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José Carlos Mariátegui La Chira (Moquegua, 14 de junio de 1894 - Lima, 16 de abril de 1930) fue un escritor, periodista, político, filósofo y revolucionario marxista peruano; considerado el fundador del pensamiento marxista en el Perú y quizá el marxista más original que ha producido la cultura latinoamericana.
Su principal contribución al marxismo consiste en el intento de articular de forma armónica la problemática nacional peruana con la teoría marxista, en especial, aquella parte relativa a la transición revolucionaria al socialismo. En este sentido, fue de los primeros revolucionarios marxistas en plantear un socialismo con características nacionales propias que iba más allá de la mera aplicación mecánica a casos particulares de los principios universales hasta entonces descubiertos por el marxismo-leninismo. Puede decirse pues, que Mariátegui enriqueció e hizo avanzar la teoría marxista-leninista al teorizar acerca de un "socialismo con características peruanas" cuando aún no se consideraba que las particularidades nacionales en la transición socialista de cada país pudieran llegar a ser tan relevantes como para hablar de socialismo con características nacionales como luego lo serían, por ejemplo, el socialismo con características chinas o la revolución socialista de liberación nacional en Cuba.
Los años finales de su vida estuvieron marcados por el asedio del régimen de Leguía; la polémica con el APRA y la Internacional; y la gestación de un proyecto para viajar a Buenos Aires para continuar con su revista Amauta. Su muerte prematura dejó una obra que muchos consideran inconclusa. Tras su deceso, el Partido Socialista que ayudó a fundar se convirtió en el Partido Comunista del Perú el 20 de mayo de 1930, abandonando así la heterodoxia que Mariátegui había cultivado y adhiriéndose a la ortodoxia de la Comintern.
Biografía[editar | editar código]
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Infancia y Años de Iniciación o "edad de piedra" (1894-1918)[editar | editar código]
Mariátegui nació en Moquegua en 1894, aunque en una reseña autobiográfica erróneamente citó 1895 como su año de nacimiento. Pasó su infancia en Huacho. Una enfermedad temprana en 1902 lo dejó lisiado de una pierna, lo que lo obligó a interrumpir sus estudios escolares. Su formación fue en gran medida autodidacta.
A los 14 años (en 1909), Mariátegui ingresó al diario La Prensa como aprendiz (alcanza-rejones). Trabajó en el diarismo hasta 1919, pasando por publicaciones como La Prensa, El Tiempo, y La Razón.
Durante sus años de iniciación (1914-1918), que él mismo llamó posteriormente su "edad de piedra", utilizó el seudónimo Juan Croniqueur. Sus escritos juveniles fueron múltiples, incluyendo poesía (más de cincuenta poemas entre 1915 y 1917), cuentos, teatro, crónicas y artículos periodísticos. En este periodo, Mariátegui mostró una fascinación por la revolución, observando los sucesos mundiales desde el Perú, y simpatizando con figuras como Lenin y Trotsky, asumiendo con simpatía el mote de "bolcheviki", aunque aún no era formalmente marxista. Su carrera transcurrió alejada de los claustros universitarios y cercana a los lectores, desarrollando una prosa límpida y directa, en contraste con el estilo académico.
En 1919 inicia el Oncecio de Leguía...
Experiencia Europea y Formación Marxista (1919-1923)[editar | editar código]
Junto con César Falcón viajara con rumbo a Europa gracias a una beca que le fue entregada por el gobierno de Leguía como una forma encubierta de deportación. Durante su estadía, presenció los efectos de la Revolución Rusa en Hungría, Alemania e Italia, incluyendo la formación de sóviets y la fundación del Partido Comunista de Italia. En Florencia, en 1920, se casó con Anna Chiappe, natural de Lucca.
Regresó al Perú en 1923, proclamándose "marxista convicto y confeso". Su experiencia europea le permitió defender lo nacional y al mismo tiempo la necesidad del internacionalismo, viendo a Occidente desde la perspectiva de un país dominado y atrasado. Mariátegui distinguía entre la cultura occidental y el capitalismo, asumiendo que la decadencia correspondía al sistema económico, no a la cultura.
Regreso al Perú (1923-1927)[editar | editar código]
En 1924 Haya de la Torre funda el APRA en México...
En 1926 funda Amauta, revista cultural y política que editó y dirigió. Fue concebida como un proyecto colectivo, que fungió como "la antesala del partido". La revista buscó construir una hegemonía alternativa al poder oligárquico, uniendo lo más antiguo con lo más nuevo, es decir, el indigenismo y el marxismo. La publicación se cerró en dos ocasiones.
Primera detención e inicio de los contactos con la Comintern (1927-1928)[editar | editar código]
En junio de 1927 es detenido bajo acusaciones de participar en "complot comunista" en coordinación con la Comintern. Mariátegui desmiente las acusaciones en cartas a El Comercio y La Prensa. En agosto el No. 29 de La Correspondencia Sudamericana, publica carta de Mariátegui desmintiendo la versión del "complot comunista".
Tal vez como consecuencia de la redada se produjeron los primeros contactos entre Mariátegui y la Internacional. A fines de ese año se le hizo llegar a Mariátegui una invitación para que los obreros peruanos intervinieran en el VI Congreso Sindical Rojo (Profintern) a realizarse en Moscú entre el 15 y el 24 de marzo de 1928.
Polémica con el APRA de Haya de la Torre y fundación del Partido Socialista Peruano (1928)[editar | editar código]
En abril de 1928 escribe carta desaprobatoria a célula de México sobre el lanzamiento del Partido Nacionalista Libertador por parte de Haya de la Torre. Poco después se redacta una "carta colectiva" fijando posición ante el Apra como partido: "Los elementos de izquierda que en el Perú concurrimos a su formación (del Apra como frente), constituimos de hecho —y organizaremos formalmente un grupo o Partido Socialista de filiación y orientación definidas".
El 7 de octubre de 1928 se funda el Partido Socialista Peruano. Mariátegui es designado Secretario General. Son preparadas las ponencias de la delegación peruana para la Conferencia Comunista de Buenos Aires, a celebrarse en junio del año próximo.
7 Ensayos de interpretación de la realidad peruana (finales de octubre de 1928)...
En noviembre de 1928 se funda Labor, quincenario dedicado a la clase obrera, que fue clausurado definitivamente después de solo 10 números.
El 17 de mayo de 1929 funda la Confederación General de Trabajadores del Perú.
Polémica con la Comintern y aislamiento (1929-1930)[editar | editar código]
Participa delegación peruana en el Congreso Sindical Latinoamericano de Montevideo (mayo de 1929) y la Conferencia Comunista de Buenos Aires celebrada entre el 1 y el 12 de junio de 1929. En este último encuentro las ideas de Mariátegui serían defendidas por los delegados peruanos Julio Portocarrero y Hugo Pesce quienes junto al propio Mariátegui y Martínez de la Torre prepararon las tesis y ponencias a llevar a la conferencia. Del lado de la Comintern, encontramos a Vittorio Codovilla y Humbert-Droz quienes, por analogía con el caso soviético, abogaban por el derecho la autodeterminación de las naciones oprimidas en el Perú.
A pesar de las múltiples discrepancias ventiladas en la I Conferencia Comunista de Buenos Aires entre la delegación peruana y la ortodoxia de la Comintern, la situación no terminó en ruptura abierta entre los dirigentes de la Internacional y los socialistas peruanos. Nadie fue excomulgado. Por el contrario, Humbert-Droz expresó su esperanza en una paulatina rectificación de los peruanos.
Al interior de los socialistas peruanos existían tendencias contrapuestas que no tardaron en mostrarse como tales, y entre estas había ortodoxos y fieles defensores de la línea de la Comintern. La grieta más importante comenzó a manifestarse en el grupo de Cusco, que se venía desarrollando de forma independiente al de Lima siguiendo la línea de la Comintern; sin embargo, el líder de esta tendencia ortodoxa provendría del exilio: Ravines. Deportado tempranamente por Leguía, de Buenos Aires fue a París, donde luego de formar parte del grupo aprista, rompió por su cuenta con Haya e inició una amistad con Henri Barbusse, decisiva para que al poco tiempo emprendiera un viaje a Moscú, donde permaneció varios meses formándose en la escuela de cuadros de la Komintern que, en realidad, fue la culminación de su aprendizaje del marxismo-leninismo iniciado desde París. A fines de 1929 parte de Moscú con destino al Perú: trae la misión de enrumbar a ese grupo de socialistas peruanos que parecen marchar a la deriva.
Mariátegui, en su polémica con el APRA y sus diferencias con la Internacional, requería desarrollar de una manera nítida sus planteamientos. Si el Partido Socialista deseaba seguir a flote y no ser arrastrado por esa poderosa corriente que partía de Buenos Aires y a la cual se fueron agregando aportes desde Cusco, París, México o Arequipa, debía no solo adelantar su organización, sino contar con un respaldo doctrinal mayor, que ayudara a improvisar las cartas de navegación y confiriera cierto respaldo —mínimo, indispensable— a militantes inseguros por la incertidumbre del panorama. Es así como Mariátegui se entrega a la redacción febril de dos libros: su ardorosa Defensa del marxismo, donde arremete contra las desviaciones y el dogmatismo de la II Internacional, y su libro sobre política peruana, Ideología y política en el Perú que nunca vio la luz y cuyo manuscrito aún no ha sido encontrado.
En noviembre de 1929 asaltan la casa de Mariátegui y clausuran Labor. Esta vez la acusación fue por participar en un "complot judío".
En febrero de 1930, Eudocio Ravines fue nombrado secretario general del Partido Socialista del Perú.
Muerte. Adhesión del Partido Socialista Peruano a la Comintern[editar | editar código]
El 16 de abril de 1930 fallece Mariátegui. El 20 de mayo la dirección del Partido Socialista Peruano, con Eudocio Ravines como secretario general y Jean Braham Fuentes Cruz como presidente general, cambió el nombre del Partido Socialista del Perú por el de Partido Comunista Peruano.
Pensamiento[editar | editar código]
Ausencia de una nación (o naciones) peruana(s)[editar | editar código]
Para Mariátegui, el Perú sería algo así como un "Estado-país" más que un Estado-nación.[1] La raíz del problema estaba en la marginación y subordinación tanto política, económica como social del componente indígena de la aún-por-ser nación peruana. Esta división social de los trabajos concretos (aún no se imponía como predominante el trabajo abstracto debido al escaso desarrollo capitalista en el Perú) que se había originado en la colonia y pervivía al interior de la República luego de la independencia; impedía que los habitantes del país se constituyeran como comunidad política de individuos abstractos (formalmente iguales), basada en su soberanía y autodeterminación (es decir, en nación cívica, en el sentido pleno de nación moderna).
A la ausencia de una nación cívica nacional (valga la redundancia), se le sumaba la ausencia de naciones sub-nacionales (valga la contradicción): las diversas etnias indígenas del Perú (ej.: quechua, aymara, etc.) no eran a su vez naciones por separado.[1] A pesar de conservar sus identidades étnicas, estas no habían adquirido el carácter político de naciones debido al rol de subordinación aceptado (o tolerado) por todas por igual en base a la categoría racial de indio que las unificaba y que databa de la época colonial. Además del aspecto racial, a estas etnias las unificaba una tradición andina-comunal que identificaban con su pasado incaico (aunque realmente tenía raíces previas). Luego, en el plano político, las etnias indígenas racializadas del Perú presentaban reivindicaciones socio-económicas de conjunto más que por separado como naciones en lucha por sus autodeterminaciones respectivas.
Esta comprensión de la realidad nacional peruana llevó a Mariátegui a entrar en polémica con la Comintern, especialmente a partir de la Conferencia Comunista de Buenos Aires celebrada entre el 1 y el 12 de junio de 1929. Según la ortodoxia de la Comintern, en el Perú (como en Bolivia o el Paraguay) existían, al lado de la nacionalidad criolla dominante, otras nacionalidades subordinadas (principalmente los quechuas y los aymaras), lo que hacía del Perú una sociedad multinacional (como Rusia).[1] Además de autodeterminación para las "naciones" oprimidas del Perú, Codovilla, coherente con los postulados de la Comintern, pedía autodeterminación para los habitantes de Tacna y Arica que se encontraban bajo control chileno luego de la Guerra del Pacífico.[2] Frente a esta cuestión, los delegados peruanos (y presumiblemente Mariátegui) hacían notar la indiferencia de los habitantes (a-nacionales) de estas regiones respecto al conflicto.[3]
Posibilidad política de iniciar la transición al socialismo en Perú: Actitud frente al Oncenio[editar | editar código]
Mariátegui consideraba que a pesar del atraso del Perú era posible plantearse en el país una revolución de tipo socialista, más radical que una meramente democrático-burguesa. Esto era así tanto por su situación política, como económica y social.
En el plano político, tenemos que los años de madurez intelectual de Mariátegui se ubican en el período de la historia republicana del Perú conocida como El Oncenio (1919-1930). Se trata de la dictadura de Augusto B. Leguía que vino a poner fin a la República Aristocrática (1895 y 1919) donde el poder político fue ejercido principalmente por el Partido Civil, que representaba los intereses de los grandes terratenientes y hombres de negocios. Igual de antidemocrático que sus predecesores pero basándose en la promesa de la "Patria Nueva", Leguía atacó directamente las instituciones y personas que representaban al viejo civilismo oligarca aliado con los gamonales e impulsó (muchas veces más que materializar de manera efectiva) reformas en pos del desarrollo capitalista-dependiente del Perú, apoyado fuertemente en inversiones extranjeras, principalmente estadounidenses.[4]
Mariátegui supo distinguir entre el Oncenio y los Gobiernos anteriores: según él, ya no era posible predicar desde una postura radical el desarrollo del capitalismo en la sociedad peruana, porque eso era un proyecto asumido desde el Estado por el propio Leguía. Entonces, a pesar del atraso de la sociedad peruana, el socialismo podía aparecer como una exigencia histórica.[4] Luego, según Mariátegui, no sería del interés inmediato de los socialistas peruanos el oponerse a Leguía puesto que este estaba ya contribuyendo al desarrollo capitalista en el Perú: los socialistas debían pues, de forma paralela y pensando a más largo plazo, abonar el terreno de la eventual revolución socialista que derrocaría violentamente su gobierno o uno similar.[5]
Esta caracterización del Oncenio llevó a Mariátegui a discrepar, en un primer momento con Haya de la Torre, quien consideraba a Leguía como un mero continuador (aunque más autoritario) de la República Aristocrática y el viejo gamonalismo[4], por lo cual debía ser enfrentado violentamente con el fin de completar la revolución democrático-burguesa sin la cual una revolución socialista no tendría sentido;[6] y en un segundo momento con la Comintern, que pensaba exactamente lo mismo, según su doctrina de la revolución por etapas, donde una revolución democrático-burguesa permitiría iniciar el desarrollo capitalista del Perú alejado de la dependencia del imperialismo estadounidense.[2] [7]
Posibilidad económica de iniciar la transición al socialismo en Perú: Semi-feudalidad y rol del colectivismo andino[editar | editar código]
En el plano económico, Haya de la Torre veía el imperialismo como una etapa necesaria que introducía el capitalismo, aunque controlable por un Estado moderno (luego de la correspondiente revolución democrática-burguesa). Por otro lado, la Comintern, veía al imperialismo (semicolonialidad) manteniendo la "feudalidad" en el Perú[8] (y en toda América Latina puesto que en su marco de análisis no había cabida para especificidades nacionales dentro del continente).[9] Por lo tanto, la alternativa necesaria para Latinoamérica era luchar, una vez más, por una "revolución democrático-burguesa".[8]
En oposición a esta lectura, Mariátegui y su círculo consideraban que en el Perú coexistían al menos tres modos de producción: un incipiente pero irreversible desarrollo capitalista (iniciado desde la era del guano y ahora alentado por Leguía) desarrollado bajo la dependencia (semicolonial, i.e.: neocolonial) de las inversiones extranjeras; una feudalidad, heredada de la colonia que persistía especialmente en la hacienda andina tradicional; y un modo de producción comunal campesino que habría sobrevivido en las comunidades indígenas, heredado del período (pre)incaico.[10] Luego, más que de feudalidad, resultaría más adecuado hablar de "semi-feudalidad" la cual no podría ser resuelta por una revolución "revolución democrático-burguesa" sino que se imponía la necesidad de una revolución socialista.[8] El imperialismo acarreaba pues, perjuicios propios del capitalismo, y solo la ruptura con él y la vía socialista inmediata permitirían la independencia y la edificación de la nación
Esta particular composición heterogénea de la base económica peruana, en especial el elemento comunal indígena, condicionaría a su vez una forma particular de llevar a cabo la revolución socialista peruana donde el modo de producción comunal andino de origen preincaico serviría de pivote y catalizador de la revolución socialista.[10] En este sentido, las ideas de Mariátegui resuenan con las aventuradas medio siglo antes por los populistas rusos (a quienes este no había leído)[11] que veían en la comuna rural (mir u obschina, en el caso peruano se trataría de los ayllus) un posible punto de partida para (abusando de un anacronismo en los términos) una "vía rusa al comunismo" o "socialismo con características rusas".[12]
El socialismo como vía de realización de la nación peruana y de la superación internacionalista del nacionalismo[editar | editar código]
El socialismo,al liberar al Perú de las taras del pasado colonial que persistían en la república, sería la herramienta indispensable para construir la nación peruana...[7] y superar el nacionalismo estrecho, transitando a un necesario internacionalismo...[13] (PENDIENTE DE ELABORACIÓN)
Organización y rol del partido[editar | editar código]
Concebía el partido como un instrumento ideológicamente proletario pero socialmente popular, de masas e insurreccional, que garantizara la construcción de la democracia... (PENDIENTE DE ELABORACIÓN)
Valoración crítica e influencia[editar | editar código]
Estilo de escritura[editar | editar código]
El estilo de escritura de Mariátegui no es analítico, riguroso, académico, etc.; sino más bien literario/periodístico donde las contradicciones son relativamente frecuentes... (PENDIENTE DE ELABORACIÓN)
El marxismo como estilo de vida[editar | editar código]
Para él, el marxismo era una actitud, un estilo de vida y una manera de encarar el mundo. Lo esencial del marxismo, según Mariátegui, era el descubrimiento del proletariado como sujeto de la revolución. (PENDIENTE DE ELABORACIÓN)
Idealización del Imperio Incaico[editar | editar código]
Mariátegui tenía una visión idealizada del imperio incaico a pesar de saber que los elementos comunales que de él rescataba tenían un origen pre incaico... (PENDIENTE DE ELABORACIÓN)
Influencia posterior[editar | editar código]
Véase también[editar | editar código]
Escritos de Mariátegui (selección):
- Siete Ensayos de Interpretación de la Realidad Peruana (ed. pr. 1928)
- Defensa del marxismo (m.s. 1928-1929, ed. pr. parcial: Santiago de Chile, Ediciones Nacionales y Extranjeras, 1934, ed. pr. completa: Lima, Editorial Minerva, 1954)
- El alma matinal y otras estaciones del hombre de hoy (m.s. ?, ed. pr. 1964?)
Fuentes secundarias:
- Alberto Flores Galindo (ed. pr. 1980): La agonía de Mariátegui. La polémica con la Komintern (Fondo Editorial Casa de las Américas, 2021)
- Videos de "Escuela de Cuadros":
- Programa 8 - El alma matinal (Mariátegui)
- Programa 9 - Defensa del marxismo (Mariátegui)
- Programa 25 - Punto de vista antiimperialista (Mariátegui)
- Programa 57 - El problema del indio (Mariategui)
- Programa 78 - La unidad de la América indo-española (Mariátegui)
- Programa 84 - Aniversario y Balance (Mariátegui)
- Programa 94 - El APRA, el partido, y la internacional (Mariategui)
- Programa 96 - Biología del fascismo (Mariátegui)
- Programa 134 - En defensa del Marxismo (Mariátegui) (2013)
- El alma matinal | José Carlos Mariátegui con Miguel Mazzeo (2022)
- Mariátegui y la educación | con Harold García-Pacanchique (2024)
- El Pensamiento de José Carlos Mairátegui | con Douglas Estevam (2025)
Notas[editar | editar código]
- ↑ 1,0 1,1 1,2 “(...) en el razonamiento de Mariátegui, Pesce y Portocarrero, el Perú reunía los elementos de una nación, aunque todavía no lo era: la historia anterior, así como había dispuesto esos elementos, había también obstaculizado su confluencia y el país era apenas un proyecto de nación. Un problema y una posibilidad, parafraseando el título de un libro célebre. Codovilla, repitiendo ciertos enfoques que procedían de textos estalinistas, contrapuso la tesis de las nacionalidades: en el Perú, como en Bolivia o el Paraguay, existían, al lado de una nacionalidad occidental y criolla dominante, otras nacionalidades subordinadas, principalmente los quechuas y los aymaras: el Perú era, como Rusia, una sociedad multinacional. Desde luego que en Codovilla persistía el razonamiento apriorístico. Solo en los delegados peruanos hubo una notable y característica referencia al pasado nacional como consecuencia de querer reposar una estrategia política en la historia del país.”
Alberto Flores Galindo ([1980] 2021). 'I. El inicio de una polémica: Buenos Aires, 1929' en La agonía de Mariátegui. La polémica con la Komintern. Fondo Editorial Casa de las Américas. ISBN 978-612-317-651-8 - ↑ 2,0 2,1 Codovilla en debate con los delegados peruanos a la Conferencia Comunista de Buenos Aires: «Sea como fuere, el partido no podía estar ausente, no podía dejar de hacer conocer sus consignas, que debieron ser: contra el Gobierno dictatorial de Leguía, vendido al imperialismo yanqui; contra el imperialismo yanqui, único beneficiado en dicho arreglo; por el derecho de autodeterminación de los habitantes de Tacna y Arica; por el plebiscito bajo el contralor obrero y campesino; etc.» (Secretariado Sudamericano de la Internacional Comunista, El movimiento revolucionario latinoamericano. Versiones de la Primera Conferencia Comunista Latinoamericana, Buenos Aires, La Correspondencia Sudamericana, 1929, p. 70; tomado de Alberto Flores Galindo, La agonía de Mariátegui. La polémica con la Komintern, Fondo Editorial Casa de las Américas, 2021)
- ↑ “Terminada la intervención de Codovilla, Saco, seudónimo utilizado por Hugo Pesce, no tuvo el menor reparo en pedir la palabra y objetar esa intervención: «Nosotros, comunistas, debemos estudiar un punto importantísimo: cuál ha sido la posición de las distintas capas sociales frente a un conflicto determinado», lo que significaba argumentar que ante un mismo problema las masas no realizan necesariamente un tipo condicionado y único de respuesta. En efecto, «las masas se sintieron —continuaba refiriendo Pesce— desde el primer momento, ajenas a tales manifestaciones patrióticas y se mantuvieron espontáneamente neutrales». La discrepancia con Codovilla no era solo un problema de información; Pesce esgrimía un razonamiento que subordinaba la acción política a la situación de las clases, que no omitía las condiciones objetivas y la conciencia social y desde el cual resultaba imposible elaborar una táctica al margen de estas consideraciones. En la manera de argumentar mostrada por Pesce y Portocarrero, a diferencia de las otras delegaciones, escasean, son prácticamente inexistentes, las citas de Marx o de Lenin, las menciones al ejemplo de la Unión Soviética, y en cambio abundan las referencias a la realidad: datos, información histórica, descripciones sociológicas... Resultaba evidente que para ellos el marxismo no era una biblia, sino un instrumento de análisis, una especie de gramática, una manera de interrogar a la realidad más que un conjunto de definiciones y preceptivas.”
Alberto Flores Galindo ([1980] 2021). 'I. El inicio de una polémica: Buenos Aires, 1929' en La agonía de Mariátegui. La polémica con la Komintern. Fondo Editorial Casa de las Américas. ISBN 978-612-317-651-8 - ↑ 4,0 4,1 4,2 “José Carlos Mariátegui supo distinguir con claridad entre el Oncenio y los Gobiernos anteriores. La República Aristocrática había representado, entre 1895 y 1919, la realización en el Estado de la confluencia de intereses entre oligarcas y gamonales, a partir de la marginación política de las grandes mayorías. El Oncenio era igualmente antidemocrático, pero sus proyectadas reformas abrían la posibilidad política de nuevas opciones y replanteaban otras. En efecto, ya no era posible —siempre desde la perspectiva mariateguista— predicar desde una postura radical el desarrollo del capitalismo en la sociedad peruana, porque eso era un proyecto asumido desde el Estado por el propio Leguía. Entonces, a pesar del atraso de la sociedad peruana, el socialismo podía aparecer como una exigencia histórica. La caracterización del Oncenio fue una de las primeras discrepancias de José Carlos Mariátegui con Haya de la Torre, para quien Leguía no era más que una variante, con los rasgos represivos acentuados, del viejo gamonalismo y por lo tanto existía una continuidad entre el civilismo y la «Patria Nueva».”
Alberto Flores Galindo ([1980] 2021). 'I. El inicio de una polémica: Buenos Aires, 1929' en La agonía de Mariátegui. La polémica con la Komintern. Fondo Editorial Casa de las Américas. ISBN 978-612-317-651-8 - ↑ “En principio las relaciones entre Mariátegui y el régimen eran claras. A José Carlos Mariátegui no le interesaba, por el momento, conspirar contra Augusto B. Leguía dado que no se proponía tampoco sustituir a un dictador por un presidente; la transformación sustancial del Perú sería el resultado de una tarea prolongada y silenciosa para la cual —aunque sonara paradójico— el Gobierno de Leguía aportaba algunos beneficios: dados sus propósitos antioligárquicos y su afán por desarrollar el capitalismo, no solo facilitaba la lucha contra la feudalidad y la vieja cultura tradicional, sino que además obligaba a plantear el socialismo como alternativa, único medio para desplegar una oposición radical y consecuente. Los proyectos de Leguía perseguían cambios en la sociedad peruana, enunciados como la edificación de una «Patria Nueva», pero en dirección del capitalismo. Para cumplir ese cometido, Leguía afectó el poder de la vieja oligarquía, aliada con los gamonales, trató de fomentar a las clases medias y sobre todo encontró sustento en las inversiones y cuantiosos préstamos imperialistas. Una consecuencia de estos cambios fue que se debilitó ostensiblemente el viejo control monopólico ejercido por la clase dominante en la vida cultural del país. A su vez, se facilitó el ingreso de las clases medias provincianas en las universidades, las profesiones liberales y el periodismo. Tanto en la ciudad como en el campo, Leguía alentó con estruendo todo proyecto conducente al desarrollo del capitalismo. No siempre se cumplieron, la gran mayoría de las veces apenas se trazaron, pero todo esto acabó infundiendo temor entre los viejos terratenientes y muchos optaron por el camino del exilio. (...) Se entiende, a partir de su visión del régimen leguiista, que Mariátegui no ensayara una oposición inmediata. Se debe añadir además sus escasas fuerzas, la debilidad del naciente socialismo peruano, la necesidad de persistir y durar, única manera de garantizar una obra colectiva y de largo aliento: la ansiada edificación del partido y del proyecto socialista. Es por todo esto que Mariátegui se cuidó de no dirigir ataques frontales a Leguía. Pero la respuesta del dictador no fue exactamente una política de tolerancia.”
Alberto Flores Galindo ([1980] 2021). 'I. El inicio de una polémica: Buenos Aires, 1929' en La agonía de Mariátegui. La polémica con la Komintern. Fondo Editorial Casa de las Américas. ISBN 978-612-317-651-8 - ↑ “Haya admiraba a la Revolución Soviética, incluso había estado en Rusia y conversado con Trotsky y Lunacharsky, pero creía que el socialismo era una etapa todavía imposible en América Latina, porque antes era preciso superar el atraso, hacer la revolución burguesa que Europa había hecho durante los siglos XVIII y XIX, es decir, acondicionar a la sociedad peruana con el ritmo histórico que desde el Viejo Continente se irradiaba al mundo. En otras palabras, lo anterior significaba que el socialismo solo era posible si antes se construía el capitalismo, para que así existiera una burguesía y un proletariado en el cabal sentido de la palabra. Estas ideas terminaron expuestas en El antimperialismo y el APRA, libro redactado en 1928, del cual se difundirían algunos fragmentos impresos hasta 1936, cuando salió la edición definitiva en Santiago de Chile.”
Alberto Flores Galindo ([1980] 2021). 'IV. Entre el APRA y la Internacional: El Partido Socialista' en La agonía de Mariátegui. La polémica con la Komintern. Fondo Editorial Casa de las Américas. ISBN 978-612-317-651-8 - ↑ 7,0 7,1 “(...) al momento de pensar en la alternativa necesaria para Latinoamérica, los socialistas peruanos y la Internacional optaran por caminos diferentes. Para la Internacional se trataba, como ya lo anotamos, de luchar por una revolución «democrático-burguesa»; para los peruanos la meta era, con absoluta claridad, una revolución socialista. A esa conclusión arribaron antes de la polémica con Haya y dada la necesidad de una oposición consecuente a Leguía. Teniendo en cuenta que el socialismo reivindicaba las viejas tradiciones nacionales, estaba llamado a solucionar tanto el problema del atraso y la miseria del Perú como a realizar un imprescindible arreglo de cuentas con la conquista española, para así dejar de ser una sociedad vencida y frustrada: vencida desde la implantación del colonialismo, frustrada por el fracaso de los proyectos anticoloniales durante la independencia. El socialismo, al liberarnos de esas taras del pasado, sería la herramienta indispensable para construir la nación.”
Alberto Flores Galindo ([1980] 2021). 'I. El inicio de una polémica: Buenos Aires, 1929' en La agonía de Mariátegui. La polémica con la Komintern. Fondo Editorial Casa de las Américas. ISBN 978-612-317-651-8 - ↑ 8,0 8,1 8,2 “La discrepancia fue muy nítida en el tratamiento del fenómeno imperialista. Para la Internacional el imperialismo mantenía la feudalidad en Latinoamérica, pero para Pesce, al igual que para Mariátegui, la realidad no era tan simple porque si bien el imperialismo no era sinónimo de progreso, tampoco era cierto que se articulara con una realidad estática y que la mantuviera inamovible. En el Perú, desde la era del guano, se había iniciado un lento aunque irreversible proceso de desarrollo del capitalismo, continuado con las inversiones imperialistas de principios de siglo y posteriormente auspiciado desde el Estado por Leguía, todo lo cual configuraba una peculiar estructura agraria, donde al lado de las formas feudales que persistían especialmente en la hacienda andina tradicional, comenzaban a emerger las primeras y embrionarias formas de capitalismo. Entonces no se podía hablar —como lo hacía Luis, seudónimo de Humbert-Droz— de un feudalismo latinoamericano igual al feudalismo clásico europeo; había que pensar en una situación de transición para cuya definición tal vez resultaba más adecuado el término de «semifeudalidad».La caracterización de una América Latina feudal era coherente con la propuesta de una revolución democrático-burguesa.”
Alberto Flores Galindo ([1980] 2021). 'I. El inicio de una polémica: Buenos Aires, 1929' en La agonía de Mariátegui. La polémica con la Komintern. Fondo Editorial Casa de las Américas. ISBN 978-612-317-651-8 - ↑ “Tal vez con un cierto afán conciliador y para romper la marginación que comenzó a gestarse, en una de las interrupciones de la reunión, Pesce se acercó a Codovilla para entregarle algo que era motivo de orgullo y afirmación de los delegados peruanos: un ejemplar de los "7 Ensayos de interpretación de la realidad peruana". Codovilla, que tenía en esos momentos también por azar el folleto de Ricardo Martínez de la Torre sobre el movimiento obrero en 1919, mirando a Pesce y con la seguridad de ser escuchado por los otros delegados, dijo en su habitual entonación enfática que la obra de Mariátegui tenía muy escaso valor y, por el contrario, el ejemplo a seguir, el libro marxista sobre el Perú, era ese folleto de Martínez de la Torre. La anécdota fue referida por Pesce y refrendada por Julio Portocarrero.
A Codovilla le incomodaba, le resultaba insoportable, un libro en cuyo título se juntaran las palabras «ensayo» y «realidad peruana». Ensayo implicaba asumir un estilo que recordaba a los escritos de autores burgueses y reaccionarios (...)
El otro término insoportable para Codovilla era «realidad peruana», porque para la Komintern solo existían los países «semicoloniales», definidos por una específica relación de dependencia al capital imperialista, y era esta condición —como interpreta José Aricó— la que permitía trazar una táctica y una estrategia definidas a nivel continental. No existían las especificidades nacionales. El Perú era igual que México o la Argentina. De ahí que no fuera necesario indagar por el pasado de cada uno de esos países y que bastara con una aproximación al conjunto del continente. Como no existía una «realidad peruana», no hacía falta tampoco pensar en los rasgos distintivos del partido revolucionario en el Perú: dada la condición de país semicolonial, el partido peruano no tenía por qué diferenciarse de su similar argentino o mexicano.”
Alberto Flores Galindo ([1980] 2021). 'I. El inicio de una polémica: Buenos Aires, 1929' en La agonía de Mariátegui. La polémica con la Komintern. Fondo Editorial Casa de las Américas. ISBN 978-612-317-651-8 - ↑ 10,0 10,1 “Ni la conquista, ni la colonia, ni menos la república criolla habían podido destruir a la comunidad. Era a través de la comunidad indígena que se mantenían supérstites rasgos y formas colectivistas heredadas del pasado prehispánico. Antes que se estableciera la civilización incaica, en el territorio andino se había estructurado un conjunto de grupos étnicos —como los llamaríamos ahora— bajo un régimen de «comunismo agrario», que no fue destruido por el Estado que fundaron los incas y que por encima de todo mostraría una gran impermeabilidad a los cambios posteriores y una resistencia a los embates procedentes de Europa e incluso, ya en los años más recientes, al capitalismo. Ese colectivismo comunal podía servir de base para el desarrollo del socialismo en el Perú. Esta era una tesis fundamental porque de allí se derivaba una imagen muy peculiar de la sociedad peruana: mientras que para la Internacional se le podía definir simplemente como una sociedad «semicolonial y feudal», para los socialistas peruanos se trataba de un mundo donde coexistían conflictivamente el naciente capitalismo, con el feudalismo heredado de la colonia y el comunismo agrario que daba vida a las grandes masas campesinas. Los rasgos colectivistas permitían que el campesinado pudiera escuchar y secundar la prédica socialista; es por esto que el término «proletariado» tenía una acepción más genérica —como ha reparado Robert Paris— para los socialistas peruanos, englobando en su interior a obreros y también a campesinos. Mariátegui, en «El informe sobre las razas», sostenía que «una conciencia revolucionaria indígena tardará quizá en formarse pero una vez que el indio haya hecho suya la idea socialista, la servirá con una disciplina, una tenacidad y una fuerza, en la que pocos proletarios de otros medios podrán aventajarlos». Al incluir a los indígenas en el término proletariado se terminaba comprendiendo de una manera diferente la alianza entre obreros y campesinos. Desaparecía la imposición o la sobreposición de la clase obrera y en sustitución emergía una relación igualitaria: ambas clases eran revolucionarias, lucharían por el socialismo, harían el Perú nuevo. Otro tema de discrepancia con la Internacional donde resultaba que ni siquiera en el contenido asignado a los términos estaban de acuerdo.”
Alberto Flores Galindo ([1980] 2021). 'I. El inicio de una polémica: Buenos Aires, 1929' en La agonía de Mariátegui. La polémica con la Komintern. Fondo Editorial Casa de las Américas. ISBN 978-612-317-651-8 - ↑ Mariátegui compartía con los populistas rusos la fe en la comunidad y la creencia en un desarrollo autónomo del socialismo, pero esto no significa que hubiera leído sus libros. Ocurre que los intelectuales rusos en 1860 o en 1880, inmersos en un país atrasado y campesino, debieron afrontar problemas similares a los que afrontarían años después y en un continente diferente, Mariátegui y su generación. Existe, en los medios de izquierda, una imagen injustamente vituperable de los populistas que ha sido revisada completamente por Franco Venturi en El populismo ruso, Madrid, Revista de Occidente, 1975, t. i, p. 140 (Nota al pie en La agonía de Mariátegui. La polémica con la Komintern)
- ↑ “El defensor de la comunidad tenía que ubicarse próximo a Vera Zasulich o Aleksandr Herzen y en una perspectiva diferente y quizá antagónica con la que se expone en El desarrollo del capitalismo en Rusia, libro que Mariátegui no llegó a leer. Por entonces —en 1929— se ignoraban los escritos de Marx sobre el llamado «modo de producción asiático» (inéditos hasta 1939) y también la correspondencia entre este y Vera Zasulich, donde se habían planteado, en 1881, la cuestión de si el socialismo exigía o no una previa etapa capitalista.”
Alberto Flores Galindo ([1980] 2021). 'II. El descubrimiento del mundo andino' en La agonía de Mariátegui. La polémica con la Komintern. Fondo Editorial Casa de las Américas. ISBN 978-612-317-651-8 - ↑ “El internacionalismo no es como se imaginan muchos obtusos de derecha e izquierda la negación del nacionalismo, sino su superación. Es una negación dialéctica, en el sentido de que contradice al nacionalismo; pero no en el sentido de que, como cualquier utopismo, lo condene y descalifique como necesidad histórica de una época”
José Carlos Mariátegui (3 de mayo de 1929). La misión de Israe Mundial.