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La tendencia decreciente de la tasa de ganancia (TDTG) o Ley de la caída tendencial de la tasa de ganancia es una ley económica descrita por Karl Marx, la cual explica por qué el capitalismo es inherentemente propenso a entrar en crisis. Se trata de uno de los postulados más importantes de laeconomía marxista.
La tasa de ganancia[editar | editar código]
Cada capitalista busca maximizar su tasa de ganancia individual (G'). Ésta está formada por el cociente entre la plusvalía (p) que constituye el ingreso del burgués, y el capital, que es el dinero invertido en la producción.
Es importante señalar que el capital puede ser variable (Kv; salarios) o constante (Kc; insumos y maquinaria), dejando la fórmula como sigue:
Ahora bien, se puede presentar de una manera más simple la tasa de ganancia simplemente dividiendo al numerador y al denominador por Kv.
Como resultado, obtenemos que la tasa de ganancia es directamente proporcional a la tasa de plusvalor p' (también llamada tasa de explotación) e inversamente proporcional a la composición orgánica del capital co (que no es otra cosa que el cociente entre capital constante y capital variable, y una forma indirecta de medir el desarrollo de las fuerzas productivas en el capitalismo).
Sin embargo, lo cierto es que muchas veces p' y co suelen aumentar simultáneamente. Esto es así porque la introducción de nuevo capital constante en la producción da paso a un aumento de la productividad y, muchas veces, al despido de trabajadores.
La ley de caída tendencial de la tasa de ganancia[editar | editar código]
Todo capitalista tiene dos motivos para maximizar su tasa de ganancia: uno es la necesidad de disciplinar a sus obreros, sustituyéndolos por máquinas que no necesitan descansar ni van a hacerle huelgas en su contra. La otra razón es producto de la competencia capitalista: cada burgués tiene que mantener una tasa de ganancia elevada, no sólo por el mero ánimo de lucrar, sino también para no quedarse rezagado por otras empresas.
Esto lleva a que los capitalistas inviertan todo el tiempo en nuevas tecnologías, cada vez más eficaces, revolucionando constantemente los medios de producción. Pero lo que es bueno para el capitalista individual no lo es para el conjunto de ellos, puesto que no todos son capaces de innovar al mismo tiempo.
Como resultado, la tasa de ganancia de los capitales más innovadores diverge de la tasa de ganancia media. Esto es así porque en el primer caso, el desarrollo de las fuerzas productivas, que implica una disminución del tiempo de trabajo socialmente necesario y, consecuentemente, del valor de las mercancías producidas, es compensado por el aumento de la tasa de plusvalor. No ocurre lo mismo en el caso de los competidores menos avanzados tecnológicamente, quienes se ven obligados a vender sus productos a precios cada vez más bajos sin ser capaces de contrarrestar los efectos de la competencia con un aumento de la productividad.
Esto lleva a la caída de la tasa de ganancia media, y con ella se produce una crisis de acumulación de capital, dado que éste no logra valorizarse en la producción en el caso de las empresas más pequeñas, que se ven obligadas a cerrar, produciendo una ola de desempleo, recesión y baja de los salarios. Más tarde, los activos de aquellas empresas que cerraron pasan a ser adquiridos por los capitalistas que lograron vencer en la competencia, dando lugar a una creciente concentración económica. Al mismo tiempo, es de este modo que se resuelve la crisis, puesto que la tasa de ganancia media se estabiliza nuevamente, en un nivel cada vez más cercano al de las grandes empresas.
Consecuencias de la ley[editar | editar código]
La ley formulada por Marx demuestra que el capitalismo, incluso en situaciones de competencia perfecta y libre mercado, siempre va a generar crisis económicas, contrariamente a lo que afirman la mayoría de escuelas liberales. Al mismo tiempo, son las crisis las que erosionan la competencia, puesto que sólo las empresas más tecnológicamente avanzadas tienden a sobrevivir.
Por otro lado, los momentos de crisis son aquéllos en los que entran en contradicción las relaciones sociales de producción capitalistas con el desarrollo de las fuerzas productivas, por lo que es en estos momentos que se vuelve más probable el ascenso de una revolución socialista.