Menú alternativo
Menú alternativo personal
No has accedido
Tu dirección IP será visible si haces alguna edición

Biblioteca:Grundrisse/Introducción

De ProleWiki, la enciclopedia proletaria
Revisión del 18:05 20 feb 2025 de Ismael (discusión | contribs.) (Página creada con «== I. Producción, Consumo, Distribución, Cambio (Circulación) == <blockquote>Individuos autónomos. Ideas del siglo XVIII</blockquote>a) El objeto a considerar es en primer término la ''producción material''. Individuos que producen en sociedad, o sea la producción de los individuos socialmente determinada: este es naturalmente el punto de partida. El cazador o el pescador solos y aislados, con los que comienzan Smith<ref group="Nf">Cf. ADAM SMITH, ''An Inquiry…»)
(difs.) ← Revisión anterior | Revisión actual (difs.) | Revisión siguiente → (difs.)

I. Producción, Consumo, Distribución, Cambio (Circulación)

Individuos autónomos. Ideas del siglo XVIII

a) El objeto a considerar es en primer término la producción material.

Individuos que producen en sociedad, o sea la producción de los individuos socialmente determinada: este es naturalmente el punto de partida. El cazador o el pescador solos y aislados, con los que comienzan Smith[Nf 1] y Ricardo[Nf 2], pertenecen a las imagi­naciones desprovistas de fantasía que produjeron las robinsonadas dieciochescas, las cuales, a diferencia de lo que creen los historiadores de la civilización, en modo alguno expresan una simple reacción contra un exceso de refinamiento y un retorno a una malentendida vida natural. El contrat social de Rousseau[Nf 3], que pone en relación y conexión a través del contrato a sujetos por naturaleza independientes, tampoco reposa sobre semejante naturalismo. Este es sólo la apariencia, y la apariencia puramente estética, de las grandes y pequeñas robinsonadas. En realidad, se trata más bien de una anticipación de la "sociedad civil"[Nf 4] que se preparaba desde el siglo XVI y que en el siglo XVIII marchaba a pasos de gigante hacia su madurez. En esta socie­dad de libre competencia cada individuo aparece como despren­dido de los lazos naturales, etc., que en las épocas históricas precedentes hacen de él una parte integrante de un conglome­rado humano determinado y circunscrito. A los profetas del siglo XVIII, sobre cuyos hombros aún se apoyan totalmente Smith y Ricardo, este individuo del siglo XVIII —que es el producto, por un lado, de la disolución de las formas de socie­dad feudales y, por el otro, de las nuevas fuerzas productivas desarrolladas a partir del siglo XVI— se les aparece como un ideal cuya existencia habría pertenecido al pasado. No como un resultado histórico, sino como punto de partida de la historia. Según la concepción que tenían de la naturaleza humana, el individuo aparecía como conforme a la naturaleza en cuanto puesto por la naturaleza y no en cuanto producto de la historia. Hasta hoy, esta ilusión ha sido propia de toda época nueva. Steuart, que desde muchos puntos de vista se opone al siglo XVIII y que como aristócrata se mantiene más en el terreno histórico, supo evitar esta simpleza.

Cuanto más lejos nos remontamos en la historia, tanto más aparece el individuo —y por consiguiente también el individuo productor— como dependiente y formando parte de un todo mayor: en primer lugar y de una manera todavía muy entera­mente natural, de la familia y de esa familia ampliada que es la tribu; más tarde, de las comunidades en sus distintas formas, resultado del antagonismo y de la fusión de las tribus.[Nf 5] Sola­mente al llegar el siglo XVIII, con la "sociedad civil", las diferentes formas de conexión social aparecen ante el individuo como un simple medio para lograr sus fines privados, como una necesidad exterior. Pero la época que genera este punto de vista, esta idea del individuo aislado, es precisamente aquella en la cual las relaciones sociales (universales según este punto de vista) han llegado al más alto grado de desarrollo alcanzado hasta el presente. El hombre es, en el sentido más literal, un ζῷον πολιτικόν[Nf 6] no solamente un animal social, sino un ani­mal que sólo puede individualizarse en la sociedad. La producción por parte de un individuo aislado, fuera de la sociedad —hecho raro que bien puede ocurrir cuando un civilizado, que potencialmente posee ya en sí las fuerzas de la sociedad, se extravía accidentalmente en una comarca salvaje— no es menos absurda que la idea de un desarrollo del lenguaje sin individuos que vivan juntos y hablen entre sí. No hay que detenerse más tiempo en esto. Ni siquiera habría que rozar el punto si esta tontería, que tenía un sentido y una razón entre los hombres del siglo XVIII, no hubiera sido introducida seriamente en plena economía moderna por Bastiat, Carey, Proudhon, etc.[Nf 7] A Proudhon, entre otros, le resulta naturalmente cómodo explicar el origen de una relación económica, cuya génesis histórica desconoce, en términos de filosofía de la historia, mitologizando que a Adán y a Prometeo se les ocurrió de repente la idea y entonces fue introducida, etc. Nada hay más insulso que el locus communis[PW 1] puesto a fantasear.

Eternización de relaciones de producción históricas. Producción y distribución en general. Propiedad.

Por eso, cuando se habla de producción, se está hablando siempre de producción en un estadio determinado del desarro­llo social, de la producción de individuos en sociedad. Podría parecer por ello que para hablar de la producción a secas debiéramos o bien seguir el proceso de desarrollo histórico en sus diferentes fases, o bien declarar desde el comienzo que esta­mos ante una determinada época histórica, por ejemplo, de la mo­derna producción burguesa, la cual es en realidad nuestro tema específico. Pero todas las épocas de la producción tienen cier­tos rasgos en común, ciertas determinaciones comunes. La pro­ducción en general es una abstracción, pero una abstracción que tiene un sentido, en tanto pone realmente de relieve lo común, lo fija y nos ahorra así una repetición. Sin embargo, lo general o lo común, extraído por comparación, es a su vez algo completamente articulado y que se despliega en distintas deter­minaciones. Algunas de éstas pertenecen a todas las épocas; otras son comunes sólo a algunas. [Ciertas] determinaciones serán comunes a la época más moderna y a la más antigua. Sin ellas no podría concebirse ninguna producción, pues si los idiomas más evolucionados tienen leyes y determinaciones que son comunes a los menos desarrollados, lo que constituye su desarrollo es[Np 1] precisamente aquello que los diferencia de estos ele­mentos generales y comunes[Np 2]. Las determinaciones que valen para la producción en general son precisamente las que deben ser separadas, a fin de que no se olvide la diferencia esencial por atender sólo a la unidad, la cual se desprende ya del hecho de que el sujeto, la humanidad, y el objeto, la naturaleza, son los mismos. En este olvido reside, por ejemplo, toda la sabiduría de los economistas modernos que demuestran la eternidad y la armonía de las condiciones sociales existentes. Un ejemplo. Ninguna producción es posible sin un instrumento de produc­ción, aunque este instrumento sea sólo la mano. Ninguna es posi­ble sin trabajo pasado, acumulado, aunque este trabajo sea sola­mente la destreza que el ejercicio repetido ha desarrollado y con­centrado en la mano del salvaje. El capital, entre otras cosas, es también un instrumento de producción, es también trabajo pasa­do objetivado. De tal modo, el capital es una relación natural, uni­versal y eterna; pero lo es si dejo de lado lo específico, lo que hace de un "instrumento de producción", del "trabajo acumulado", un capital. Así, toda la historia de las relaciones de producción aparece, por ejemplo en Carey, como una falsificación organiza­da malignamente por los gobiernos.

Si no existe producción en general, tampoco existe una producción general. La producción es siempre una rama particular de la producción —vg., la agricultura, la cría del ganado, la manufactura, etc.—, o bien es una totalidad. Pero la econo­mía política no es la tecnología. Desarrollar en otro lado (más adelante) la relación de las determinaciones generales de la producción, en un estadio social dado, con las formas particu­lares de producción. Finalmente, la producción tampoco es sólo particular. Por el contrario, es siempre un organismo social determinado, un sujeto social que actúa en un conjunto más o menos grande, más o menos pobre, de ramas de producción. Tampoco corresponde examinar aquí la relación entre la repre­sentación científica y el movimiento real. Producción en gene­ral. Ramas particulares de la producción. Totalidad de la pro­ducción.

Está de moda incluir como capítulo previo a la economía una parte general, que es precisamente la que figura bajo el título de "Producción" (véase, por ejemplo, J. St. Mill)8, y en la que se trata de las condiciones generales de toda producción. Esta parte general incluye o debe incluir: 1) las condiciones sin las cuales no es posible la producción. Es decir, que se limita solamente a indicar los momentos esenciales de toda produc­ción. Se limita, en efecto, como veremos, a cierto número de determinaciones muy simples, estiradas bajo la forma de vul­gares tautologías; 2) las condiciones que hacen avanzar en mayor o en menor medida a la producción, tales como por ejemplo, el estado progresivo o de estancamiento de Adam Smith9 . Para dar un significado científico a esta consideración, que en él tiene su valor como aperçu,[PW 2] habría que realizar investigaciones sobre los grados de la productividad en diferentes períodos, en el desarrollo de pueblos dados, investigaciones que excederían de los límites propios del tema pero que, en la medida en que caen dentro de él, deberán ser encaradas cuando se trate del desarrollo de la concurrencia, de la acumulación, etc. Formula­da de una manera general, la respuesta conduce a la idea de que un pueblo industrial llega al apogeo de su producción en el momento mismo en que alcanza su apogeo histórico. In fact. Un pueblo está en su apogeo industrial cuando lo principal para él no es la ganancia, sino el ganar. En esto, los yankees están por encima de los ingleses. O también: que ciertas predisposiciones raciales[Np 3], climas, condiciones naturales, como la proximidad del mar, la fertilidad del suelo, etc., son más fa­vorables que otras para la producción. Pero esto conduce nuevamente a la tautología de que la riqueza se crea tanto más fácilmente cuanto mayor sea el grado en que existan ob­jetiva y subjetivamente los elementos que la crean.

Pero no es esto lo único que realmente interesa a los econo­mistas en esta parte general. Se trata más bien —véase por ej. el caso de Mili10— de presentar a la producción, a diferencia de la distribución, etc., como regida por leyes eternas de la naturale­za, independientes de la historia, ocasión esta que sirve para introducir subrepticiamente las relaciones burguesas como leyes naturales inmutables de la sociedad in abstracto. Esta es la finalidad más o menos consciente de todo el procedimiento. En la distribución, por el contrario, los hombres se habrían permi­tido de hecho toda clase de arbitrariedades. Prescindiendo de la separación brutal de producción y distribución y haciendo abstracción de su relación real, es de entrada evidente que por diversificada que pueda estar la distribución en los diferentes estadios de la sociedad, debe ser posible también para ella, tal como se hizo para la producción, extraer los caracteres comu­nes, así como es posible confundir o liquidar todas las diferen­cias históricas formulando leyes humanas universales. Por ejem­plo, el esclavo, el siervo, el trabajador asalariado reciben todos una cierta cantidad de alimentos que les permite existir como esclavo, siervo o asalariado. El conquistador que vive del tribu­to, el funcionario que vive del impuesto, el propietario de la tierra que vive de la renta, el monje que vive de la limosna o el levita que vive del diezmo, obtienen todos una cuota de la producción social que está determinada sobre la base de leyes distintas de las que rigen para el esclavo, etc. Los dos puntos principales que todos los economistas clasifican bajo esta rúbri­ca son: 1) propiedad; 2) su protección por medio de la justicia, la policía, etc. A esto se ha de responder muy brevemente así:

ad 1. Toda producción es apropiación de la naturaleza por parte del individuo en el seno y por intermedio de una forma de sociedad determinada. En este sentido, es una tautología decir que la propiedad (la apropiación) es una condición de la produc­ción. Pero es ridículo saltar de ahí a una forma determinada de la propiedad, por ejemplo, la propiedad privada. (Lo cual implica además, como condición, una forma contrapuesta: la no-propiedad). La historia nos muestra más bien que la forma primigenia es la propiedad común (por ejemplo, entre los hin­dúes, los eslavos, los antiguos celtas, etc.), forma que, como propiedad comunal, desempeña durante largo tiempo un papel importante. No está en cuestión todavía en este punto el problema de si la riqueza se desarrolla mejor bajo esta o aquella forma de propiedad. Pero decir que no se puede hablar de una producción, ni tampoco de una sociedad, en la que no exista ninguna forma de propiedad, es una tautología. Una apropia­ción que no se apropia nada es una contradictio in subjecto[PW 3].

ad 2. Protección de lo adquirido, etc. Cuando se reducen estas trivialidades a su contenido real, éstas expresan más de lo que saben sus predicadores. A saber, toda forma de producción engendra sus propias instituciones jurídicas, su propia forma de gobierno, etc. La rusticidad e incomprensión consisten precisa­mente en no relacionar sino fortuitamente fenómenos que cons­tituyen un todo orgánico, en ligarlos a través de un nexo meramente reflexivo. A los economistas burgueses les parece que con la policía moderna la producción funciona mejor que, p. ej., aplicando el derecho del más fuerte. Olvidan solamente que el derecho del más fuerte es también un derecho, y que este derecho del más fuerte se perpetúa bajo otra forma en su "estado de derecho".

Cuando las condiciones sociales que corresponden a un esta­dio determinado de la producción están apenas surgiendo, o cuando están a punto de desaparecer, se manifiestan natural­mente perturbaciones en la producción, aunque en distintos grados y con efectos diferentes.

Para resumir: todos los estadios de la producción tienen caracteres comunes que el pensamiento fija como determina­ciones generales, pero las llamadas condiciones generales de toda producción no son más que esos momentos abstractos que no permiten comprender ningún nivel histórico concreto de la producción.

2) La relación general de la producción con la distribución, el cambio y el consumo

Antes de seguir adelante con el análisis de la producción, es necesario examinar los diferentes rubros con que los economis­tas la asocian.

(...)

3) El método de la economía política

(...)

4) Producción. Medios de producción y relaciones de producción. Relaciones de producción y relaciones de tráfico. Formas del Estado y de la conciencia en relación con las relaciones de producción y de tráfico. Relaciones jurídicas. Relaciones familiares

(...)

Referencias y Notas

Notas al pie de la edición utilizada

  1. "ist"; en edic. 1939 "muss" ("debe").
  2. En edic. 1939
  3. "Racenanlagen"; en edic. 1939 "Racen, Anlagen" ("razas, predisposiciones")

Notas al final de la edición utilizada

  1. Cf. ADAM SMITH, An Inquiry into the Nature and Causes of the Wealth of Nations, With Notes from Ricardo, McCuttoch, Chalmers, and Other Eminent Political Economists, Edited B y Edward Gibbon Wakefield etc. A new edition in four volumes, London, 1843, Vol. I, p. 2 [Investigación sobre la naturaleza y las causas de la riqueza de las naciones, FCE, 1958, p. 4]. Marx utilizó a veces la edición de 1835-39 (cuyos extractos se encuentran en el cuaderno londinense VII) y la traducción francesa Recherches sur la nature et les causes de la richesse des nations, traduction nouvelle, avec des notes et des observa­tions; par Germain Gamier, Paris, 1802. Extractos de esta última edic. se encuentran en dos cuadernos no datados ni numerados, pero cuya fecha de redacción es de aproximadamente enero-junio de 1844 en Paris. Cf.1 MEGA I/3, pp. 457-493.
  2. Cf. DAVID RICARDO, On the Principles of Political Economy and Taxation. Third Edition, London, 1821, p. 3 [Principios de economía política y tributación, FCE, México, 1959, p. 10]. Extractos comentados de esta edición, en los cuadernos londinenses IV y VIII. Los extractos son publicados como apéndice en la edic. alemana de los Grundrisse, pp. 765-780, 781-893. Marx utilizó también la traducción francesa, Des principes de l ’économie politique et de l'impôt. Traduit de l'anglais por F.-S. Constancio, D. M. etc., avec des notes explicatives et critiques par J.-B. Say. Seconde édition, Paris 1835- Extractos de esta última, en un cuaderno redactado ca. enero-junio de 1844 en París y mayo-junio de 1845 en Bruselas. Cf. MEGA I/3, pp. 493-519.
  3. Un índice analítico de la obra de Rousseau se encuentra en un cuaderno titulado por Marx, "Notizen zur französischen Geschichte. Kreuznach. Juli-August 1843". Cf. MEGA 1/1, t. 2, pp. 120-121.
  4. Aquí está dicho en la acepción de Hegel. (Filosofía del derecho, § 182 ss.)
  5. Cf. B. G. NIEBUHR, Römische Geschichte. Erster Theil, zweite, völlig umgear­beitete Ausgabe, Berlin 1827, pp. 317-351. Extractos (de la edición inglesa de 1847-51), en un cuaderno no numerado y sin fecha, pero redactado ca. febrero de 1855 en Londres.
  6. Cf. Aristotelis de república libri VIII et oeconomica ex recensione Immanuelis Bekkeri. Oxonii MDCCCXXXVII, tomus X, lib. I, cap. 2, 9-10. Extractos de esta edición en un cuaderno no numerado y sin datar, pero cuya redacción es ca. febrero-marzo de 1858 en Londres.
  7. Cf. FRED. BASTIAT, Harmonies économiques, 2me édition, Paris, 1851, pp. 16-19. H.C. CAREY, Principles of Political Economy. Part the first, of the Laws of the Production and Distribution of Wealth, Philadelphia 1837, pp. 7-8. Extractos de la obra de Carey en el cuaderno londinense X. P.-J. PROUDHON, Système des contradictions économiques ou philosophie de la misère, t. I, Paris 1846, pp. 77-78.

Notas de ProleWiki

  1. Loc. lat.: lugar común
  2. La palabra francesa aperçu se traduce al español como: panorama, reseña, sinopsis, vistazo, ojeada, previsualización, idea aproximada, panorama general.
  3. Loc. lat.: contradicción en el sujeto