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El Partido Comunista de España (PCE) es un partido político español que se autodenomina comunista. El PCE se autodenominó Marxista–Leninista desde su fundación en 1921 hasta el IX Congreso en 1978, posteriormente, volvió a considerarse Marxista–Leninista tras el XX Congreso en 2017[1].
Historia[editar | editar código]
Fundación[editar | editar código]
El PCE se fundó y celebró su primer congreso en 1921 a partir de la fusión del Partido Comunista Obrero Español (PCOE) y el Partido Comunista Español (ambos escisiones del Partido Socialista Obrero Español) con el objetivo de crear una sección en España de la Internacional Comunista.[2] La decisión de formar un partido aparte vino por los profundos debates en el seno del PSOE y del marxismo internacional con respecto a la Primera Guerra Mundial y el apoyo o no a la joven Revolución Rusa de Octubre de 1917. Al ala reformista del PSOE, encabezada por Besteiro y Largo Caballero, se oponía a las juventudes del partido (Federación de Juventudes Socialistas), que decidieron separarse del que había sido su partido para empezar a crear el Partido Comunista Español.[2]
Primeros años y dictadura de Primo de Rivera[editar | editar código]
Después de una época de fervor revolucionario entre los años 1917 y 1920 en España, se impuso la dictadura militar del general Miguel Primo de Rivera, la cual trajo consigo una feroz represión de los elementos revolucionarios de la sociedad, entre ellos a los militantes del PCE.
Debido a los múltiples militantes que habían sido represaliados, en 1925 se tuvo que conformar una nueva dirección central conformada por cuadros jóvenes donde destaca la figura de José Bullejos. Esta dirección central, que aguantaría hasta el IV Congreso del PCE en 1932, se caracterizó por violar acuerdos democráticos alcanzados en el III Congreso del PCE de 1929 y una línea política izquierdista de tipo sectario.
También en la época de la dictadura de Primo de Rivera, las distintas fuerzas de la clase trabajadora sufrieron cambios que revelaron las deficiencias de cada una de ellas.
Por un lado, la Confederación Nacional del Trabajo (CNT), uno de los dos grandes sindicatos de España por aquel momento y la principal fuerza anarcosindicalista, se disolvió, incapaz de operar bajo la presión de la clandestinidad. Por otro lado, los dirigentes del PSOE y de la Unión General de Trabajadores (UGT), vinculado al PSOE, que era el otro gran sindicato del país, decidió colaborar con el gobierno militar y exponer a los comunistas y sacrificar la perspectiva de formar parte de la oposición revolucionaria.
El final de la década de los años 20 y principios de los 30 en España se caracterizaron por el proceso de deslegitimación total de la monarquía y la dictadura de Primo de Rivera. Las acciones de masas antimonárquicas y antidictatoriales de los trabajadores y campesinos se multiplicaron, a la par que cada vez más intelectuales progresistas expresaban su rechazo al régimen actual.
El Partido Comunista de España analizó que el país se acercaba a una situación revolucionaria. Más concretamente, a una revolución democrática.
Siguiendo la ideología Marxista–Leninista, el PCE concluyó que esta revolución democrática, que en lo económico debía ser antifeudal y en lo político debía ser antimonárquica, era la primera etapa necesaria para la consecuente revolución socialista. También señaló que la clase dirigente de esta revolución debería ser la clase trabajadora en alianza con el campesinado y con el apoyo de la intelectualidad progresista, la pequeña burguesía e incluso la burguesía no monopolista. Por último, indicó que para llevar a cabo esta revolución, no iban a ser útiles herramientas como el complot militar, sino los movimientos de masas populares.
Sin embargo, el PCE no era la única fuerza que reconocía la prometedora situación que se le abría al pueblo español. En esta época, el PSOE defendió la tesis reformista de que la clase dirigente en las revoluciones democráticas debe ser la burguesía, y que la clase trabajadora debería ser una clase servil a ésta. En base a ésta tesis, se alió con las fuerzas republicanas burguesas en el Pacto de San Sebastián, donde se coordinaron numerosas fuerzas políticas republicanas donde proponían un Comité Revolucionario que fuese el nuevo gobierno español tras un complot militar que derrocase a la monarquía.
Por otro lado, la dirección central del PCE, nucleada en torno a la figura de José Bullejos, desoyó lo previamente discutido en el seno del Partido y lanzó eslóganes izquierdistas de corte sectario como «el proletariado lucha por sí mismo», ignorando el hecho de que en la coyuntura del momento, el proletariado debía buscar ser la fuerza hegemónica de la revolución democrática entre toda la sociedad española.
Pero las tensiones con esta dirección central sectaria se hicieron evidentes cuando direcciones regionales del PCE ignoraron las órdenes de José Bullejos y compañía para plantear una táctica y un trabajo de masas mucho más flexible y que cosechó grandes éxitos.[2]
Época de la II República[editar | editar código]
El PSOE ahondó en su táctica oportunista entrando en el gobierno de la II República junto a otras fuerzas burguesas y pequeñoburguesas, teniendo que soportar las críticas por estar en un gobierno que no conseguía aplicar el programa revolucionario democrático, lo cual dio espacio a la reacción para reorganizarse.
En los años posteriores, tras que la reacción consiguió reorganizarse y algunas victorias, como la formación del gobierno entre la Confederación Española de Derechas Autónomas (CEDA)y el Partido Radical tras las elecciones de 1933, el PCE propuso una línea de unidad obrera y popular antifascista, siguiendo la tradición previa del PCE y los debates de la Internacional Comunista que cristalizaron en el VII Congreso de la misma.
La entrada de dos ministros de la CEDA en el gobierno republicano radical confirmó los miedos de parte de la sociedad española de que se estaba viviendo un periodo de fascistización. Este gobierno detuvo todas las reformas progresistas que había empezado el gobierno anterior y acercó a los militares más reaccionarios a las posiciones de poder.
Ante esta situación, el PCE propuso una serie de huelgas para luchar contra las iniciativas de la reacción, pero el PSOE propuso una insurrección para octubre de 1934. El PCE originalmente se opuso a ello por considerar que no se daban las condiciones para que esa iniciativa fuese exitosa, y acusó a los socialistas de “jugar a la insurrección”, mientras que los dirigentes anarquistas apelaban a sus seguidores a no luchar en octubre. Los comunistas, si bien se opusieron a la proposición de los socialistas, se unieron finalmente a los esfuerzos insurreccionales. La insurrección tuvo especial éxito en Asturias, donde comunistas, socialistas y anarquistas se unieron alrededor de las Alianzas Obreras y Campesinas y consiguieron poner la producción en manos de los obreros durante más de dos semanas.
El levantamiento fue finalmente aplastado tras la llegada del general Francisco Franco. Unos 30.000 revolucionarios fueron hechos prisioneros, además de numerosos sentenciados a muerte y una cantidad de muertos que aún a día de hoy no se conoce. El trabajo del PCE en los meses posteriores fue por la amnistía de los prisioneros y el fin de la pena de muerte.
Tras muchos esfuerzos, se consiguió conformar el Frente Popular Antifascista, una alianza de fuerzas obreras y otros sectores del pueblo para disputar las elecciones de febrero de 1936 y para combatir al fascismo en todos los casos. Más notablemente, dentro del Frente Popular se encontraba el PCE, el PSOE, el Partido Obrero de Unificación Marxista (POUM, de corriente izquierdista-trotskista), y múltiples fuerzas de la izquierda republicana pequeñoburguesa.[2]
Posiciones actuales[editar | editar código]
El PCE se identificó como Marxista–Leninista desde su fundación en 1921, hasta su IX Congreso en 1978. Tras este Congreso, el partido abandonó oficialmente esa denominación y pasó a considerarse «marxista revolucionario». Posteriormente, en 2017, y tras el XX Congreso, el PCE volvió a identificarse como Marxista–Leninista.[1]
Este cambio representaba sin dudas corrientes internas del Partido que creían necesaria la vuelta a la ortodoxia ideológica ya que, bajo su punto de vista, la deriva ideológica comenzada en los años 70 había supuesto un largo proceso de debilitamiento del PCE. Lejos de zanjar las luchas internas, éstas se han sucedido con especial dureza desde entonces.
En el XX Congreso se analizó que el PSOE era el principal partido del Régimen del 78 (orden político–institucional vigente en España como forma concreta que toma la dictadura de la burguesía) y que el objetivo del PCE era el derrocamiento de este Régimen mediante la revolución. Pese a esto, la dirección central elegida por el XX Congreso decidió entrar a un gobierno de coalición con el PSOE dentro de la plataforma de Izquierda Unida (IU), la cual a su vez se insertaba en la coalición de Unidas Podemos (junto al conocido partido PODEMOS).[3] Esto causó malestar y fuertes debates internos en el seno del PCE.
Desde ese momento se formaron, a grandes rasgos, dos corrientes enfrentadas en el seno del Partido:
- El sector «oficialista» (llamado así por ser «leal» a la mayoría de la dirección central), cuyas posiciones fundamentales son la integración del PCE en varias coaliciones electorales (Izquierda Unida, Unidas Podemos, Sumar), la participación del gobierno de coalición junto al PSOE y no hacer un importante trabajo de masas, centrando el grueso de la actividad en la arena electoral e institucional.
- El «sector crítico», el cual pide la salida del PCE y de IU del gobierno de coalición, el énfasis en la recuperación de las siglas propias en comicios y una práctica política centrada en la participación de los movimientos obreros y populares. [4]
A grandes rasgos, se puede identificar la primera corriente como el «ala derecha» y a la segunda como el «ala izquierda».
Referencias[editar | editar código]
- ↑ 1,0 1,1 https://exterior.pce.es/media/uploads/2020/01/17/2002a5e0f92640cc81180941e43f80ac.pdf
- ↑ 2,0 2,1 2,2 2,3 https://www.pce-epk.org/wp-content/uploads/2016/11/Historia_PCE.pdf
- ↑ “Pedro Sánchez y Pablo Iglesias han alcanzado un acuerdo para formar un Gobierno de coalición en el que el líder de Unidas Podemos ocupe la vicepresidencia. El documento conjunto que confirma ese pacto señala que los detalles se conocerán en los próximos días, pero fija una serie de “ejes prioritarios de actuación del gobierno progresista” en los que están de acuerdo PSOE y Unidas Podemos.”
Esther Palomera (2019-11-12). "DOCUMENTO | Texto íntegro del pacto firmado por Sánchez e Iglesias para el gobierno de coalición" elDiario.es. Consultado en 2025-05-31. - ↑ “Lo que hemos vivido ha sido el conflicto entre el deber y el querer, el conflicto entre lo que uno considera que debe hacer y lo que uno quiere o puede hacer. Por la mañana, Izquierda Unida planteó una posible salida del Gobierno, que es lo que se tiene que hacer, y por la tarde acabó imponiéndose la realpolitik, la inercia por mantenerse en el Gobierno y la incapacidad de imaginarse un futuro fuera de él.”
Ismael Poveda (2025-04-25). "Alberto Cubero, líder del sector crítico de IU: "Es necesario salir del Gobierno y activar a la calle"" El Mundo. Consultado en 2025-05-31.