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Yo acuso | |
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Autor | Fidel Castro |
Primera publicación | 16 de agosto de 1952 |
Editora empleada | Periódico "El Acusador" |
Fuente | http://www.fidelcastro.cu/es/articulos/yo-acuso |
Fulgencio Batista, los perros que lamen tus llagas diariamente no lograrán jamás ocultar los fétidos olores que salen de ellas. Tu vida, tu pasado, tu presente, tus mentiras, te pierden irremisiblemente.
Dices que aspiras a la gloria. Es cierto. Machado tendrá que luchar duramente para defender la gloria triste que aspiras a quitarle. Todo cuanto has dicho es mentira, cinismo refinado, pérfida hipocresía. Hablas de paz y eres la guerra civil, el caos sangriento, el odio abismal y fratricida entre cubanos que tardará muchos años en borrarse. Hablas de tu origen humilde y vives en palacios, rodeado de lujos, repleto de millones y servido por centenares de criados.
Tú no eres como dices amigo del soldado, tú solo quieres hacer de ellos escalera de tus ambiciones, convertirlos en verdugos y caínes, volcar sobre ellos el odio del pueblo, para obligarlos a caer junto a ti por una causa mezquina, tu sed de poder y de oro, donde ellos cargarán los riesgos y trabajos y tú cargarás los millones.
Hablas de negocio turbio y toda tu fortuna la has hecho turbiamente. Hablas del respeto a la vida humana y tus esbirros que hoy retornan han segado un centenar de vidas valiosas. Hablas de nepotismo y colmas a los tuyos de prebendas y privilegios. Hablas de gansterismo y embarcas a los más connotados pistoleros.
Hablas de elecciones y ¿quién puede creerte...? A ti, que le impediste la labor a Miguel Mariano y lo destituiste... A ti, que triunfaste en las elecciones de 1940 mediante el código amañado y la fuerza de las bayonetas…
Hablas de trabajo y hay más desocupados que nunca. Hablas de progreso y te sitúas junto a los grandes intereses cubanos y extranjeros. Hablas, en fin, de patria y eres un perro fiel del imperialismo, criado adulón de todos los embajadores.
Frente a ti, a Cuba le queda un solo camino: el sacrificio, la inmolación en aras de sus amadas libertades.
De las desdichas que ella sufra, de las desgracias que le acechan, de la sangre que caiga... ¡Yo te acuso... Tirano ruin...!
Y cuando la historia se escriba hablará de ti, ¿quién lo duda? Pero hablará de ti como habla de las plagas y de las epidemias, como habla del caballo de Atila... por las huellas desoladoras que va dejando a su paso por la tierra.