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Peronismo

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El peronismo también llamado justicialismo es una doctrina política argentina fundada por Juan Domingo Perón e institucionalizada en el Partido Justicialista.

Características[editar | editar código]

Eclecticismo y ambigüedad[editar | editar código]

Una característica muy importante del peronismo, asumida por sus dirigentes, es la combinación de elementos de numerosas ideologías, muchas veces en forma inconsistente, cambiante y ambigua, lo que ha favorecido el desarrollo de numerosas corrientes, especialmente tras el exilio de Perón. Nacionalistas, guerrilleros de izquierda, reaccionarios ultracatólicos, fundamentalistas del libre mercado, militaristas y progresistas moderados han declarado ser peronistas.

La ambigüedad del peronismo también es utilizada muchas veces veces para justificar la formación de grandes alianzas electorales con partidos de diversa orientación política.

Conciliación de clases[editar | editar código]

El peronismo promueve la llamada justicia social, que suele ser concebida como la repartición equitativa de la riqueza entre capitalistas y trabajadores, oponiéndose a la lucha de clases, tratándola no como un fenómeno inherente del capitalismo (así como de toda sociedad de clases) sino como una acción consciente de los partidos políticos que puede ser superada mediante la colaboración en vez del derrocamiento revolucionario de la clase dominante por la clase oprimida.[1][2]

Anticomunismo[editar | editar código]

Perón declaró que Marx, al igual que Hegel, encumbraba al Estado, reduciendo al individuo a la nada, a simples engranajes sin identidad propia, puestos al servicio de una gran máquina, como ocurriría acaso en la Unión Soviética. Según él, el comunismo llevaba a la insectificación del hombre.[3] No obstante, esta crítica podría volverse contra el mismo Perón, que utilizó al Estado no sólo para calmar las demandas del movimiento obrero a través de reformas, sino también para reprimirlo, a veces duramente, cuando fue incapaz de controlarlo.

Este rasgo del peronismo se ha atenuado con el paso del tiempo. En el plano comercial, Argentina comenzó su acercamiento con los países del Bloque Este bajo el tercer mandato de Perón (1973-1974) y el auge del kirchnerismo (2003-2015) fue favorecido notablemente por la demanda china de cereales y oleaginosas, principalmente, la soja. Políticamente, por otro lado, tanto el Partido Comunista como el Partido Comunista Revolucionario se unieron en alianza con el kirchnerismo.

Tercera posición[editar | editar código]

Uno de los lemas del peronismo, "ni yanquis ni marxistas, peronistas", simboliza la postura de no alineamiento con las grandes potencias, que se vio reflejado en la neutralidad adoptada durante la Segunda Guerra Mundial mientras Perón ocupaba simultáneamente los cargos de Vicepresidente, Ministro de Guerra y Secretario de Trabajo y Previsión, así como en el acercamiento con los países no alineados y los esfuerzos por formar una alianza regional en Sudamérica.

El propio peronismo ha transgredido en varias ocasiones la iniciativa de una tercera posición, como por ejemplo, los intentos del Estado argentino de participar en la Guerra de Corea en el bando pro-norteamericano. Más tarde, el gobierno peronista de Carlos Saúl Menem (1989-1998) revocaría esta premisa por completo, enviando armas de manera ilegal a Croacia, brindando apoyo logístico contra Irak y normalizando las relación con el Reino Unido de una manera humillante para la Argentina tras la Guerra del Atlántico Sur, mediante la firma de los Acuerdos de Madrid.[4]

Simbología[editar | editar código]

Escudo del Partido Justicialista[editar | editar código]

Marcha peronista[editar | editar código]

Perón vuelve[editar | editar código]

Historia[editar | editar código]

Orígenes[editar | editar código]

Juan Domingo Perón inició su carrera política durante el gobierno militar iniciado en 1943, tras el golpe de Estado contra el presidente filofascista[5] Ramón S. Castillo. El golpe fue propiciado por una facción nacionalista de las Fuerzas Armadas nucleada en el GOU (siglas de, presuntamente, Grupo de Oficiales Unidos) y, a diferencia de los demás golpes de Estado exitosos a lo largo de la historia argentina, éste carecía de un apoyo civil inicial, aunque prontamente se vería su incidencia sobre la lucha de clases. En este sentido, Perón jugaba un rol importante, dado que fue designado Secretario de Trabajo, y si bien esa cartera ya existía con anterioridad, sus funciones estaban muy acotadas en el marco de una política económica sumamente desfavorable para los obreros.

Aquello cambió con la llegada de Perón, quien se encargó de mediar desde el Estado numerosos conflictos laborales de una manera muy favorable para los obreros. Su competencia eran los comunistas, que habían hecho grandes avances dentro de los sindicatos por rama de actividad, aparecidos con la incipiente industrialización del país. Por esto, la estrategia del entonces coronel fue atender distintos reclamos históricos del proletariado argentino al mismo tiempo que se reprimía a sus elementos más combativos con la dictadura, que tenía un pronunciado sesgo anticomunista. Así se fue ganando Perón a los sindicatos.

Tras ser detenido Perón por la dictadura, un dirigente sindical de tendencia anarquista, del frigorífico Swift de la ciudad de Berisso, Cipriano Reyes, convocó a los obreros a marchar hasta Plaza de Mayo para reclamar su liberación, tras lo cual se fueron sumando los demás gremios del Gran Buenos Aires. Así, el 17 de octubre de 1945 se produjo un hito fundamental para la historia del peronismo. La ocupación de plaza, además, fue muy significativa, ya que históricamente los obreros no podían circular fácilmente por el centro de Buenos Aires. Al final, la presión fue tan grande que Perón fue llevado hasta Casa Rosada, el palacio del Poder Ejecutivo Nacional, a hablarle a los obreros. Este episodio marcó el fin de la dictadura militar y el llamado a elecciones presidenciales.

Los dos primeros mandatos de Perón (1945-1955)[editar | editar código]

La resistencia peronista (1955-1973)[editar | editar código]

Ruptura interna (1973-1975)[editar | editar código]

Dictadura y restauración de la democracia burguesa (1976-1989)[editar | editar código]

Consolidación de las reformas neoliberales (1989-2001)[editar | editar código]

Kirchnerismo (2003-actualidad)[editar | editar código]

Referencias[editar | editar código]

  1. “La lucha de clases no puede ser considerada hoy en ese aspecto que ensombrece toda esperanza de fraternidad humana. En el mundo, sin llegar a soluciones de violencia, gana terreno la persuasión de que la colaboración social y la dignificación de la humanidad constituyen hechos, no tanto deseables cuanto inexorables. La llamada lucha de clases, como tal, se encuentra en trance de superación. Esto en parte era un hecho presumible. La situación de lucha es inestable, vive de su propio calor, consumiéndose hasta obtener una decisión. Las llamadas clases dirigentes de épocas anteriores no podían sustraerse al hecho poco dudoso de sus crisis. La humanidad tenía que evolucionar forzosamente hacia nuevas convenciones vitales y lo ha hecho.”

    Juan Domingo Perón (2016 [1949]). 'La superación de la lucha de clases por la colaboración social y la dignificación humana' en La comunidad organizada (p. 129). [PDF] Buenos Aires: Biblioteca del Congreso de la Nación.

  2. “Para que no haya luchas de clases, yo no creo, como los comunistas, que sea necesario matar a todos los oligarcas del mundo. No, porque sería cosa de no acabar jamás, ya que una vez desaparecidos los de ahora tendríamos que empezar con nuestros hombres convertidos en oligarcas, en virtud de la ambición, de los honores, del dinero o del poder. El camino es convertir a todos los oligarcas

    del mundo: hacerlos pueblo, de nuestra clase y de nuestra raza. ¿Cómo? Haciéndolos trabajar para que integren la única clase que reconoce Perón: la de los hombres que trabajan. El trabajo es la gran tarea de los hombres, pero es la gran virtud. Cuando todos sean trabajadores, cuando todos vivan del propio trabajo y no del trabajo ajeno, seremos todos más buenos, más hermanos y la oligarquía será un recuerdo amargo y doloroso para la humanidad. Pero, mientras tanto, lo

    fundamental es que los hombres del pueblo, los de la clase que trabaja, no se entreguen a la raza oligarca de los explotadores. Todo explotador es enemigo del pueblo. ¡La justicia exige que sea derrotado!”

    Eva Perón (1952). 'Una sola clase' en Mi mensaje (pp. 19-20). [PDF]

  3. “Hegel convertirá en Dios al Estado. La vida ideal y el mundo espiritual que halló abandonados los recogió para sacrificarlos a la Providencia estatal, convertida en una serie de absolutos. De esta concepción filosófica derivará la traslación posterior: el materialismo conducirá al marxismo, y el idealismo, que ya no se acentúa sobre el hombre, será en los sucesores y en los intérpretes de Hegel, la deificación del Estado ideal con su consecuencia necesaria, la insectificación del individuo.

    El individuo está sometido en éstos a un destino histórico a través del Estado, al que pertenece. Los marxistas lo convertirán a su vez en una pieza, sin paisajes ni techo celeste, de una comunidad tiranizada donde todo ha desaparecido bajo la mampostería. Lo que en ambas formas se hace patente es la anulación del

    hombre como tal, su desaparición progresiva frente al aparato externo del progreso, el Estado fáustico o la comunidad mecanizada.”

    Juan Domingo Perón (2016 [1949]). 'La terrible anulación del hombre por el Estado y el problema del pensamiento democrático del futuro' en La comunidad organizada (p. 154). [PDF] Buenos Aires: Biblioteca del Congreso de la Nación.

  4. "Los acuerdos de Madrid" (2012-03-28). Sitio web del Partido Comunista Revolucionario. Consultado en 2025-11-23.
  5. Juan Domingo Perón (1946). El libro azul y blanco. [PDF] Buenos Aires.