lanzaron a una nueva lucha revolucionaria, Martí no fue culto pasivo, no fue solo un símbolo de piedra, sino que fue acicate, fue un llamado a la acción, fue luz y meta.
98. Fidel Castro dijo en 1953 que Martí había sido el autor intelectual del asalto al cuartel Moncada, ¿por qué?
En 1953 se cumplía el centenario del nacimiento de José Martí, por lo que se realizaron múltiples actividades oficiales de celebración; pero Cuba vivía bajo una dictadura militar encabezada por Fulgencio Batista, quien con su golpe de Estado del 10 de marzo de 1952 había agravado todos los problemas de la sociedad cubana. Hubo poetas que escribieron obras en tributo al Apóstol como "Décimas por el júbilo martiano" de Emilio Ballagas o estudios como los de José Antonio Portuondo: "José Martí, crítico literario" y "La voluntad de estilo en José Martí". El 19 de mayo de ese año se colocó en la elevación más alta de Cuba, en el Pico Turquino, el busto realizado por la escultora Jilma Madera; pero hubo un grupo de jóvenes que realizaron una acción heroica de enfrentamiento a la tiranía: el asalto a los cuarteles Moncada, de Santiago de Cuba, y Carlos Manuel de Céspedes, en Bayamo. Era el 26 de julio de 1953. Los asaltantes, dirigidos por Fidel Castro, se identificaban como "la Generación del Centenario".
Fidel Castro afirmó a sus interrogadores que Martí era "el autor intelectual" de aquellos hechos y lo explicó en el juicio, cuando en su discurso de autodefensa conocido por su frase final "La historia me absolverá", proclamó:
Parecía que el Apóstol iba a morir en el año de su centenario, que su memoria se extinguiría para siempre, ¡tanta era la afrenta! Pero vive, no ha muerto, su pueblo es rebelde, su pueblo es digno, su pueblo es fiel a su recuerdo; hay cubanos que han caído defendiendo sus doctrinas, hay jóvenes que en magnífico desagravio vinieron a morir junto a su tumba, a darle su sangre y su vida para que él siga viviendo en el alma de la patria.[167]
Por ese gesto, por la raíz martiana de la revolución que se inició aquel 26 de julio, Nicolás Guillén escribió cuando ya la revolución había triunfado:
Te lo prometió Martí / y Fidel te lo cumplió; / (...) / ¡Ay, que linda mi bandera, / mi banderita cubana, / sin que la manden de afuera, / ni venga un rufián cualquiera / a pisotearla en La Habana! / Se acabó. / Yo lo vi. / Te lo prometió Martí / y Fidel te lo cumplió. / Se acabó.[168]
99. ¿Conoces algún poema dedicado a Martí?
A Martí se le han dedicado muchos poemas a lo largo del tiempo, lo que demuestra que es una figura que ha estado y está en el corazón de muchas personas, poetas o no de profesión, que se han sentido inspiradas por la vida y obra del Maestro. Entre esos muchos poemas vamos a recordar algunos de diferentes épocas.
Cuando Martí murió en combate, la poetisa Mercedes Matamoros escribió "En la muerte de Martí" en el mismo mes de mayo de 1895. En sus versos decía:
¡Oh, Cuba infortunada! / haces bien en llorar, pero no olvides / —de tu dolor en el delirio cruento— / que aunque a la dura muerte le fue dado / tronchar de un ser humano la existencia, / nunca puede apagar su pensamiento, / flotante en los espacios infinitos; / y fue el suyo purísimo y grandioso / que va dejando, cual errante estrella, / en su camino esplendorosa huella! / (...) / Aun imagino verte en la tribuna / —entre aplausos y vivas tronadores— / avasallar las almas / con tus nobles acentos seductores; / con aquella elocuencia, inagotable / raudal de que surgía / relampagueante la sublime idea, / ornada con la túnica de flores / de la bella y celeste Poesía![169]
Entre los muchos poetas que conocieron a Martí y se inspiraron en su obra, se cuenta Bonifacio Byrne, el autor de uno de los poemas dedicados a la bandera más conocidos por los cubanos. En 1897 decía Byrne en un soneto:
¡Heroico paladín de un pueblo triste! / contra tus enemigos en acecho, / fueron tres las espadas que esgrimiste: / ¡la razón, la justicia y el derecho!
Hoy que tu noble cuerpo ya no existe, / hoy que ha cesado de latir tu pecho, / se deja de pensar en lo que hiciste / para pensar en lo que hubieras hecho...
Tu palabra en la tierra fue un encanto, / y el poder que en el ánimo ejercía / tu irresistible seducción fue tanto;
que el solo anuncio de tu muerte impía / llenó a tu pueblo de letal quebranto, / ¡y hay quien piensa que vives todavía!
Pasó el tiempo y los cubanos siguieron venerando a Martí y otros poetas, de nuevas generaciones, cantaron al gran cubano. Tal es el caso de Rubén Martínez Villena quien, muy joven, en 1919, escribió el poema que tituló "19 de mayo", donde comienza diciendo:
Señor de la Palabra, Caudillo de la Idea, / tu verbo fue cual grito pletórico de fe, / que al pueblo arrodillado quitóle la librea, / rompióle las cadenas y púsole de pie; (...)
Es el mismo Rubén que en su "Mensaje lírico civil" de 1923 llamaba a una carga para acabar la obra de las revoluciones, "para cumplir el sueño de mármol de Martí".
En el año del centenario del nacimiento del Apóstol, nuevos poetas le cantaron en versos, entre ellos José Zacarías Tallet, quien terminaba su soneto "En el centenario del Apóstol" exclamando:
(...) / Pedestal y no ara de unos cuantos, / para bien de unos pocos, y otros tantos / blasfemando tu nombre día a día.
¡No es esto aquello que tú predicaste! / ¡No es esto aquello por qué te inmolaste! / Hay que cumplir tu sueño todavía.
Ese día, cuando Martí cumpliría cien años de haber nacido, un joven que muy pronto daría su vida por la patria, Raúl Gómez García, el poeta de la Generación del Centenario que fue a combatir el 26 de julio al cuartel Moncada, escribía "Reclamo del centenario" que dedicaba "al más digno de todos los cubanos":
Maestro, bajo tu frente enorme, / En la profundidad perenne de tus sueños / Se vislumbra el recuerdo de tus luchas de hombre; / Y en la angustia callada de este pueblo que es tuyo / Hay mil gemidos juntos clamándote en silencio, / Porque es solo tu alma quien nos puede salvar. / (...) / Maestro... Que tu voz sea un grito que detenga la lucha fratricida... / Que se borren de Cuba franjas que marchiten su estrella solitaria... / Que se oiga tu voz omnipotente clamar en los espacios siderales... / Y que caiga el tirano sanguinario vencido por la lucha libertaria.
En 1959 triunfó en Cuba la revolución que había comenzado su combate desde el 26 de julio de 1953, en el centenario del Apóstol, entonces el poeta Jesús Orta Ruiz, conocido como "Indio Naborí", escribió unos hermosos versos que tituló "Más que piedra" y subtituló "(Mensaje de Martí a la Cuba Nueva)" que comenzaba:
-¡Ya yo estaba cansado! Cansado de ser piedra, / piedra inmóvil y muda, con el índice muerto./ Nada más que un adorno de avenidas y parques / un silencio de piedra. ¡Nada más que un silencio!
Cuando a mis pies de piedra se quedaba dormido / un niño peregrino, descalzo y harapiento, / yo sufría mis brazos inmóviles, de piedra, / porque en la pétrea boca me florecía un beso / ¡y mis brazos de piedra no podían moverse / para alzar a mis labios el ángel macilento! / (...) / Pero al fin, victorioso, bajé del lomerío / a realizar mi sueño, / mi sueño interrumpido y olvidado / por los que me siguieron.
Y ya soy algo más que piedra / estoy vivo y haciendo.
Ahora no soy un simple nombre propio / tomado como anzuelo.
Ni tienen que decir el nombre mío. / ya mi nombre es un verbo.
Mirad para la estatua, mirad para la estatua / ¡y me verán sonriendo!
Los poetas han seguido inspirándose en Martí, en las grandes conmemoraciones o en los hechos comunes. Cintio Vitier le hizo un poema en 1974 llamado "Guardia nocturna", con la aclaración "Frente al monumento a Martí", en el que expresó la presencia martiana durante un acto cotidiano:
Yo estoy aquí de paso, cuidando un edificio, / pero el que está de guardia permanente eres tú.
Un parpadeante cielo de estrellitas azules / te rodea en la plaza silenciosa. ¡Oh mármol!:
todo lo que se mueve en torno tuyo, gira / por dentro de las venas de la Revolución!
Escudo que no puede tocar el enemigo, / proyectándonos, padre, como debemos ser.
estás sentado al centro de la noche infinita: / Gran Semi, jeroglífico de un invisible Sol.
Mientras, Virgilio López Lemus homenajeó el centenario de su muerte en 1995 con "Décimas en el centenario de la muerte de José Martí":
Patria mía, José Martí / cumple cien años de muerto, / ¿adónde hallaremos puerto / si no lo hallamos aquí? / Patria mía, José Mambi / parece de roca dura, / no yace en la sepultura, / se alza en el viento urbano, / él nos extiende la mano, sú mano es total albura. / (...) / Su vida no terminó / con su caida en combate, / el viento que fuerte bate / en polen la dispersó. / El polen se fecundó, / crece Martí sobre yerba / y desde la yerba observa / cómo cambia nuestra vida. / No es caída su caída / por tanta luz que conserva.
Como has podido ver, en todos los tiempos los poetas se han inspirado en Martí, aunque hay mucha poesía dedicada al Maestro no recogida en libros, sino pensada por gente que lo ama. Es que la vida de ese gran hombre fue un gran poema y así lo siente su pueblo. Martí nos ha acompañado a lo largo de nuestras luchas, de nuestros reveses, de nuestras victorias y de nuestros sueños. Tenemos el gran privilegio de ser compatriotas de José Martí y caminar junto a él. ¿Tienes algún verso para Martí?
100. ¿Puedes explicar tú ahora por qué Martí es el Apóstol, el Maestro, el Héroe Nacional?
Hemos conversado sobre José Martí, aquí se han expuesto datos de su vida personal y política, se han explicado sus ideas fundamentales y su obra revolucionaria en la propia palabra de Martí siempre que ha sido posible; también has podido leer sobre cómo otras personalidades han visto a Martí en vida y después de su muerte en combate. Ahora tú conoces más a Martí. Por eso, ¿cuál es el Martí que llevas dentro? ¿Cómo es para ti el Apóstol, el Maestro, el Héroe Nacional? Tú tienes la palabra.
Bibliografía general mínima
- Abad, Diana: De la Guerra Grande al Partido Revolucionario Cubano, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1995.
- Casasús, Juan José: La emigración cubana y la independencia de Cuba, Editorial Lex, La Habana, 1953.
- Castellanos García, Gerardo: Misión a Cuba. Cayo Hueso y Martí, Imprenta y Papelería Alfa, La Habana, 1944.
- Centro de Estudios Martianos: Siete enfoques marxistas sobre José Martí, Editora Política, La Habana, 1978.
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- Gómez, Máximo: Diario de campaña, Instituto del Libro, La Habana, 1968.
- Gómez, Juan Gualberto: Por Cuba Libre. Selección y prólogo de Emilio Roig de Leuchsenring, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1974.
- Hidalgo Paz, Ibrahim: Cronología, Centro de Estudios Martianos, La Habana, 2003.
- ________: El Partido Revolucionario Cubano en la Isla, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1992.
- Mañach, Jorge: Martí, El Apóstol, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 2001.
- Martí, José: Obras completas, Editorial Nacional de Cuba, La Habana, 1963-1973, 28 tomos.
- Rodríguez, Pedro Pablo: De las dos Américas, Centro de Estudios Martianos, La Habana, 2002.
- Zacharie de Baralt, Blanche: El Martí que yo conocí, Centro de Estudios Martianos/Editorial Pueblo y Educación, La Habana, 1990.
- Zamora, Carlos y Arnaldo Moreno: El amor como un himno. Poemas cubanos a José Martí, Centro de Estudios Martianos, La Habana, 2008.
- Varios: Así vieron a Martí, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1971.
Notas
- ↑ José Martí: Obras completas, Editorial Nacional de Cuba, La Habana, 1963-1973, 28 tomos. Vol. 16, p. 63. (Todos los textos de Martí citados están tomados de esta edición de las Obras Completas, por lo que en adelante la Autora solo consignará volumen y página).
- ↑ Vol. 16, pág. 65.
- ↑ Vol. 16, pág. 67.
- ↑ Vol. 16, pág. 98.
- ↑ Vol. 16, pág. 102.
- ↑ Vol. 20, pág. 243
- ↑ Vol. 17, pág. 13.
- ↑ Vol. 16, pp. 106-107.
- ↑ Vol. 20, pág. 245.
- ↑ Vol. 5, pp. 250-251.
- ↑ Vol. 4, pág. 325.
- ↑ Vol. 17, pág. 20.
- ↑ Vol. 18, pág. 19.
- ↑ Vol. 1, pág. 39.
- ↑ Vol. 17, pág. 27.
- ↑ Vol. 17, pág. 29.
- ↑ Vol. 1 pp. 53-54.
- ↑ Vol. 17, pág. 30.
- ↑ Vol. 17, pp. 32-33.
- ↑ Vol. 16, pp. 74-75.
- ↑ Vol. 17, pp. 37, 40-41.
- ↑ Vol. 1, pág. 46.
- ↑ Vol. 1, pág. 58.
- ↑ Vol. 1, pp. 89, 91-92, 98.
- ↑ Vol. 1, pág. 108.
- ↑ Vol. 6, pág. 423.
- ↑ Vol. 6, pág. 209.
- ↑ Vol. 17, pág. 133.
- ↑ Vol. 6, pp., 362-363.
- ↑ Vol. 20, pág. 16.
- ↑ Vol. 1, pág. 128.
- ↑ Vol. 20, pp. 47 y 51.
- ↑ Vol. 18, pág. 139.
- ↑ Vol. 18, pp. 141-142.
- ↑ Vol. 7, pág. 104.
- ↑ Vol. 7, pp. 118-119.
- ↑ Vol. 7, pp. 110-111.
- ↑ Vol. 6, pp. 265-266.
- ↑ Vol. 7, pág. 164.
- ↑ Vol. 20, pág. 53
- ↑ Vol. 4, pp. 177-178.
- ↑ Vol. 20, pág. 52
- ↑ Juan Gualberto Gómez: Por Cuba Libre. Selección y prólogo de Emilio Roig de Leuchsenring, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1974, pp. 337-338.
- ↑ Vol. 1, pág. 151, 153.
- ↑ Vol. 1, pág. 152
- ↑ Vol. 1, pág. 163.
- ↑ Vol. 4, pp. 183-211.
- ↑ Vol. 7, pág. 266.
- ↑ Vol. 18, pág. 304.
- ↑ Vol. 7, pp. 210-211.
- ↑ Vol. 7, pág. 284.
- ↑ Vol. 7, pág. 267.
- ↑ Vol. 16, pág. 17.
- ↑ Vol. 16, pp. 19, 34.
- ↑ Vol. 6, pág. 227.
- ↑ Vol. 21, pp. 15-16.
- ↑ Vol. 20, pp. 74, 77.
- ↑ Vol. 4, pp. 223-224.
- ↑ Vol. 20, pp. 88, 77.
- ↑ Vol. 18, pp. 301-303.
- ↑ Vol. 18, pág. 305.
- ↑ Vol. 4, pp. 358-362.
- ↑ Vol. 4, pp. 386-388.
- ↑ Vol. 4, pág. 362.
- ↑ Vol. 1, pág. 167. (La carta completa cuyos fragmentos se citan aquí está en las páginas 167 a la 170.)
- ↑ Vol. 1, pág. 171. (La carta completa cuyos fragmentos se citan aquí está en las páginas 171 y 173.)
- ↑ Vol. 1, pág. 177. (El texto completo cuyos fragmentos se citan está en las páginas 177 y 180.)
- ↑ Vol. 1, pág. 186.
- ↑ Vol. 4, pp. 215, 218, 221.
- ↑ Vol. 4, pág. 230.
- ↑ Vol. 4, pp. 236-238.
- ↑ Vol. 4, pág. 238.
- ↑ Vol. 4, pp. 254-255, 248-249.
- ↑ Vol. 4, pp. 259, 261, 266.
- ↑ Vol. 11, pp. 172-173.
- ↑ Vol. 11. (Todas las citas de este artículo están entre las páginas 335 y 339.)
- ↑ Vol. 11, pág. 437.
- ↑ Vol. 10, pág. 63.
- ↑ Vol. 10, pág. 184.
- ↑ El término boss en inglés significa "jefe". Martí lo utiliza así para significar la manera en que se denominaba en Estados Unidos a quienes controlaban los votos dentro de un partido.
- ↑ Vol. 9, pág. 64.
- ↑ Vol. 10, pág. 185.
- ↑ Vol. 11, pp. 16 y 175.
- ↑ Vol. 6, pág. 35.
- ↑ Vol. 6, pp. 46 y 36.
- ↑ James G. Blaine, secretario de Estado que convocó a esa conferencia.
- ↑ Vol. 6, pág. 41.
- ↑ Vol. 6, pág. 46.
- ↑ Vol. 6, pág. 46.
- ↑ Vol. 6, pp. 48, 50.
- ↑ Vol. 6, pp. 57, 59.
- ↑ Vol 6, pág. 122.
- ↑ La referencia al águila incluía sitios de México que recordaban la guerra en que Estados Unidos había arrebatado la mitad de su territorio al país azteca, mientras la alusión a apellidos se refiere a Narciso López quien buscó la anexión de Cuba a aquel país y William Walker, que hizo lo mismo en Centroamérica.
- ↑ Vol. 16, pág. 61.
- ↑ Vol. 6, pág. 140.
- ↑ Vol. 10, pág. 84.
- ↑ Vol. 11, pág. 167.
- ↑ Vol. 16, pág. 119.
- ↑ Vol. 6. (El ensayo completo que se cita está entre las páginas 15 y 23.)
- ↑ Vol. 6, pp. 158-159.
- ↑ Vol. 6, pág. 160.
- ↑ Vol. 1, pag. 272.
- ↑ Vol. 4, pp. 269-279.
- ↑ Vol. 1, pág. 279.
- ↑ Vol. 1, pp. 281-284.
- ↑ Vol. 5, pp. 25-26.
- ↑ Luis García Pascual: Destinatario José Martí. Editora Abril, La Habana, 2005, pp. 391-392.
- ↑ Vol. 2, pág. 460.
- ↑ Vol. 2, pp. 298-299.
- ↑ Vol. 3, pág. 30.
- ↑ Vol. 28, pp. 290-292.
- ↑ Vol. 1, pp. 169-170.
- ↑ Vol. 1, pág. 251.
- ↑ Vol. 1, pp. 333-355.
- ↑ Vol. 1, pp. 315-322.
- ↑ Vol. 2, pág. 44.
- ↑ Vol. 2, pág. 119.
- ↑ Vol. 2, pág. 123.
- ↑ Vol. 2, pp. 160, 164.
- ↑ Vol. 3, pp. 138-143.
- ↑ Vol. 3, pp. 218-219.
- ↑ Vol. 4, pp. 17-18.
- ↑ Vol. 4, pág. 41.
- ↑ Vol. 4, pp. 93-101.
- ↑ Vol. 4, pp. 69-71.
- ↑ Benigno Souza: Máximo Gómez. El Generalísimo. Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1972, pp. 127-128.
- ↑ Vol. 16, pág. 77.
- ↑ Vol. 1, pp. 180-181.
- ↑ Vol. 20, pág. 475.
- ↑ Vol. 20, pág. 480.
- ↑ Vol. 4, pág. 111
- ↑ Vol. 4, pág. 46.
- ↑ Máximo Gómez. Diario de campaña. Instituto del Libro, La Habana, 1968, pp. 275-276.
- ↑ Máximo Gómez: Ob. cit., pp. 278-279.
- ↑ Vol. 19, pág. 218.
- ↑ Vol. 19, pág. 220.
- ↑ Vol. 19, pág. 226.
- ↑ Vol. 19, pp. 236-237.
- ↑ Vol. 19, pág. 238.
- ↑ Vol. 4, pág. 126.
- ↑ Vol. 19, pág. 217.
- ↑ Vol. 4, pp. 126-127.
- ↑ Vol. 4, pág. 137.
- ↑ Vol. 19, pág. 215.
- ↑ Vol. 19, pág. 216.
- ↑ Vol. 19, pp. 242-243.
- ↑ Vol. 20, pp. 214-215.
- ↑ Vol. 20, pp. 224-225.
- ↑ Vol. 20, pág. 227.
- ↑ Vol. 20, pág. 230.
- ↑ Vol. 19, pp. 228-229.
- ↑ Vol. 19, pág. 229.
- ↑ Máximo Gómez: Ob. cit., p. 282
- ↑ Vol. 20, pág. 230.
- ↑ Vol. 4, pp. 164-165.
- ↑ Vol. 4, pp. 167-170.
- ↑ Máximo Gómez: Ob. cit., pág. 285.
- ↑ Ibíd., p. 309.
- ↑ Orlando Barrera Figueroa (comp.): Serafín Sánchez Valdivia. Diario y otros documentos. Ediciones Luminaria, Sancti Spíritus, 1992, pp. 89-92.
- ↑ El Fígaro, 30 de abril de 1899, Año XV, No. 16, pp. 115 y 121.
- ↑ El Fígaro, 28 de mayo de 1899, Año XVI, No. 20, p. 166.
- ↑ Enrique Hernández Miyares: Poesías. Imp. Avisador Comercial, La Habana, 1915, p. 35.
- ↑ Órbita de Rubén Martínez Villena. UNEAC, La Habana, 1965, pág. 99.
- ↑ Instituto de Historia del Movimiento Comunista y la Revolución Socialista de Cuba: J. A. Mella, documentos y artículos, La Habana, Editorial de Ciencias Sociales, 1975, pp. 267-276.
- ↑ Raúl Roa: La Revolución del 30 se fue a bolina. Instituto del Libro, La Habana, 1969, pp. 286-287.
- ↑ Centro de Estudios Martianos: Siete enfoques marxistas sobre José Martí, Editora Política, La Habana, 1978, pp. 21-36.
- ↑ Fidel Castro: La historia me absolverá. Editora Política, La Habana, 1964, p. 79.
- ↑ Nicolás Guillén: Obra poética 1958-1972. Instituto Cubano del Libro, La Habana, 1973, pp. 165-167.
- ↑ Todos los poemas citados en esta pregunta fueron tomados de Carlos Zamora y Arnaldo Moreno: El amor como un himno. Poemas cubanos a José Martí. Centro de Estudios Martianos, La Habana, 2008.