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La dictadura cívico-militar autodenominada Proceso de Reorganización Nacional fue un gobierno dictatorial que se extendió entre 1976 y 1983 en la República Argentina.
Antecedentes[editar | editar código]
Hacia 1976, la Argentina había entrado en un proceso de radicalización de la clase obrera, lo que se vio reflejado en la aparición de numerosos partidos socialistas y de un ala izquierda del peronismo.
El estallido del Cordobazo en 1969 fue un hito en este proceso, que precipitó la caída en 1970 de la dictadura de Juan Carlos Onganía. Esto dio paso a la transición a un gobierno civil en 1973, con el objetivo, por parte de las fuerzas armadas, de prevenir una mayor radicalización que diera pie a una salida revolucionaria del régimen, pero previendo una eventual vuelta.
La restauración de la democracia burguesa se produjo con un peronismo muy fortalecido, nutrido por corrientes de izquierda y derecha que habían sido apoyadas igualmente por Perón desde su exilio. Esta alianza se había cristalizado en el Frente Justicialista de Liberación (FREJULI) y en la legalización de las guerrillas peronistas (que redujeron su actividad armada). No obstante, la coalición terminó rompiéndose rápidamente y Perón se agrupó con el derechismo, avalando el accionar clandestino de la policía y de fuerzas paramilitares en contra de la "infiltración marxista" en el seno del movimiento peronista. Esta política quedó cristalizada en el Documento Reservado del Consejo Superior del Partido Justicialista.
De este modo, hasta 1976 se desplegó un aparato represivo que combinaba el accionar legal de la policía con la violencia clandestina de la Triple A (Alianza Anticomunista Argentina). Igualmente, muchos gobiernos provinciales fueron derrocados por la derecha peronista con el aval del Estado nacional.
Por otro lado, en 1975, el Ministro de Economía, Celestino Rodrigo, anunció un plan de ajuste basado en una violenta devaluación del peso y el congelamiento de salarios. Esta política, conocida como Rodrigazo, mereció una contundente respuesta de la clase trabajadora argentina, que organizada desde sus bases impulsó una huelga general con la cual desplazó al ministro. Así, había logrado doblegar a la burguesía, que llegó a la conclusión de que no podía realizar su programa económico y político en el marco del Estado de derecho, de tal modo que su objetivo pasó a ser el exterminio de los elementos del proletariado con mayor conciencia de clase.